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En California, familiares y miembros de la comunidad están de luto por Roberto Carlos Montoya Valdez, un padre y abuelo de 52 años de edad, proveniente de Guatemala, que murió la semana pasada cuando intentaba escapar de una redada del Servicio de Inmigración en un local de la empresa Home Depot. Montoya, un jornalero que llevaba unos tres años viviendo y trabajando en Estados Unidos, murió atropellado por un automóvil cuando huía por una autopista cercana. La esposa y la hija de Montoya, Ana María Vásquez y Ana Victoria Montoya, se comunican con Democracy Now! desde su casa en Guatemala. “Queremos que recuerden a mi papá como nosotros lo vamos a recordar: con cariño, con respeto, con amor, un hombre valiente”, dice Ana Victoria. “[Él murió] por esas injusticias que están haciendo, las persecuciones”.
Montoya es al menos el segundo inmigrante que muere intentando escapar en el marco de la expansión a gran escala de las políticas de control migratorio por parte del Gobierno de Trump. Las autoridades aún no han confirmado qué agencias o grupos estuvieron involucrados en la redada. “Si realmente sucedió que Roberto Carlos fue perseguido por un individuo hasta la autopista, la comunidad, la familia, necesita saber la verdad. Necesitamos, sobre todo, que se haga justicia”, dice Pablo Alvarado, codirector ejecutivo de la Red Nacional de Organización de Jornaleros (NDLON, por su sigla en inglés). La organización está pidiendo a Home Depot que dé a conocer cualquier material audiovisual que tenga del hecho, al tiempo que demanda una investigación inmediata y completa de los eventos que llevaron a la muerte de Montoya.
Transcripción
Esto es Democracy Now! democracynow.org. Soy Amy Goodman.
Hoy vamos a California, donde los organizadores comunitarios exigen justicia para Roberto Carlos Montoya Valdez, un padre y abuelo de Guatemala de 52 años, que murió tras ser atropellado en una autopista mientras intentaba escapar de una redada ejecutada por agentes de inmigración el 14 de agosto en una tienda de Home Depot en Monrovia. Montoya había vivido en Estados Unidos durante unos tres años y era un jornalero que trabajaba para mantener a su esposa, cuatro hijas y nietos en Guatemala.
El jueves, Democracy Now! habló con la hija mayor de Montoya, Ana Victoria, y su esposa Ana María Vásquez, con quien estuvo casado por 35 años. Ambas estaban sentadas frente a un altar con flores, velas y dos fotos de Roberto Carlos Montoya, en su casa en Guatemala.
ANA VICTORIA MONTOYA: La última llamada que tuvimos, que fue justo el día miércoles a las 11 de la noche de acá de Guatemala, él me envió un video y estuvimos platicando, me dijo que “está duro aquí me voy a ir ya, voy a ver cómo, solo junto unos centavitos más y me voy”. “Vaya papá”, le dije yo, “venite”. Y pues en eso él estaba, él tenía muy presente que él se iba a venir y que se iba a venir, pero la misma necesidad de poderse agenciar de un poco más de recursos para poder cumplir su sueño aquí, él quería poner un negocito para con ese negocio él poder subsistir y poder mantener, apoyar en los gastos del hogar.
Queremos que recuerden a mi papá como nosotros lo vamos a recordar: con cariño, con respeto, con amor, como un hombre valiente, con miedo por esas injusticias que están haciendo, las persecuciones. Entonces, nosotros queremos que lo recuerden como un hombre valiente, un hombre trabajador. Lamentablemente pues no le alcanzó ni el tiempo ni la vida para poderlo hacer y nosotros nos quedamos con doble pena porque nos quedamos con el vacío de él, nos quedamos sin su presencia, sin su cariño, sin sus consejos, sin su amor. Y nos quedamos también con la angustia de saber que tenemos que ver cómo hacemos también para subsistir porque él era el que proveía con sus nietos. Nosotros tenemos ya esa pena también, esa angustia.
Esta [foto] es de cuando él estaba en el Home [Depot], esperando trabajo. Y cuando se ponía a platicar con sus amigos para matar el tiempo mientras no le llegaba trabajo, pues se tomaba fotos. Tenemos una foto allá arriba de cuando él se iba a trabajar, a él le daban miedo las alturas, no le gustaba mucho trabajar de “roofing” (techado), decía él.
