Daniel Ellsberg advierte que el riesgo de una guerra nuclear crece a medida que se intensifican las tensiones en torno a Ucrania y Taiwán

Reportaje01 de mayo de 2023

Dedicamos el programa de hoy a una entrevista en profundidad con Daniel Ellsberg, el reconocido denunciante de los Papeles del Pentágono, quien habla acerca de su sostenido activismo contra la guerra y analiza la reciente filtración de documentos del Pentágono sobre la guerra en Ucrania. Además, Ellsberg reflexiona acerca de la gente que lo inspiró en este camino y dice que quienes admiran su ejemplo deben saber que sacrificarse para construir un mundo mejor vale la pena. “Puede funcionar”, afirma. Ellsberg, a quien recientemente le diagnosticaron un cáncer de páncreas terminal, mantuvo esta conversación con Democracy Now! la semana pasada desde su casa en Berkeley, California.

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Transcripción
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AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org. Soy Amy Goodman. Continuamos nuestra conversación con Daniel Ellsberg, el reconocido denunciante de los Papeles del Pentágono, quien recientemente anunció que ha sido diagnosticado con cáncer de páncreas inoperable. El siguiente es un fragmento del documental de 2009 titulado “El hombre más peligroso de Estados Unidos: Daniel Ellsberg y los documentos del Pentágono”. El clip muestra cómo la Casa Blanca de Nixon respondió a la filtración de los Papeles del Pentágono. Escucharemos al exasesor de la Casa Blanca John Dean, así como a Egil Krogh, que fue a la cárcel por su participación en el escándalo del Watergate. Pero escuchemos primero al presidente Nixon.

PRESIDENTE RICHARD NIXON: Solo porque alguien quiera convertirse en mártir, no significa que podemos permitirle este tipo de robo a gran escala o de lo contrario sucederá en todas las esferas del Gobierno. Tenemos que vigilar el objetivo principal. El objetivo principal es Ellsberg. Tenemos que atrapar a este hijo de puta.

JOHN DEAN: La filtración de los documentos cambió la Casa Blanca de Nixon. Fue lo que algunos hemos llamado el principio del período oscuro. Las cosas ya eran turbias y caóticas, pero se tornaron bastante feas. Ese fue un punto de inflexión para la presidencia de Nixon. Fue entonces cuando Egil “Bud” Krogh fue elegido para encabezar la llamada unidad de fontaneros.

EGILBUDKROGH JR.: El presidente me llamó al Despacho Oval. John Ehrlichman y yo nos reunimos con él. Se sospechaba que el Dr. Ellsberg tenía acceso a los planes de guerra más recientes desarrollados por el Gobierno de Nixon y que era capaz de hacer públicos esos documentos. Salí de esa reunión con la seguridad de que me encontraba ante una crisis de seguridad nacional y que había que tomar todas las medidas necesarias en respuesta.

AMY GOODMAN: De nuevo, ese era el exfuncionario del Gobierno de Nixon, Egil Krogh, en un extracto de “El hombre más peligroso de Estados Unidos: Daniel Ellsberg y los documentos del Pentágono”. Dan, seguramente esto le trae recuerdos, aunque lo vive todos los días, del allanamiento del consultorio de su psiquiatra. Hable sobre lo que eso significó para usted y si eso era peor que una posible condena a cien años de prisión.

DANIEL ELLSBERG: Creo que eso ha sido malinterpretado. Una vez más, otro aspecto de los Papeles del Pentágono ha sido malinterpretado durante todo este tiempo. Casi siempre es descrito como un intento de manchar mi reputación o de estigmatizarme de alguna manera. Ahora bien, yo ya era un ciudadano estadounidense que se enfrentaba a 12 cargos por delitos graves y posiblemente 115 años de prisión. Así que no estaban trabajando sobre una base completamente nueva. Para entonces, yo ya había sido estigmatizado en gran manera. Pero ese no era para nada el objetivo real del allanamiento.

