¿Qué es lo que impulsa a los simpatizantes de Trump?: la socióloga Arlie Russel Hochschild habla del enojo y el duelo de la derecha estadounidense

Reportaje28 de septiembre de 2016

Tras el primer debate presidencial, la dirigencia del Partido Republicano y los periódicos conservadores siguieron distanciándose de Donald Trump, ante las crecientes acusaciones de racismo, sexismo, xenofobia e islamofobia. Hoy se informó que está previsto que el ex senador republicano de Virginia John Warner apoye a Clinton. Esto se produce en momentos en que el principal periódico de Arizona, The Arizona Republic, apoyó a Hillary Clinton. Es la primera vez que dicho periódico apoya a un candidato a presidente demócrata. El comité editorial escribió “Desde que The Arizona Republic se empezó a publicar en el año 1890, nunca apoyamos a un demócrata por encima de un republicano para el cargo de presidente. Nunca. […] Este año es diferente”.

Para saber más de este tema, vea la entrevista que le hicimos a Arlie Russell Hochschild, una reconocida socióloga que pasó gran parte de los últimos cinco años con algunos de los principales partidarios de Trump, mientras investigaba para su nuevo libro “Strangers in Their Own Land: Anger and Mourning on the American Right” (Extranjeros en su propia tierra: enojo y duelo en la derecha estadounidense).

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

JUAN GONZÁLEZ: Después del primer debate presidencial el lunes por la noche, la dirigencia del Partido Republicano y los periódicos conservadores siguen tomando distancia de Donald Trump, ante crecientes acusaciones por el racismo, sexismo, xenofobia e islamofobia en sus declaraciones. Según se informa, el ex senador republicano de Virginia John Warner tiene previsto declarar hoy su adhesión a Clinton. Al mismo tiempo, el principal periódico de Arizona, The Arizona Republic, también ha anunciado su apoyo a Hillary Clinton. Es la primera vez que dicho periódico respalda una candidatura presidencial demócrata. El comité editorial escribió: “Desde que The Arizona Republic se empezó a publicar en el año 1890, nunca hemos preferido apoyar al candidato presidencial demócrata más que al republicano. Nunca. […] Este año es diferente”.

AMY GOODMAN: Sin embargo, Donald Trump no ha perdido apoyo en sectores clave de su base electoral de extrema derecha, lo que a veces se conoce como la derecha alternativa o “alt-right”. Se ha informado que, durante el debate, partidarios de Trump de esta extrema derecha inundaron los sondeos de opinión por internet, en los que el mismo usuario podía votar varias veces, para generar la ilusión de que Trump era el ganador según las encuestas no oficiales. A lo largo de su campaña, Trump se ha mostrado muy receptivo a esta derecha alternativa, con medidas tales como el nombramiento de Stephen Bannon como jefe de campaña. Bannon fue director de la página web de derecha Breitbart Media, cuyo ex jefe de redacción describe como “el sitio web indicado para la derecha alternativa”.

Pues bien, nuestra invitada para esta última parte del programa es la reconocida socióloga Arlie Russell Hochschild. Pasó gran parte de los últimos cinco años con algunos de los mayores partidarios de Donald Trump realizando trabajos de investigación para su nuevo libro, titulado: “Strangers in Their Own Land: Anger and Mourning on the American Right” (Extranjeros en su propia tierra: enojo y duelo en la derecha estadounidense) que acaba de ser nominado a un premio del programa American Book Award. Felicitaciones, Arlie.

ARLIE RUSSELL HOCHSCHILD: Gracias.

AMY GOODMAN: Bueno, cuéntanos por qué escribiste este libro. Eres profesora de la Universidad de Berkeley, California y socióloga. ¿Qué te llevó hasta el sur de Louisiana?

