“Queremos que vuelva la democracia”: miles de personas protestan en Chile contra la desigualdad en medio de la represión militar

Original en Español21 de octubre de 2019
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En Chile, al menos unas ocho personas murieron en los disturbios generalizados que paralizaron Santiago y desataron una violenta represión policial en todo el país. Las protestas empezaron en respuesta al aumento de las tarifas del subterráneo hace dos semanas y se convirtieron en un levantamiento masivo contra la creciente desigualdad, el alto costo de vida y las privatizaciones. El presidente Sebastián Piñera canceló el aumento de tarifas el sábado, pero los manifestantes convocaron para el día de hoy una huelga nacional. En respuesta al malestar civil durante el fin de semana, Piñera declaró el estado de emergencia en Santiago y otras cinco ciudades, impuso el toque de queda y sacó los militares a la calle por primera vez desde el régimen de Augusto Pinochet. Los tanques militares recorrieron las calles de Santiago este fin de semana y al menos 1400 manifestantes fueron detenidos. Francisca Perales, una de las líderes de Convergencia Social, partido político de izquierda recientemente creado, y Andra Chastain, profesora asistente de historia en la Universidad del Estado de Washington en Vancouver, nos acompañan para conversar acerca de las protestas multitudinarias en Chile.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AMY GOODMAN: En Chile hasta ocho personas han muerto durante los disturbios civiles generalizados que han paralizado la capital, Santiago, y provocado una violenta represión policial y militar en todo el país. Durante el fin de semana, los manifestantes ocuparon las estaciones de metro de la ciudad y la policía utilizó cañones de agua y gases lacrimógenos para reprimir las protestas. Cinco personas murieron en un incendio en una fábrica de textil en las afueras de Santiago. Al menos otras personas tres murieron en el incendio de un supermercado.

Las protestas en Chile comenzaron hace dos semanas en respuesta a un aumento de las tarifas del metro y se han convertido en un levantamiento masivo contra la creciente desigualdad, el alto costo de la vida y la privatización de los servicios públicos. El multimillonario presidente conservador Sebastián Piñera canceló el aumento de tarifas el sábado, pero las protestas continúan.
Piñera declaró el estado de emergencia en Santiago y otras cinco ciudades durante el fin de semana, imponiendo un toque de queda y enviando a los militares a las calles, en respuesta a los disturbios civiles, por primera vez desde el fin del régimen del dictador Augusto Pinochet, quien gobernó Chile de 1973 a 1990. Lo tanques militares tomaron las calles de Santiago este fin de semana mientras unos 10.500 policías y soldados patrullaban la ciudad. Al menos 1.400 manifestantes han sido detenidos en todo el país.
El domingo, el presidente Piñera prometió extender el estado de emergencia y declaró la guerra a los manifestantes, a quienes describió como “un enemigo poderoso, […] que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite”.

SEBASTIÁN PIÑERA: Ellos están en guerra contra todos los chilenos de buena voluntad que queremos vivir en democracia, con libertad y en paz. Frente a esta situación, el general Iturriaga, que está a cargo de este estado de emergencia, ha podido disponer de 9.500 hombres para resguardar la paz, la tranquilidad y sus derechos, sus libertades. Yo quiero expresar mi profundo agradecimiento y reconocimiento a la labor que cumplen esos 9.500 hombres de las Fuerzas Armadas y de nuestras fuerzas de orden, protegiendo, patrullando y enfrentando a estos violentos y delincuentes.

AMY GOODMAN: Las protestas continúan en todo el país. Chile es uno de los países más ricos de América Latina, pero también uno de los más desiguales.

Para hablar más de este tema, nos acompañan dos invitadas. Desde Viña del Mar, ciudad situada a unos 120 kilómetros de Santiago, está conectada con nosotros Francisca Perales, una de las líderes de Convergencia Social, un partido político de izquierda de reciente formación. Perales ha estado participado en varios movimientos sociales de Chile desde 2008. Y desde Portland, Oregon, nos acompaña Andra Chastain, profesora asistente de Historia en la Universidad Estatal de Washington en Vancouver, Washington. Chastain está actualmente escribiendo un libro sobre la historia del sistema de metro de Santiago de Chile, en el contexto de los diferentes regímenes políticos. Bienvenidas a Democracy Now!
Empecemos por Francisca. ¿Puede hablar de qué está ocurriendo en las calles y de cuáles son los motivos de estas protestas, así como del balance de muertos, la respuesta de los militares y del estado de emergencias decretado por el presidente Piñera?