Como Krogh lo indicó —algo que la gente no capta—, lo que les preocupaba era qué más sabía yo, esto es, qué más sabía y podía documentar que fuera más allá del Gobierno de Johnson tuviera que ver con la presidencia de Nixon. El último año registrado en los Papeles del Pentágono era 1968, antes de la toma de posesión de Nixon, así que no lo incriminaban, excepto por el papel que jugó en los años 50 cuando EE.UU. apoyó a Francia, incluso proponiendo entonces el uso de armas nucleares [en Vietnam]. Pero él no estuvo directamente involucrado. Así que, de hecho, cuando se publicaron los documentos él lo tomó muy tranquilamente y con razón. “Esto demostrará”, como dijo Kissinger, “que, en definitiva, esta guerra es en realidad de los demócratas”. Por lo tanto se dieron cuenta de que la filtración no constituía una amenaza real para ellos. Pero también se dieron cuenta de que tenían estos terribles secretos que había que mantener ocultos ante la opinión pública estadounidense porque eran tan criminales y peligrosos, en particular, el hecho de que estaban amenazando a Vietnam del Norte con armas nucleares, que son el mismo tipo de amenazas criminales que se están haciendo ahora contra Ucrania por parte de Vladimir Putin. Nixon estaba haciendo esas amenazas a través del embajador ruso [en EE.UU], [Anatoly] Dobrynin, y luego directamente en ese entonces. Y eso había que ocultárselo al pueblo estadounidense, porque la democracia estadounidense no lo habría soportado. Así que tenían que callarme.

Y entonces se convirtió en un asunto de averiguar si yo tenía documentos que pudieran revelar, o probar, lo que yo estaba diciendo, porque la gente se resistía a creer que un presidente fuera capaz mentir en tal grado o que pudiera ser tan criminal e imprudente hasta llegar a ese punto, a menos que tuvieran los documentos para probarlo, los cuales yo no tenía y por lo tanto no logré convencer a la sociedad en este aspecto. Así que fallé, en cierto modo, en mi gran proyecto, que era convencer al público de que una campaña mentirosa, una campaña imperialista contra Vietnam, que se había llevado a cabo por cuatro presidentes anteriores, estaba siendo llevada a cabo por un quinto. Lo dije, pero nadie lo creyó. No querían creer que el presidente les estaba mintiendo, de la misma forma en que permitieron ser engañados por Truman, Eisenhower, Kennedy y Johnson. Por lo tanto, esa parte no tuvo éxito. Sin embargo, ellos tenían razones para pensar, y temer, que yo podría presentar documentos que lo demostrarían, los cuales sí existían.

Mi amigo Roger Morris, quien trabajaba para Henry Kissinger en ese entonces, tenía los documentos, vio los documentos de otoño de 1969, que enumeraban objetivos norvietnamitas, puntos de transbordo en la selva, a 2,4 kilómetros de distancia de la frontera china, y en los cuales se calculaba que sólo matarían a un puñado de personas. Literalmente, tenían un número: tres bajas civiles. Nada de qué preocuparse. Y con eso enviarían una fuerte señal a los chinos. Estábamos dispuestos a usar armas nucleares en su frontera, con la esperanza de que China enviara sus fuerzas de defensa aérea a esa zona, y así nosotros podríamos perseguirlos hacia el interior del territorio chino y usar armas nucleares contra ese país. Los aspectos provocativos de esto eran bastante deliberados. Cuando le pregunté más tarde a Roger sobre por qué no se habían revelado estos documentos, que es lo que Nixon y Kissinger temían que yo tuviera, y con razón… Yo conocía a todas las personas que estaban trabajando en esto y que renunciaron debido a la escalada en Camboya, así que debieron haberme dado esos documentos. Y cuando le pregunté por qué no lo habían hecho, él dijo: “Deberíamos haber abierto las cajas fuertes y gritar que eso eran asesinatos sangrientos, porque eso es exactamente lo que eran”.

