
En Georgia, una mujer negra de 30 años está con soporte vital hace tres meses en contra de la voluntad de su familia debido a la legislación antiaborto de ese estado, que prohíbe dicha práctica a partir del momento en que se detectan los latidos cardíacos del feto. Adriana Smith fue declarada legalmente muerta en febrero, tras una emergencia médica que hizo cesar su función cerebral. Smith, enfermera, había ido a ver al médico previamente pero no la atendieron adecuadamente. En ese momento estaba embarazada de nueve semanas. Ahora, por las consecuencias legales que podrían sufrir sus proveedores médicos si ponen fin a su embarazo al desconectarla, que incluyen la posibilidad de ir a la cárcel, el cuerpo de Smith todavía se mantiene vivo con máquinas de respiración artificial a pesar de que ella ya no puede ser resucitada. Hablamos con Mónica Simpson, de la organización de justicia reproductiva SisterSong, quien sostiene que este caso demuestra una vez más cuán “mortal es ser negra y estar embarazada”.
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