“El mito de la normalidad”: Dr. Gabor Maté habla del trauma, la enfermedad y la sanación en una cultura tóxica

Reportaje16 de septiembre de 2022

En una extensa entrevista, el reconocido médico y escritor Dr. Gabor Maté reflexiona sobre su libro “The Myth of Normal: Trauma, Illness, and Healing in a Toxic Culture” (El mito de la normalidad: Los traumas, las enfermedades y las curaciones en una cultura tóxica) que acaba de publicarse. “Esta sociedad promueve valores que son en sí mismos traumatizantes para muchas personas”, sostiene Maté. En su libro afirma que “muchos de los estados a los que llamamos enfermedades tienen un trauma o una herida psicológica de base”. Maté afirma que la sanación requiere una reconexión entre la mente y el cuerpo que se puede lograr si se desarrolla un sentido de comunidad, sentido, pertenencia y propósito. Maté también explica cómo la atención médica ha fomentado de forma perjudicial la “mecanización del nacimiento”, cómo la falta de servicios sociales para madres y padres ha producido “un abandono masivo de bebés” y cómo el capitalismo ha contribuido a las adicciones y al aumento de las tasas de suicidio juvenil.

Transcripción
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AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman. Hoy tenemos en el programa al Dr. Gabor Maté, aclamado médico y escritor canadiense, quien acaba de publicar su nuevo libro “El mito de la normalidad: trauma, enfermedad y curación en una cultura tóxica”. El Dr. Maté ha trabajado durante décadas en Vancouver como médico de familia, director de cuidados paliativos, especialista en adicciones y observador de la salud humana. El trabajo del Dr. Maté se ha enfocado desde hace mucho tiempo en el papel central de las experiencias de la primera infancia en el desarrollo del cerebro y cómo esas experiencias pueden afectarlo todo, desde patrones de comportamiento hasta enfermedades físicas y mentales. A lo largo de los años ha escrito una serie de libros superventas, entre ellos “En el reino de los fantasmas hambrientos: encuentros cercanos con la adicción”, “Cuando el cuerpo dice no: la conexión entre el estrés y la enfermedad” y “Mentes dispersas: los orígenes y la curación del trastorno por déficit de atención”. Hablaremos en un momento con el Dr. Gabor Maté, pero primero veamos un avance de un documental sobre su obra, titulado “La sabiduría del trauma”.

GABOR MATÉ: En Estados Unidos, la sociedad más rica de la historia, la mitad de los ciudadanos padecen un trastorno crónico como presión arterial alta o diabetes. La ansiedad entre los jóvenes está aumentando rápidamente. Los casos de asma y las enfermedades autoinmunes se están incrementando, al igual que las adicciones. La depresión está en aumento. El suicidio juvenil está en aumento. No todo está bien.

JAMES: Empecé con la heroína a los 26 años. Eso es lo que realmente me destruyó. Pero me quita el dolor.

SIN IDENTIFICAR: Es fácil querer escapar de la realidad por completo, en lugar de enfrentarla.

GABOR MATÉ: Entonces, la pregunta es: ¿Podemos ser seres humanos dentro de esta civilización? Porque lo que llamamos civilización requiere la negación de las necesidades humanas.

PRESENTADORA: Démosle la bienvenida al Dr. Gabor Maté.

GABOR MATÉ: Todo ser humano tiene un yo verdadero, genuino y auténtico. El trauma es la desconexión con ese yo y sanar signfica reconectarse con el mismo. ¿Por qué nos desconectamos? Porque ser nosotros mismos es demasiado doloroso.

RUSSELL BRAND: Eres un poco como Neo en la película The Matrix, cuando él ve que todo está hecho de números. Miras a la gente y ves todos sus traumas y daños.

GABOR MATÉ: Eso es lo que veo. El trauma no viene de las cosas malas que te pasan, sino de lo que sucede dentro de ti como resultado de lo que te pasa. ¿Qué quieres decirme? ¿Qué te viene a la mente?

SIN IDENTIFICAR: Vergüenza.

GABOR MATÉ: Gracias.

ALICIA: Mi padre nos golpeaba y nos pegaba con un cinturón.

GABOR MATÉ: ¿Con quién hablabas sobre tu dolor?

ALICIA: Con nadie.

GABOR MATÉ: Sí, ese es el trauma. En otras palabras, para cuando tenías 5 años ya estabas completamente sola. La gente ahora está mucho más sola y aislada de lo que solía estar. Eso literalmente causa inflamación en el cuerpo y suprime el sistema inmunitario. Te han diagnosticado un cáncer de próstata.

TIM McCARTHY: Correcto.

GABOR MATÉ: En mi opinión, a las personas que desarrollan cáncer les resulta difícil expresar una ira saludable.

RUSSELL BRAND: Hillary Clinton contra Donald Trump. Eran dos personas traumatizadas luchando por gobernar un mundo traumatizado.

GABOR MATÉ: Eso es exactamente a lo que me refiero. Y estas son las personas a quienes nuestra sociedad premia con el poder. Nuestras escuelas están llenas de niños con dificultades de aprendizaje y problemas de salud mental causados por el trauma, pero el profesor promedio no recibe una sola clase sobre el trauma. Necesitamos atención médica con conocimiento del trauma, y educación con conocimiento del trauma. Si tuviéramos una sociedad informada sobre el trauma tendríamos una sociedad mucho más compasiva.