ANA MARÍA VÁSQUEZ: Los que ya lo conocen saben que él era una luz. […] Desde el más grande hasta el más pequeño, a todos los quería igual. Él los andaba llevando a todos lados, él salía, él iba con los niños. Y pues como esposo, una buena persona, estuvimos bastante tiempo juntos, hasta que Dios decidió recogerlo, ¿verdad? Pero, yo, como dice mi hija, lo que nosotros deseamos es que lo sigan recordando como la persona que fue, porque él era una gran persona. Los que lo conocían pues aquí en el barrio, todo el mundo habló de él bien, nadie habla mal de él. Y la gente que nos ha ayudado también, que ellos sepan que él no era una mala persona, él era un luchador. Lo que hacía, lo que le tocaba, lo que le dijeran, si al le decían [ininteligible] hazme un favor [ininteligible] nunca se negó. Por eso [ininteligible], porque era un ser humano muy bueno. Y entonces eso es lo que nosotros queremos y agradecemos a los que lo conocieron. Y a los que no lo conocen pues, no les tocó conocerlo, que lo reconozcan así.
Nosotros agradecemos toda la ayuda que nos mandaron, cómo poderlo traer para darle cristiana sepultura porque no es lo mismo decir “falleció y se quedó por allá”, ¿verdad? Entonces nosotros les agradecemos de todo corazón, que Dios los bendiga en todo momento, que nos están apoyando con esto y a toda la gente que nos ha brindado todo eso, aunque sea una llamada, unas palabras de consuelo, que eso es lo que nosotros necesitamos también.
Escuchábamos a la esposa de Roberto Carlos Montoya, Ana María Vásquez y su hija mayor, Ana Victoria hablando con la productora de Democracy Now María Inés Taracena desde su casa en Guatemala.
La muerte de Roberto Carlos Montoya se produce cuando las redadas federales de inmigración se están enfocando cada vez más en los trabajadores inmigrantes y jornaleros, al tiempo que los activistas condenan a empresas como Home Depot por su complicidad en dichos operativos. Montoya es al menos el segundo inmigrante, del que tenemos conocimiento, que perdió la vida durante una redada en los últimos meses. Jaime Alanís, de 57 años, murió en julio después de caer del techo de un invernadero durante una redada federal de inmigración en un cultivo en California. En una declaración al periódico Los Angeles Times, funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional dijeron que Montoya no había sido perseguido por ningún agente federal durante la redada. Los activistas disputan esas afirmaciones.
Para más información nos acompaña Pablo Alvarado, codirector ejecutivo de la Red Nacional de Organización de Jornaleros (NDLON por su sigla en inglés). Pablo nos acompaña desde Pasadena, California. Bienvenido de nuevo a Democracy Now! Pablo, ¿puede comenzar explicando exactamente lo que le sucedió al Sr. Montoya?
PABLO ALVARADO: En primer lugar, quiero decirle a la familia de Roberto Carlos Montoya que la comunidad jornalera y la comunidad migrante está en luto junto a ellos y les enviamos nuestro amor, nuestra solidaridad, nuestro cariño y nuestro duelo a su familia, porque sabemos que él era el proveedor, era un papá extraordinario, un abuelo extraordinario. Cuando ocurrió el incidente, inmediatamente nuestros organizadores llegaron al estacionamiento para platicar con los trabajadores [sobre] qué había ocurrido ese día y habían diferentes narrativas. Unos trabajadores decían que él había corrido hacia la carretera y otros decían que a él lo habían correteado, que lo habían seguido en la dirección de la carretera.
Entonces, no hay evidencia concreta de qué es lo que realmente pasó. Por eso es que estamos pidiendo la intervención del Gobierno del estado, la oficina del fiscal general del estado y del gobernador, y nuestro director de Asuntos Legales dentro de la organización ha estado en comunicación con ambas oficinas —no voy a decir los nombres de las personas en televisión nacional con las que él ha platicado—, pero la respuesta a inicialmente fue que ellos no sabían de ninguna investigación pendiente. Cuando les dijimos que efectivamente la Patrulla de Caminos de California estaba ahí presente y que ellos estaban haciendo la investigación, ni tan siquiera nos pudieron dar un nombre de con quién podíamos hablar en esa oficina. Cuando hablamos con la oficina del gobernador, la respuesta fue que el hecho de que Roberto Carlos corrió hacia la carretera, huyendo de los agentes de la migra supuestamente, complicaba las cosas. Le preguntamos por qué, y nos dijo, exactamente esas eran su palabras: “Porque estaba huyendo de la migra”.
