El número de muertes en Israel y Gaza ha superado las 1.300 al tiempo que la más reciente y sangrienta escalada del conflicto entra en su tercer día. Israel anunció este lunes el bloqueo “total” de Gaza, lo que significa que el enclave palestino se quedará sin suministro de alimentos, agua, electricidad y combustible. El domingo, Israel declaró la guerra a Hamás después de que los combatientes de dicha organización lanzaron el sábado un sorpresivo ataque coordinado en territorio israelí. Uno de los objetivos del ataque fue un festival de música, donde hombres armados de Hamás mataron a unas 260 personas, en su mayoría jóvenes. Israel respondió lanzando ataques aéreos sobre la Franja de Gaza, que impactaron en edificios residenciales, túneles y una mezquita. Se han registrado más de 800 muertes en Israel y más de 500 en Gaza, mientras miles de personas han resultado heridas a ambos lados del muro que separa los territorios. La organización Hamás afirma haber capturado más de 100 rehenes, entre los que se encuentran tanto civiles como militares israelíes. El primer ministro de Israel ha advertido a los habitantes de Gaza que abandonen el territorio, aunque no está claro a dónde podrían ir, y prometió destruir prácticamente por completo el sitiado territorio.
Primer ministro Benjamin Netanyahu: “Todos los lugares en los que Hamás esté desplegado, escondido y operando en esa malvada ciudad, los convertiremos en islas de escombros. Le digo a los residentes de Gaza que abandonen esos lugares ahora porque atacaremos en todos lados”.
Más de 120.000 residentes de Gaza se han visto obligados a abandonar sus hogares debido a los ataques israelíes. Saber Abu Hilal, un hombre de 65 años que perdió su hogar en un ataque aéreo, afirma haberse negado a abandonar su tierra.
Saber Abu Hilal: “No soy el único que quedó en la calle, hay otras 17 familias en esta zona que se han quedado sin hogar tras este salvaje ataque, que le provocó la muerte a unas 17 o 18 personas. Varias familias están en la calle y se han quedado sin refugio. Este no es el primer desplazamiento [que sufren los palestinos], es como si cada tanto obligaran al pueblo palestino a abandonar sus hogares a propósito. En 1948, hubo una migración, a la que le siguieron oleadas similares de personas que abandonaron el país. Nuestros hijos e hijas también están migrando. Y ahora, sin previo aviso ni motivo, están destruyendo las viviendas de los residentes mientras ellos duermen, con el objetivo de generar desplazamientos y destrucción, y obligar a los residentes a abandonar esta tierra. Sin embargo, nos negamos a ser desplazados. Tenemos raíces firmes en esta tierra”.
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