Menores a cambio de dinero: uno de los escándalos de la justicia juvenil más impresionantes de Estados Unidos

Original en Español04 de febrero de 2014
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    En el programa especial de hoy hablamos de “menores a cambio de dinero”, la impresionante noticia sobre cómo miles de jóvenes de Pennsylvania fueron enviados a la cárcel por dos jueces corruptos que recibieron $2,6 millones de dólares en sobornos de propietarios y constructores de cárceles privadas. Escuchamos a dos jóvenes: Charlie Balasavage fue enviado a un centro de detención de menores luego de que sus padres le compraran una moto sin saber que era robada. Hillary Transue fue detenida por crear una página de MySpace burlándose de la vice directora de su escuela. Ambos tenían catorce años de edad y fueron condenados por el mismo juez, Mark Ciavarella, que ahora está en la cárcel cumpliendo una condena a 28 años. Balasavage y Transue aparecen el documental “Kids for Cash” (Menores a cambio de dinero), del cineasta Robert May, que también nos acompaña. Además, hablamos con dos madres: Sandy Fonzo, cuyo hijo Ed Kenzakoski se suicidó luego de haber sido condenado a varios años de cárcel por el juez Ciavarella y la madre de Hillary, Laurene Transue. Para poner estas historias en el contexto más amplio del escándalo, nos acompaña el abogado Robert Schwartz, director ejecutivo de la organización Juvenile Law Center. La noticia todavía se está desarrollando; en Octubre, las empresas privadas de centros de detención de menores involucradas en el escándalo llegaron a un acuerdo por un juicio civil presentado en su contra por 2,5 millones de dólares.

    AMY GOODMAN: Hoy tenemos un programa especial sobre el tema difundido como «menores a cambio de dinero», la historia impactante de miles de niños en Pensilvania encarcelados por dos jueces corruptos que recibieron sobornos de propietarios y constructores de cárceles privadas.

    HILLARY TRANSUE: Se me conocía como la bromista.

    SANDY FONZO: Eddie, siempre fue una estrella en lo suyo.

    HILLARY TRANSUE: Hablábamos de lo divertido que sería crear una página falsa en MySpace sobre la vice directora.

    AMANDA LORAH: Yo estaba tratando de no meterme en problemas. Ahí fue cuando todo empezó.

    MARK CIAVARELLA: Ustedes no pueden volver atrás y deshacer los pecados que hayan cometido.

    TERRIE MORGAN-BESECKER: Ciavarella era un juez partidario de la tolerancia cero, que no aguantaba tonterias. Siempre encarcelaba a los chicos.

    MARK CIAVARELLA: Van a saber en carne propia lo que es la prisión. Estaré encantado de meterlos allí.

    PERSONA NO IDENTIFICADA: Por la forma en que Ciavarella manejaba el tribunal, los chicos hubieran terminado en la cárcel incluso con un abogado estrella como F. Lee Bailey.

    MARSHA LEVICK: Se pone en marcha todo un mecanismo que mantiene a los chicos dentro de ese sistema.

    HILLARY TRANSUE: Nadie nos escuchaba, porque éramos chicos.

    PERSONA NO IDENTIFICADA: No hubo ninguna instancia donde se declarara su culpabilidad o inocencia. Directamente lo encerraron.

    MARSHA LEVICK: Realmente un alto número de niños compareció sin un abogado.

    SANDY FONZO: No tenemos derechos. Él está bajo su custodia ahora.

    PERSONA NO IDENTIFICADA: Es increíble. Estamos hablando de niños.

    MARK CIAVARELLA: Yo quería que se pegaran un susto tremendo. No entiendo por qué está mal eso.

    CANAL DE NOTICIAS MSNBC: El ex juez del condado de Luzerne será juzgado esta noche.

    GREGG JARRETT: El escándalo conocido como “menores a cambio de dinero”.

    CANAL ABC NEWS: 2,6 millones de dólares.

    STEPHEN COLBERT: A cambio de enviar a los chicos a la cárcel de menores.

    MARK CIAVARELLA: No metí preso a ningún chico a cambio de dinero. No soy un juez loco que anda encadenando a los chicos y metiéndolos para dentro.

    SANDY FONZO: Cuando entró, era un chico de espíritu libre y cuando salió, se había convertido en un hombre endurecido.

    LAURENE TRANSUE: Yo pensaba 'Podemos confiar en que el juez sea justo'. Y no fue así.

    AMANDA LORAH: Tuve miedo todos los días.

    CHARLIE BALASAVAGE: Tenía sólo 14 años. Todos los años que perdí ahí.

    AL FLORA JR: Este no es caso de «menores a cambio de dinero».

    SANDY FONZO: ¡Cabrón, usted me arruinó la vida!

    AMANDA LORAH: Todavía me despiertan las pesadillas.

    AMY GOODMAN: Ese es el trailer de “Kids for cash” (Menores a cambio de dinero), un nuevo documental que lleva años filmándose y presenta entrevistas con los niños y niñas, con sus madres y padres y con dos jueces involucrados en el escándalo. La película se estrenará el miércoles en Filadelfia en el Centro Kimmel para las Artes Escénicas.

    El lunes hablé con varias personas que aparecen en la película, incluyendo a Charlie Balasavage y a Hillary Transue. Los dos tenían 14 años edad cuando fueron enviados a un correccional de menores. Comencé la entrevista hablando con Hillary Transue y su madre, Laurene. Hillary fue enviada al correccional por haber creado una página en MySpace burlándose de la vice directora de su escuela secundaria. Su madre Laurene se contactó con la organización Juvenile Law Centrer (centro de asistencia jurídica para menores de edad) de Filadelfia en busca de ayuda, y con eso desencadenó la investigación que expuso el escándalo conocido como “menores a cambio de dinero”. Le pregunté a Hillary cómo comenzó todo.

    HILLARY TRANSUE: Creo que fue en el año 2007. Yo estaba hablando por teléfono, charlando con alguien, y oí que sonaba el teléfono. Mi madre parecía furiosa, y me gritó desde la planta de abajo: “¿Sabes algo acerca de una página en MySpace?” Y yo le dije: “Sí, de hace varios meses”.

    AMY GOODMAN: ¿Qué edad tenías?

    HILLARY TRANSUE: Tenía 15 años.

    AMY GOODMAN: ¿De qué era esta página en MySpace?

    HILLARY TRANSUE: Era una página que parodiaba a la vice directora de la escuela. Con algunas amigas y amigos nos pareció divertida la idea de burlarnos en Internet de la encargada de imponer la disciplina escolar, y creamos esa página. Y recuerdo que escribí un descargo de responsabilidades en ella, pensando que si alguien la encontraba, al menos no me metería en problemas por eso.

    AMY GOODMAN: Y en la página decían cosas sobre esta persona, como que: “Se pasa la mayor parte del tiempo leyendo revistas tontas para adolescentes, imaginándose a Johnny Depp en calzoncillos, oh, la la”?

    HILLARY TRANSUE: Sí, sí.

    AMY GOODMAN: Y entonces, ¿tu mamá te estaba gritando preguntándote por esa página?

    HILLARY TRANSUE: Sí. O sea, en la página había comentarios escritos por otros niños que sí eran ofensivos. Eso lo tengo que admitir. Pero no eran mis comentarios. Creo que se me adjudicó la responsabilidad de todo lo que había en la página.

    AMY GOODMAN: Entonces ¿qué pasó?

    HILLARY TRANSUE: Bueno, mucho de lo que pasó lo sabe mejor mi mamá. Ella estaba hablando por teléfono con un agente de policía, yo en verdad no entendía lo que estaba pasando.

