En Irán, las protestas lideradas por mujeres y jóvenes continúan dos meses después de la muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años que murió mientras estaba bajo la custodia de la llamada “policía de la moral” de ese país. La represión de las movilizaciones también se ha intensificado. El martes, la policía abrió fuego contra las personas que se manifestaban en una estación de metro de la ciudad de Teherán. En otras partes de Irán, unas 15 personas murieron este miércoles por la noche en medio de las protestas. Algunas de las muertes se atribuyeron a hombres armados que viajaban en motocicletas. Irán ha atribuido la autoría de las muertes a grupos “terroristas”, aunque algunos testigos dijeron que los verdaderos responsables del hecho fueron las fuerzas de seguridad iraníes. Esta semana, los manifestantes están conmemorando el tercer aniversario del llamado “noviembre sangriento” de 2019, cuando cientos de personas murieron durante las protestas contra el aumento de los precios del combustible en el país. En las principales ciudades de Irán, los manifestantes exigen el fin del Gobierno clerical y la destitución del líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei.
Mientras tanto, Irán ha condenado a muerte a al menos cinco personas en relación con las protestas. La organización Amnistía Internacional condenó el “uso escalofriante de la pena de muerte para reprimir aún más brutalmente el levantamiento popular”. Una organización de defensa de los derechos humanos afirma que las fuerzas de seguridad iraníes han matado al menos a 348 personas en los últimos dos meses de protestas. Asimismo, unos 16.000 manifestantes han sido arrestados.