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Enero 30 2011
El Cairo, Egipto–En el segundo día de desafío a un toque de queda militar, más de 150.000 manifestantes llenaron la Plaza Tahrir para pedir la renuncia del presidente Hosni Mubarak. El ambiente era festivo y victorioso. Para la mayoría, no era una cuestión de “si”, sino de “cuando” Mubarak se iría.
Hay tanques militares estacionados en puntos de acceso alrededor de la plaza, con soldados formando barricadas de un lado a otro de calles y callejones. Saliéndose de las prácticas cotidianas de El Cairo, la gente rápidamente forma colas ordenadas para cruzar los puestos de control del ejército. Los soldados registran a la gente y controlan documentos de identidad. Un soldado dice que ellos están cerciorándose de que ninguna persona con credencial de seguridad de la policía o del Estado pueda entrar.
Los informes han difundido que muchos de los saqueadores en El Cairo son, de hecho, parte de las fuerzas policiales y de seguridad del Estado que se vieron obligados a retirarse totalmente durante las protestas masivas en las calles el día viernes. Además, cientos, quizás miles, de prisioneros fueron liberados de las cárceles de Fayyum y Tora. Muchos creen que todo es parte de una campaña organizada por el régimen para crear desorden en la ciudad, en un último intento desesperado de mantener el poder. Hoy el titular del diario Al-Masry Al-Youm gritaba: “Conspiración del Ministerio de Interior para fomentar el caos.”
Pero esas preocupaciones en gran parte se evaporan dentro de la Plaza Tahrir, donde florece la expresión política de la gente en forma masiva. Nunca antes, durante el reinado de Mubarak, se reunieron tantas personas en una protesta popular, en un solo lugar. Decenas de miles de personas aplaudían al unísono y gritaban consignas que iban desde las serias y patrióticas hasta las rimas con humor mordaz llenas de ingenio. Muchos han pasado la noche en la plaza y planean permanecer más tiempo.
Un helicóptero y dos aviones militares de combate sobrevolaron la zona varias veces descendiendo cada vez más hasta que el ruido se hacía ensordecedor. Cualquiera que haya sido el propósito del mensaje, la multitud no se dejó intimidar. La multitud gritaba entusiasta, hacía la señal de la victoria y agitaba los brazos desafiante. Después de salir victoriosos de la batalla del viernes contra las fuerzas del Ministerio de Interior, pocas cosas pueden disipar el entusiasmo del pueblo egipcio o su intenso pedido de cambio.
El intento de Mubarak de aplacar el masivo levantamiento nombrando a dos de sus principales funcionarios del partido, Omar Suleiman, el tristemente famosos jefe de inteligencia del país, como su primer vicepresidente y Ahmed Shafik, un ex comandante de las Fuerzas Aéreas, como primer ministro, encontró fuerte oposición de los manifestantes.
“Omar Suleiman no es una opción. La gente está gritando en su contra hoy”, dijo Nazly Hussein, un manifestante de 30 años en Tahrir. “La gente quiere derrocar el sistema; no creo que nadie se vaya a su casa hasta que el presidente y todos los de su entorno se marchen.”
Mohamed El Baradei, Premio Nobel de la Paz y ex director del Organismo Internacional de Energía Atómica, llegó hoy a la Plaza Tahrir para hablar a la multitud. La reputación de Baradei es irreprochable e impone respeto entre la mayoría de los egipcios, pero muchos dicen que ha vivido fuera del país mucho tiempo y lo critican por no haber participado en las protestas callejeras anteriores. No obstante, algunos están pidiendo que se lo incluya en algún tipo de gobierno de transición.
Sin embargo, el tema unificador sigue siendo Mubarak. Todo el mundo lo quiere fuera y es difícil imaginar que tenga una pizca de apoyo en algún segmento de la sociedad egipcia, con excepción de su círculo íntimo. Por lo tanto la gente espera. Al final, seis días de levantamiento no son suficientes para revertir treinta años en el poder. Pero la paciencia se está agotando.
Una de las personas que está segura de que el tiempo de Mubarak se acabó es mi tío Mohamed Abd El Qudoos [el idioma árabe es fonético y la ortografía de nuestro apellido varía dentro de la familia]. Uno de los manifestantes líderes de la oposición, Mohamed es el jefe del Comité de Libertad en el Sindicato de Prensa, que tiene vínculos con Hermanos Musulmanes. Fue detenido en innumerables ocasiones en los últimos años por la policía y las fuerzas de seguridad del Estado por liderar pequeñas manifestaciones. El martes de la semana pasada fue detenido y luego nuevamente durante el levantamiento del viernes. Una foto suya mientras los policías vestidos de civil lo arrastraban apareció en los medios informativos internacionales de todo el mundo. Fue finalmente liberado y pudo unirse a las protestas del sábado. El domingo en la Plaza Tahrir, decenas de personas vinieron a rendir homenaje a su lucha, le estrechaban la mano, lo saludaban con un beso y se tomaban fotos con él.
“Esto es un sueño hecho realidad”, dijo Mohamed, sentado en medio de la plaza repleta y con su atuendo habitual: traje, bandera y megáfono. “¿Recuerdas cuando me paraba en los escalones del sindicato de prensa para protestar? Me paraba solo. Ahora mira. Están todos aquí”.
Sharif Abdel Kouddous es productor jefe de radio y televisión para Democracy Now!
Síguelo en Twitter en @sharifkouddous.
Traducido por: Alejandra Burgos y Gabriela Díaz Cortez.