ARLIE RUSSELL HOCHSCHILD: Bueno, hace cinco años, sentía que ya nos estábamos distanciando mucho y que la derecha estaba creciendo. Y que yo estaba en un enclave, un enclave geográfico, mediático, electrónico. Todos vivimos en enclaves. Y me propuse alejarme lo máximo posible de mi propio enclave. Enseño sociología en Berkeley, California. ¿Cuál seria el extremo opuesto? Pensé: “Bueno, la derecha está creciendo en el sur del país. Así que voy para el sur. Está creciendo entre la gente blanca. Bueno, buscaré gente blanca. Gente mayor, evangélica. Bueno, voy donde haya gente mayor, evangélica; aunque no todos eran evangélicos. ¿Cuál sería este sur-sur?” Y me fijé en los resultados del 2012. ¿Cuánta gente blanca votó por Obama? En California fue la mitad. En todo el sur como región, fue un tercio. Y en el estado de Louisiana fue el 16%. Así que pensé: “Este es el sur-sur, bueno, ahí es donde quiero ir”. Y justo tuve la suerte de tener un contacto allí, así que ese fue mi punto de partida. Al final, a lo largo de más de cinco años entrevisté a 60 personas. Cuarenta de ellas eran simpatizantes entusiastas del Tea Party. Y realmente, lo que hice fue intentar atravesar un muro de empatía. Busqué apagar mi propio sistema de alerta política y tratar de ver realmente cómo es ser ellos.

Y de hecho, bueno, tuve una experiencia interesante con una de las primeras mujeres que conocí. Era cantante de gospel en una iglesia pentecostal, muy amable y extrovertida. La conocí en una reunión de Mujeres Republicanas del Suroeste de Louisiana. Ella estaba sentada justo frente a mí y dijo: “Me encanta Rush Limbaugh”. Yo me dije: “Tengo que hablar con ella. No sé por qué. Me resulta interesante. Me da curiosidad”. Así que al día siguiente nos fuimos a tomar unos tés dulces y me dijo: “Ah, me encanta Rush Limbaugh porque odia a las feminazis”. Bueno, me tomé un rato y le dije: “Bueno, ¿qué es una feminazi? ¿Qué sería? Y me dijo: “Bueno, son esas feministas que, bueno, son duras y rígidas, agresivas y ambiciosas”. Yo pensé: “Bueno, a mí tampoco me gusta la gente dura, rígida y agresiva, la verdad”. Pensándolo así. Y luego dijo: “¿Te resulta difícil escuchar lo que digo?” Yo pensé: “Bueno, ella se está poniendo en mi lugar”. Y le dije: “De hecho, no me resulta difícil, porque he bajado la guardia, políticamente, y realmente quiero saber cómo es la vida para ustedes aquí, entonces…” Y ahí ella me dijo: “¿Sabes qué? Yo también hago eso a veces”. O sea que teníamos eso en común, de hecho. Y luego me explicó: “¿Sabes qué es lo que realmente me gusta de Rush Limbaugh? Que es como si me estuviera defendiendo contra todos los medios progresistas que me tratan de pueblerina reaccionaria, que dicen que soy muy sureña, que soy atrasada, que soy ignorante, que soy homófoba, racista, sexista. Y me alegra que hayas venido”. De modo que fue una experiencia increíble, en la que conocí gente muy interesante y compleja que no encaja en esa categoría deplorable de “pueblerino reaccionario”, sino que es gente compleja, a su propio modo, y que en muchos aspectos podrían tener mucha afinidad con la izquierda, si tan sólo lográramos atravesar ese puente.

JUAN GONZÁLEZ: Bueno, después de todas las entrevistas que realizaste en ese período, decidiste llamar a tu libro “Strangers in Their Own Land” (Extranjeros en su propia tierra), ¿por qué?

ARLIE RUSSELL HOCHSCHILD: Sí. Bueno, esta es la cuestión. Decidí poner ese título porque, al fin y al cabo, describe lo que mucha de esta gente siente. Yo hablo de la historia profunda, porque he preguntado una y otra vez: “¿Por qué odias al gobierno, o sea, por qué odias todas las cosas que hace el gobierno?” Y lo que ellos decían… bueno, había muchas respuestas a eso, pero una era esta; la historia profunda. ¿Qué es una historia profunda? Es un relato que se siente verdadero. Descontando los hechos, descontando los juicios. Es un sentir.

Sentir que estás en… haciendo fila para llegar a algo que realmente quieres: el “sueño americano”. Y sientes que realmente lo mereces. Has trabajado muy duro. Muchos de estos tipos trabajaban en fábricas, instalando tuberías en la industria petroquímica, o sea que es un trabajo duro. Entonces, has trabajado muy duro y ves que la fila no se mueve. Es como una peregrinación hacia arriba, hacia el ascenso social. Pero no se está moviendo. Y luego ves que hay gente que se está metiendo en la fila. Pues bien, ¿quiénes son? Son mujeres que a través de las políticas de acción afirmativa pueden presentarse formalmente a trabajos que antes eran solo para hombres, o negros que han recibido beneficios por las políticas de acción afirmativa y ahora tienen acceso a puestos de trabajo que antes eran solo para blancos.

