Con la pandemia de coronavirus han surgido nuevas tecnologías que ponen en riesgo los derechos civiles de una forma nunca antes vista.
En San Francisco, el fundador y director ejecutivo de la compañía de videoconferencias Zoom se disculpó el miércoles por fallas de software que han permitido a los piratas informáticos robar contraseñas, unirse a llamadas privadas, e incluso obtener acceso a las cámaras web y los micrófonos de los usuarios de Mac. Zoom ha visto un aumento repentino de casi 200 millones de usuarios diarios que trabajan y estudian de forma remota.
En Túnez, la policía está operando robots a distancia, equipados con cámaras, micrófonos y altavoces, para verificar las identificaciones de los residentes mientras se impone el confinamiento en la capital, Túnez.
Las autoridades indonesias están utilizando drones para rociar desinfectante en algunos vecindarios residenciales, lo que genera preocupación por la privacidad y el uso de productos químicos tóxicos.
El Gobierno de Corea del Sur ha recopilado grandes cantidades de datos de teléfonos celulares para crear un mapa público que advierte a los residentes si han estado en contacto con alguien que tiene COVID-19.
En Israel, la firma especializada en tecnología NSO Group está promocionando software que asignaría a cada persona una clasificación del uno al diez de probabilidad de haber contraído el virus. NSO Group desarrolló previamente un programa espía conocido como Pegasus, que permite a los piratas informáticos encender la cámara y el micrófono de un teléfono celular y rastrear datos y mensajes personales. La aplicación de mensajería WhatsApp está demandando a NSO Group después de que se descubriera un software malicioso en los teléfonos de activistas y periodistas defensores de los derechos humanos, incluido un disidente saudí cercano al periodista asesinado Jamal Khashoggi.