En el Líbano, el martes se cumplió una semana desde que una catastrófica explosión destruyera el puerto de Beirut, matando a más de 220 personas, hiriendo a 7.000 y dejando sin hogar a más de un cuarto de millón de residentes. Durante la noche, la policía disparó gas lacrimógeno contra los manifestantes que incendiaron la puerta que daba al edificio del Parlamento. La dimisión masiva de los altos funcionarios del Gobierno del Líbano el lunes no ha logrado aplacar la ira por la aplastante crisis económica, las tasas récord de contagios por COVID-19 y la catastrófica explosión de la semana pasada.
Por otra parte, el periódico The New York Times informa que un contratista estadounidense que trabaja para el Ejército de Estados Unidos advirtió hace más de cuatro años sobre el peligro que representaban más de 2.700 toneladas de fertilizante explosivo de nitrato de amonio dejado en un depósito sin las medidas de seguridad correspondientes en el puerto de Beirut. El Departamento de Estado estadounidense, según se informa, no transmitió la advertencia a los aliados de Estados Unidos.