AMY GOODMAN: ¿Qué opina sobre la más reciente filtración de documentos del Pentágono y lo que revelan sobre la guerra en Ucrania, además sobre quiénes se sabe que tienen más información de primera mano sobre esta guerra?

DANIEL ELLSBERG: Es evidente, dada la reacción a estas filtraciones, siendo la revelación principal, de nuevo como en los Papeles del Pentágono, que cuando una guerra parece estar estancada, puede también estarlo desde el interior. Eso es lo que mostraron los Papeles del Pentágono, que no hay perspectivas reales de progreso y que matar gente es, en ambos lados, algo injustificado sea cual sea la expectativa de un resultado humano.

Las estimaciones de inteligencia han demostrado que dentro de un año es probable que estemos en la misma posición, un estancamiento, y no habrá voluntad de negociar. ¿Qué nos dice eso de quienes toman las decisiones sobre nuestra política exterior? Si eso no define una crisis y una emergencia, ¿qué lo haría? Bueno, sí, supongo que la perspectiva de que estamos a punto de perder en el plazo de un mes, pero eso es algo que ninguno de los dos bandos enfrenta aún.

No quiero averiguar cómo reaccionará una u otra parte si se enfrentaran a eso, si Estados Unidos hiciera lo que muchos están instando a Biden a hacer, que es involucrar directamente a Estados Unidos en la guerra, dispararles a los rusos, como he dicho, por primera vez desde 1920. Un año, dos años después del fin de la Primera Guerra Mundial, todavía estábamos disparando contra los rusos, contra los bolcheviques, en 1920. Todos los rusos lo saben. ¿Cuántos estadounidenses saben eso? ¿Ninguno? [Los rusos] tienen eso muy presente en su memoria.

Cuando le piden a Biden que envíe aviones de combate, que los ucranianos no pueden operar aún, como los F-16, o tanques que aún no pueden operar, la tendencia a enviar estadounidenses para que operen esos tanques y los lleven de inmediato al campo de batalla será muy fuerte. Sólo espero que haya una presión sobre el Gobierno de Biden, por parte de un gran segmento de la población, para que no involucre directamente a Estados Unidos en esta guerra y busque en su lugar una salida negociada, porque en este momento el Gobierno está evitando y rechazando la idea de una negociación.

Cada vez hay más información de que hace un año, a principios de abril de 2022, Zelensky y Putin tenían prácticamente un acuerdo, estaban muy cerca de lograr un acuerdo para retornar al statu quo de antes de la guerra en Crimea y el Dombás, en relación con la OTAN y todo lo demás, pero Estados Unidos y el Reino Unido, Boris Johnson, fueron allí y dijeron: “No estamos preparados para eso. Queremos que la guerra continúe. No aceptaremos una negociación”. Yo diría que eso fue un crimen contra la humanidad. Y lo digo con total seriedad. La idea de que necesitábamos ver personas muertas en ambos bandos para “debilitar a los rusos”, no en beneficio de los ucranianos, sino en general por una estrategia geopolítica, es algo perverso.

Como sea que haya empezado la guerra, y creo que empezó con un pésimo criterio por parte de Putin, con agresiones y atrocidades, y, por otro lado, con la provocación por parte de Estados Unidos, en cuanto a la aplicación de políticas que conscientemente se preveía que aumentarían la probabilidad de que Rusia cometiera crímenes de este tipo, esto me hace creer que había muchos estadounidenses que querían esta guerra. Y obtuvieron exactamente lo que querían, incluso más de lo que podrían haber imaginado: enormes ventas de armamento a nuestros aliados, Estados Unidos de nuevo jugando un papel esencial en Europa contra un enemigo indispensable, un enemigo sin el que no podríamos dominar el mundo, Rusia. Y Rusia asumió ese papel de manera muy voluntaria. Decir que Rusia no tenía otra opción que hacer lo que hicieron es bastante absurdo. Eso es como decir que puedes provocar a una persona para que se dispare en el pie o, en este caso, en las rodillas; que Putin no tuvo otra opción que dispararse en las rodillas y darse a sí mismo 1.300 km más de frontera conflictiva con Finlandia y resucitar a la OTAN y generar estas ventas de armas y así sucesivamente, es simplemente absurdo.