    AMY GOODMAN: Laurene, ¿puedes contarnos cómo fue esa llamada telefónica?

    LAURENE TRANSUE: Claro. El agente llamó y me preguntó si Hillary era mi hija. Le dije que sí. Él me dijo: “Bueno, estoy yendo a arrestarla por hacer una página en MySpace sobre su vice directora”. Ahí le grité a Hillary si sabía algo acerca de una página en MySpace y la vice directora de su escuela. Y ella contestó “Sí, es de hace meses,” y en ese momento el agente empezó a gritar: “¡La escuché! ¡Confesó! Ya voy para allá. La voy a arrestar”. Y yo le digo: “¿Cómo? De ninguna manera va a hablar con mi hija sin un abogado presente. Por lo menos deme tiempo para conseguir un abogado”. Y él me empezó a gritar que soy del tipo de madres que exculpa a sus hijos, que soy indulgente. Y que si yo pensaba darle participación a un abogado, entonces la iba a acusar de acoso por Internet, de abuso de Internet. Me dijo que ellos habían estado vigilando nuestra actividad en Internet y que iba a venir a arrestarla.

    AMY GOODMAN: ¿Y qué pasó con el abogado?

    LAURENE TRANSUE: Bueno, colgué el teléfono, y bueno, me puse a pensar, “¿Dónde voy a encontrar un abogado a estas horas de la noche?”

    AMY GOODMAN: ¿Qué hora era?

    LAURENE TRANSUE: Fue cuando había regresado del trabajo, o sea que ya era de noche. Y yo no conocía ningún abogado. No somos el tipo de gente que tiene un abogado de cabecera. Así que llamé a mi mamá y le pregunté si ella conocía algún abogado. Y ella me dice: “Bueno, conozco a uno, pero no es para este tipo de cosas. Y estás exagerando. Esto parece ser una cuestion sencilla de resolver. Llama al agente y trata de hablar con él. Ya sabes, cumple la ley, coopera con ellos”. Y yo digo, “bueno, está bien”.

    Así que volví a llamar al agente, y me dijo: “Oiga, usted no involucre a ningún abogado en esto y yo le reduzco los cargos a un delito menor por acoso”. Y yo respondí: «Bueno, está bien, podemos hacer eso. ¿Igual va a venir? ¿Puede esperar, por lo menos hasta que haya alguien conmigo aquí cuando arresta a mi hija, o lo que sea que vaya a hacer?» Y él me dijo: “Ah, no, no tengo que ir hasta allá. Le enviaremos algo por correo”. Y bueno, eso fue en enero, y durante meses no supimos nada más al respecto. De hecho, yo seguí llamándolo a él, diciéndole que aún no habíamos recibido nada.

    AMY GOODMAN: Entonces, ¿cómo siguió la cuestión, qué sucedido?

    LAURENE TRANSUE: Finalmente recibimos un documento por correo. Tuvimos que ir al programa de libertad condicional para menores. Allí, nos hicieron una entrevista, tuvimos que llevar todos los registros de vacunas, el certificado de nacimiento, todo ese tipo de cosas, mi información financiera. Nos hicieron preguntas muy íntimas, lo cual era extraño.

    AMY GOODMAN: ¿Y ustedes, sin abogado?

    LAURENE TRANSUE: Sin abogado. De nuevo me dijeron que no inmiscuyera a ningún abogado, y que todo sería sencillo. Y le preguntamos al fulncionario de libertad condicional: “¿Qué va a pasar ahora?” y él contestó: “Bueno, probablemente tenga un período de libertad vigilada y tal vez tenga que hacer servicio comunitario”. Y volvimos a preguntar si teníamos que conseguir un abogado, a lo que respondió: “No, no, no, no. Sabe, hemos hecho el estudio, usted va a ir al tribunal, o lo que corresponda”.

    Entonces fuimos al tribunal. Entramos, y había mesas con listas ordenadas por apellido. Y fuimos a la mesa que nos tocaba y me preguntaron si tenía un abogado y dije que no, así que me dijeron: “Firme aquí”. Ahí yo pensaba: “bueno, ahora nos van a asignar un defensor público”. Así fue que firmé ese formulario en blanco. Firmé, pero también hay que entender que allí había docenas de padres con sus hijos en la mesa correspondiente a su apellido, haciendo exactamente lo mismo. Así que yo me decía “bueno, así es como funciona esto”.

    Luego pasamos a un cuarto grande y esperamos. Pensábamos que los abogados llegarían a vernos allí. Nadie vino. Nos dijeron: “Vamos a la sala de audiencias”. Nos sentamos afuera de la sala de audiencias. No llegó ningún abogado. El fiscal salió. La vice directora de la escuela estaba allí. Ella saludó al fiscal con besos en las mejillas y le preguntó por su familia. Y él le dijo: “No te preocupes por nada”. Finalmente entramos a la sala de audiencias. Anunciarno nuestro caso, y el juez se levantó y empezó a gritarle a Hillary.

    AMY GOODMAN: ¿El juez era?

    LAURENE TRANSUE: Mark Ciavarella, ex juez.

    AMY GOODMAN: ¿Qué te gritaba, Hillary?

    HILLARY TRANSUE: Lo primero que me dijo fue: “¿Qué te hace pensar que puedes hacer este tipo de porquerías?” Y fue todo realmente desagradable. Yo estaba allí, usando ropa de mi madre, porque ella insistió en que me viera presentable, y bueno, a los 15 años, no tenía nada apropiado. Entonces ya estaba incómoda por toda la situación, y él empezó a gritarme: “¿Qué te hace pensar que puedes hacer estas porquerías?” Y yo estaba totalmente aterrorizada. Nunca antes había estado frente a un juez y no esperaba que un juez me gritara. Así que sin duda fue algo muy desagradable.

    *AMY GOODMAN:” ¿Y qué pasó?

    *HILLARY TRANSUE:” Bueno, todo sucedió en unos 30 segundos, por lo que es difícil para mí dar los detalles exactos, pero dijo algo así como: “declarada delincuente”, algo que para mí era inentendible. Y ahí, me acuerdo que mi madre quitó sus manos de mis hombros y recuerdo que me deslizaba, como si estuviera en una especie de sueño, hacia este cuarto trasero. Y lo único que podía oír era la voz de mi mamá súplicando, llorando y rogando, mientras a mí me esposaban.

    *AMY GOODMAN:” ¿Te esposaron?

    *HILLARY TRANSUE:” Sí. Y el guardia me dice: “Mira lo que le hiciste a tu madre”. Pero como decía recién, fue como si el tiempo se detuviera y yo comenzara a caer en un universo paralelo.

    AMY GOODMAN: Laurene, ¿el juez dictó una sentencia ahí mismo en ese momento?

    LAURENE TRANSUE: Y sí. Dijo eso de «delincuente declarada», y dijo: “Envíenla a FACT AdDell para que piense acerca de lo que hizo”. Y yo miré al agente, como diciéndole: “Pero eso no fue lo que usted me dijo”. O sea, estaba ahí mirando a estas personas que me habían dicho que sería solamente libertad condicional, tal vez. Y pensaba que todo era una locura, porque había estado preguntando a magistrados que conocía en Pensilvania. Les había dicho que mi hija estaba acusada bajo el estatuto jurídico de Pensilvania, y quería saber, para un adulto, cuál sería la pena máxima. Y la respuesta había sido: “Para una persona adulta, una noche en la cárcel y una multa de hasta 50 dólares”. Entonces, ¿cómo puede ser que encierren por esto a mi hija, que nunca se había metido en problemas. No teníamos problemas familiares. No estábamos para nada metidos en el sistema judicial. ¿Cómo me iba a imaginar que encarcelarían a mi hija? Así que, bueno, empecé primero a preguntar eso y luego, simplemente me puse histérica. No hay forma mejor de explicar lo que pasó.

