
En Estados Unidos se intensifican las críticas bipartidistas al Gobierno por los ataques ejecutados en el Caribe y el Pacífico oriental contra embarcaciones presuntamente vinculadas al narcotráfico. En este contexto, la Casa Blanca ha salido a defender el operativo del dos de septiembre que provocó la muerte de once personas. El periódico The Washington Post informa que, tras un ataque inicial, el secretario de Defensa Pete Hegseth ordenó un segundo ataque para matar a dos sobrevivientes; una orden que, según expertos legales, constituye un crimen de guerra. El lunes primero de diciembre, la Casa Blanca confirmó que existió este segundo ataque, pero dijo que la autorización no provino de Hegseth, sino del almirante Frank “Mitch” Bradley, entonces jefe del Comando Conjunto de Operaciones Especiales.
Mientras tanto, Hegseth está amenazando con un juicio militar contra el senador demócrata Mark Kelly, que es ex oficial de Marina, por el video en el que, junto a otros cinco veteranos del Ejército de filiación demócrata, exhorta a los miembros de las fuerzas armadas a no acatar órdenes ilegales.
“Matar a civiles que no están involucrados en un conflicto armado en nuestra contra es un crimen de guerra”, dice el profesor de derecho David Cole, de la Universidad Georgetown.
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