FRANCISCA PERALES: Hola, muy buenos días a todos, muchas gracias por la invitación. En primer lugar, me gustaría poder contextualizar respecto a la situación que ocurre en el país actualmente. Hace algunas semanas atrás se anunció el aumento de la tarifa del metro de la ciudad de Santiago. Hay que considerar que Chile es un país que no tiene un transporte público muy bien estructurado en términos generales y por tanto el servicio de metro funciona básicamente en Santiago y en algunas otras comunas como Valparaíso y Viña del Mar, que son ciudades que están muy cerca de Santiago, que es la capital de Chile, y por tanto el resto de la ciudadanía está expuesta a transportes públicos bien deficitarios en términos generales y por tanto no tiene acceso al metro.

El metro es una línea estructurante de la ciudad de Santiago. Tiene una cantidad importante de población que transita diariamente por el metro y además es uno de los sistemas públicos de metro más caros de Latinoamérica y, por tanto, cuando se anuncia el aumento de la tarifa en el metro, eso genera mucho descontento inmediatamente dentro de los distintos segmentos de la población. Incluso un ministro de Estado dijo hace algunos días que si había alguien que quería pagar menos en el metro tenía que levantarse más temprano. Y, por ejemplo, hay personas que para llegar a su trabajo se demoran aproximadamente 2 horas en transitar la ciudad, incluyendo los viajes dentro del metro. Entonces, en ese sentido, una serie de organizaciones, particularmente de estudiantes, empezaron a llamar a evadir el metro como medida de protesta contra el aumento de la tarifa. Y ese llamado empezó a generar una gran aceptación en la gente, en los ciudadanos de Chile, y por tanto no solo se extiende hacia los estudiantes que fueron los que iniciaron esta protesta sino que a muchas personas que transitan la ciudad de Santiago. Y al mismo tiempo, en algunos otros lugares de Chile donde existe el servicio de tren y metro también se hizo un llamado a evadir, en solidaridad con lo que ocurre en Santiago.

Entonces, la respuesta de eso es que el Gobierno, en vez de buscar una solución inmediata a esa situación, lo que hace es llevar a las fuerzas especiales de la Policía o Carabineros, como se llaman en Chile, para reprimir todos estos actos dentro de las estaciones de metro. Yo creo que ellos pensaron que esto iba a contener la protesta, que la iba a desactivar, pero ocurrió todo lo contrario. La gente se empezó a manifestar con descontento de la situación que ocurría y empezó a salir a las calles. Y eso ya no pasa solo en Santiago, sino que pasa en básicamente todas las ciudades de Chile, donde la gente está tomándose las calles de manera muy pacífica para poder, en el fondo, protestar contra el tema del metro, pero al mismo tiempo contra las injusticias que ocurren en Chile.

Chile es un país que tiene básicamente todos los derechos sociales privatizados. Chile es el único país de Latinoamérica donde el agua está privatizada. Tenemos problemas de educación, la educación pública está fracasando, los servicios de salud, etcétera. Y por tanto, la situación ya no es solamente respecto al alza de las tarifas del metro, sino que la gente se tomó las calles para protestar con respecto a las desigualdades que existen en el sistema neoliberal chileno. Y en ese sentido, el Gobierno, en vez de dar una respuesta satisfactoria para poder contener la situación y llevar a un diálogo que permita que los distintos sectores de la política chilena puedan buscar una solución a esta situación, lo que ha hecho es responder con más violencia, poniendo más militares, más policías en las calles.

En este momento tenemos toque de queda en distintas regiones de Chile. No podemos salir a las calles después de las 7 de la tarde. Tenemos en la actualidad más de 10.500 militares situados en las calles de Chile, que han estado no solo golpeando, sino que también disparando sus armas en contra de la ciudadanía. Y para muchos esto parece como algunos de los días de la dictadura militar de Pinochet. Yo particularmente no viví gran parte de la dictadura porque soy más joven, tengo 34 años. Pero las personas que vivieron la dictadura dicen que se parece mucho a eso. En Chile no salían los militares a la calle por un estado de emergencia desde la dictadura, exceptuando algunos eventos catastróficos como terremotos o cosas de esas características.