JOEY CARTER: Sí. Usted marcó una gran diferencia en mi vida.

GABOR MATÉ: Gracias por estar en contacto.

TESSA ROSE: Ya no siento que soy una mala persona. Hola, ¿cómo están?

DUANE: ¿Cómo estás?

GABOR MATÉ: Sí, yo solo quiero que la gente vea la verdad. Las personas generan soluciones cuando se enfrentan a la verdad, cuando no tienen miedo de la verdad.

TIM McCARTHY: Creo que lo más importante que me ha enseñado este viaje de sanación es cómo ser un ser humano.

AMY GOODMAN: Ese era un avance del documental “La sabiduría del trauma”, con el Dr. Gabor Maté, quien es nuestro invitado de hoy. Maté acaba de escribir un libro junto a su hijo Daniel, titulado “El mito de la normalidad: trauma, enfermedad y curación en una cultura tóxica”. El Dr. Maté hablará el 16 de septiembre en Nueva York en el centro cultural 92nd Street Y. El 15 de septiembre, Nermeen Shaikh y yo hablamos con Gabor Maté. Empecé preguntándole sobre la pandemia y el título del libro: “El mito de la normalidad”.

GABOR MATÉ: La pandemia nos mostró de verdad lo tóxica que ha sido nuestra idea de normalidad, porque nos enseñó la necesidad desesperada que todos tenemos de una conexión humana. Pero esto sucede en una cultura que ha estado aislando y atomizando a las personas durante mucho tiempo, en la que la soledad ha sido una epidemia durante décadas. Y nos mostró los efectos nocivos del racismo y la desigualdad, porque las personas que tenían el mayor riesgo de verse afectadas por la COVID-19 eran las de un estrato social bajo y las comunidades de color. La normalidad que teníamos antes de la pandemia, en mi opinión, ya era una normalidad tóxica. No queremos volver a ella porque, y yo argumento esto en mi libro, lo que consideramos normal en esta sociedad en realidad no es natural o saludable, y, de hecho, es causa de muchas patologías humanas, tanto mentales como físicas. En realidad, las patologías de las personas, lo que llamamos anormalidades, sean enfermedades mentales o físicas, son respuestas normales a una cultura anormal.

NERMEEN SHAIKH: Dr. Gabor Maté, usted dice en su libro que no hay diferencias claras entre lo normal y lo anormal. ¿Podría explicar a qué se refiere con eso y cómo entiende el espectro que abarca todo esto?

GABOR MATÉ: La clave aquí es el trauma. El trauma es una herida psicológica que las personas soportan. Y a lo que me refiero es que en esta sociedad, la mayoría de nosotros, debido a la naturaleza de nuestra cultura, a la forma en que criamos a los niños, a la forma en que tenemos que relacionarnos entre nosotros, los valores mismos de la sociedad son traumatizantes para muchas personas. Así que es falso decir que algunas personas son normales y otras son anormales. De hecho, todos estamos en un espectro de heridas, que tiene un gran impacto en nuestras relaciones interpersonales y en nuestra salud.

NERMEEN SHAIKH: Dr. Gabor Maté, en su libro usted dice que el término “trauma” proviene del griego…

GABOR MATÉ: Sí.

NERMEEN SHAIKH: …pero ha pasado a significar algo muy diferente. Es decir, en el griego el término se refiere a una lesión o herida física. Pero en psiquiatría, en la obra de Freud, en el psicoanálisis y en la literatura médica en general, ahora se entiende el trauma como una herida en la mente.

GABOR MATÉ: Es una herida en la psique, en nuestro ser emocional y en el alma. Y el trauma no es lo que nos pasa. La gente, cuando piensa en el trauma, por lo general piensa en eventos catastróficos, como un tsunami, una guerra, la muerte de un padre o una madre o el abuso sexual, físico o emocional de un menor. Estos eventos son traumáticos, pero no son el trauma. El trauma es la herida psíquica que sufrimos. Y nuestros traumas psicológicos tienen impactos de por vida. En mi práctica médica encontré que ese trauma psicológico, esa herida, es la base de gran parte de lo que llamamos enfermedad, ya sea una enfermedad autoinmune o un cáncer o cualquiera de los diversos trastornos de la salud mental. En nuestra sociedad las heridas psicológicas son muy frecuentes y es más bien iluso creer que algunas personas tienen traumas y otras no. Creo que hay un espectro del trauma que atraviesa todos los niveles y todos los segmentos de la sociedad. Naturalmente, el mayor peso recae sobre determinados sectores: personas de color, personas con identidades de género que no son plenamente aceptadas por la sociedad, personas en condiciones de desigualdad económica que sufren más debido a la desigualdad. Así que la traumatización es algo muy generalizado en nuestra cultura.

AMY GOODMAN: Gabor, me preguntaba si podría hablar sobre su propia experiencia con el trauma y cómo eso lo formó, desde su infancia en la Hungría ocupada por los nazis hasta ahora y en qué manera eso ha influido en su persona.

