En Texas, el vicepresidente Mike Pence se reunió el miércoles con las familias de las víctimas de la masacre del domingo pasado, que tuvo lugar en una iglesia en la comunidad de Sutherland Springs, donde el agresor, Devin Patrick Kelley, usó un rifle de asalto semiautomático para matar a 26 personas y herir a otras 20. Kelley pudo comprar su rifle a pesar de haber sido condenado por un tribunal militar por cargos de abuso doméstico. Pence consideró que el ataque era culpa de “los problemas de salud mental” del autor y de “fallas burocráticas”.
Mike Pence enunció: “En unos momentos nos reuniremos con las familias de los caídos, los abrazaremos y les aseguraremos que cada estadounidense los tiene en sus corazones… fue un crimen que el agresor pudiera llegar a comprar un arma de fuego, en primer lugar. Él mintió en su solicitud. Tenía antecedentes de enfermedad mental y hubo fallas burocráticas”.
Pence es un antiguo miembro de la Asociación Nacional del Rifle estadounidense (NRA, por su sigla en inglés) y cuenta con una calificación “A” en el grupo de lobby de armas. Como congresista, votó para impedir que una persona pueda demandar a los fabricantes de armas, para que se redujeran las reglas en las compras interestatales y a favor de una legislación nacional que habría permitido a los propietarios de armas portar armas ocultas.