En Irak, el clérigo chiíta Muqtada al-Sadr le ordenó al Ejército del Mahdi que deje de luchar, seis días después de que las fuerzas iraquíes atacaron bastiones de Sadr en Basora y Bagdad. A cambio, Sadr exigió que el gobierno iraquí libere a los miembros del Ejército del Mahdi que fueron encarcelados, que ponga fin a las redadas de hogares y que ayude a traer de regreso a los chiítas desplazados por los recientes enfrentamientos.
A pesar del pedido de Sadr, continuaron los ataques con mortero en Bagdad y Basora. 350 iraquíes murieron durante la última semana de enfrentamientos entre chiítas. Previo al sorpresivo anuncio de Sadr, miembros del Ejército del Mahdi habían amenazado con seguir luchando hasta que Estados Unidos se retirara de Irak.
Un miembro del Ejército del Mahdi dijo: “No bajaremos las armas hasta que los ocupantes se retiren de Irak, y recibimos órdenes del honorable Muqtada
al-Sadr de que cuando los ocupantes se hayan retirado por completo de Irak, estaremos listos para bajar nuestras armas. Hasta ese entonces no sucederá nada. Recibimos órdenes de nuestros comandantes y si Dios quiere pondremos fin a la ocupación. Estamos dispuestos a sacrificar nuestras vidas y a nuestras familias, a sacrificarlo todo. Seguiremos hasta las últimas consecuencias, hasta el último minuto. Mantendremos a la ciudad de Basora segura y a salvo”.