    AMY GOODMAN: ¿Llegaste a ver cómo esposaban a tu hija?

    LAURENE TRANSUE: No, fue todo muy extraño. Yo tenía mis manos en sus hombros, y cuando el juez dijo «declarada delincuente», a partir de ahí ya no escuché nada más. Había sido trabajadora social por 16 años, y sabía exactamente lo que eso significaba. Así que me di vuelta y empecé a hablar con ellos. Y cuando me dí vuelta de nuevo, fue como si se hubiera evaporado. Ella ya no estaba.

    AMY GOODMAN: Quisiera pasar ahora a la historia del otro invitado que tenemos aquí en el estudio. Charlie Balasavage, cuéntanos qué te pasó. Hillary tenía 15 años, ¿qué edad tenías tú cuando la policía llegó a tu casa?

    CHARLIE BALASAVAGE: Tenía 14 años.

    AMY GOODMAN: ¿Qué edad tienes ahora?

    CHARLIE BALASAVAGE: Tengo 23.

    AMY GOODMAN: Entonces, tenías 14 años, y llega la policía a tu casa.

    CHARLIE BALASAVAGE: Sí.

    AMY GOODMAN: ¿Por qué?

    CHARLIE BALASAVAGE: Al principio, pensé que era porque estaba andando en moto sin casco, ya sabes cómo es. Pero resultó que no era por eso. Fue que alguien había llamado, reportando el robo de esa moto.

    AMY GOODMAN: ¿De dónde habías sacado la moto?

    CHARLIE BALASAVAGE: Mis padres se la compraron a un pariente.

    AMY GOODMAN: ¿La compraron para tí?

    CHARLIE BALASAVAGE: Sí, la compraron para mí. Entonces, mis padres no estaban en casa en ese momento, así que los tuve que llamar. Llegaron de prisa.

    AMY GOODMAN: ¿La policía ya estaba allí?

    CHARLIE BALASAVAGE: Sí, la policía estaba en casa. Nos arrestaron a los tres y nos llevaron a la estación de policía. Tuvimos que escribir una declaración y todo eso. Les dijimos lo que había pasado, que habíamos comprado la moto. Y dijeron que, por desgracia, como no teníamos ningún documento que mostrara que se la habíamos comprado a un pariente, iban a tener que hacer la denuncia por recibir propiedad robada. Le dijeron a mis padres que, bueno, si yo asumía los cargos, tal vez me pusieran un tiempo en libertad condicional, o tal vez ni siquiera eso, sólo servicio comunitario. Así que yo acepté eso. Dije: “Está bien, bueno, voy a hacer esto”, porque de lo contrario iban a acusar a mis padres.

    AMY GOODMAN: ¿Tenías algún abogado?

    CHARLIE BALASAVAGE: No, ningún abogado. También fue sugerencia de la policía, eso, me dijeron que asumiera los cargos yo y que no pasaría nada pues. Así que yo pensaba que todo iba a estar bien. Y terminé teniendo que ir al tribunal, y allá fue lo mismo que relataron recién. Tienes que ir a tu mesa, te dan ese formulario para llenar.

    AMY GOODMAN: ¿Tu mamá estaba contigo?

    CHARLIE BALASAVAGE: Sí, mi mamá estaba conmigo. Ella firmó el formulario. No teníamos abogado. También pensábamos que nos iban a asignar un defensor público. Eso no fue lo que pasó. Entramos a la sala de audiencias. Estuvimos ahí un minuto, como máximo. Y el juez ya sabía lo que iba a hacer conmigo.

    AMY GOODMAN: ¿Cuál era el nombre del juez?

    CHARLIE BALASAVAGE: Ciavarella. Y la verdad, no me acuerdo bien lo que dijo. Fue algo así como que yo claramente tenía un problema de comportamiento, porque cuando era más chico había tenía un trastorno en el habla y en la escuela se burlaban mucho de mí por eso, así que me costaba mucho ir a la escuela. Y él tenía el historial de eso. Por lo tanto, ese era mi gran problema. Me condenó a pasar tres meses en Camp Adams.

    AMY GOODMAN: ¿Camp Adams?

    CHARLIE BALASAVAGE: Sí, el campamento Adams.

    AMY GOODMAN: ¿Se llama Camp Adams?

    CHARLIE BALASAVAGE: Sí, es como un reformatorio para menores.

    AMY GOODMAN: ¿Te habían detenido alguna vez antes?

    CHARLIE BALASAVAGE: No.

    AMY GOODMAN: ¿Sabías adónde te estaban enviando?

    CHARLIE BALASAVAGE: No. Me pusieron los grilletes allí mismo, delante de mi mamá y me sacaron a rastras.

    AMY GOODMAN: ¿Y cuánto tiempo estuviste en la cárcel?

    CHARLIE BALASAVAGE: Fueron esos tres meses que tuve que cumplir en el Camp Adams. Luego hacían un seguimiento y tenía que regresar a tribunal. Y cuando regresé, me terminaron mandando a un lugar llamado Clearbrook por otros tres meses, porque había experimentado con marihuana. Me preguntaron y fui honesto, dije que sí, que había probado. Así que al parecer, tenía un problema de drogadicción en ese momento, por lo que me obligaron a pasar otros tres meses adentro.

    AMY GOODMAN: En la película “Kids for Cash” cuentas que la primera vez que fuiste a la cárcel tuviste que ganarte la almohada, ¿cómo es eso?

    CHARLIE BALASAVAGE: Ah, sí. Eso fue durante mis dos primeras semanas en el Camp Adams. Ellos tienen como un sistema ahí. En los primeros 30 días, uno es lo que ellos llaman «ranger», como un recluta. Y no haces más que actividades de entrenamiento físico y cosas por ese estilo. Y en esa etapa, cada vez que pedía una almohada, no me la daban. Finalmente, cuando pasé esa etapa de “ranger”, me trasladaron a una habitación diferente y por fin conseguí una almohada.

    AMY GOODMAN: Entonces, ¿cuánto tiempo pasaste en la cárcel en total?

    CHARLIE BALASAVAGE: En total fueron como cinco años.

    AMY GOODMAN: Cinco años.

    CHARLIE BALASAVAGE: Sí.

    AMY GOODMAN: ¿Cómo fue que terminaste entrando y saliendo de la cárce durante cinco años?

    CHARLIE BALASAVAGE: Por violaciones a la libertad condicional.

    AMY GOODMAN: O sea, ¿tu salías?

    CHARLIE BALASAVAGE: Claro, yo salía en libertad y luego faltaba a la escuela, o algo así, como no respetar el límite horario para estar en la calle.

    AMY GOODMAN: ¿Cómo te afectó estar en la cárcel?

    CHARLIE BALASAVAGE: Bueno, estaba allí con gente que que sí debía estar allí, he oído cosas, y bueno, supongo que podría decir que fui influenciado por estas personas. Incluso el personal de planta me decía: “¿Qué haces tú aquí? ¿Por qué estás aquí?” Y yo decía:”No sé”.

    AMY GOODMAN: Ese era Charlie Balasavage, uno de los miles de niños y niñas condenados a prisión en el escándalo conocido como menores a cambio de dinero, que tuvo lugar en Pensilvania También escuchábamos a Hillary Transue y su mamá Laurene. Los tres aparecen en el nuevo documental «Kids for Cash», que se estrena en Filadelfia el miércoles por la noche. La película cuenta cómo dos jueces, Mark Ciavarella y Michael Conahan, recibieron sobornos de las prisiones privadas. Después del corte, hablaremos con Sandy Fonzo. Su hijo Ed ya no está con ella. Ya veremos por qué. Regresamos en un minuto.

