Continúan las operaciones de rescate en Ucrania, donde se han registrado al menos ocho muertes debido a las inundaciones ocasionadas por el colapso de la represa de la ciudad de Nueva Kajovka, ubicada en el río Dniéper, ocurrido el martes. La ONU advierte que la rotura de la represa podría provocar la propagación de enfermedades transmitidas por el agua, y la Cruz Roja advierte que las inundaciones han dispersado una gran cantidad de minas terrestres, lo que supondrá una amenaza para la población civil durante décadas. La ruptura está drenando un embalse que suministra agua a más de 400.000 hectáreas de las tierras agrícolas más fértiles y productivas de Ucrania. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, recorrió este jueves por la mañana las áreas devastadas por las inundaciones y acusó a las fuerzas armadas rusas de bombardear a los equipos de rescate que intentan acceder a las personas sobrevivientes. Zelensky también negó cualquier implicación de su Gobierno en el sabotaje de los gasoductos Nord Stream en septiembre, luego de que el periódico The Washington Post informara que un pequeño equipo de buzos bajo el mando de las fuerzas armadas ucranianas llevó a cabo el ataque submarino a los gasoductos. Mientras tanto, las autoridades rusas y ucranianas se acusan mutuamente de haber dañado una tubería utilizada para transportar fertilizante de amoníaco desde Rusia hasta Ucrania. Los daños podrían impedir la renovación de la Iniciativa de Granos del Mar Negro. Todo esto ocurre al tiempo que las fuerzas armadas ucranianas afirman que han logrado avances progresivos a lo largo del frente oriental. El ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, rechazó este miércoles los llamamientos para negociar un alto el fuego inmediato con Rusia.
Dmytro Kuleba: “Los planes de paz no deben llevar a una congelación del conflicto. Quienes creen que lo más urgente es congelar el conflicto y luego ver cómo solucionarlo están equivocados. No entienden la lógica de esta guerra”.