Agencias de Inteligencia de Estados Unidos han desmentido las afirmaciones acerca de que una potencia extranjera fue la causante de una serie de lesiones y enfermedades inexplicables sufridas por funcionarios estadounidenses que trabajaban en el extranjero. Esos episodios fueron denominados como “síndrome de La Habana” después de que diplomáticos de las Embajadas de Estados Unidos y Canadá en Cuba informaran de mareos, dolores de cabeza y otros síntomas en 2016. Desde entonces, alrededor de 1.500 funcionarios estadounidenses en 90 países han reportado experimentar diversas dolencias. Tras una investigación de dos años, una evaluación realizada por siete agencias de Inteligencia de Estados Unidos no encontró “ninguna prueba creíble” de que algún país adversario de Estados Unidos tuviera un arma que pudiera explicar esas dolencias, que, según el informe, se debieron probablemente a condiciones preexistentes, enfermedades convencionales y factores ambientales. La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, afirmó que las conclusiones del informe no significan que Estados Unidos vaya a dejar de brindar asistencia médica a las personas afectadas.
Secretaria de Prensa Karine Jean-Pierre: “Esto no cambia el compromiso que tiene el presidente de asegurarse de que estos trabajadores y sus familias reciban el apoyo y la ayuda que necesitan; se va a seguir trabajando en eso”.