Mientras Snyder pronunciaba su discurso el martes, habitantes de la ciudad se manifestaron para seguir pidiendo su renuncia y arresto. Una manifestante, Melissa Mays, afirma que sus hijos han sufrido problemas de salud crónicos (de problemas cognitivos a anemia) por haber tomado el agua contaminada.
Mays declaró: “Pusieron veneno en nuestros hogares, y alimentamos con él a nuestros hijos. Nos dijeron que el agua era potable. El estado nos falló. Nos mintieron, nos quitaron nuestro derecho de proteger a nuestros hijos y nuestras familias. Nos quitaron el futuro de nuestros hijos. Estamos aquí para decir que ya no seremos sus víctimas”.