GABOR MATÉ: El primer capítulo del libro comienza con mi llegada a casa en Vancouver, donde vivo, tras un viaje de conferencias. Yo estaba de buen ánimo y muy satisfecho conmigo mismo porque fue un buen viaje, mi charla fue bien recibida, y tuve un buen vuelo a casa. Y cuando llegué al aeropuerto de Vancouver recibí un mensaje de mi esposa que decía: “Todavía no he salido de casa. ¿Aún quieres que vaya?”. Mi estado de ánimo cambió de repente. Todo se puso oscuro. Me enojé. Me ensimismé. Me puse triste. Y cuando llegué a casa, apenas podía mirarla. ¿Qué fue lo que pasó en realidad? Lo que sucedió fue que mi esposa, que es una artista, y como es típico en los artistas, ella estaba en medio de un caudal creativo en su estudio y olvidó que su marido estaba arribando al aeropuerto. Sin embargo, lo que se abrió en mí fue la herida de un bebé de un año que fue abandonado por su madre, en realidad en un intento por salvarme la vida, pero el significado que le di es que yo no merecía ser amado, que no me querían. E incluso 71 años después, cuando esta mujer en la que confío para que esté ahí para mí no aparece, resurgen las heridas de un bebé de un año. Eso es a lo que mi amigo Peter Levine llama “la tiranía del pasado”. Y así, estas heridas tempranas, en mi caso, la sensación de abandono, pueden seguir manifestándose siete décadas después a raíz de un incidente relativamente trivial. Y esa es una de las formas en que esas heridas tempranas han resurgido. [El trauma] también se manifiesta en mi relación con mi trabajo. Yo fui un médico adicto al trabajo durante muchas décadas. ¿Por qué era adicto al trabajo? Porque el mensaje que entendí en mi infancia bajo la ocupación nazi era que el mundo no me quería. Y si el mundo no te quiere, una forma de lidiar con ello es convertirte en alguien importante, convertirte en alguien que ayuda, convertirte en un médico, porque entonces la gente te va a querer todo el tiempo. Pero eso es muy adictivo, porque sigues intentando demostrarte a ti mismo algo que realmente no crees, que eres una persona querida. Entonces, cuanta más gente me recompensaba, ya fuera financieramente o con su atención o gratitud por mi trabajo médico, más lo necesitaba y me volvía más dependiente de ello. Así que aparece de muchas formas. Estas heridas tempranas aparecen de muchas maneras. Aparecen en nuestras relaciones, en nuestros matrimonios, en la relación con nuestros hijos, en la relación con nuestro trabajo. Aparece en la política, como hemos visto durante la pandemia. Estas heridas tempranas de mi vida habían tenido grandes implicaciones, como sucede en la vida de muchas personas.

AMY GOODMAN: Hay algo que nos ha intrigado, porque usted dijo que pensaba que su madre lo abandonó, pero ahora entiende que ella lo hacía para salvarlo. ¿Puede explicar lo que pasó?

GABOR MATÉ: Yo tenía once meses. Mi madre era una mujer judía de 24 años viviendo bajo la ocupación nazi, bajo un régimen fascista brutalmente antisemita, en diciembre de 1944. Ella encontró refugio en un hogar seguro manejado por la Embajada de Suiza, pero había 2.000 personas viviendo en una casa con espacio para 100 personas. Las condiciones sanitarias eran terribles. La comida era muy escasa. Yo estaba muy enfermo y mi madre pensó que no sobreviviría. Así que salió a la calle y me entregó a una mujer cristiana, una completa desconocida, y le pidió que me llevara con unos parientes que vivían bajo condiciones relativamente más seguras. Su intención era simplemente salvarme la vida. Y lo hizo. Pero para un bebé de once meses eso solo se podía interpretar como abandono, porque yo no entendía las condiciones. Y, ¿a quién se abandona?, a alguien que no es querido. Y yo desarrollé esta creencia fija: “No soy amado. No soy querido”. En realidad no se requieren condiciones de guerra y privación o un drama de esa índole para que los niños sientan que no son deseados. En esta sociedad se les aconseja a muchos padres que no carguen a sus hijos cuando están llorando. Eso es suficiente para darle al niño la impresión de que no son queridos y no son aceptados. Y yo estaba bastante traumatizado. Y el trauma no es que mi madre me dio a una persona extraña. El trauma es el significado que le di, la herida interna, de que no soy amado ni deseado.

NERMEEN SHAIKH: Dr. Maté, volvamos precisamente a cómo usted entiende, y cómo debemos entender, el hecho del trauma. En primer lugar, ¿puede surgir un trauma de un solo episodio, o es algo que tiene que repetirse de alguna forma, incluso si no es precisamente el mismo hecho? ¿Y hasta qué punto el hecho de que no se puede conocer el trauma cuando realmente ocurre explica que sus efectos perduren y, como usted dice, aparezcan décadas más tarde?

GABOR MATÉ: Bueno, como su pregunta implica, el trauma puede ser inducido en las personas de varias maneras. Podría ser un solo evento dramático: la muerte de uno de los padres u otra gran pérdida en la vida, una terrible explosión. Así sucede a veces. Y esos casos son relativamente fáciles de identificar, y luego, en realidad, son más fáciles de tratar. Pero para mucha gente, es mucho más insidioso y mucho más crónico que eso. Por ejemplo, ciertas prácticas de crianza. Durante décadas, el Dr. Spock, que era una especie de gurú de la crianza, aconsejó a los padres no ceder ante la tiranía del bebé, ante la resistencia del bebé a dormir. Y lo que él llama la tiranía infantil es la necesidad desesperada del bebé de ser cargado y abrazado por sus padres. Es solo un rasgo que compartimos con todos los demás mamíferos. Trate de decirle a un babuino que no cargue a su bebé o a una madre gata que no responda a los llamados de angustia de su cría. Pero aquí en Norteamérica les hemos estado diciendo a los padres durante décadas que ignoren el llanto de sus hijos o, por ejemplo, cuando un niño está enojado, un niño de 2 años está enojado, que los aíslen como penitencia, es decir, amenazarlos con la pérdida de la relación de apego que necesitan desesperadamente. Esos eventos son igual de traumáticos a largo plazo, pero son más difíciles de identificar porque parecen muy normales y no parecen dramáticos. Pero se manifiestan más adelante en la vida en todo tipo de patrones disfuncionales.

