El coordinador de ayuda humanitaria de la ONU dijo que la fase de rescate tras el terremoto está “llegando a su fin” y que, en adelante, los esfuerzos se centrarán en brindar refugio, alimento y cuidado a los sobrevivientes. El número total de muertes registrado en Turquía y Siria supera los 36.000, aunque se espera que este siga aumentando. Tras haber transcurrido poco más de una semana desde que el primer terremoto de magnitud 7,8 sacudiera a ambos países, la esperanza de rescates milagrosos se desvanece y la indignación de la población aumenta al tiempo que la ONU admite haber “fallado a la gente en el noroeste de Siria” debido a los retrasos en los esfuerzos de búsqueda y rescate de víctimas. El Gobierno de Siria autorizó el viernes el ingreso de ayuda humanitaria al noroeste del país, luego de que la región controlada por los rebeldes y devastada por la guerra sufriera la falta de ayuda humanitaria por parte de organizaciones nacionales e internacionales. En Siria, el número de personas sin hogar podría aumentar en cinco millones después de los terremotos que azotaron al país en los últimos días, al tiempo que la región también enfrenta tormentas de nieve y un brote de cólera.
Por otra parte, las autoridades turcas ordenaron 113 arrestos vinculados a la construcción de edificios que se derrumbaron. Unos 25.000 edificios se derrumbaron o sufrieron graves daños. Los partidos de oposición han acusado al Gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan de no hacer cumplir las normas de construcción. Mientras tanto, algunos sobrevivientes dicen que las operaciones de rescate nunca llegaron a ellos ya que sus seres queridos quedaron atrapados bajo los escombros.
Didem Celik: “La situación es más que terrible aquí. Mi madre y mi hermana todavía están bajo los escombros y no puedo ayudarlas de ninguna manera. Mi alma se ha ido. Ellas se están muriendo bajo los escombros y yo me estoy muriendo aquí. […] De ahora en más, no espero nada del Gobierno. Sus manos están manchadas con la sangre de ellas”.
El presidente Erdogan ha admitido las “deficiencias” de la respuesta del país a la catástrofe.
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