En Francia, cientos de oficiales de policía han comenzado a despejar el campamento de refugiados en Calais conocido como “La Jungla” antes de su demolición prevista. Los primeros de los casi 7.000 residentes en abandonar el campamento abordaron autobuses el lunes por la mañana, con destino a centros de refugiados en otros lugares de Francia. El campamento albergaba refugiados de Irak, Afganistán, Siria, Sudán, Somalia y otras regiones devastadas por la guerra, quienes intentan llegar a Inglaterra cruzando el Eurotúnel. Durante la noche del domingo, algunos residentes y sus defensores protestaron e incendiaron baños portátiles. La policía respondió lanzando varias latas de gas lacrimógeno. El activista François Guennoc dijo que muchos temen ser deportados a otro país europeo o ser enviados de regreso a su país.
François Guennoc declaró: “Tal vez alrededor de la mitad, tal vez un poco menos, se irá por voluntad propia. El resto se irá en los autobuses si se ven obligados a hacerlo. Más de 2.000 personas se han ido en las últimas semanas, y este fin de semana hay un montón de personas que salen hacia París u otro lugar”.
Las autoridades británicas afirman haber estado trabajando para reubicar a algunos de los 1.300 niños sin acompañantes del campamento. No obstante, muchos defensores de los refugiados temen que los menores estén siendo forzados a subir a los autobuses para ser enviados a otro lugar en Francia.