NERMEEN SHAIKH: Dr. Maté, usted habla en su libro sobre traumas no resueltos. Según los ejemplos que está dando ahora o, de hecho, en el caso del trauma en sentido más general, si se puede hablar de trauma en sentido general, ¿qué tipo de prácticas pueden llevar, si es que se puede, a la resolución de un trauma?

GABOR MATÉ: Ya sea que hablemos sobre el trauma a nivel social, de lo cual hay que hablar, o lo hagamos a nivel individual, que es como nos afecta a la mayoría, lo primero que debe suceder es un reconocimiento de que la forma en que vivimos, o algún aspecto de nuestras vidas, no está siendo la adecuada para nosotros y que hay una causa para ello, la cual podemos identificar mediante una indagación compasiva. Y muy a menudo tiene que haber una señal de alarma. La pandemia podría haber sido una señal de alarma para esta cultura, pero no creo que hubiera funcionado de esa manera. Debió haber sido así, pero no lo fue, por la naturaleza de esta sociedad en relación a la transformación. En esta cultura la resistencia a la transformación social es tan profunda que no creo que se hayan aprendido las lecciones que dejó la pandemia, y tampoco serán puestas en práctica. A nivel individual es muy a menudo una enfermedad, ya sea depresión, ansiedad, un diagnóstico psiquiátrico, una ruptura amorosa o una enfermedad física, como una enfermedad autoinmune o un tumor maligno, lo que actúa como señal de alarma. Así que tiene que haber algún tipo de evento que cuando sucede nos dice: “Esto no está funcionando”. Tenemos que entender por qué no está funcionando y superarlo. Y una vez que recibamos esa señal de alarma… Una de mis intenciones en este libro es ayudar a las personas a no llegar a ese punto terrible y dramático en que una enfermedad importante les hace despertar. Pero una vez que llegamos al punto en el que se puede despertar, entonces pasamos a indagar: ¿Qué impulsaba mis comportamientos? ¿Por qué siempre estaba esforzándome de más en el trabajo como si mi vida dependiera de ello? ¿Por qué era un adicto al trabajo y me estresaba tanto? ¿Por qué era tan duro con mis hijos? ¿Qué es lo que me hace sentir tan dolido cuando mi pareja no me recoge en el aeropuerto? Entonces, empezamos a mirar lo que nos pasó en nuestras vidas y encontramos las respuestas en nuestra historia. Luego es cuestión de deshacerse de esos patrones. Y eso requiere algún tipo de trabajo, por lo general terapia o algún tipo de trabajo espiritual o psicológico, alguna forma diferente de cuidar de nosotros mismos. Casi siempre se requiere una indagación, lo que llamo una indagación compasiva, para mirarnos a nosotros mismos con verdadera curiosidad: ¿Qué está causando que yo viva de la forma en que estoy viviendo? ¿Y por qué no funciona para mí?

AMY GOODMAN: Gabor Maté, su libro sale a la venta en un momento extraordinario, dado el tema que trata, y yo sé que le llevó años escribirlo. Según las autoridades sanitarias de EE.UU., durante la pandemia los hospitales reportaron un aumento del 24% en emergencias de salud mental en niños…

GABOR MATÉ: Sí.

AMY GOODMAN: …de 5 a 11 años. El tema de la salud mental, en general, es crucial en este punto. Usted también habla mucho de la soledad. ¿Puede empezar hablando sobre esta crisis de salud mental entre la población más joven y los crecientes casos de suicidio?

GABOR MATÉ: Hace unas tres semanas The New York Times publicó un artículo de portada en su edición dominical sobre una adolescente que estaba tomando diez medicamentos psiquiátricos diferentes. ¿Puede imaginarlo? Diez medicamentos psiquiátricos diferentes. Y ha habido artículos en The New Yorker y en The New York Times en los últimos cuatro o cinco meses sobre el aumento en la tasa de suicidios infantiles. Hay un gran incremento en el número de niños que son diagnosticados con TDAH, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, así como con ansiedad, depresión, autolesiones, comportamientos obsesivo-compulsivos, y otros trastornos. Podemos hacer dos suposiciones: o esto obedece a un aumento accidental y totalmente inexplicable en esa patología infantil, sin que exista absolutamente nada específico que lo provoque, o podemos reconocer que vivimos en una cultura tóxica que, por su propia naturaleza, afecta al desarrollo de los niños de maneras tan poco saludables que estos presentan cada vez más desequilibrios mentales y desesperación, hasta el punto que se están hiriendo a sí mismos e incluso tratando de quitarse la vida. Así que tenemos que identificar esas condiciones, no en la mente o el cerebro o la personalidad individual del niño o joven; sino que tenemos que buscarlas dentro de las condiciones sociales que llevan a los niños en esa dirección. Desafortunadamente, cuando se habla sobre ello públicamente, solo se hace referencia a la patología y a cómo tratarla y no a las causas sociales o culturales que están llevando a los niños a tomar esos caminos desesperados.

