Juan González: Los grandes medios se equivocan, la participación récord de la gente latina favoreció a Biden y el voto de la gente blanca lo perjudicó

Original en Español13 de noviembre de 2020
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Aproximadamente 160 millones de personas votaron en las elecciones en Estados Unidos, estableciendo un nuevo récord de participación electoral. La ventaja que lleva el presidente electo Joe Biden en el voto popular ya supera los 5 millones de votos. Gran parte de este incremento en la cantidad de votos emitidos tiene que ver con una mayor participación de personas de color, en tanto el número total de votos de personas blancas apenas aumentó desde las últimas elecciones presidenciales. En este contexto, compartimos el análisis del copresentador de Democracy Now! Juan González, que señala: “Lo más importante que hay que decir aquí es que, en unas elecciones que contaron con una participación récord de votantes, el voto de la gente de color —y especialmente de la gente latina— registró un aumento sin precedentes”. Y agrega: “Hace décadas que escuchamos a analistas políticos hablar sobre el crecimiento del voto latino, y este año realmente sucedió”.

Para conocer más sobre el tema, vea nuestra conversación con Juan González.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

JUAN GONZÁLEZ: Sigue la avalancha de versiones periodísticas que sostienen que sorpresivamente muchos votantes latinos han respaldado a Donald Trump. Esta semana The New York Times proclamó, en primera página: “Cómo los demócratas no se percataron del atractivo de Trump para los votantes latinos”. Y luego el periódico Los Angeles Times: “Votantes latinos hartos de que los demócratas confusos no los toman en cuenta”. CNN y otros medios han sostenido que no existe un bloque latino de votantes e incluso The Intercept ha dicho en un artículo que los “Votantes no blancos no son inmunes al populismo de derecha”.

Bueno, yo lo dije la semana pasada, y vuelvo a repetir: la narrativa clave de esta elección no es si hubo un pequeño cambio en el porcentaje de los votantes latinos que han dado su apoyo a Trump. La noticia principal es que en una elección marcada por un nivel histórico de participación, las personas de color — y sobre todo los latinos — aumentaron su participación electoral a niveles que jamás se han visto. Y ellos, no los votantes blancos, representaron la mayor parte de ese aumento. Ninguno de los informes noticiosos han mencionado esto, o sea, que por primera vez en la historia de los Estados Unidos la participación electoral de los latinos parece haber llegado a niveles comparables a los de los estadunidenses blancos y negros. Veinte millones seiscientos mil latinos acudieron a las urnas en esta elección, el 64% de los 32 millones de latinos elegibles para votar, mientras que en las elecciones anteriores la participación casi siempre ha sido de menos de 50%. En cifras crudas, votaron 8 millones más latinos de los que votaron en el 2016. Es decir, un aumento de 63% en relación con las últimas elecciones presidenciales.

Ahora, he actualizado y ajustado la gráfica de la semana pasada, y muestra claramente que los mayores incrementos tanto en porcentajes como en el número de votos emitidos, comparado con la situación hace cuatro años, se observaron entre los votos latinos. El aumento Latino fue casi igual al aumento de los votos entre los blancos y los negros juntos. Luego los votantes afro-estadounidenses aumentaron su participación electoral en un 20%, los asiáticos en un 16%, mientras los votantes blancos aumentaron su participación a menos de 6%.

Algunas de estas cifras son diferentes a las que mostré la semana pasada. Esto se debe entre otros factores a unos cambios que no han recibido mucha atención en una encuesta nacional de boca de urna principal, de la empresa Edison, es decir cambios comparado con lo difundido por las redes televisivas en el día de las elecciones. Por ejemplo, la versión original de Edison estimó que los blancos representaron el 65% del electorado, mientras que las últimas cifras sostienen que más bien representaron el 67% del total. Y una última versión de la encuesta también muestra mayores niveles de participación entre los afro-estadounidenses y las personas de origen asiático. Bueno, la encuesta Edison siempre ha tenido defectos, y numerosos análisis han revelado que sus muestreos pasados estaban sesgados ya que incluían a más cubanos americanos y a menos mesas de votación de las comunidades negras y latinas en los centros de las ciudades más grandes, y también han incluido a menos votantes, proporcionalmente, para quienes el inglés no es el idioma principal. Todo esto significa que por lo general se subestima el número de los votantes latinos que votan por los demócratas.

Pero los elementos básicos de los muestreos siguen iguales. Después de décadas cuando los expertos políticos hablaban del incremento del voto latino, este año sí sucedió. Los votantes hispanos se sintieron motivados a acudir a las urnas como nunca antes, porque la COVID-19 les ha golpeado más que a otros grupos, por la satanización permanente de los latinos por parte del presidente, por las políticas salvajes de separación de las familias, o por las amenazas a los servicios de salud, y para algunos conservadores latinos, hasta por sus deseos de que se revierta la jurisprudencia de la Corte Suprema en el caso de Roe contra Wade, que garantiza el derecho de las mujeres al aborto. Sean cuales sean los motivos, hay una conclusión clara: Ni el Partido Demócrata ni el Partido Republicano volverán a subestimar o ignorar el voto latino en el futuro. Todos debemos de celebrar este fenómeno ya que representa una democratización del voto que se ha anticipado hace muchos años.

Pero ¿qué podemos decir acerca de aquellos que sostienen que Trump hizo grandes e inesperados avances entre los votantes latinos a nivel nacional, reflejados en la división del voto latino, 66% por Biden y 32% por Trump? Algunos dicen que los latinos podrían estar abandonando el Partido Demócrata. Pero los que llevamos muchos años en estos escenarios hemos escuchado el mismo cuento antes. En realidad, estos resultados en general se aproximan a las campañas presidenciales anteriores.

