En el Caribe han muerto al menos diez personas después de que el huracán Irma, el mayor que consta en registros en el Atlántico, causó devastación en las islas pequeñas mientras se dirigía hacia República Dominicana, Haití, Cuba y el sur del estado de Florida. El ojo de la tormenta, de categoría cinco, azotó las islas de San Martín y Anguila el miércoles, con vientos sostenidos de 297 kilómetros por hora y arrasó con más de 90% de todas las estructuras. En Barbuda, el primer ministro declaró la isla “prácticamente inhabitable” y advirtió que era posible que toda la población tuviera que ser evacuada, dado que otra tormenta –el huracán José– podría caer allí durante el fin de semana. En Puerto Rico, más de un millón de personas se han quedado sin electricidad. Las autoridades advirtieron que algunas áreas podrían quedar sin luz por unos seis meses, en parte porque la infraestructura eléctrica de la isla ha quedado descuidada debido a la crisis generada por la deuda de Puerto Rico. En Haití, cientos de habitantes de una “ciudad campamento” en la capital, Puerto Príncipe, que quedaron sin hogar tras un terremoto en 2010, apelaron al gobierno para obtener refugio para la próxima tormenta.
Barthelemy Jeffline expresó: “No tengo dónde ir, tengo que quedarme aquí. Si voy a vivir o morir depende de cómo nos afecte esta tormenta. Si Dios quiere ayudarnos, lo hará, pero no tenemos dónde ir”.