    [Corte]

    AMY GOODMAN: Seguimos en Democracy Now, democracynow.org, el informe de guerra y paz. Soy Amy Goodman. Continuamos con nuestro programa especial sobre la impactante historia conocida como “Menores a cambio de dinero”, que se refiere a miles de niños de Pennsylvania encarcelados por dos jueces corruptos que recibían sobornos de los constructores y propietarios de las cárceles privadas, volvemos a nuestra charla con algunas de las personas que aparecen en el nuevo documental Kids for Cash. Luego seguiremos hablando con Laurene Transue, cuya hija Hillary fue enviada a una correccional de menores por crear una página de MySpace burlándose de su vice directora. Pero primero vamos a escuchar a Sandy Fonzo. Su hijo de 17 años, Ed Kenzakoski, fue condenado a 30 días en un correccional de menores por el juez Mark Ciavarella. Comencé pidiéndo a Sandy que describiera cómo fue que arrestaron a su hijo Ed.

    SANDY FONZO: Llevábamos una vida corriente, normal y feliz. Y el verano de su último año, lo que hubiera sido su último año, él empezó a experimentar un poco, también a salir a escondidas de la casa en la noche. Yo sabía que estaba bebiendo. O sea, éramos solo él y yo en la casa. Así que cuando teníamos algún problema, yo siempre, bueno, le decía: “Voy a llamar a tu papá, y tu papá va a venir”. Pero bueno, ahora él…

    AMY GOODMAN: Él se destacaba como luchador, ¿cierto?

    SANDY FONZO: Sí, un luchador estrella. Es decir, los cazatalentos de las universidades tenían los ojos puestos en él, tenía muchas oportunidades de conseguir becas. Lo venían observando desde que competía en lucha libre para la escuela en los primeros años de la secundaria. Ed tenía mucho, mucho por delante, ¿sabes? un montón de cosas buenas. Y tenía una novia en ese momento, que me contaba que él estaba experimentando mucho y, bueno, perdiendo un poco el control. A veces yo llamaba a su padre, pero él ya no podía hacer nada. O sea, él ya era un chico grande, medía 1,85 metros y tenía grandes músculos. Estaba todo el tiempo levantando pesas. Y no hacía nada que cualquier otra persona, bueno, tampoco nada que yo no hiciera a los 17 años. Pero él tenía tanto que perder.

    Y las cosas llegaron al punto de que su padre lo llama un día y Ed no estaba en casa. O sea, se suponía que se estaba quedando en la escuela, tenía que estar en la escuela. Y se enteró de que estaba en una fiesta de menores de edad con alcohol. Y él tenía unos amigos con los que había estudiado que eran policías, así que habló con ellos, con la idea de que fueran y le armaran una escena, como para atraparlo, darle un llamado de atención; que hiciera servicio comunitario, algún programa educativo, algo que le hiciera dar cuenta de que tenía demasiado, demasiado que perder. Y ya estaba en su último año. Practicaba la lucha libre desde que tenía cuatro años. Así que eso es lo que pasó, ellos fueron, lo atraparon y lo metieron para adentro.

    AMY GOODMAN: ¿Pusieron en sus cosas material relacionado con el uso de drogas?

    SANDY FONZO: Sí, parafernalia de drogas, una pipa de marihuana.

    AMY GOODMAN: ¿Lo pusieron en su camioneta?

    SANDY FONZO: Sí, y entonces…

    AMY GOODMAN: Una pipa de marihuana.

    SANDY FONZO: Así es. Entonces, bueno, me llaman diciendo que Ed está en la comisaría. La corte juvenil tenía audiencias hasta el martes, así que tenía que permanecer en la cárcel todo el fin de semana. Llega el martes, y todo ese tiempo habíamos estado hablando con la gente de la oficina de libertad condicional. De hecho, habíamos hablado con el juez también. Nos habíamos reunido, bueno, con estos policías…

    AMY GOODMAN: ¿El juez Ciavarella?

    SANDY FONZO: El juez Ciavarella, decía que con todo esto era por su propio bien, que era sólo para darle un pequeño tirón de orejas, hacerlo madurar, asustarlo. Que es un gran chico. Que tiene un gran futuro por delante. Y sí, lo sabemos. O sea, me decían que no tenía nada de qué preocuparme. Que no necesitábamos un abogado; la misma historia. Ahí estaban las mesas, saliendo del ascensor. Nos preguntan si tenemos un abogado. Decimos que no «Nos dijeron que no era necesario”. “Está bien, firme aquí”. Y eso fue todo.

    No sé. Yo fui muy ingenua. O sea, ni en mis peores pesadillas iba yo a pensar que estas personas que se supone que tienen, bueno, que son profesionales, que deberían tener como prioridad a nuestros hijos, el bienestar de nuestros hijos. Y estas son las personas en quienes se confía para que todo vaya bien. O sea, que él va a aprender una pequeña lección y todo estará bien.

    Entonces estábamos allí y a los 30 segundos estaba esposado, con grilletes y se lo estaban llevando. Y bueno, ese fue el peor sentimiento del mundo, verlo voltearse y mirarme como diciendo: “¿Qué está pasando?” Y yo no podía hacer nada. Eso se ha quedado grabado en mi mente por el resto de mi vida, esa mirada que había en su rostro. Se lo llevaron al centro de detención de menores PA Child Care y dijeron que iba a estar allí hasta que le hicieran una evaluación psicológica, que como todos sabemos estaba a cargo del yerno ¿o el cuñado? del Juez Conahan.

    LAURENE TRANSUE: Creo que era su yerno.

    SANDY FONZO: Sí, era él quien hacía estas evaluaciones psicológicas. Bueno, fueron 30 días de…

    AMY GOODMAN: El otro juez que finalmente fue declarado culpable.

    SANDY FONZO: El juez principal, que había designado al juez Ciavarella para el tribunal de menores, sí. Así que Ed estuvo ahí dentro por 30 días, tuvo su evaluación psicológica.

    AMY GOODMAN: ¿Pudiste verlo allí?

    SANDY FONZO: Sí, se nos permitía ir en ciertos días y a ciertas horas para verlo y hablar con él. Y él no pensaba en nada más.”Mamá, ya sé, bueno, todo esto fue muy estúpido. Lo único que quiero es volver a mi vida. Me estoy perdiendo mis prácticas de lucha libre. Éste es mi último año”. Todo lo que él quería era volver a la escuela. Conseguí cartas de los profesores, cartas de los jueces, perdón, de los entrenadores, dando fe del caracter de Ed, de lo buen chico que era, y las envié a la oficina del juez. Y de todos modos, tuvimos que ir. Así que pasamos esos 30 días con él ahí y bueno, yo me decía: “Bueno, ya está, esto estuvo bien. Ed estuvo allí. Recompuso sus ideas. Quiere volver a la escuela. Todo está bien.”

    Entonces volvimos a pararnos ahí delante de ese juez, y le volvieron a poner grilletes y esposas y se lo llevaron a un reformatorio, llamado Northwestern Academy, a una hora de distancia de nuestra casa, totalmente militarizado. Los chicos no podían hablar. No podían hacer nada. Los hacían vestir atuendo militar. Mi hijo estaba con, bueno, con personas de muchas partes que habían cometido verdaderos crímenes, y cuando me contaba de los crímenes que habían cometido, bueno, con esas personas estaba mi hijo. Y en ese lugar, los quiebran a los chicos, o sea, los destrozaban, los humillaban. Ed no me contó lo que pasó el tiempo que estuvo allí.