AMY GOODMAN: ¿Puede hablar de eso y cómo no solo este país, sino todo el mundo puede sanar, centrándose especialmente en la juventud?

GABOR MATÉ: Bueno, tenemos que empezar justo al principio. Y el principio está realmente en el útero. Sabemos por múltiples estudios —ni siquiera controvertidos— que cuanto más estrés sufran las mujeres embarazadas, mayor será el impacto, incluso décadas después, sobre el bienestar del bebé. Entonces, ¿cómo estamos cuidando a las mujeres embarazadas? El médico medio… Yo recibí formación médica. Hasta el día de hoy, el médico medio, cuando recibe capacitación en la atención prenatal, no está siendo capacitado para preguntar por el estado emocional de la mujer. No están capacitados para preguntar: “¿Cómo estás? ¿Qué tal va tu relación? ¿Qué tal va tu estrés laboral? ¿Qué podemos hacer para apoyarte?”. Solo cuidamos el cuerpo y separamos la mente del cuerpo. Sabemos que el estrés de la mujer puede estar teniendo ya un impacto en el bebé. Luego están nuestras prácticas de parto. En Norteamérica, la tasa de partos por cesárea se está acercando al 40%. La obstetricia moderna es milagrosa en su capacidad de salvar vidas, y se debe aplicar en entre el 10% y el 15% de los casos en beneficio del niño o la madre. Pero una tasa de cesáreas del 40% y la mecanización del nacimiento… El nacimiento natural, tal y como ha evolucionado por naturaleza, fue diseñado para producir una experiencia de unión entre la madre y el bebé, incluida la liberación de sustancias químicas que unirán a la madre y al bebé de por vida. Cuando medicalizamos el nacimiento, interferimos en él. Lo mecanizamos y creamos miedo a su alrededor. En realidad estamos interfiriendo en el vínculo madre-hijo, a través del cual el infante se desarrolla de manera saludable. Luego, en Estados Unidos, el 25% de las mujeres tienen que volver a trabajar en un plazo de dos semanas tras dar a luz. La naturaleza hubiera hecho que esa madre estuviera con el infante un mínimo de nueve meses, y por lo general más tiempo, si lo vemos desde una perspectiva histórica. Que el 25% de las mujeres tengan que volver a trabajar por razones económicas, por falta de apoyo social, equivale a un abandono masivo de lactantes, porque así es como los bebés lo experimentan. Esa es la única manera en la que pueden interpretarlo, así como yo interpreté como un abandono el hecho de que mi madre me entregara a una persona extraña. Luego están las prácticas de crianza, algo que ya he mencionado. El no coger en brazos a los bebés cuando están llorando; padres tan estresados que su estrés es absorbido por el bebé; el hecho de que la angustia de los padres por motivos económicos, raciales, sociales, o derivados de sus relaciones y sus propios traumas no resueltos sean absorbidos por los bebés. Luego están las prácticas de crianza centradas en tratar de controlar el comportamiento del niño sin intentar de ninguna manera satisfacer las necesidades del niño. El ser humano nace con ciertas necesidades de aceptación amorosa incondicional, de ser abrazado, de tener capacidad de experimentar todas sus emociones con el apoyo paterno y materno. En esta sociedad, esas necesidades se niegan una y otra vez. Y la mayoría de nuestros niños pasan la mayor parte de su tiempo lejos de sus padres y madres, así que pierden la conexión con ellos. ¿Nos estamos parando a pensar en que los circuitos cerebrales de ansiedad y pánico del niño están siendo activados y extrasobreactivados? Estas son las consecuencias naturales de una cultura antinatural.

AMY GOODMAN: Dr. Gabor Maté, aclamado médico canadiense y coautor, con su hijo Daniel, del nuevo libro “El mito de la normalidad: trauma, enfermedad y curación en una cultura tóxica”. Volvemos en 30 segundos. [Pausa]

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman con Nermeen Shaikh. Continuamos nuestra conversación con el Dr. Gabor Maté, aclamado médico y escritor canadiense. Hablamos de su nuevo libro, “El mito de la normalidad: trauma, enfermedad y curación en una cultura tóxica”.

NERMEEN SHAIKH: Dr. Maté, ¿podría ahondar en lo que estaba diciendo sobre la relación y los efectos del trauma individual y el trauma social? Usted dijo en una entrevista reciente: “Ser abandonado con un anhelo vacío e insaciable crea adicción a nivel personal y capitalismo a nivel social”. Y ambos son considerados mecanismos de afrontamiento para lidiar con experiencias traumáticas. ¿Podría explicar a qué se refiere?