También los inmigrantes. Los refugiados. Y por todo eso, la sensación es de estar retrocediendo en la fila. Entonces ves a Barack Hussein Obama, que debería encargarse de supervisar la fila imparcialmente pero lo ves saludar a quienes se están metiendo en la fila. Y entonces piensas: “Ah, él gobierna para ellos, no para mí. Y de hecho, él también se coló en la fila. ¿Cómo entró a Harvard? ¿Cómo llegó a Columbia? ¿De dónde sacó el dinero? Su madre era madre soltera. ¿Cómo hizo?” Y entonces empiezan a sentir que son extranjeros en su propia tierra. Sienten que el gobierno se ha convertido en una enorme máquina que margina a la gente. No lo sienten propio. De hecho, sienten que los está postergando. Y entonces alguien los mira desde el principio de la fila y les dice: “Ey, eres un pueblerino reaccionario”, o algo así. Y es como agregarle sal a la herida. Como que llegaron a un punto crítico, en el que no sólo se sienten marginados, o sea, incluso demográficamente son un grupo cada vez más pequeño. Sienten que son los únicos religiosos en una cultura cada vez más secular. Sus actitudes son menospreciadas, de modo que ellos se ven culturalmente menospreciados. Y luego viene la crisis económica. Entonces sienten: “Necesito un líder diferente”.

AMY GOODMAN: Arlie, cuéntanos acerca del hombre que conociste cuya comunidad fue tragada entera por un socavón producido por un desastre petrolero.

ARLIE RUSSELL HOCHSCHILD: Este hombre de hecho había nacido en una plantación, hijo de un fontanero, el quinto de siete hermanos. Pasó la mayor parte de su vida adulta trabajando para la industria petrolera. Un gran simpatizante del Tea Party. No le gusta el gobierno, cree que debería reducirse a 5% de lo que es. Ama la pesca, le encanta cazar. Ama la naturaleza. Y vivía en una zona pantanosa llamada Bayou Corne. Y lo que ocurrió fue que una empresa, Texas Brine, hizo una perforación en el fondo del pantano que afectó un domo salino subterráneo. Y fue como sacarle el tapón al pantano. El agua empezó a bajar, bajar, bajar. Cipreses de cien años cayeron y fueron absorvidos.

Y luego subió a la superficie un lodo lleno de gas metano, primero fue como un pequeño charco, del tamaño de una casa. Y ahora son 15 hectáreas de lodo tóxico. Y bueno, lo que este hombre me dijo es que el gobierno había interferido con la comunidad; él amaba la comunidad. Y ahora esta empresa, Texas Brine, cuyas actividades no habían sido reguladas, o habían sido reguladas insuficientemente, había arruinado su comunidad y su Tea Party. Entonces le pregunto: “Por dios, o sea, ¿acaso no querrías una buena regulación? ¿Por qué vas a votar a Donald Trump, cuya única propuesta concreta es anular la Agencia de Protección Ambiental? No lo entiendo”. Y ahí él habló del gobierno como una gran máquina marginadora, pero además dijo algo que creo que deberíamos…

AMY GOODMAN: Pero ¿no culpaba a la empresa?

