En Sudán, al menos cinco trabajadores humanitarios murieron el lunes por la noche en una emboscada mortal contra un convoy de entrega de alimentos de las Naciones Unidas que se produjo en Darfur. El convoy de 15 camiones estaba transportando suministros de importancia crítica desde la ciudad de Puerto Sudán al estado sudanés de Darfur del Norte cuando fue emboscado por un grupo de atacantes no identificados, quienes prendieron fuego a algunos camiones y les provocaron heridas a varias personas. El Programa Mundial de Alimentos y otras organizaciones humanitarias condenaron el ataque, que calificaron de una violación del derecho humanitario, e instaron a que se lleve a cabo una investigación sobre este, ya que la ruta del convoy había sido compartida con el Ejército sudanés y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido. Esto se produce al tiempo que Sudán enfrenta un empeoramiento de las condiciones de hambruna, que se han visto exacerbadas por la repentina suspensión de la ayuda internacional estadounidense por parte del Gobierno de Trump, que, según advierten los expertos, podría provocar una de la crisis de hambre más mortífera de los últimos 50 años.
Patrice Dossou Ahouansou: “Nos enfrentamos a una crisis [humanitaria] sin precedentes. Esta crisis es de la humanidad. […] Sin un aumento significativo de los fondos, la asistencia vital no se puede brindar a la escala y a la velocidad requeridas”.
Más de dos años de guerra en Sudán han creado lo que organizaciones internacionales describen como la mayor crisis de desplazamiento de población y de hambre del mundo, en la que, según la ONU, aproximadamente cuatro millones de personas se han visto obligadas a huir del país desde 2023.
Todo esto se produce al tiempo que las autoridades sudanesas han informado de al menos otras 70 muertes por cólera en los últimos días, así como cientos de nuevos contagios, la mayoría de ellos en el estado de Jartum. Las instalaciones de tratamiento de agua de la región han sufrido daños debido a los cortes de electricidad que han provocado los ataques, por lo que los residentes locales se han visto obligados a recurrir a fuentes de agua inseguras. Trabajadores humanitarios afirman que los cadáveres de las personas que han muerto en los enfrentamientos entre soldados sudaneses y combatientes de las Fuerzas de Apoyo Rápido se están pudriendo junto al río Nilo, lo que, en parte, ha provocado la rápida propagación del cólera.