AMY GOODMAN: Quiero tocar también el tema de China, porque en 2021 usted reveló que el Gobierno de EE.UU. había elaborado planes para atacar a China con armas nucleares debido a una crisis en el estrecho de Taiwán. ¿Puede hablar sobre la relevancia actual de eso y sobre cuándo obtuvo dicha información?

DANIEL ELLSBERG: Sí. Yo revelé esa información justo después de que la revista The Economist publicó una portada con el mapa de Taiwán en el centro de una imagen de radar, demostrando que era, y cito textualmente, “el lugar más peligroso” del mundo en ese momento. Y lo que estaba en juego era una intervención de Estados Unidos en la política de China, es decir, apoyar un movimiento de secesión, un movimiento independentista, en una parte de China considerada casi universalmente por la población china como parte de China, y apoyarlo de una manera que los chinos estaban totalmente seguros de que conduciría a la guerra, que no lo aceptarían, como Lincoln no aceptó la secesión de la Confederación.

Y estábamos presionando para eso de tal modo que tengo que decir que no puedo entenderlo del todo. La gente actúa como si quisiera la guerra con China. ¿Cómo puede ser eso? ¿Para venderles armas? Sí, entiendo eso. Pero que quieran cambiar la relación de Taiwán, que ha sido más o menos la misma desde 1979, en este momento de una manera tal que los chinos nos garantizan que conducirá a la guerra es algo inescrutable para mí. Bueno, de todos modos…

AMY GOODMAN: ¿Y usted dijo que estos planes de guerra nuclear sobre el estrecho de Taiwán se realizaron en 1958?

DANIEL ELLSBERG: En el 58, sí, eso es correcto. Y por cierto, hubo una crisis casi igual años antes, en 1954 o 55, por lo que eso se conoce como la segunda crisis de Taiwán de los años 50. Pero la idea era que íbamos a iniciar una guerra nuclear si los chinos bombardeaban con éxito unas islas que estaban dentro del alcance de su artillería, en realidad dentro del rango visual del continente, un bombardeo muy sencillo. Un par de esas islas están a tan solo un kilómetro y medio o dos kilómetros y medio del continente. Para mantener esas rocas fuera del control de Pekín, estábamos dispuestos a enviar aviones estadounidenses para romper ese bloqueo. Y si la artillería china evitaba eso o si había un peligro de perder barcos estadounidenses, atacaríamos objetivos chinos tan lejanos como Shanghai, algo que ciertamente, en los términos de Eisenhower, y de quien aprobó esto, si fuera necesario para tomar el control de esas islas, nos llevaría a una guerra nuclear. Y él previó que eso llevaría a que Rusia —como aliado de China— atacara Taiwán, Okinawa, Guam, e incluso en Japón, algo que, a su vez, garantizaría, en base a nuestra planificación, una guerra nuclear total con ataques contra todas las ciudades de Rusia y China, matando, según nuestras estimaciones en ese momento, a 600 millones de personas, y arrojando 100 kilovatios…

AMY GOODMAN: ¿Y qué relevancia tiene eso hoy?

DANIEL ELLSBERG: …sobre Taiwán. Y eso fue lo que tenían planeado hacer. Y el número de objetivos en China no se ha reducido desde entonces. Ese fue un momento, durante el mandato de Eisenhower, en el que cualquier combate con los rusos, incluso si comenzaba por el tema de Berlín, garantizaba que incluyera también un ataque contra toda China. Eso puede haber cambiado hasta cierto punto, pero en gran medida, en varios momentos, hemos continuado diciendo: “¿No deberíamos tener un plan en caso de guerra con Rusia que no incluya destruir a China?” A lo que la respuesta es: “Bueno, ¿realmente quieres destruir Rusia y no destruir también China? Seremos destruidos en el proceso. Y eso dejaría a China gobernando el mundo”. En resumen, Rusia y China deben ser vistos como un objetivo conjunto.