ARLIE RUSSELL HOCHSCHILD: Bueno, varias veces le pregunté: “¿Y qué pasa con Texas Brine? ¿No estás enojado con ellos?” Y él decía: “Sí, estoy enojado con ellos, pero estoy más enojado con el gobierno del estado”. Y eso tiene un motivo, algo que yo no sabía y ahí me enteré. Lo que sucede en Louisiana, que creo que puede ser una versión exagerada de lo que sucede en muchos estados, es que las empresas petroleras realmente manejan el estado. El gobierno estatal es servil a la industria petrolera y petroquímica. La actitud que tienen es: “Oh, por favor, vengan a instalarse aquí en Luisiana, no se vayan a Texas. Les daremos 1.500 millones de dólares en calidad de 'incentivo', de promoción a la actividad”. Y con ese dinero las empresas hacen donaciones a la Sociedad Audubon y a un santuario de aves. Entonces la gente piensa: “Oh, esta empresa es generosa. Está haciendo cosas buenas y además genera empleo”, aunque no genera demasiados puestos de trabajo, ya que son plantas altamente automatizadas que traen mucha mano de obra calificada de otras partes. Pero bueno, la empresa logra mantener una buena imagen. Mientras tanto, el estado solo acata las órdenes de las empresas. No es un estado regulado, los encargados de la regulación no están haciendo su trabajo. Entonces, en cierto modo, el estado se ha convertido en la oficina de quejas de las empresas. Hace el trabajo sucio de las empresas. Dice: “Bueno, deberíamos, o sea, hay que regular esta actividad”, pero no lo hace. Por lo tanto, los Mike Schaff de Louisiana piensan: “¿Por qué le sigo pagando impuestos a un estado que no hace su trabajo?” Y así se articula una lógica social con una personal. Porque hay gente que no ha visto un aumento en dos décadas, que su esposa está trabajando, que ellos están trabajando horas extras, deben dinero al banco. Y piensan: “¿Cómo voy a alcanzar el sueño americano, si estoy estancado? Seria mejor quedarme con el dinero de los impuestos, ya que igual no están haciendo su trabajo” -ese es un segundo… otro motivo por el que este hombre quería achicar el estado.

JUAN GONZÁLEZ: Otra pregunta: Hillary Clinton ha dicho que muchos de los partidarios de Donald Trump entrarían en lo que llama una “cesta de deplorables”, un comentario que ya se ha hecho famoso. ¿Cuál es tu sensación después de haber entrevistado a muchos de ellos? ¿Estás de acuerdo con esa afirmación? Y ¿crees que ha tenido algún impacto en el reciente crecimiento del apoyo hacia Trump?

ARLIE RUSSELL HOCHSCHILD: Creo que si, de hecho. Creo que eso tiene sentido. Acabo de regresar de Louisiana. Organicé una cena para la gente sobre la que he escrito. Y una mujer llegó con una chaqueta roja y cuando se la quitó, abajo llevaba una camiseta roja que decía: “adorables deplorables”. Así que se burlaron de eso. Y ahora hay una caravana en marcha, llamada Rosie, de mujeres republicanas, que vende estas camisetas. Pero ¿cuál era la actitud de la gente que yo conocí con respecto al racismo? Compleja. No se consideraban racistas. Les preocupaba que yo pensara que lo eran y, de hecho, evitaban el tema. Así que tenía que esperar a que surgiera. Y ahí pude ver que que para ellos el racismo es odiar a la gente negra o utilizar ciertos insultos. Y ellos no odian a la gente negra, ni utilizan esos insultos, por lo que no se consideran racistas. No se están fijando en eso, sino, o sea, si puedes conseguir un apartamento en las Trump Towers o, por ejemplo, los beneficios del gobierno después de la Segunda Guerra Mundial, ese tipo de cosas.

AMY GOODMAN: Nos quedan 15 segundos.

ARLIE RUSSELL HOCHSCHILD: Bueno. Así que es un tema complejo. Y es gente con la que no deberíamos perder las esperanzas.

AMY GOODMAN: ¿Te sorprendió que Hillary Clinton utilizara ese término?

ARLIE RUSSELL HOCHSCHILD: Sí, me sorprendió. Pensé: “Hillary, ven conmigo a Louisiana a conocer a alguna de esta gente”.

AMY GOODMAN: ¿Y por qué se identifican con Donald Trump, que se define a sí mismo como multimillonario?

ARLIE RUSSELL HOCHSCHILD: Sí, bueno, ellos piensan que también quisieran ser multimillonarios. Lo ven como una posibilidad de rescate, un rapto secular: “Sácame de esta miseria, haz que deje de ser extranjero en mi propia tierra”.

AMY GOODMAN: Vamos a continuar la conversación fuera del aire y la podrán ver en internet en democracynow.org. Arlie Russell Hochschild es autora de “Strangers in Their Own Land: Anger and Mourning on the American Right” (Extranjeros en su propia tierra: enojo y duelo en la derecha estadounidense). El libro ha sido nominado a un premio del programa American Book Award 2016. Además, es profesora emérita de sociología en la Universidad de California, en Berkeley.

Traducido y editado por Verónica Gelman

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