La Corte Suprema de Estados Unidos falló, por 5 votos contra 4, en contra de un recluso condenado a muerte en el estado de Missouri que argumentaba que debía ser ejecutado con gas letal en lugar de mediante una inyección letal, debido a que padece una condición médica que lo conduciría a experimentar un dolor insoportable y podría resultar en que se asfixie hasta la muerte.
La Constitución prohíbe el castigo “cruel e inusual”; no obstante, el juez conservador Neil Gorsuch, en representación de la opinión de la mayoría, argumentó que el marco legal no indica que todo dolor deba ser evitado, y sostuvo que una muerte indolora era “un lujo no garantizado para muchas personas, entre ellas la mayoría de las víctimas de delitos capitales”.
En su desacuerdo, el juez Stephen Breyer comparó la decisión con condenar al prisionero a ser torturado, y afirmó que no sería “menos doloroso” que “ser quemado en la hoguera”.