    AMY GOODMAN: ¿Cuánto tiempo lo envió el juez Ciavarella a ese lugar?

    SANDY FONZO: Tres meses. Estuvo allí durante tres meses. Y luego, Ciavarella dijo que tenía un problema de drogadicción, entonces lo enviaron a Clearbrook, que era un centro rehabilitación de adicciones. Cuando mi hijo llegó allí, si es que tenía un problema de drogas o alcohol, pues nunca fue tratado, porque cuando llegó dijeron: “Este chico ha pasado mucho tiempo encerrado ya, no podemos mantenerlo aquí”. Así que ahí simplemnete lo pusieron en libertad, lo sacaron para afuera así nomás. “Recupera tu vida”. Ya no volvió a la escuela, porque había completado su escolarización allí adentro, así que ya no pudo volver a su escuela secundaria, ya no volvió a luchar. Estaba hecho, era un desastre cuando volvió de ese lugar.

    AMY GOODMAN: Perdió toda posibilidad de beca.

    SANDY FONZO: Y no quería hablar sobre lo que había pasado ahí dentro.

    AMY GOODMAN: ¿Cuánto tiempo había pasado en total en la cárcel?

    SANDY FONZO: Tres, cuatro meses; estuvo un mes allí, luego tres meses y, bueno, aproximadamente cinco meses en total. Pero salió cambiado, una persona diferente. Como dije antes, era un chico de 17 años de espíritu libre, y salió de allí convertido en un hombre endurecido, que ni siquiera hablaba de lo que había pasado. Así que hasta el día de hoy, no sé lo que le pasó en ese lugar, porque él nunca pudo hablar de ello. Pero era una persona diferente. O sea, se había vuelto muy introvertido, bueno, no quería hablar, y no tenía ningún respeto por el sistema de justicia. Sabía que se había cometido una injusticia con él. Sabía todo lo que le arrebataron. Perdió a su noviecita mientras estuvo allí adentro. Ella lo dejó por otro, sabes como es. A esa edad, una edad tan impresionable, él simplemente perdió demasiado. Le arrebataron demasiadas cosas, todo lo que él tenía, en realidad.

    Y terminó metido en una pelea, cuando todavía estaba en libertad condicional, por lo que tuvo que volver ante el Juez Ciavarella. Y ahora Ciavarella lo encierra por cuatro meses más. Lo envía a su otra instalación, el reformatorio PA Child Care, en el oeste de Pennsylvania por cuatro meses; pierde su trabajo, pierde todo de nuevo. La gente que trabajaba allí no podía entender qué estaba haciendo este chico de casi 20 años en ese centro de detención para menores. Nadie entendía. Pero en fin, cuando salió de allí, bueno, eso fue todo. Se metió en una pelea, por la que tuvo que ir; o sea, la pelea en la que él se metió, por la que tuvimos que volver a la corte, era algo sin importancia, sólo una pelea entre dos chicos. No fue nada. Pero Ciavarella, bueno, cuatro meses lo metió en su otra penitenciaría, con la que estaba lucrando. Y eso fue todo. Se metió en otra pelea, por lo que fue condenado a una prisión estatal. Y salió, aguantó casi cinco meses más, y luego, eso fue todo.

    AMY GOODMAN: Se pegó un tiro.

    SANDY FONZO: Sí, en el corazón.

    AMY GOODMAN: Estamos hablando con Sandy Fonzo. Nos está contando sobre su hijo, Ed Kenzakoski, que se quitó la vida después de un calvario que duró años, después de haber caído por primera vez en la corte del juez Ciavarella. En medio de lo que estabas diciendo, Sandy, has dicho que llegaste a saber que había una investigación sobre el juez Ciavarella, mientras tu hijo Ed seguía siendo su víctima. Esto nos lleva de vuelta a Laurene Transue. Cuando se llevaron esposada a Hillary, tú comenzaste a investigar al juez por tu cuenta, o al menos comenzaste a actuar al respecto. Cuéntanos que fue lo que ocurrió.

    LAURENE TRANSUE: Bueno, pues en un principio sólo podía pensar en mi hija. Así que no me había dado cuenta de todas las otras cosas que estaban pasando. Lo que sucedió fue que, finalmente, me dejaron salir de la habitación en la que estaba justo después de la audiencia y me permitieron llamar; en realidad ellos llamaron a mi marido con mi teléfono. Y hacía frío, hacía mucho frío ese día para ser abril, y me hicieron sentar afuera del tribunal en una silla de metal y me dijeron que no se me permitía volver a entrar. Así que mientras estaba ahí sentada, me puse a pensar: “Pero yo no sé nada aun. O sea, ¿dónde está ella? ¿Dónde está la información que me corresponde tener?” Y me entregaron una tarjeta del departamento de libertad condicional, con un nombre en la parte posterior y me dijeron que esa era la persona a quien debía contactar. Pero yo no tenía idea de quién era.

    Así que mi marido llegó a recogerme. Pero una está realmente en un estado de shock cuando sucede algo así, porque es tan ridículo, o sea, es simplemente algo que no se puede concebir. No tiene ningún sentido en absoluto. Así que esa tarde vinieron mi padre y mi madrastra, mi madre me llamaba por teléfono. Y no paraban de decirme: “Tiene que haber hecho algo más grave. Tiene que haber algo más en esto”.

    AMY GOODMAN: Más que una página en MySpace.

    LAURENE TRANSUE: Sí, eso, y yo decía: “No, de verdad, no hay…”

    AMY GOODMAN: Una página burlándose de su vice directora.

    LAURENE TRANSUE: Ajá. Y les dije: “Realmente no hay nada más”. Y sólo podía llorar, y lloré, lloré y lloré. Al final, mi padre me dijo: “Esta no es la”- en mi familia me llaman Laurie. Me dijo: “Esta no es la Laurie que conozco. No es tu estilo quedarse sentada ni darse por vencida”. Y yo digo: “Pero papá, se trata de un juez. ¿Qué voy a hacer pues?”. Y él dice: “Bueno, vas a luchar”.

    Así que llamé a la persona que figuraba en la parte posterior de la tarjeta, y resultó que era un abogado de oficio de nuestro condado. Y él se me rió cuando le dije: “Tenemos que presentar una apelación. Esto es una locura”. Me dijo: “Ciavarella no permite apelaciones”. Así que le pregunto: “¿Me está diciendo que no podemos apelar o simplemente que no tiene sentido, o que no está permitido? O sea, ¿qué me está queriendo decir?”. Él dice: “Bueno, no tiene sentido, pero además, Ciavarella ni siquiera le fijaría una fecha para eso”. Yo dije: “Está bien” y llamé a la oficina de defensores de oficio de Harrisburg. Pennsylvania es una mancomunidad, y hay cosas que funcionan un poco diferente en una mancomunidad. Así que llamé a la oficina de los defensores de oficio.

    AMY GOODMAN: En la capital del estado, Harrisburg.

    LAURENE TRANSUE: En la capital. Y ahí me dijeron: “Bueno, no, por supuesto, los menores de edad detenidos pueden hacer apelaciones, pero nosotros no nos vamos a meter en la jurisdicción del condado». Bueno, entonces llamé al número de atención directa del gobernador. Y ahí me dicen: “Oh, bueno pues, vamos a tomar nota de esto”. Y yo digo: “Bueno, ¿a quién más puedo llamar?”. “Pruebe con ACLU”.

