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Turquía lanzó un ataque por tierra y aire en el norte de Siria contra las zonas controladas por los kurdos. La ofensiva empezó el miércoles 9 de octubre, apenas unos días después de que el presidente Trump ordenara el retiro de las tropas estadounidenses apostadas en la frontera entre Turquía y Siria. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos informa que al menos dieciséis kurdos fueron asesinados hasta ahora. Turquía afirma que el número de víctimas fatales es mucho mayor. El Gobierno de Trump enfrenta muchas críticas de los legisladores republicanos y demócratas por haber abandonado a los kurdos apátridas, que habían colaborado con las fuerzas estadounidenses en la lucha contra el ISIS. Turquía afirma que el ataque se necesita para establecer una “zona segura” en el norte de Siria donde Turquía podría trasladar a los refugiados sirios que han huido en los ocho años de combate. Sin embargo, los kurdos ven la ofensiva de Turquía como parte del ataque que este país lleva adelante hace décadas para aplastar los esfuerzos kurdos para lograr una mayor autonomía. Los kurdos fueron responsables de mantener a más de diez mil combatientes de ISIS y sus familias detenidos. Mientras Trump afirma que Turquía tomará control de las cárceles improvisadas, hay una preocupación creciente de que muchos ex combatientes de ISIS puedan escapar durante el ataque turco. Al menos una cárcel kurda ya fue bombardeada.
Para analizar las implicancias del ataque de Turquía, puede ver la conversación que mantuvimos (en inglés) con Elif Sarican y Ertuğrul Kürkçü. Sarican es una activista del Movimiento de mujeres kurdas y antropóloga de la Escuela de Economía de Londres. Kürkçü es presidente honorario del Partido Democrático de los Pueblos, conocido como HDP, de orientación pro kurda en Turquía y fue miembro del Parlamento de Turquía.