
Tras 18 meses de asedio, el ejército de Sudán se ha retirado de El Fasher, su último bastión en la región de Darfur, y ha dejado la ciudad bajo control del grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). La ONU y la Unión Africana están pidiendo que se establezca un corredor seguro para la circulación de civiles y se declare un alto el fuego inmediato. También han expresado su repudio ante los informes de crímenes de guerra cometidos por combatientes de las FAR, entre ellos las ejecuciones sumarias de civiles. Desde el año 2023, los enfrentamientos entre el ejército sudanés y las FAR han provocado la muerte de 150.000 personas y el desplazamiento de cerca de 12 millones.
“Esto nos muestra que la promesa que vienen haciendo las Fuerzas Armadas Sudanesas de poner fin a la guerra con una victoria militar está muy lejos de suceder”, dice la activista sudanesa Marine Alneel, quien nos acompaña desde Nairobi, Kenia. Alneel sostiene que, con la toma de El Fasher por parte de las FAR, aumenta el temor de que en el país se establezcan “básicamente, dos Gobiernos” y pide a las potencias extranjeras, especialmente a los Emiratos Árabes Unidos —país que respalda a las FAR— y a Estados Unidos, que presionen para que se implementen medidas humanitarias en el país.
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