Kenia anunció que cerrará el campo de refugiados más grande del mundo en el transcurso de un año, lo que obligaría a unos 300.000 refugiados somalíes a regresar a su país, que se encuentra devastado por la guerra. Kenia justifica la medida alegando que el campo de Dadaab ha sido utilizado por la agrupación combatiente al-Shabaab como lugar para el contrabando de armas. Organizaciones de defensa de los derechos humanos denuncian la amenaza de cierre. La directora de Amnistía Internacional Reino Unido, Kate Allen, sostuvo que “obligar [a los somalíes] a volver a la violencia y la persecución es inmoral e ilícito, y supone el riesgo de incrementar la inestabilidad y el desplazamiento en la región”.
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