Entonces, a nosotros lo que nos parece, al sector político del cual yo vengo, nos parece que es importante que se entienda que esto no es respecto al alza de las tarifas del metro, sino que es la gente que se está manifestando legítimamente respecto a las injusticias y desigualdades que existen en Chile, y además de que el llamado que hace el presidente Piñera diciendo que estamos en guerra es una aberración profunda. A nosotros nos parece que una democracia con una guerra no pueden estar juntas y por tanto no estamos en democracia. Aquí el presidente de Chile suprimió la democracia chilena al decretar el estado de excepción constitucional.

AMY GOODMAN: Francisca, usted no está en Santiago, no está hablando desde la ciudad de Viña del Mar, cerca de Valparaíso, háblenos sobre las protestas en todo el país y sobre la gente que ha muerto, las personas que murieron en una fábrica de textil y en uno de los incendios que se han producido en tiendas de Walmart en varias partes de Chile.

FRANCISCA PERALES: Sí, como decía anteriormente, las protestas se han trasladado a un montón de ciudades de Chile. Yo particularmente vivo en una ciudad que está alrededor de 100 millas (120 Km.) de Santiago, poco menos, y por lo tanto es una ciudad que está cercana y donde mucha gente transita hacia Santiago de manera regular. Y por tanto se podría entender que hay una extensión de la protesta desde Santiago hacia Viña del Mar o Valparaíso, que son las ciudades que están más cercanas, como una excepcionalidad, pero no es así. En distintos lugares de Chile, incluyendo las zonas más extremas, como por ejemplo Punta Arenas, que es una de las ciudades más australes de Chile, ayer salieron miles de personas a las calles a protestar en contra de las medidas que está tomando el Gobierno. Entonces, por lo tanto, hay una sensación de que efectivamente no es un tema solamente metropolitano, sino que es un tema estructurante de la sociedad y por lo tanto se ve que la gente está manifestando su descontento básicamente.

Además de eso, hay una serie de situaciones que son lamentables, que tienen que ver con saqueos y destrucciones de ciertos espacios privados, como supermercados y cosas de esas características, pero a mí lo que me parece importante de eso es que si hay tantos militares en la calle, que supuestamente están para restablecer el orden público, ¿por qué se reprime a las personas que legítimamente se manifiestan en las calles y no se actúa contra estas situaciones de incendios, de quemas, cosas de esas características? A mí me parece que hay algo que no está funcionando bien y que el Gobierno no está diciendo en este momento, que es: ¿cuáles son las situaciones en donde se han visto involucrados los militares en las calles?

Me parece que los medios de comunicación también están jugando a generar desconcierto dentro de la población, tratando de poner a la ciudadanía contra la ciudadanía. A partir de una táctica desplegada en consenso con el Gobierno y, por tanto, creo que hay que volver al problema de fondo. El problema de fondo no es que se estén quemando supermercados, que sin duda es un agravante de una situación violenta que está pasando en el país, pero lo importante aquí es que hay un Estado que ha sido incapaz de poner al centro las demandas de la ciudadanía por más de 30 años, por 40 años, desde la dictadura militar en adelante y, por tanto, la gente ya explotó. La gente está descontenta, la gente quiere cambios y si el Gobierno no es capaz de dar esos cambios, no vamos a poder avanzar de buena forma. Creo que eso es lo más importante de todo.

Por lo demás, creo que es reprochable que las Fuerzas Militares estén disparándole a la ciudadanía que se manifiesta en las calles. No puede ser que nuestros militares justifiquen la violencia de esa forma. No puede ser. No sabemos cuántas personas realmente hay muertas. Dicen que hay un grupo de diez personas que fallecieron en Chile, pero tampoco sabemos con certeza si eso es efectivamente real.

AMY GOODMAN: Francisca, el presidente Piñera ha descrito a los manifestantes como criminales y enemigos, una retórica que recuerda a la que utilizaba el dictador Augusto Pinochet durante su régimen para justificar la desaparición y el asesinato de cientos de miles de disidentes. ¿Quién es Sebastián Piñera, el actual presidente de Chile, y qué significa que esté usando esta retórica en estos momentos?