    Así que llamé a la ACLU (Unión Estadounidense por las Libertades Civiles). Les expliqué la situación y me dijeron:”Sin dudas usted tiene elementos legales para actuar. Ella tenía derecho a poner lo que quisiera en MySpace, sobre todo una parodia. Y además hizo el descargo de responsabilidades, aclarando que se trataba de una parodia. Y con gusto tomaríamos el caso, pero no vamos a involucrarnos en esta cuestión de la adjudicación y detención por parte del condado”. Y yo digo: “¿Pero entonces qué hago?”. “Bueno, tenemos otros contactos para darle”. Uno de estos contactos era una mujer de Rutgers, Nueva Jersey, y me dije: “Bueno, soy una chica de Jersey, tal vez tenga suerte allí”. Así que la llamé, y la mujer fue muy solidaria. Ella me dijo: “Escuche, yo conozco a alguien. Una persona amiga trabaja en la organización Juvenile Law Center de Filadelfia, y ya que usted está en Pennsylvania, a lo mejor ahí la pueden ayudar”.

    Así que llamé a Juvenile Law Center, y conté la situación, con todos los datos. Y la persona con la que hablé, su nombre era Laval, hablaba muy suavemente, con mucha tranquilidad, para nada eufórico. Así que no sabía cómo interpretarlo. Y él me dijo que iba a consultar con Marsha Levick, que era la directora de la organización y preguntar si podían llevar el caso de Hillary. Así que dije: “Está bien”, y quedamos que él me volvería a llamar. Bueno, como al día siguiente no me llamó, mi padre insistió: “Dame ese número”, dijo. Y los llamó.

    Enseguida me estaban llamando, diciendo que sí, que estaban dispuestos a tomar el caso, pero no por mí. Que no serían mis abogados. Que su trabajo es representar a los niños, y que representarían a Hillary, si yo estaba de acuerdo y Hillary estaba de acuerdo. Y me preguntaron si me parecía bien que ellos fueran a verla. A lo que yo dije: “Sí, absolutamente”. Y pregunté: «Escuche, necesito saber cuánto tengo que pagarles porque, bueno, tengo una casa, no es mucho como patrimonio, pero puedo conseguir algunos préstamos y obtener un poco de dinero». Y ellos me dicen: “No, creo que usted no entiende. Estamos aquí por los niños. Queremos ayudar a su hija. No se preocupe por nada de eso”. “Está bien”, respondí. Así que fueron a ver a Hillary. Y por primera vez, tuvimos esperanza. Aún así, no pude verla por tres semanas. Se me permitía una llamada telefónica de un minuto.

    AMY GOODMAN: ¿No pudiste ver a tu hija de 15 años de edad por tres semanas?

    LAURENE TRANSUE: No, no.

    AMY GOODMAN: ¿Las llamadas eran de un minuto? ¿Sesenta segundos?

    LAURENE TRANSUE: Sí, la primera llamada fue las dos llorando todo el tiempo, histéricas, ambas pidiendo disculpas a la otra. La conversación fue “lo siento”,”no, yo lo siento, mamá”,”no, Hillary, es mi culpa. Lo siento tanto”. Así pasó nuestro minuto y luego se acabó la llamada. Y la semana siguiente, creo que tuvimos cinco minutos, y la siguiente semana fueron ocho minutos.

    HILLARY TRANSUE: Creo que fueron ocho minutos, lo máximo.

    LAURENE TRANSUE: Pero con alguien allí escuchando, y si ella comenzaba a hablar de cualquier cosa relacionada con un abogado o con salir de allí, le cortaban el teléfono.

    AMY GOODMAN: Quiero avanzar rápidamente hasta 2011. El juez Ciavarella es acusado, juzgado y condenado. Eso sucede ocho años después de la primera vez que el hijo de Sandy Fonzo se para ante el juez y éste lo envía a prisión. De modo que, cuando el juez Ciavarella es declarado culpable, Sandy Fonzo, que ya ha perdido a su hijo Ed Kenzakoski —él se pegó un tiro en el corazón— confronta al juez.

    AL FLORA JR: Este no es un caso de «menores a cambio de dinero», y esperamos que alguien empiece a entende eso.

    SANDY FONZO: Ah, ¿no lo fue? ¡Porque mi hijo ya no está aquí! ¡Mi hijo no está aquí! ¡Está muerto! ¡Gracias a él! ¡Arruinó mi [pitido] vida! ¡Espero que se vaya al infierno y se pudra allí para siempre!

    GUARDIA DE SEGURIDAD: Señora, por favor.

    SANDY FONZO: ¡No! ¿Sabe lo que le decía a todo el mundo en el tribunal? Tienen que rendir cuentas por sus acciones. ¡Usted tiene que rendir cuentas! ¿Se acuerda de mí? ¿Se acuerda de mí? ¿Se acuerda de mi hijo, un luchador estrella? ¡Se ha ido! ¡Se pegó un tiro en el corazón! ¡Basura!

    AMY GOODMAN: Háblanos de eso, Sandy. ¿Qué sucedó? ¿Estabas allí por el juicio?

    SANDY FONZO: Yo planeaba ir, y luego cuando empezó el juicio, no logré ir y sentarme allí y mirarlo y escuchar sus mentiras. Y me mantuve alejada hasta el día de culpable, es decir, cuando fue declarado culpable; yo quería estar allí. Estaba trabajando y todo el tiempo recibía mensajes de la gente, diciéndome que lo habían declarado culpable de esto, que lo habían declarado culpable de lo otro, y bueno, tenía como un ataque de pánico. Y ya se lo iban a llevar. Le iban a poner grilletes y se lo iban a llevar, ese día lo iban a encerrar. Así que, bueno, a esa altura yo era un desastre, estaba destrozada emocionalmente. Y en mi trabajo, todo el mundo me decía: “Tienes que ir”. Y yo sólo quería estar allí. Quería verlo salir de allí, encadenado, quería verlo irse a la cárcel.

    Y yo no sé cómo, pero llegué. De alguna manera conduje hasta allí. Nadie sabía que yo estaba ahí. Todo el mundo pensaba que yo estaba en el trabajo. No me recuerdo para nada el trayecto en auto. Sencillamente terminé ahí. Y escuché, mientras estaba parada ahí afuera, me enteré de que él no iba, de que iba a quedar libre, bajo el cuidado de su hija o algo así.

    AMY GOODMAN: Bajo custodia.

    SANDY FONZO: Bajo custodia, pero que no iba a ir a la cárcel. Así que, bueno, nuevamente perdí toda la esperanza. ¿Sabes? Es como que siempre, todo el tiempo te están decepcionando. Y estaban por hacer un comunicado a la prensa, y él estaba saliendo con su abogado, Al Flora.

    AMY GOODMAN: Para una conferencia de prensa.

    SANDY FONZO: Así es.

    AMY GOODMAN: En la escalinata de la corte.

    SANDY FONZO: En la escalinata de la corte. Así que cuando él iba saliendo, me acerqué con todos los medios de comunicación y toda la gente que estaba allí. Y yo estaba ahí, sin ninguna idea de qué iba a hacer. Pero bueno, cuando empezaron a decir: “Sí, esto no fue un caso de «menores a cambio de dinero», simplemente perdí el control. No recuerdo lo que dije. No me acuerdo de lo que que salió de mi boca. Todo lo que sé, lo único que me acuerdo es estar, bueno, ser llevada al otro lado de la calle después de eso; eso es todo lo que recuerdo.

    AMY GOODMAN: Esa era Sandy Fonzo. Su hijo, Ed Kenzakoski, se suicidó después de varios años entrando y saliendo de la cárcel. Su primera condena fue a los 17 años, a cargo del Juez Mark Ciavarella. Cuando regresemos del corte, hablaremos con uno de los abogados que ayudaron a lograr que estos jueces respondieran por sus actos, y con el director de la película que cuenta la historia, llamada «Kids for Cash». Quédense con nosotros.