Y eso es una verdadera locura. Esta es una forma de locura, como una especie de mito y engaño, que se ha apoderado de la sociedad estadounidense. Es una locura al nivel de QAnon o de la creencia de que Trump es actualmente el verdadero presidente de Estados Unidos. Y sin embargo, la creencia de que podemos reducir las consecuencias negativas si atacamos primero, en lugar de si lo hacemos en segundo lugar, es lo que hace que en Ucrania enfrentemos una posibilidad real de que el conflicto termine en una guerra nuclear, en otras palabras, de que se extinga la mayoría de la vida en la Tierra, no toda, pero sí la mayoría, como consecuencia de la lucha por el control de Crimea, el Dombás o Taiwán. Eso es una locura.

¿Quién va a hacerle frente a eso? Quiero alentar de nuevo a los jóvenes que Greta Thunberg ha movilizado a decir: “Los adultos no se están ocupando de esto, y nuestro futuro depende absolutamente de que esto cambie de manera rápida, ahora mismo”. La imagen que estaba mirando, se la puedo mostrar, casualmente la tenía aquí a mi lado, es de cuando estuve en Noruega. Estaba recibiendo un premio Olof Palme. Y fuimos a donde esta joven acababa de empezar sus Viernes por el futuro y sus Huelgas por el clima, y al principio estuvo días y semanas totalmente sola. Y luego, finalmente, se le unió más gente, como podemos ver en la imagen. Creo que eso fue a principios de enero, al poco de haber empezado. Había unas 50 o 60 personas en la nieve un viernes por la mañana, no un sábado por la mañana o un domingo por la mañana, sino un día que debía estar en la escuela. Su maestra dijo: “Todo lo que está haciendo está muy bien, pero ella necesita estar estudiando en la escuela”. Y su respuesta fue: “¿Qué va a quedar para estudiar, o de qué servirá eso, si el clima cambia de la forma en la que vamos camino?” La razón por la que la admiro tanto no es solo la brillantez de este movimiento, ella actuando por su cuenta inicialmente, tomando la iniciativa, asesorando a otros, y haciéndolo en forma de huelga general, y creo que es una forma importante de manifestarse de manera no violenta, mediante la retirada del apoyo [al sistema].

AMY GOODMAN: Dan, no quiero agotarle. Hemos estado más de una hora hablando. Pero quería preguntarle sobre qué es de más ayuda para usted después de revelar que tiene un cáncer de páncreas inoperable. ¿Qué pueden hacer sus amigos o las personas que valoran lo que usted ha hecho para ayudarle?

DANIEL ELLSBERG: Bueno, en primer lugar, esa revelación, dudaba si hacerla, pero mis hijos pensaron que mis amigos deberían saberlo, y luego se hizo más grande, y ha hecho que haya sido inundado con mensajes, todos positivos, esencialmente, agradeciéndome por lo que he hecho y recordando los momentos en que hemos trabajado juntos, e indicando que esa es una tradición de trabajo conjunto que la gente quiere ver continuar. Y eso es, sobre todo, lo que me gustaría ver.

Estoy sonriendo porque estoy pensando en una amiga, se llama Julia Butterfly Hill. Ella se llamaba así porque se encadenó a sí misma a las grandes secuoyas boreales para evitar que fueran taladas…

AMY GOODMAN: Su árbol Luna.

DANIEL ELLSBERG: …y estuvo subida a ese árbol durante mucho tiempo. ¿Puede repetir?

AMY GOODMAN: Su árbol, se llamaba Luna.

DANIEL ELLSBERG: Sí, cierto. Entonces, ella mencionó algo una vez, la escuché decir, que cuando alguien le preguntaba, ella decía: “La gente me dice: 'Me inspiras'. Y yo les digo: '¿En serio? ¿Para hacer qué?'”.