FRANCISCA PERALES: Lo primero que me parece importante relevar es que las tácticas que ha utilizado el Estado chileno para reprimir a los movimientos sociales es una cuestión de carácter sistemática. No es solamente ahora. Ahora se expresa en mayor medida porque estamos en un momento básicamente de crisis que no se había visto hace bastante tiempo en Chile, pero las políticas represivas del Estado se han mantenido desde la dictadura y ahí, por ejemplo, creo que el éxito de cierta manera, lamentable éxito para mí, que tiene el modelo neoliberal tiene que ver con haber desarrollado no solamente un nuevo modelo económico para Chile, sino también un nuevo modelo social y cultural que permitió que la ciudadanía se transformara en individuos que estaban, en el fondo, enfocados en generar su felicidad a través de crecimiento económico y competencia. Y, por tanto, eso es lo que significa en términos culturales para la sociedad chilena es que el Estado sale de sus funciones sociales y termina generando ciudadanos individualizados que no se movilizan por sus propios derechos.

Entonces, en ese sentido, cualquier expresión de organización social en Chile desde los años 80 en adelante ha sido básicamente reprimida, a menos que haya tomado un rol más importante en el diseño de nuevas políticas públicas, como por ejemplo lo que ocurrió con las movilizaciones estudiantiles del 2006 y del 2011. Entonces, básicamente, yo lo que veo es que la derecha no ha cambiado su táctica desde la dictadura, sino que la mantiene y la reafirma en este caso. Y, sin duda, la ciudadanía ya no tiene el miedo que tenía en los años 80 y los años 90, sino que le parece que los tiempos han cambiado y que tienen que cambiar. Y, por tanto, yo no veo que algo de estas características vaya a parar a menos que el Gobierno recule y no aumente y escale el nivel de violencia.

Eso es lo primero en términos generales. Lo segundo, con respecto a Sebastián Piñera. Sebastián Piñera es una persona que se formó en la Universidad de Chicago. Acá en Chile hablan de los “Chicago Boys”, a partir de que un grupo de jóvenes militantes de derecha fueron formados política y socialmente en la Universidad de Chicago por el antiguo diputado Jaime Guzmán, que es el ideólogo de la Constitución chilena. En vista de eso, yo creo que Sebastián Piñera es una persona que cree profundamente en el neoliberalismo. Es una persona que ha utilizado todos los recursos disponibles, tanto en su rol de empresario como en rol de presidente, para ir profundizando el modelo neoliberal a costa de cualquier situación. Por ejemplo, Sebastián Piñera fue acusado de haber desfalcado un banco chileno hace bastantes años y fue incluso hasta declarado reo y luego pasó a ser presidente de Chile. Ha sido culpado de evasión de impuestos por sumas millonarias. Ya no son millones de pesos chilenos, sino que millones de dólares, y, aún así, ha tenido la capacidad de poder instalarse en la política chilena para poder llegar a ser presidente. Pero me parece que esa careta cada vez se va develando más y cada vez se va develando más que el segmento social al cual él pertenece no ha cambiado desde la dictadura y al mismo tiempo solo quiere profundizar las desigualdades que existen en Chile, porque ninguna de las políticas sociales que ha hecho la derecha han permitido generarle mayor bienestar al pueblo chileno, por mucho tiempo.

AMY GOODMAN: Quiero invitar a la conversación Andra Chastain, profesora de Historia en la Universidad Estatal de Washington que nos acompaña desde Portland, Oregon. Profesora Chastain usted está escribiendo un libro sobre el sistema del metro de Santiago de Chile, por favor, hable sobre la historia del metro y lo que simboliza dentro un contexto más amplio en relación a lo que está ocurriendo ahora mismo en Chile.