GABOR MATÉ: Déjeme darle… Responderé a esa pregunta, pero permítanme darles primero un ejemplo más simple de trauma social y enfermedad. Se ha demostrado que cuantas más experiencias de racismo tenga que aguantar una mujer negra de EE.UU., mayor es su riesgo de padecer asma. En otras palabras, la constricción y la inflamación de sus vías respiratorias son el producto fisiológico de un malestar social. Entonces, ¿quién sufre esa patología? ¿La sociedad o el individuo? ¿Podemos siquiera hacer una separación de ambos? Sabemos que al analizar los marcadores del envejecimiento, los diversos marcadores biológicos del envejecimiento, estos están mucho más avanzados en personas negras que en personas caucásicas de la misma edad, simplemente por el racismo, el estrés social y el trauma trasladado a la fisiología del individuo. No se puede separar la mente del cuerpo. Y no se puede separar el individuo del medio ambiente. En Canadá, donde vivo, una mujer indígena… Por cierto, antes de la colonización, los pueblos indígenas no sufrían enfermedades autoinmunes. Hoy en día, una mujer indígena de Canadá tiene seis veces más riesgo de padecer artritis reumatoide. Y la situación es la misma en EE.UU., dicho sea de paso. Las enfermedades autoinmunes afectan especialmente a mujeres, y especialmente mujeres de color, en tasas mucho más altas. Estas razones no tienen nada que ver con la genética y mucho que ver con el trauma social. El vacío del que usted hablaba, en una sociedad que te dice que no eres suficiente, que no eres lo suficientemente bueno, que tu aspecto no es lo suficientemente bueno, que no tienes lo suficiente, que no posees lo suficiente, que no has alcanzado lo suficiente, creando esta sensación de vacío, [ese vacío] es el combustible que hace funcionar la sociedad de consumo, en la que nunca tienes lo suficiente. Siempre tienes que tener más y más. Tienes que conseguir más y más, obtener más y más. Así que, básicamente, es una cultura altamente adictiva que se alimenta de las adicciones de la gente para impulsar sus ganancias. Y lo hace deliberadamente. Cuando se trata de la industria alimentaria, por ejemplo, probablemente recuerden un libro de hace unos años llamado “Sal, azúcar y grasa”, que explica cómo las empresas alimentarias intencionadamente tratan de identificar, usando técnicas sofisticadas de neurociencia, el punto dulce, el punto de felicidad, la combinación exacta de sal, azúcar y grasa en tu comida chatarra que haga que la gente se vuelva adicta. Al igual que las empresas digitales usan lo que se llama “neuromarketing” para tratar de encontrar cuál es la mejor manera de excitar los circuitos cerebrales del consumidor para que se vuelva más adicto con el fin de mantenerlo enganchado a sus productos. Lo que estamos viendo aquí es la ingeniería de masas de la adicción. Y no estamos hablando de teorías de la conspiración. Esta es la realidad. Así es como funciona. Por supuesto, desde el punto de vista de maximizar las ganancias, funciona, porque la gente compra la comida chatarra que va a matarlos o a hacerlos enfermar. Pero a estas empresas no les importa. No es que estén tratando de matarte, como digo en uno de los capítulos de mi libro, simplemente no les importa si mueres, porque lo que realmente les importa son las ganancias. Así que esta sociedad funciona a costa de que la gente tenga esa sensación de vacío deficiente, que hace que las personas piensen que tener más y más es lo que necesitan para llenar ese agujero que tienen dentro.

AMY GOODMAN: Dr. Gabor Maté, parte de la fuerza de su libro, “El mito de la normalidad”, son los ejemplos que usa sobre personas en particular, especialmente mujeres, que están enfermas o padecen una enfermedad crónica. Personas como V, anteriormente conocida como Eve Ensler, sobre la cual tiene toda una sección. ¿Puede hablar sobre cómo encaja ella en esta idea de la curación del trauma? Denos algunos ejemplos de casos de estudio.

