“Tu deuda es el activo de otra persona”: Aumentan los pedidos para que se cancele la deuda estudiantil y se deje de transferir la riqueza a los sectores más adinerados

Reportaje09 de diciembre de 2021
Image Credit: The Intercept

Aumentan los pedidos a Biden para que extienda la moratoria de la deuda estudiantil. En este contexto, hablamos con Astra Taylor, del sindicato Debt Collective, y presentamos el documental que acaba de realizar para el medio de noticias The Intercept, titulado “Your Debt Is Someone Else’s Asset” (Tu deuda es el activo de otra persona), animado por la artista Molly Crabapple. Los quince billones de dólares de deuda que tienen los hogares estadounidenses es “una forma de transferir la riqueza” desde los sectores pobres a los ricos, dice Taylor. “El sistema está diseñado para que la gente se endeude”.

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Transcripción
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AMY GOODMAN: Organizaciones activistas y legisladores de EE.UU. están pidiendo al Gobierno de Biden que extienda la moratoria a los pagos de préstamos estudiantiles que se implementó al inicio de la pandemia. El Gobierno de Biden anunció en agosto que extendería la pausa en los pagos de unos 42 millones de personas, pero esa extensión está programada para terminar el 31 de enero de 2022, a pesar de que muchas de esas personas aún enfrentan una difícil situación debido a la pandemia.

El 8 de diciembre, 200 organizaciones, encabezadas por el Student Borrower Protection Center, enviaron una carta a Biden en la que escribieron: “Hay un amplio consenso entre prestatarios, activistas, la industria, funcionarios y organismos reguladores, y legisladores, sobre cómo la reanudación de los pagos de préstamos estudiantiles será un desastre y resultará en una confusión y angustia generalizadas para los prestatarios estudiantiles”.

Esa misma semana, un grupo de 14 legisladores liderado por el senador Raphael Warnock de Georgia pidió a Biden que anulara los intereses de los préstamos estudiantiles incluso después de reanudarse el cobro de los pagos. La carta dice: “La acumulación de intereses sobre los préstamos estudiantiles puede ser un desafío abrumador para los prestatarios con los ingresos más bajos o con las deudas estudiantiles más agobiantes”. Las organizaciones señalaron que la crisis de deuda ha afectado desproporcionadamente a las comunidades negras, latinas e indígenas.

Durante su campaña presidencial, Biden prometió cancelar las deudas de préstamos estudiantiles federales y arreglar el “fallido” sistema de préstamos estudiantiles. Pero su Gobierno ha dicho que la extensión de la pausa de los pagos hasta enero próximo sería la última medida de este tipo.

Para hablar más sobre la crisis de la deuda estudiantil nos acompaña Astra Taylor, cofundadora de Debt Collective, un sindicato de deudores. Pero antes quiero presentar su nuevo cortometraje de animación que ha sido publicado en el medio The Intercept, con ilustraciones de la artista Molly Crabapple. El cortometraje se titula: “Tu deuda es el activo de otra persona”.

ASTRA TAYLOR: El sueño americano solía consistir en ser dueño de una vivienda. Ahora es estar libre de deudas. En conjunto, los estadounidenses deben un récord de 15 billones de dólares y va en aumento. La deuda se anuncia como un salvavidas, pero muy a menudo es un ancla que arrastra a la gente hasta el fondo con intereses compuestos y comisiones, que extrae riqueza y recursos de la clase trabajadora para inflar las ganancias de Wall Street.

Cada deuda que tenemos es el activo de otra persona, ya que nuestros pagos mensuales proporcionan un flujo constante de ingresos para acreedores codiciosos. Los hogares que tienen deudas de tarjetas de crédito pagan alrededor de 1.155 dólares al año solo en interés. Los estadounidenses ahora mueren con una deuda promedio de 62.000 dólares, gran parte de la cual proviene de tarjetas de crédito.

