El estado de Texas ejecutó a Brent Brewer, un hombre de 53 años que pasó tres décadas en la lista de los condenados a muerte. El equipo legal de Brewer había argumentado que el jurado había dictado una sentencia de muerte basándose en el testimonio de un psiquiatra forense que nunca examinó a Brewer, y cuyos argumentos fueron posteriormente declarados “ciencia basura” por un tribunal de apelaciones de Texas. Una de los miembros del jurado que estuvo de acuerdo con la sentencia de muerte se retractó más tarde.
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