GABOR MATÉ: Bueno, V, en su impresionante libro, del cual creo que han hablado en su programa, titulado “En el cuerpo del mundo”, describe cómo estuvo a punto de morir y luego su recuperación de la etapa 3 y 4 de cáncer uterino, y ella se pregunta en algún momento: “¿Tengo cáncer de violación?”. Porque su historia es que ella sufrió de forma crónica, abusos sexuales, físicos y emocionales durante años por parte de su padre. Ahora, sabemos por múltiples estudios que cuanto más trauma y cuantos más abusos sufriste en tu infancia, mayor es el riesgo de padecer una enfermedad autoinmune o una malignidad más adelante. Entonces, por ejemplo, las jóvenes que han sufrido abusos sexuales tienen una tasa mucho más alta de endometriosis, que es un factor de riesgo para el cáncer uterino. También sabemos, por un estudio reciente de Harvard, que cuantos más síntomas de trastorno de estrés postraumático sufra una mujer, mayor es su riesgo de cáncer de ovario. Entonces, cuando Eve se pregunta, “¿Tengo cáncer de violación?”, la respuesta es en gran medida: Sí, tiene cáncer de violación. Y después ella pasó por este increíble proceso de curación, que implicó los mejores servicios médicos, que aunque no siempre se realizan de la mejor manera, ciertamente son logros asombrosos de la medicina moderna, y eso realmente ayudó a salvar su vida. Pero Eva también se sometió a una transformación personal. Lo que pasa es que cuando estás traumatizado, y V habla de esto, te desconectas de tu cuerpo. Te desconectas de tu cuerpo porque cuando eres una niña y tu padre abusa de ti es demasiado doloroso estar en tu propio cuerpo, así que te desconectas. Y de repente, V tiene esta importante cirugía, y se despierta con todo tipo de ganglios linfáticos y órganos removidos de su cuerpo y tubos que entran y salen de su cuerpo, pero está de nuevo conectada con su cuerpo. Y ella encuentra esto estimulante. Así que esa pérdida de conexión con el cuerpo es uno de los aspectos del trauma. La reconexión que ocurrió en el caso de V, no solo por la atención médica que obtuvo, sino debido al poderoso apoyo emocional y espiritual que recibió y al que se abrió, ocasionó una transformación completa de su personalidad y de su relación consigo misma. La otra cosa que V hizo es que se convirtió en una poderosa activista. Y ese compromiso social, que la conecta con otras personas y ha dado un significado muy profundo a su vida y su actividad, también es una poderosa forma de curación. Y hablo de eso en el libro. V es un ejemplo muy noble e inspirador de eso. En el libro doy muchos ejemplos de personas que se enfrentan a diagnósticos graves, que la medicina occidental considera casos perdidos, pero logran una transformación poderosa en su relación consigo mismos. Recuperan esa conexión consigo mismos que perdieron como resultado de un trauma. Y al recuperar esa conexión, su enfermedad toma una trayectoria muy sorprendente, a veces milagrosa. En el libro hablo de mujeres con artritis reumatoide o esclerosis múltiple a las que se les dice que van a padecer esa enfermedad por el resto de sus vidas, y que es una enfermedad física y no hay nada que se pueda hacer. Cuando se dan cuenta de que tanto la artritis reumatoide como la esclerosis múltiple tienen que ver con el trauma y el estrés, algo que, por cierto, ha sido probado en todo tipo de investigaciones y a su vez completamente ignorado en la práctica médica, pero cuando se dan cuenta de que la forma en que viven sus vidas… que la enfermedad no es algo accidental, sino una manifestación de cómo viven sus vidas, marcadas por su trauma no resuelto. Así que cuando lidian con ese trauma y desarrollan una forma diferente de relacionarse con ellos mismos, de repente la gravedad de la enfermedad se reduce, como es de esperar cuando te das cuenta de que la mente y el cuerpo son inseparables. Y por cierto, no soy el único que escribe sobre esto. Ha habido investigadores de Harvard y otros lugares que han documentado casos similares. La idea que todos tratamos de exponer es que la mente y el cuerpo son inseparables. El individuo es inseparable del medio ambiente, así que cuando miras a la persona como un todo en todo su entorno y en todo su contexto, entiendes que tenemos disponibles poderosos modos de curación que la medicina occidental, desafortunadamente, parece desconocer.

NERMEEN SHAIKH: Dr. Maté, quisiera que hablara también sobre otro aspecto, otra forma en que la sociedad puede exacerbar un trauma individual. En su libro usted critica esta idea de que las personas deben simplemente superar sus traumas, esta idea de resiliencia. ¿Cuáles son los efectos de ese modo de abordar el trauma? Y si pudiera enlazarlo también con lo que acaba de decir sobre la forma en que el sistema médico y la medicina occidental entienden la cuestión de las heridas psíquicas?

GABOR MATÉ: El estudiante medio de medicina… La forma en que el sistema médico lidia con el trauma es que no lo hace. Al estudiante medio de medicina no le dan una sola clase sobre la relación entre el trauma y las enfermedades físicas o mentales, a pesar de la cantidad de pruebas documentadas al respecto. Así que hay una gran brecha entre nuestra ciencia y nuestra práctica médica, y muchos médicos acaban entendiendo esto tras salir de las facultades de medicina. Tienen que averiguarlo por su cuenta, porque durante su formación no se les prepara para ello. De hecho, su propia formación es a menudo tan traumática en sí misma, y sus propios traumas no son tratados, por lo que simplemente no están preparados para lidiar con los traumas de sus pacientes. Es algo que se ignora casi por completo en la práctica médica. Respecto al asunto de “superar” los traumas y de la resiliencia, hay una bella historia, además de verdadera, que mi amigo, el Dr. Lewis Mehl-Madrona, quien tiene raíces en el pueblo Lakota Sioux, y que es psiquiatra y médico, me contó. Él es también escritor. Y me contó que en la tradición Lakota, cuando alguien se enferma, la comunidad le dice: “Gracias, tu enfermedad representa alguna disfunción de toda nuestra comunidad, porque no estamos separados. Tu cuerpo no está separado de tu mente, y tu mente no está separada del resto de nuestras mentes. Nos cocreamos los unos a los otros. Tu enfermedad representa alguna disfunción o algún desequilibrio de toda nuestra comunidad. Así que tu curación es nuestra curación. ¿Cómo podemos apoyarte?”. Esa es la forma tradicional en la que los pueblos indígenas entienden al ser humano, algo que, por cierto, la ciencia moderna tiene más que validado, pero que la medicina moderna sigue ignorando. Así que el peso de superar una enfermedad no recae solo en ese individuo. En realidad, la resiliencia es entendida como un esfuerzo comunitario y como un atributo comunitario. Y cuando aíslas a las personas, las atomizas, les haces sentir culpables o débiles debido a su enfermedad, y al decirles que superen sus traumas, simplemente las estás avergonzando y aislando más, y estás afianzando la huella provocada por esos traumas. Lo que la gente necesita es comunidad, contacto, compasión, seguridad. Eso es lo que permite a las personas superar sus traumas. Y desafortunadamente, no es algo que tengan a su disposición.