    [Corte]

    AMY GOODMAN: Seguimos en Democracy Now, democracynow.org, el informe de guerra y paz. Soy Amy Goodman. Hoy estamos dedicando el programa al escándalo conocido como “menores a cambio de dinero”, la impresionante historia de miles de niños y niñas de Pennsylvania que fueron encarcelados por dos jueces corruptos, que recibían sobornos de empresas constructoras y propietarias de las prisiones privadas “PA Child Care” en el Municipio de Pittston y su compañía hermana, “Western PA Child Care” en el Condado de Butler; las dos en el estado de Pensilvania. Veamos un fragmento del nuevo documental sobre el tema, «Kids for Cash», donde aparece una de las niñas encarceladas, Amanda Lorah.

    AMANDA LORAH: Yo estaba en octavo grado. Tenía 13 años. Esta chica y yo habíamos sido amigas. Y luego ella estaba sentada atrás mío y empezó a decirme “zorra”, “puta” y “no te soporto”, porque ya no éramos amigas. Así que le tiré con una pelota de voleibol. Más tarde, ella pasó frente a mí y me hizo como un desaire, como un jueguito con su pelo en mi cara. Y ahí, bueno, eso significaba que estaba todo mal. Terminamos peleando. Me llevaron a la dirección, había un agente de policía, llamaron a mi padre, le dijeron que viniera a llevarse a su “hija loca fuera de su escuela. Está causando problemas”.

    TERRY LORAH: Imagínate, tu hija encerrada por abofetear a otra chica. Es algo que no debaría haber ido más allá de un juez de paz, ya que la escuela no estaba satisfecha con suspenderla por tres días; no había porqué enviarla a un juez de menores. Y luego, enterarnos de que todo fue por pura codicia.

    AMANDA LORAH: Esta señora emujó a mi papá y me agarró del brazo. Y me dijo: “Ven conmigo”.

    AMY GOODMAN: Veíamos un fragmento de la nueva película, “Kids for Cash”. Nos acompaña Robert May, director y productor de la película. Algunas de sus películas anterioress son: The War Tapes, The Station Agent y la ganadora de un Oscar, Fog of War.

    También nos acompaña Robert Schwartz, director ejecutivo de la organización Juvenile Law Center de Filadelfia, Pensilvania. Él critica a la comunidad jurídica por no detener el escándalo de “menores a cambio de dinero”.

    ROBERT SCHWARTZ: Un sector importante de la comunidad jurídica pasaba por ese tribunal, durante un período de cinco años, y no hicieron nada sobre este tema. Los abogados de oficio no hicieron nada. De hecho, las investigaciones posteriores demostraron que ellos no querían tomar más casos y, ciertamente, no querían enfrentarse al Juez Ciavarella. También había abogados privados en esa corte. No hicieron nada. Los fiscales estaban allí, participaban en todos los casos. Veíann como los y las jóvenes eran encadenados y arrastrados fuera de la sala de audiencias.

    AMY GOODMAN: Claro, pero mucha gente dice: “Bueno, para eso es la fiscalía”.

    ROBERT SCHWARTZ: Bueno, pero tienen la obligación ética de ver que se haga justicia. Eso está en el Código de Responsabilidad Profesional. Ellos no respetaron ese código, tampoco. Los funcionarios de la oficina de libertad condicional veían que los chicos eran arrastrados fuera de la sala, encarcelados por infracciones menores. Mientras el resto del país estaba girando hacia una política de resolver en la comunidad los problemas de los jóvenes y sacar de las cárceles al sistema de justicia de delincuencia juvenil; en la corte del juez Ciavarella sucedía todo lo contrario. Allí era “metamos a los chicos para adentro”. Y uno tras otro eran enviados a prisión.

    AMY GOODMAN: De modo que tu ya sentías que los jueces, que este juez era culpable por encarcelar a tantos chicos. Estamos hablando de miles de chicos y chicas.

    ROBERT SCHWARTZ: Supimos que él había violado los derechos de cientos y cientos de chicos cuando hicimos nuestra investigación inicial. En la primavera de 2008, presentamos una solicitud ante la Corte Suprema de Pennsylvania, pidiendo que revocaran todas estas declaraciones de delincuencia, las sentencias de culpable, y que limpiaran los historiales de los chicos. Les pedimos que aplicaran la jurisdicción extraordinaria que llamamos “tribunales del rey”, por la cual tendrían el poder de actuar aunque los plazos para apelaciones hubiesen caducado.

    Después de que presentamos esa solicitud, el FBI llamó a nuestra directora legal, Marsha Levick, y le preguntó qué información teníamos. Sin que nosotros lo supiéramos, ellos habían iniciado su propia investigación sobre el Juez Conahan, el ex juez principal del condado de Luzerne, por sus conexiones con el crimen organizado. O sea que había un par de líneas de investigación que caminaban al mismo tiempo y que finalmente se hicieron públicas en enero de 2009, cuando el Fiscal General del Distrito Central de Pennsylvania emitió las órdenes de imputación con declaraciones preliminares de culpabilidad sobre el Juez Ciavarella y el Juez Conahan.

    AMY GOODMAN: Explícanos de qué fue acusado Ciavarella y todo este tema de “menores a cambio de dinero”.

    ROBERT SCHWARTZ: El juez Ciavarella fue acusado por el robo de servicios ilegales —o sea, el robo de servicios legales, el robo lo hace ilegal—, por fraude electrónico, evasión de impuestos. Y la imputación original que él y Conahan firmaron también hablaba acerca de un quid pro quo, es decir que estaba recibiendo dinero a cambio de encerrar a los menores. Pero lo que sí sabemos con seguridad es que él recibió dinero —o al menos que fue acusado de recibir dinero y lo admitió en el primer acuerdo con la parte acusadora— del contratista que construyó un centro de detención en el condado de Luzerne y de uno de los propietarios de la instalación penitenciaria privada construida.

    AMY GOODMAN: Esto nos lleva a Robert May, director y productor del nuevo documental, llamado “Kids for Cash”. Algunas de sus películas anteriores son “The War Tapes” y la ganadora de un Oscar “Fog of War”. Has hecho algo muy inusual. No sólo filmaste a través de los años las historias de las familias, de los padres y los niños que fueron encarcelados, sino que también te las arreglaste para hablar con los dos jueces condenados, pero lo hiciste mucho antes de que fueran declarados culpables. Cuéntanos.

    ROBERT MAY: Bueno, cuando comenzamos con esto, nos dijimos, a ver, no vamos a hacer esta película, a menos que podamos tener acceso tanto al villano como a la víctima, porque entonces no sería más que otra historia de alguna manera unidimensional, con una sola versión. Y la historia de los chicos parecía tan obvia, que pensamos que tenía que haber algo más para contar de la historia. Y queríamos entender mejor qué podía ser ese «algo».

    AMY GOODMAN: Entonces, ¿cómo conseguiste que estos jueces hablaran?

    ROBERT MAY: Bueno, tomó un poco de tiempo, porque no los conocía para nada, nunca los había visto. Una vez que encontré la forma de llegar al juez Ciavarella, mi argumento para convencerlo era en realidad bastante simple. Fui y le dije: “Creo que aquí se está mostrando de alguna manera una historia unívoca, principalmente desde los medios de comunicación, que dice que usted es el juez que intercambia “menores por dinero”. Que usted aceptó dinero a cambio de encerrar a menores de edad. Que hizo un negocio de chicos a cambio de dinero. Eso es todo. Eso es lo que veo. Eso es lo que leo. Eso es todo lo que me muestran. Asumo que esta historia tiene otra cara”.

