Kilmar Ábrego García, quien a principios de año se convirtió en un símbolo de la represión de Trump contra la inmigración cuando el Gobierno lo envió ilegalmente a El Salvador, corre el riesgo de ser deportado nuevamente, esta vez a Uganda, un país con el que no tiene ningún tipo de vínculo.
En marzo, Ábrego García fue uno de los cientos de hombres enviados a El Salvador y encarcelados en la brutal megaprisión CECOT de ese país, a pesar de que —en su caso— existía una orden judicial específicamente destinada a evitar su deportación. Inicialmente, las autoridades alegaron que no tenían el poder de devolverlo a Estados Unidos, pero en junio Ábrego García finalmente fue trasladado de vuelta al país e imputado por tráfico de personas, lo que su equipo jurídico denuncia como una represalia. El viernes 22 de agosto, Ábrego García fue liberado del centro de detención federal de Tennessee en el que se encontraba y se le permitió reunirse con su esposa y sus tres hijos en Maryland a la espera del juicio. Sin embargo, el Gobierno informó inmediatamente a sus abogados su intención de iniciar nuevos procedimientos para deportarlo, esta vez a Uganda, y Ábrego García fue detenido nuevamente en la mañana de hoy, lunes 25.
“Claramente, el Gobierno de Trump está inventando todo esto sobre la marcha”, señala Chris Newman, director jurídico de la Red Nacional de Organización de Jornaleros (NDLON por su sigla en inglés) y abogado de la familia de Ábrego García. Newman acusa al presidente Trump de usar “el cargo más alto de este país para forzar, enjuiciar y castigar a un hombre inocente”.
Para ver la entrevista completa en inglés, haga clic aquí.
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