AMY GOODMAN: Hay unas cifras increíbles del Centro Nacional de Estadísticas de Salud de EE.UU. que revelan que la esperanza de vida en EE.UU. cayó de 79 años en 2019 a 76 en 2021, el mayor descenso en casi un siglo. Es algo sorprendente si se tienen en cuenta los avances de la medicina moderna, pero tal vez no tan sorprendente cuando te fijas en el tipo de sistema de salud que tenemos en este país, el cual aumenta las disparidades entre quienes tienen riqueza y quienes no la tienen, que es lo que ocurre con la salud en un sistema capitalista. ¿Podría comentar algo a este respecto?

GABOR MATÉ: El impacto de la desigualdad ha sido estudiado por Sir Michael Marmot, que es un epidemiólogo británico y expresidente de la Asociación Médica Mundial. Y ellos hablan de un gradiente social en el que, conforme más baja sea tu clase social, mayores son los riesgos para tu salud. Y esto se ha sabido durante décadas. Este declive en la esperanza de vida de la población de EE.UU. puede ser analizado como una especie de patología misteriosa e individual o podemos centrar la atención en las condiciones sociales que lo impulsan. Y gran parte de eso se debe a la despoblación del corazón industrial estadounidense debido a la globalización y la consecuente pérdida de un significado y propósito vital y de un empleo digno. Esto es lo que se ha llamado en Estados Unidos “muertes por desesperación”. Muchas de ellas son muertes por suicidio, sobredosis de drogas y alcoholismo. Y el suicidio, las sobredosis de drogas y el alcoholismo son resultados directos de una sociedad que priva a las personas de un significado y un sentido de pertenencia, así como de un sentido de conexión, de saber que son valoradas y de tener una motivación. Así que, como dije antes, podemos ver estas manifestaciones como patologías individuales, sin ninguna explicación, o podemos verlas como el resultado de una cultura tóxica. Es lo mismo que ocurrió con el colapso de la antigua Unión Soviética: pérdida de puestos de trabajo, pérdida de significado y propósito. La esperanza de vida de los hombres se desplomó drásticamente en pocos años. Ahora estamos viendo el mismo fenómeno en Estados Unidos.

AMY GOODMAN: El título de su libro es “El mito de la normalidad: trauma, enfermedad y curación en una cultura tóxica”. ¿Por qué no terminamos con esa cuestión de la curación, tanto individual como socialmente?

GABOR MATÉ: Sí. Si miras el origen de las palabras, algo que a menudo yo hago, la palabra “heal”, curar en inglés, proviene de la palabra plenitud. Así que la curación es en realidad un movimiento hacia nuestra plenitud. Por lo tanto, si el trauma es una división de nosotros mismos, por ejemplo, una separación de nuestros cuerpos, como en el caso de V, que tuvo que desconectarse de su cuerpo para sobrevivir a su infancia, entonces la curación es una reconexión con nosotros mismos. Y si pensamos que el trauma no es las cosas terribles que nos han ocurrido, sino la herida que sufrimos y portamos con nosotros, ese es un mensaje muy positivo, porque significa que esa herida se puede curar en cualquier momento. Si el trauma es lo que me pasó hace 77 años, cuando mi madre me entregó a una desconocida, es algo que no puedo borrar. Pero si el trauma es lo que yo hice que eso significara para mí, la herida que sufrí, el sentimiento de que yo no era alguien digno de ser amado o valorado, esa herida en nuestro interior puede ser curada en cualquier momento. Así que la última y más larga sección del libro explora lo que llamamos “caminos a la curación” o caminos hacia la plenitud. Ese es el significado de sanar. Hay muchos caminos diferentes. No hay un único camino para todos. Tiene que comenzar con el reconocimiento de que la forma en que vivimos y nos relacionamos con nosotros mismos y con otras personas no es saludable. Puede ser lo normal en esta cultura, pero no es saludable ni natural. Hay mejores caminos. Y lo mismo es cierto para nuestra cultura. Y el primer paso esencial es lo que yo llamo estar desilusionado. La gente suele pensar en la desilusión como algo desalentador y negativo. No. ¿Prefieres estar ilusionado o desilusionado? ¿Prefieres ver el mundo a través de lentes de color rosa, sin ver lo que tenemos delante, o prefieres lidiar con la realidad tal y como es? En el último capítulo del libro cito a James Baldwin, el gran James Baldwin, quien dijo que no todo a lo que nos enfrentamos se puede sanar, pero nada que no se enfrente puede sanarse.

AMY GOODMAN: Dr. Gabor Maté, aclamado médico y escritor canadiense. Autor junto a su hijo Daniel del nuevo libro “El mito de la normalidad”: trauma, enfermedad y curación en una cultura tóxica”. El Dr. Maté estará esta noche aquí en Nueva York en el centro cultural 92nd Street Y, donde conversará con Tara Westover, autora del libro de memorias “Educated”. Y así terminamos nuestro programa. Para ver todas nuestras entrevistas con el Dr. Maté, Visite democracynow.org. ¡Feliz cumpleaños para Sam Alcoff! Democracy Now! está producido por Mike Burke, Renée Feltz, Deena Guzder, Messiah Rhodes, Nermeen Shaikh, María Taracena, Charina Nadura, Sam Alcoff, Tey-Marie Astudillo, John Hamilton. Soy Amy Goodman. Gracias por acompañarnos.

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