Entonces, cuando le preguntamos si estaba seguro, él nos dijo que no, cuando le preguntamos si era una redada de la migra o si era el FBI, la DEA, si era el U.S. Marshal, si eran cazarrecompensas o simplemente racistas, vigilantes que andan en las calles, porque eso es todo lo que está ocurriendo, son hombres enmascarados que no sabemos quiénes son. Ellos no supieron responder a eso, entonces ellos no saben quiénes fueron los que llevaron a cabo esa redada. Y por eso es que estamos demandando a ambos, al gobernador y al fiscal general del estado, que hagan una investigación completa. Porque la familia, la comunidad jornalera merece saber qué es lo que pasó y sobre todo, merece que haya justicia para Roberto Carlos Montoya y su familia. Y los jornaleros, que todos los días ahí lo conocían, conocían a este hombre que era un hombre lleno de alegría, lleno de amor. La manera como lo describen, incluso empleadores llegaron, nos contaron historias de cuando ellos lo habían contratado. Por eso, aproximadamente 500 personas, quizá… No, perdón… Por eso 1.000 personas se reunieron en una vigilia para recordar a Roberto Carlos Montoya.
AMY GOODMAN: ¿Ha recibido la familia del Sr. Montoya algún tipo de apoyo por parte de Estados Unidos o del Gobierno guatemalteco? La familia está pidiendo la repatriación de su cuerpo para poder tener un funeral y un entierro adecuados en Guatemala.
PABLO ALVARADO: Sabemos que, de parte del Gobierno estadounidense o del Gobierno del estado, no ha habido ninguna ayuda hacia la familia. Sí tenemos entendido, de hecho pasaron casi 48 horas para que nosotros supiéramos el nombre completo de la persona que había fallecido ese día y fue el gobierno de Guatemala quien nos dijo que era Roberto Carlos Montoya Valdez, que ese era su nombre completo. Entonces es cuando decidimos comunicar a la gente quién era la persona que había perecido. Ni la Policía local, ni la Patrulla de Caminos, nadie en el estado nos podía decir eso. Ni tan siquiera darnos el nombre de la persona. Por lo menos el Gobierno de Guatemala no dio el nombre y por lo menos ayudaron a conseguir, por ejemplo, una morgue donde pudieran tener el cuerpo de Roberto Carlos.
Luego, la repatriación de su cuerpo todavía no ha tomado lugar y por eso hay un GoFundMe que la comunidad está organizando para poder ayudar, para poder asistir a la familia. Sabemos que la familia se queda sin la persona que ha sido el proveedor, no nada más para sus hijas, sino también para sus nietos. Era un hombre lleno de amor, de cariño, hablaba con sus nietos casi todos los días. Ese era Roberto Carlos Montoya Valdez.
AMY GOODMAN: Pablo Alvarado, ¿cuál es la responsabilidad de las tiendas Home Depot, donde se han llevado a cabo tantas de estas redadas de inmigración?
PABLO ALVARADO: Cada día, si usted va a cualquier tienda aquí en el sur de California, y casi en todos los Estados Unidos, lo que va a ver son cuadrillas, pequeñas cuadrillas de cinco a diez trabajadores latinos comprando en sus tiendas. Quiero decirle que durante estos tiempos las tiendas han estado casi a la mitad, o sea que han perdido mucho negocio por estas redadas. Y sabemos que las personas que trabajan en Home Depot no están de acuerdo con lo que está pasando. Pero la corporación sigue manteniendo silencio y es un silencio que se está convirtiendo en complicidad. Y no es porque no puedan hacer nada, sino porque no tienen la voluntad política de hacerlo y porque, para ellos, las personas que están secuestrando en sus estacionamientos y adentro de sus tiendas, pues son personas que no tienen el valor que me imagino ellos dicen no tener, entonces, pero hay cosas que perfectamente pueden hacer. Número uno, pueden salir y condenar públicamente este tipo de redadas en sus tiendas. Número dos, tienen tanto poder como para llamarle al presidente y decirle “Esto tiene que parar, nos está afectando en nuestro negocio”. Ya lo han hecho. Hace una semana los oficiales del Gobierno en Florida estaban queriendo ponerle nombre a un centro de detención, querían llamarlo “The Deportation Depot”. Eso no le gustó a Home Depot, y les llamó e inmediatamente terminaron, dijeron “Ya no vamos a usar ese nombre”. Entonces tienen tanto poder que cuando el presidente comenzó a hablar de los aranceles, ellos le llamaron y le dijeron “Eso nos está afectando”.
