La Iglesia anglicana ha expresado su “consternación” por el ataque a un cementerio cristiano situado cerca de la amurallada Ciudad Vieja de Jerusalén. Imágenes grabadas por las cámaras de seguridad el día de Año Nuevo muestran que dos hombres entran al cementerio, derriban una lápida en forma de cruz y la rompen en pedazos. Más de 30 tumbas resultaron dañadas. El arzobispo anglicano de Jerusalén afirmó que la profanación fue un “claro delito de odio” llevado a cabo por “extremistas judíos”. El incidente se produjo días después de que Israel inaugurara el Gobierno más ultraderechista de su historia, encabezado por miembros ultrarreligiosos y ultranacionalistas. El embajador palestino ante la ONU, Riyad Mansour, habló este miércoles en las Naciones Unidas sobre el incidente.
Riyad Mansur: “Ya han visto como las cruces y las tumbas son pisoteadas y atacadas por colonos extremistas. Este es un ambiente tóxico. La comunidad internacional tiene que condenar de forma unánime estas acciones extremistas y a los terroristas que las han llevado a cabo, y rechazar a los miembros fascistas [que hay] en el [nuevo] Gobierno israelí”.
El Consejo de Seguridad de la ONU programó una reunión de emergencia a pedido de la delegación palestina ante la ONU, luego de que el nuevo ministro de Seguridad Nacional de Israel, el político ultranacionalista Itamar Ben-Gvir, visitara la mezquita Al-Aqsa en la zona ocupada por Israel de Jerusalén Oriental. En la ciudad de Washington D.C., el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Ned Price, criticó la visita de Ben-Gvir, que otros países han calificado como un “acto de provocación”.
Ned Price: “[Estados Unidos] defiende con firmeza la preservación del 'statu quo' de los lugares sagrados de Jerusalén. Cualquier acción unilateral que se aparte de ese 'statu quo' histórico es inaceptable”.
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