Una buena parte de los 770.000 millones en deudas de tarjetas de crédito que tienen los estadounidenses son de facturas médicas: traslados en ambulancia, visitas al médico y cirugías que se pagan al deslizar una pequeña tarjeta de plástico. Adicionalmente, hay 140.000 millones de dólares de deudas médicas en agencias de recaudación, en combinación con un estimado de 50.000 millones en alquileres atrasados y 1,4 billones de dólares en préstamos para automóviles.

La mayor parte de esta deuda no existía una pocas generaciones atrás, como los 1,8 billones de dólares en préstamos estudiantiles que ahora hay en el país, algo que no era un problema en la década de 1960, cuando el acceso a la universidad era a menudo gratuito o casi. Ronald Reagan contribuyó a cambiar eso y se ganó su reputación satanizando a los manifestantes que protestaban en el campus de la Universidad de Berkeley. Cuando era gobernador de California en 1967, Reagan presionó para que el sistema universitario empezara a cobrar matrículas a los estudiantes, para que se “pensaran dos veces” si querían pagar para cargar un cartel en una protesta.

Durante su trayectoria como senador, Joe Biden promovió el proyecto de Reagan y trabajó para expandir los préstamos estudiantiles. Como senador del estado de Delaware, capital de la industria de las tarjetas de crédito, Biden fue un dedicado sirviente del sector financiero. Biden luchó sin tregua para aprobar una legislación en 2005 que debilitó las protecciones a los prestatarios, dificultó el proceso de bancarrota para el prestatario común, otorgó más poder a las industrias de préstamos estudiantiles y tarjetas de crédito, y ayudó a causar una oleada de ejecuciones hipotecarias.

Pero la deuda no tiene que ver solo con el dinero. Tiene que ver con el poder. La deuda ha sido por mucho tiempo tanto una fuente de ganancias como una herramienta de control social y dominación racial. Los padres fundadores sabían esto. Thomas Jefferson argumentó que la deuda debía ser cancelada dentro de los límites naturales, lo cual él entendía como una generación, pero solo para los hombres blancos como él. En 1803, escribió que la deuda debía ser usada como un arma contra los pueblos nativos para robarles su territorio: “Nos gustaría ver a las buenas e influyentes personas que hay entre ellos endeudarse, porque observamos que cuando estas deudas superan lo que pueden pagar las personas, esas personas están dispuestas a recortarlas mediante una cesión de tierras”.

La aparcería, la exclusión financiera, los préstamos predatorios, son prácticas que siguieron esa tendencia y ahondaron las desigualdades raciales. Como resultado de la crisis hipotecaria de 2008, las familias de las comunidades de color perdieron más del 50% de su riqueza colectiva.

Un solo pago tardío puede significar un desastre para el deudor común. Un puntaje de crédito bajo puede hacer que sea imposible alquilar un apartamento o conseguir un trabajo. ¿Pagos atrasados en su deuda estudiantil? El Gobierno puede apoderarse de su salario, de su devolución de impuestos y de sus beneficios de la Seguridad Social. Las cárceles de deudores son técnicamente inconstitucionales, pero, en la práctica, las personas que no pueden pagar facturas médicas o costas procesales pueden terminar en la cárcel.

Pero no a todos los deudores se les trata con tanta crueldad. Los ricos eluden sus obligaciones regularmente y las empresas usan prácticas como los incumplimientos estratégicos. Los bancos responsables de la crisis económica de 2008 recibieron ayuda financiera. Donald Trump, el autoproclamado rey de la deuda, dejó a su paso una serie de quiebras corporativas. Y no olvidemos que, durante la pandemia de COVID, el Gobierno federal gastó cientos de miles de millones de dólares comprando deudas corporativas riesgosas pertenecientes a entidades como Exxon y Walmart y ofreció préstamos condonables a compañías que incluían las de los llamados “prestamos de día de pago”.

Es hora de que los deudores de a pie también reciban un alivio. Es hora de un jubileo, de una condonación de deudas y de un reequilibrio del poder entre la gente del común y las élites. No es una idea nueva. En la Biblia ya se hablaba de un jubileo y muchas civilizaciones antiguas tenían jubileos periódicos para evitar colapsos sociales y económicos. Algunos de los primeros registros escritos son libros de contabilidad crediticia inscritos en tablas de piedra. Casi al mismo tiempo desde que ha existido la deuda, también ha existido la cancelación de la misma.