Ese es el poder que tienen. Tienen el poder de cerrar la tienda y no dejar que los agentes de la migra entren o quienes sean, sean cazarrecompensas o vigilantes racistas, porque pueden ser miembros de los Proud Boys, no sabemos realmente, pero ellos tienen el poder de negar acceso a hombres enmascarados. Es un negocio privado, es propiedad privada. Ellos perfectamente pueden decir “Vamos a permitirle a estas personas que no entren”. Ellos perfectamente pueden ayudar. Tienen tantos recursos como para poder ayudar a las familias que han sido afectadas por estas redadas, para que tengan representación legal, para que puedan sobrevivir, porque en estos momentos los trabajadores que se han llevado usualmente son los proveedores.
Y por último, ellos tienen cámaras que filman en 180 grados por todo el estacionamiento y lo tienen en todas las tiendas. Ojalá que no nos vengan a decir que sus cámaras estaban apagadas ese día. Perfectamente ellos pueden contribuir a la investigación y a que la familia y la comunidad sepa la verdad, si simplemente publican eso, esos videos que tienen y así sabemos, nos damos cuenta si en realidad Roberto Carlos corrió solo hacia la carretera o si lo iban siguiendo. Y por eso es que es tan importante esta evidencia porque, si lo iban siguiendo, entonces desde nuestro ángulo, desde nuestro punto de vista, creemos que debe de haber potencialmente una investigación criminal en este caso.
AMY GOODMAN: ¿Puede hablar sobre el estado de la orden de restricción temporal que emitió una jueza federal, la cual impide que el Gobierno de Trump lleve a cabo redadas migratorias masivas y discrimine por motivos raciales a personas en Los Ángeles y sus alrededores? Las redadas continúan a pesar de esto, Pablo.
PABLO ALVARADO: La migra, o todas las agencias que están colaborando, están actuando como si estuvieran fuera de la ley. No están respetando nada. Sabemos que hay una orden de restricción temporal para que este tipo de redadas no tomen lugar, especialmente en lugares donde se sabe que las personas que están ahí son latinos, y la razón por la que van ahí es porque pues los trabajadores en su mayoría son latinoamericanos y en especial específicamente originarios de pueblos indígenas de Centroamérica y de México. Y esas son claramente prácticas de perfil racial. El hecho de que los Home Depots estén siendo objetivo de estas redadas, no nada más en el sur de California, sino ya comenzó por todo el país y van ahí porque saben que es el lugar donde fácilmente pueden encontrar latinos y arrestarlos, pero ellos no están respetando ninguna orden de restricción. Son personas que sienten que están [por encima] de cualquier ley, pueden llegar y arrestar a alguien, tumbar puertas, quebrar las ventanas de los vidrios de los vehículos y sacar a la fuerza a las personas sin tan siquiera preguntarles su nombre, y también hasta a ciudadanos han arrestado de esa manera violenta. Entonces nosotros no tenemos la expectativa de que ellos van a respetar la orden de restricción temporal.
Pero de lo que sí tenemos certeza y lo bueno que está ocurriendo es que hay personas de un corazón enorme que por primera vez están conociendo a los jornaleros y de hecho los jornaleros respondieron a los fuegos de una manera increíble, se dieron de voluntarios muchos de ellos y removieron casi 3.200 toneladas, más de 3.200 toneladas de desechos verdes después de los fuegos y los vientos. Y todo eso estuvo en los medios sociales y la gente por primera vez, por lo menos aquí en el sur de California, aprendió de quiénes eran los jornaleros. En este momento la comunidad jornalera goza de mucho apoyo, pero es en el momento en el que están siendo sistemáticamente perseguidos. Lo bueno es que hay gente de buen corazón que está yendo a los Home Depots, que está adoptando Home Depots y está conociendo a la comunidad jornalera, y están allí para ser testigos de la crueldad que está llevando a cabo este Gobierno.
La opinión pública sobre el tema migratorio está cambiando, pero está cambiando no porque los políticos estén empujando en esta dirección, sino porque el pueblo es el que está filmando y le está mostrando al país la crueldad de este tipo de operaciones. Por eso es que está cambiando la opinión pública alrededor del tema de inmigración, porque hay gente que ha estado documentando, que está alzando la voz, que está ejerciendo su derecho constitucional a la libre expresión y está protegiendo a la comunidad jornalera, porque entienden claramente que, para proteger la democracia en este país, primero hay que comenzar por aquellos que están siendo atacados directamente por este régimen autoritarista en el que estamos viviendo.
AMY GOODMAN: Pablo Alvarado, muchas gracias por estar con nosotros, Codirector ejecutivo de NDLON, la Red Nacional de Organización de Jornaleros. Nos acompañó desde Pasadena, California. Para ver nuestra entrevista en inglés, visite democracynow.org. Soy Amy Goodman. Gracias por acompañarnos.
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