    AMY GOODMAN: Veamos un fragmento de tu película, “Kids for Cash”, donde habla el ex juez
    Mark Ciavarella.

    MARK CIAVARELLA: No le he dicho a mi abogado que acepté hacer este documental. Y tal vez hacer esto que estoy haciendo termine siendo perjudicial para mí, pero me pareció que era mi oportunidad de decirle a la gente lo que que realmente sucedió. No soy un juez loco que andaba por ahí desechando chicos, encerrándolos y poniéndoles grilletes. Nadie miró realmente toda la escena. Sólo quisieron ver una pequeña parte de lo que pasaba. Los medios sólo se concentraron en cubrir esto de “dinero a cambio de menores”. Si el FBI quería acusarnos de eso, entonces, que presenten los cargos, e iremos a juicio.

    AMY GOODMAN: Ese era el Juez Mark Ciavarella. Robert May, cuéntanos cómo fueron estas conversaciones con él, a lo largo de varios de años. Él dice que no fue “menores a cambio de dinero”.

    ROBERT MAY: Así es. Nosotros queríamos dar cuenta de la historia viva, literalmente, y seguir sus pasos y del otro juez a lo largo del juicio, todo lo que iba a suceder. Y nuestro proceso de entrevistas es largo. Lleva mucho tiempo. Y ellos fueron muy coloquiales. Abarcamos muchas cosas, o sea, desde los primeros recuerdos de los jueces hasta el final del juicio y la sentencia. Así que creo que desarrollamos un alto nivel de confianza, como para que él terminara hablándonos acerca de todo esto, y en detalle.

    AMY GOODMAN: Y el juez Michael Conahan, ¿por qué qué decidió hacer esto? ¿Y cuál era la relación entre estos dos jueces? ¿Conahan era el llamado juez principal?

    ROBERT MAY: Sí, correcto. Así es. Bueno, Michael Conahan, cuando era juez, realmente era, o sea, tenía mucho poder. Mucho poder realmente. Y también era un juez que nunca daba entrevistas a los medios. Nunca hablaba con los medios. Así que fue algo muy raro que nosotros pudiéramos llegar a él, la verdad. Pero también él sentía que la historia se estaba presentando unívocamente y quería tener la oportunidad para, bueno, dar su versión de la historia.

    AMY GOODMAN: Esto se vincula con el tema de la política de tolerancia cero.

    ROBERT SCHWARTZ: Así es.

    AMY GOODMAN: Explícanos hasta donde llega la revisión de esta política, en qué instancias se está revisando y en cuáles no; llegando incluso hasta el presidente Obama.

    ROBERT SCHWARTZ: Bien, esa es una gran pregunta. La política de tolerancia cero tuvo su auge en la década de 1990. Hace 20 años el Congreso aprobó la Ley de Zonas Escolares Libres de Armas, para evitar tener armas en las escuelas, pero los distritos escolares fueron mucho más lejos. Expulsaban a los chicos por cuestiones muy, muy pequeñas. Después de la masacre de Columbine en 1999 la situación se puso peor aún, no en el sentido de tratar de resolver legítimamente el tema de las armas en las escuelas, sino en resolver ilegítimamente transgresiones insignificantes, desde la dirección, como para poder librarse de los chicos a quienes no querían en el aula.

    Esto ha generado gradualmente repercusiones negativas, a lo largo de los últimos cinco o 10 años, y esta historia es parte de esas repercusiones. Hay defensores de padres y madres, abogados de los chicos y chicas, está la campaña Dignidad en las escuelas y muchos de nuestros colegas que han trabajado para deshacer muchas políticas de tolerancia cero, realmente tontas. Y a principios de enero, la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia y el Departamento de Educación en Washington, emitieron a nivel federal una directriz para los aproximadamente 15.000 distritos escolares de los Estados Unidos, diciendo: “Tienen que tener mucho cuidado, porque las políticas de tolerancia cero se están aplicando de forma incorrecta y sin equidad, con impactos en las desicualdades étnicas y raciales de nuestros sistemas, y nuestros niños están resultando realmente lastimados.” Y por primera vez, el gobierno federal está diciendo: “Tómenlo con calma. Lo que hace 20 años parecía razonable, en la práctica resultó ser tremendamente poco razonable, e injusto para los niños, para las familias y para la comunidad.”

    AMY GOODMAN: Robert May, ¿qué es lo que más te sorprendió al hacer esta película? Y te ha llevado años hacerla.

    ROBERT MAY: Lo que más me sorprendió fue la fortaleza de las familias y de los chicos y chicas. Lo inteligentes que son realmente, las familias y los chicos. O sea, se trata de familias que, según creo, el Juez Ciavarella juzgó como, bueno, como poco dignas, o algo así. Es difícil discernir. Es decir, está el estigma de que este chico hizo algo mal, y por tanto, es un chico problemático. Y al pasar tiempo con los chicos y sus familias ha sido increíble para mí, porque son personas muy inteligentes. Son chicos que han sido privados de una educación; no todos, pero la mayoría. Hillary es la excepción. Ella tuvo una gran educación. Pero estuvo cerca de no tenerla. Entonces, creo que como sociedad, cuando los adolescentes se meten en problemas, y sobre todo si son etiquetados como delincuentes juveniles, pensamos: “Son chicos malos. No quiero que mis hijos se acerquen a ellos.” O sea, yo tengo dos adolescentes, así que solía pensar de esa manera. Solía pensar: “Bueno, ese chico es un alborotador, siempre se mete en problemas. No quiero a mis hijos cerca de él”, porque juzgaba a esos chicos como mala gente, y también a sus padres. Todos malos.

    La otra cosa que he aprendido es que no fueron sólo los chicos y chicas quienes vivieron el trauma. También sus padres y madres sufrieron esto. Son las familias. Las familias han pasado por un trauma tremendo. Y a menudo sucede, también, que los chicos son castigados por cosas, en algunos casos, que los padres han hecho. De modo que es una combinación de cosas. Pero creo que todas las familias a las que fuimos entrevistando y filmando para esta película, incluyendo las que no llegaron a aparecer en la película, ya que también fuimos siguiendo otras historias, sin duda estarán siempre en mi corazón. Les he tomado mucho cariño.

    AMY GOODMAN: Escuchábamos a Robert May, director y productor del nuevo documental llamado “Kids for Cash” y a Bob Schwartz, director ejecutivo de la organización Juvenile Law Center de Filadelfia, Pensilvania. Actualmente, el Juez Mark Ciavarella está condenado a 28 años, y el juez princpial Michael Conahan a 17 años, por aceptar 2,6 millones de dólares de dos prisiones privadas. Ciavarella cumple su sentencia en Illinois, Conahan en Florida. Ambos jueces hablaron con el cineasta Robert May antes de ir a la cárcel. En octubre, las empresas que gestiónan centros de detención para menores que estuvieron en el centro de este escándalo de ”menores a cambio de dinero“ en Pennsylvania, arreglaron la demanda civil por 2.5 millones de dólares. La película «Kids for Cash» se estrenará en Filadelfia en la noche del miércoles, en el Centro Kimmel para las Artes Escénicas de Filadelfia. Y luego se estrenará en cines de todo el país. Publicaremos la información en nuestra página web. También pueden acceder en el sitio web a nuestra cobertura del escándalo de “menores a cambio de dinero”. Todo eso se encuentra en democracynow.org.

    Traducido por Alfonso Moreno, Manuel Munévar y Héctor Vides. Edición: Verónica Gelman y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org.

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