El periodista saudí Jamal Khashoggi residía en Estados Unidos y era columnista del periódico The Washington Post; en una declaración, el editor y director ejecutivo del periódico, Fred Ryan, afirmó: “El presidente Trump tiene razón al decir que el mundo es un lugar muy peligroso. Su rendición ante este asesinato ordenado por el Estado solo lo hará más peligroso. [Trump] está colocando sus relaciones comerciales e intereses personales por encima de los intereses de los estadounidenses, en su deseo por continuar haciendo negocios como siempre con el príncipe heredero de la corona de Arabia Saudí”. El martes, Trump negó tener vínculos financieros con Arabia Saudí.
El presidente Donald Trump expresó: “No tengo nada que ver con Arabia Saudí. Para que les quede claro, no hago acuerdos con Arabia Saudí. No tengo dinero de Arabia Saudí. No tengo nada que ver con ellos. No podría importarme menos”.
Sin embargo, estas declaraciones de Trump se contradicen con un comentario que hizo en julio de 2015: “Me agradan los saudíes. Hago mucho dinero con ellos. Me compran todo tipo de cosas”. Según el periódico The Washington Post, los vínculos financieros de Trump con Arabia Saudí se remontan a la década de 1990, y solamente el año pasado los lobistas saudíes gastaron 270.000 dólares en reservas de habitaciones en el hotel de Trump en Washington D.C.