En Brasil, el gobernador del estado de São Paulo ordenó el martes que 46 millones de residentes se refugiaran en sus casas y decretó el cierre de todos los servicios no esenciales. El presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro rechazó la orden, instando a los brasileños a volver al trabajo.
El presidente Jair Bolsonaro dijo: “Se debe salvaguardar el sustento de las familias. Debemos volver a la normalidad. Hay algunas autoridades estatales y municipales que deben abandonar las políticas de tierra arrasada como la prohibición de transportes, el cierre de las actividades comerciales y el confinamiento en masa”.
El presidente brasileño Bolsonaro, gran aliado del presidente estadounidense, Donald Trump, ha desestimado la COVID-19 calificándola de una “pequeña gripe” a la que podría sobrevivir fácilmente debido a su estado atlético. En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha desestimado los llamados a paralizar la nación para frenar la propagación del coronavirus, afirmando: “Vamos a seguir haciendo vida normal”.