A lo largo de la historia, los deudores se han levantado para exigir ayudas. A principios del siglo VI a. C., una rebelión de deudores dio pie a que la antigua Atenas se encaminara hacia la democracia. Las reformas, conocidas como “alivio de cargas”, incluyeron la absolución de la deuda y el fin de la esclavitud por deudas. Algo similar sucedió en la antigua Roma después de que los deudores organizaran la primera huelga general del mundo. En Estados Unidos, trabajadores y agricultores endeudados se rebelaron durante la era colonial y luego otra vez durante la Gran Depresión. Más tarde, las peticiones para la cancelación de deudas se escucharon en Occupy Wall Street. En años recientes, las huelgas de deudores ayudaron a forzar al Gobierno a cancelar miles de millones de dólares en deudas por préstamos estudiantiles.

Abolir deudas médicas, alquileres atrasados y préstamos estudiantiles haría que el dinero que se gasta para pagar deudas se use en otras cosas. La gente podría comprar casas y formar familias, y se reduciría la brecha racial de riqueza. Según investigaciones, la cancelación de la deuda estudiantil impulsaría la economía hasta en 108.000 millones al año y crearía un millón de empleos.

Durante su campaña, y tras la presión de activistas, el presidente Biden prometió cancelar un mínimo inmediato de 10.000 dólares en deudas estudiantiles para cada prestatario. Gracias a la Ley de Educación Superior de 1965, él tiene el poder de cancelar todas las deudas estudiantiles federales. Con solo firmar una orden ejecutiva, Biden puede liberar a las personas de la deuda estudiantil, con lo cual les devolvería a millones de personas sus vidas y su futuro. Y ahora debemos asegurarnos de que haga eso y mucho más. Merecemos un jubileo.

AMY GOODMAN: Ese era el cortometraje animado “Tu deuda es el activo de otra persona”, publicado en el medio The Intercept. El corto cuenta con las ilustraciones excepcionales de la artista Molly Crabapple y con la narración de Astra Taylor, quien nos acompaña hoy. Taylor es escritora, cineasta y cofundadora del sindicato de deudores Debt Collective. Su último libro se titula “Reconstruir el mundo: ensayos, reflexiones, rebeliones”.

Astra, bienvenida de nuevo a Democracy Now! ¡Qué gran cortometraje! Y felicitaciones a Molly Crabapple, una ilustradora y artista impresionante. Para empezar, háblenos sobre el título: “Tu deuda es el activo de otra persona”. ¿Por qué está estrenando su cortometraje hoy y qué significa para usted?

ASTRA TAYLOR: Muchas gracias por invitarme a su programa y por presentar la película. Y por supuesto, Molly y su equipo, Kim Boekbinder y Jim Batt, hicieron un trabajo asombroso.

“Tu deuda es el activo de otra persona”. La animación es poderosa porque, entre otras cosas, nos permite hacer visible lo que normalmente no podemos ver. Y sabemos que en gran medida las deudas son invisibles. Algo que esta película logra es visibilizar a los deudores, pero también sigue las cadenas de la deuda hasta quienes poseen nuestras deudas como activo, a los que les que pagamos mensualmente, quienes cobran intereses y tarifas, y que son esencialmente el 1% de la población. Estos pagos de deudas son una forma de transferencia de riqueza de los pobres a los ricos. Por lo tanto, una cosa que hace esta película, de una manera lúdica pero muy seria, es demostrar eso. Existe mucha evidencia de que las deudas están acelerando la inequidad y están agravando las desigualdades raciales porque, de nuevo, estas deudas que nos agobian son las inversiones de otra persona, y esas personas están muy, muy comprometidas con la protección de esos activos.

NERMEEN SHAIKH: Astra Taylor, usted presenta una cifra récord de 15 billones de dólares en deudas. ¿Puede ayudarnos a entender esto y darnos alguna explicación sobre cómo llegó EE.UU. a este punto: 15 billones?