ANDRA CHASTAIN: Muchas gracias por la oportunidad de estar con todos ustedes esta mañana. El metro de Santiago es un proyecto muy importante del Estado chileno. Tiene sus orígenes a fines de la década de los 60 durante el Gobierno de Eduardo Frei Montalva, pero también fue apoyado muy fuertemente por el Gobierno socialista de Salvador Allende. Y lo que me interesó tanto fue que después del golpe militar de 1973 se inauguró la primera línea del metro, durante el régimen militar de Augusto Pinochet, y desde los años 90 y el retorno a la democracia, ambos lados de la política, los Gobiernos de centro izquierda de la Concertación, además del Gobierno de derecha de Piñera, han apoyado el metro fuertemente. Así que lo interesante del metro es que es un instrumento para construir y fortalecer el Estado, y ha sido un instrumento para proyectar legitimidad de ambos lados de la política. Y por eso yo creo que el metro es un blanco interesante. Puede ser atacado para resaltar el descontento social y político en el país, porque ha sido muy importante y significativo a través de la historia de Chile, y no solamente como un símbolo cultural, un símbolo de cómo el progreso no ha afectado a la gente, a la población, al pueblo chileno, sino también como una infraestructura muy importante, un algo material en la ciudad. Así que atacar o protestar en contra del metro puede colapsar la ciudad, así que es una infraestructura, además de símbolo cultural y material del Estado.

Pero también lo que la historia muestra es que las protestas sociales en contra del alza en el costo de vida y, específicamente, en contra del alza de tarifas de tránsito público, no es algo nuevo en Chile o en América Latina, sino que se ven varios estallidos sociales en los años 40, en los años 50 y los movimientos sociales, las protestas espontáneas en contra de alzas de tarifas pudieron mantener relativamente bajas las tarifas en el pasado, hasta el año 1973 con el golpe militar. Así que las protestas sociales en contra del costo de la vida tienen cierta legitimidad en mantener, en forzar, a la élite política a negociar o por lo menos a mantener las tarifas un poco más bajas.

Eso es la parte histórica pero, mucho más recientemente, lo interesante con el metro es que desde los años 80, bajo el régimen de Pinochet y su modelo neoliberal, desde los años 80 hasta el 2007, con las reformas de Transantiago, el metro no podía recibir subsidios estatales. Y eso es algo muy interesante, porque la imagen que proyectaba hacia fuera, que también fue la imagen de Chile mismo, fue una imagen del “milagro chileno”, de que el país había alcanzado progreso, desarrollo, democracia. Pero lo que pasaba dentro del metro, y como un microcosmos de toda la sociedad, es que para lograr esta imagen y también ese equilibrio económico, porque no recibía subsidios, los que pagaban este precio fueron los pasajeros, por un lado, y los trabajadores del metro, por otro lado, porque tenían que rebajar los costos laborales e incrementar los ingresos del metro a través de las tarifas.

Así que yo estoy completamente de acuerdo en que las protestas no solamente se tratan de la tarifa, es algo mucho más amplio, mucho más profundo, que data de varias décadas atrás y son un reflejo del descontento y de la rabia que tiene el pueblo chileno a causa de la injusticia y la desigualdad que han sufrido, y también la incapacidad de la élite política de enfrentar o de incorporar las demandas legítimas de los grupos sociales y del pueblo chileno. Y lo que el Gobierno de Piñera ha hecho, lo que Piñera hizo ayer, diciendo que Chile está en una guerra y que están enfrentando un enemigo implacable y poderoso me parece extremadamente alarmante, inquietante, porque, sí, recuerda muy fuertemente a la misma retórica que usó el régimen de Pinochet en los años 70 y 80 para luchar contra su mismo pueblo. Así que es muy inquietante lo que está pasando con la represión y el metro chileno es como un microcosmos de lo que ha pasado dentro de Chile y de que esto no solamente se trata de tránsito, de la infraestructura de Santiago, sino de una amplia gama de protestas y de descontento social por todo Chile.

AMY GOODMAN: Les agradezco a ambas por acompañarnos en Democracy Now!. Andra Chastain, profesora asistente de Historia en la Universidad Estatal de Washington, quien se comunicó con nosotros desde Portland, Oregon; y Francisca Perales, miembro del nuevo partido político Convergencia Social, quien habló con nosotros desde Viña del Mar, Chile. Esto es Democracy Now!, soy Amy Goodman, gracias por acompañarnos.


Producción: Igor Moreno Unanua y Democracy Now!. Transcripción: Iván Hincapié.

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