Así que estoy escuchando a mucha gente decirme que he sido inspirador. Y estoy seguro, Dios lo sabe, que sin gente como Bob Eaton y Randy Kehler y, antes que ellos, gente como Rosa Parks, mucho más, y Martin Luther King y Thoreau y otros, a mí ni se me hubiera ocurrido hacer lo que hice. Me enorgullece mucho que Ed Snowden haya dicho que “sin Daniel Ellsberg no habría habido Ed Snowden”. Y él quedó impresionado por la película “El Hombre Más Peligroso”. Él dice que la película le dio fuerzas para hacer lo que pensaba que debía hacer.

La clave en todos estos casos, de todas estas personas que me escriben… y me gustaría aprovechar la ocasión para decir que estoy leyendo todos sus mensajes, pero con todas las otras cosas que están pasando he sido capaz de responder a muy pocos, ni siquiera a los mejores o más inspiradores. Pero espero tener tiempo para hacerlo. No sé cuánto tiempo me queda. Si solo me quedan unas semanas o un mes, puede que no tengan noticias mías. Si es más que eso, no hay nada que me gustaría hacer más que tratar de mantener la interacción que tengo con mi familia.

Y mi familia, mi familia más grande, mi familia extendida, son las personas que consideran que lo que estamos viviendo es una emergencia. Y estamos trabajando juntos, sin violencia y de forma sincera para cambiarlo. Y a las personas que han sido arrestadas junto a mí, pero también a las personas que aprovechan sus empleos y sus asociaciones y su trabajo para educarse a sí mismas sobre lo que está pasando, y para actuar con eficacia, lo que les puedo decir es: Las cosas pueden salir bien.

AMY GOODMAN: Una de las cosas que usted ha permitido que la gente haga gracias a su carta en la que dice que no sabe cuánto tiempo le queda es hablar de todo lo que usted ha hecho. Y me pregunto en qué quiere usted que la gente se centre, de qué está más orgulloso.

DANIEL ELLSBERG: Bueno, el orgullo en este momento no es mi emoción dominante. En este momento soy mucho más consciente de, como diría Greta, lo poco que el mundo ha cambiado en estos aspectos críticos relacionados con el peligro de una guerra nuclear, y cuán limitada ha sido la efectividad a la hora de detener lo que hemos hecho. Es posible pensar que no es razonable decir: “Hemos hecho todo esto, y no ha marcado ninguna diferencia”. Y es importante pensar por qué no ha tenido mayores efectos y preguntarse qué podemos hacer mejor.

Analizando esta guerra, por ejemplo, que está sucediendo ahora, la guerra fría es incompatible. Dios sabe que… Estados Unidos no ha causado esto él solo y Rusia no ha causado esto ella sola. Hay personas en muchas partes del mundo que quieren una guerra fría, personas que prefieren dirigir el mundo con un adversario enfrente, ya sea Rusia, Estados Unidos o China, para de esa manera explicarnos por qué tenemos que hacer lo que ellos dicen que hagamos y por qué tenemos que tener estos conflictos. Así que creo que es esencial estudiar y entender que esto no está en manos de personas que tienen entre sus principales prioridades nuestros intereses o los intereses que van a ayudar a la supervivencia de la humanidad. Y entender esto es en muchos sentidos doloroso, pero es difícil imaginar que podamos escapar de nuestras propias acciones sin hacerlo.

AMY GOODMAN: Daniel Ellsberg, informante de los Papeles del Pentágono. Recientemente ha sido diagnosticado con cáncer pancreático inoperable. Tal día como hoy, hace cincuenta y dos años, el primero de mayo de 1971, participó en una protesta contra la guerra de Vietnam en Washington D.C., junto con Noam Chomsky y Howard Zinn. Cuatro años más tarde, la Guerra de Vietnam terminó, el 30 de abril de 1975.

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Traducido y editado por Igor Moreno Unanua e Iván Hincapié.

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