ASTRA TAYLOR: La película presenta en menos de siete minutos, una especie de viaje a través de miles de años. La deuda es más vieja que el capitalismo. La deuda es algo realmente antiguo. Pero en la forma de capitalismo bajo la cual vivimos la deuda ocupa un lugar central.

Pensemos por ejemplo en la década de 1970. Gran parte de esta deuda, como digo en la animación, no existía hace algunas generaciones. ¿Qué ha pasado? Los salarios se han estancado. Se han revertido las regulaciones al sector financiero. Se revirtieron las normativas sobre límites a los préstamos usurarios, es decir, los límites de cuánto interés se puede cobrar. Lo que ha pasado es que la gente prácticamente se ha visto obligada a pedir préstamos. La gente no vive más allá de sus medios, sino que se les niegan los medios para vivir. A la gente trabajadora se les roba dos veces. Usted tiene un trabajo mal remunerado y luego le cobran intereses porque tiene que solicitar préstamos estudiantiles para recibir una educación, tiene que meterse en deudas médicas, o tiene que pedir un préstamo “de día de pago” o una tarjeta de crédito para llevar comida a la mesa. La deuda se ha disparado por completo.

Esos 15 billones son deudas hipotecarias de la gente. Tenemos que endeudarnos para adquirir una vivienda. Hay 770.000 millones en deudas de tarjetas de crédito. Como digo en la película, mucho de ello son deudas médicas porque la población no tiene acceso a una atención médica adecuada en este país. Si usted tiene acceso universal al sistema de salud la deuda médica no existe. Este problema no es en absoluto intrínseco a la existencia humana. Es una consecuencia de decisiones políticas y económicas. Y a medida que esta situación ha evolucionado, los acreedores y el sector financiero han aumentado más y más su poder sobre Washington. Y por eso es tan importante contar la historia económica y la historia política paralelamente, como lo hace esta película.

NERMEEN SHAIKH: Astra, una de las cosas más impresionantes y, por supuesto, también inquietantes de la película es que usted dice que ahora los estadounidenses mueren con un promedio de 62.000 dólares en deudas. ¿Puede explicar qué pasa con esa deuda después de que alguien fallece? ¿Se elimina o se transfiere a la próxima generación?

ASTRA TAYLOR: En efecto, 62.000 dólares en deudas es una cantidad enorme. No toda la deuda se transfiere a las familias de las personas, pero sí limita la capacidad de las familias de crear riqueza intergeneracional. Así que hay algunas personas que poseen activos y pueden construir esa riqueza intergeneracional, mientras hay otras que nunca pueden hacerlo. Nunca tienen la posibilidad de salir adelante. Y vemos que esto es particularmente cierto en la brecha racial de riqueza que existe en el país, que para los hogares promedio es de una proporción de 10 a 1. En cuanto a las familias que tienen deudas estudiantiles, la brecha racial de riqueza entre familias negras y blancas alcanza una proporción de 20 a 1. Esto crea obstáculos para que las personas puedan generar riqueza y prosperar.

Creo además que esa imagen poderosa de un ataúd bajo el agua, con esa cifra escrita en él, enfatiza el hecho de que la deuda es una cuestión de vida o muerte para la gente. Esto lo vemos con claridad ahora que el Gobierno de Biden amenaza con reactivar los pagos de préstamos estudiantiles el 31 de enero. Sabemos que hay deudores que no están en absoluto listos para eso, personas que están abrumadas por la ansiedad y para las cuales esta situación solo agrava su estrés. Lo que observamos es que esto es realmente serio para la gente, y creo que el arte de la ilustración enfatiza esa situación.

AMY GOODMAN: Usted dice que el presidente Biden podría eliminar la deuda con una firma. ¿Puede hablar sobre el papel que él ha jugado en la expansión de las deudas, tanto estudiantiles como de tarjetas de crédito, y sobre el poder que tiene ahora mismo?

ASTRA TAYLOR: Sí. Como lo muestra la animación, Biden es parte de una larga lista de presidentes estadounidenses que se han puesto del lado de los acreedores. Incluso algunos académicos dicen que lo que existe en EE.UU. es una Constitución para acreedores. La lucha entre deudores y acreedores es algo que fue intrínseco a la fundación de este país.

Biden jugó un papel bastante significativo durante su cargo como senador por el estado de Delaware, el cual es la capital mundial de las tarjetas de crédito. Él fue absolutamente fundamental en la aprobación de reformas a las leyes de bancarrota en 2005, lo cual era exactamente lo que querían las industrias de las tarjetas de crédito. Las reformas anularon protecciones por bancarrota para estudiantes deudores con préstamos privados. Biden ha estado en el lado equivocado de esto.

Dicho eso, debido al activismo de base, debido a organizaciones como Debt Collective, la cual yo fundé y con la cual trabajo, y gracias a otros activistas, Biden se vio obligado a hacer campaña con una promesa de perdonar 10.000 dólares de deuda estudiantil, y aún más para estudiantes de ciertas universidades. Y él tiene la autoridad de hacerlo. Eso lo sabemos. La misma autoridad que Donald Trump usó para poner en pausa los pagos de préstamos estudiantiles es la autoridad que el presidente Biden puede usar para cancelar toda la deuda estudiantil federal, no solo 10.000 dólares, no solo 50.000, sino toda la deuda.

Y es un imperativo moral que lo haga. Un estudio reciente mostró que el 90% de los estudiantes deudores con trabajos de tiempo completo no tienen la estabilidad económica suficiente para reiniciar los pagos. Un alivio impulsará la economía. Tendrá una gran cantidad de efectos beneficiosos. Reducirá esa brecha racial de riqueza para prestatarios de 20 a 1 que mencioné a 3 a 1 entre las familias negras y blancas. Y para eso nos estamos organizando. Debt Collective está instando a una semana de movilizaciones, con una de ellas a realizarse el 18 de enero en Washington D.C. Tenemos que presionar a Biden para que lo haga, como dice la película.

AMY GOODMAN: ¿Quién sí recibe alivios financieros? No es que digan: “Simplemente no podemos darnos el lujo de eliminar estas deudas”. Hable sobre los prestamistas “de día de pago”, las grandes empresas.

ASTRA TAYLOR: No podemos darnos el lujo de no eliminar estas deudas. De nuevo, si tenemos un jubileo, nosotros, el 99%, tendremos más riqueza como resultado. Son muchos los beneficios que esto traería. Pero un jubileo, como usted lo ha señalado, no es una idea fantasiosa. La cancelación de deudas es algo que pasa todo el tiempo. Solo que le sucede a personas adineradas y a corporaciones, esas empresas que disponen de abogados que les aconsejan sobre sus incumplimientos estratégicos, los bancos que desde el 2008 se benefician de rescates financieros.

Lo que vimos en 2020 con la pandemia del coronavirus fue que el Gobierno tomó medidas de forma masiva: compró cientos de miles de millones de dólares de deudas corporativas incobrables pertenecientes a las empresas más grandes del país y ofreció préstamos condonables a las empresas de préstamos “de día de pago” y a otros prestamistas abusivos. Necesitamos que se extienda ese tipo de misericordia, esa generosidad, a los deudores, quienes no han hecho nada malo. El diseño del sistema hace que la gente se endeude. Este es un sistema que no le da a la gente otra opción para poder subsistir. Eso es lo que sucede cuando tienes un país con un salario mínimo de 7,25 dólares por hora. Así que un jubileo es posible y necesario, y los deudores tienen que luchar por ello.

AMY GOODMAN: Astra Taylor, queremos darle las gracias por estar con nosotros. Escritora, cineasta y cofundadora del sindicato de deudores Debt Collective. Su último libro se titula “Remake the World: Essays, Reflections, Rebellions” (Reconstruir el mundo: ensayos, reflexiones, rebeliones). Taylor es la coguionista y narradora del nuevo cortometraje de animación que acabamos de estrenar, “Tu deuda es el activo de otra persona”.

A continuación, “El muro invisible”, una mirada al interior de las prisiones secretas en Libia que mantienen a los migrantes alejados de Europa. Quédese con nosotros.

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Traducido por Iván Hincapié. Editado por Igor Moreno Unanua.

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