Quiero compartir una gráfica que muestra cómo los latinos han dividido el voto en las elecciones presidenciales de los últimos 30 años. El voto a favor del candidato republicano ha variado, de 27%, cuando Mitt Romney se opuso a Barack Obama en el 2012, a 44%, el porcentaje del voto latino que recibió George Bush en su segunda carrera presidencial en el 2004. Aún John McCain, cuando se opuso a Obama en el 2008, recibió un porcentaje similar del voto latino que Trump recibió este año. Y el punto más alto de apoyo Latino para un republicano, el triunfo de Bush en el 2004, es la última vez que un candidato presidencial de este partido recibió la mayoría del voto popular. Pero la gran diferencia es que ahora el voto latino es mucho mayor. Cuando tú recibes dos tercios de un sector de los votantes cuya población se ha triplicado en unos pocos años, tú empiezas a lograr una masa crítica. Por eso no es sorprendente que el Senador Lindsey Graham, aliado de Trump, advierte que si no se cambian estas elecciones de alguna manera, los republicanos jamás volverán a ganar la Casa Blanca.

Y ¿qué pasa con aquellas regiones como el Valle del río Grande en Texas y el sur de la Florida, donde Trump tuvo avances en el número de votos emitidos en los distritos con una importante población latina? ¿Cómo respondemos a aquellos comentaristas que sostienen que los latinos son tan diversos y difusos que es un error considerarlos como una sola comunidad? Primero, en el sur de la Florida y en el valle del río Grande, sí, los resultados del voto muestran que Trump tuvo aumentos significativos en esas regiones. En la Florida no es sorprendente, en vista de la llegada de refugiados conservadores de Nicaragua y Venezuela en los últimos años, pero el valle del río Grande sí es una sorpresa.

En el condado de Hidalgo, en la frontera, donde el 90% de la población es latina, Trump pasó de 27% frente a Hillary Clinton a 40% frente a Joe Biden. En el condado de Maverick, 95% latino, pasó de 20% (a favor de Trump) cuando se opuso a Clinton, a 45% frente a Biden. Estas cifras son significativas. Sin embargo, el valle del río Grande se ha transformado rápidamente durante la era de Trump. Siempre un área rural y conservadora en temas sociales, ha visto un crecimiento enorme en el empleo en los últimos años por la militarización de la frontera, trabajos con la Patrulla Fronteriza, con las empresas que tienen contratos para la construcción del muro, y con centros de detención de migrantes. Además, el Valle ha reemplazado al sector de San Diego como epicentro del paso de la frontera por parte de migrantes sin documentos, y del fallido sistema de inmigración de los Estados Unidos. Todo eso, sin duda alguna, ayudó a que los residentes a que dieran su voto a Trump. Pero en las grandes ciudades de Texas, donde vive la mayoría de los latinos, la historia es otra. En el condado de Bexar, donde se encuentra la ciudad de San Antonio, donde el 60% de la población es latina, el voto a favor de Biden subió de 54% a 58%, aunque hace falta mejores cifras para saber cómo fue el voto de la comunidad latina en específica. Sin embargo, parece claro que la participación electoral de los latinos en estados cruciales como Nevada, Arizona y Pennsylvania ayudó a Biden a ganar esos estados cruciales.

Y luego están California y Nueva York. El voto latino a favor de Biden en esos estados parece haber sido asombroso: el 77% en California, y el 72% en Nueva York. Ahora, hay quienes dicen que en todo caso se puede confiar que serán estados azules y que por lo tanto esos votantes hispanos no son cruciales. ¿De verdad? ¿No será que estos márgenes enormes son lo que ha hecho que se pueda confiar año tras año que el voto favorecerá a los demócratas? Y lo mismo se puede decir de Nueva Jersey, Connecticut, Massachusetts y, en los últimos años, Colorado.
Y luego hay preguntas sin sentido acerca de si en realidad existe una comunidad latina. Seamos claros: La identidad latina en los Estados Unidos es una idea socialmente construida, creada tanto por la sociedad dominante que tenía la necesidad de definir y categorizar un nuevo “otro,” — la creciente población de distintos países latinoamericanos – como por el mismo grupo marginado, que la construyó orgánicamente, desde abajo, cuando distintos grupos de migrantes latinoamericanos se vieron obligados a unirse para poder sobrevivir en una sociedad hostil y cuyos hijos poco a poco se casaron con miembros de otros grupos étnicos: Hispanos, Salvadoreños con Mexicanos, Colombianos con Cubanos, Puertorriqueños con Dominicanos, poco a poco creando una nueva realidad social, es decir el Latino en los Estados Unidos.

Hace más de 20 años yo dije en el libro “Harvest of Empire” (La cosecha del imperio) que los latinos habían llegado a ser —o estaban en el proceso de convertirse en– una nueva tercera fuerza en la política de los Estados Unidos. En su mayoría votan por los demócratas, pero una parte importante es susceptible a los candidatos republicanos si esos líderes políticos responden al menos a algunos de los temas que les interesan. Desde aquel momento se ha visto un aumento en el número de latinoamericanos de clase media y con buenos antecedentes educativos que han migrado a este país, y una parte considerable han adoptado las perspectivas conservadoras típicas de los Estados Unidos. Y algunos miembros de esa comunidad –siempre una minoría– han aceptado los puntos de vista del populismo de derecha, del chovinismo nacional, y hasta del racismo.

Toda esta obsesión con los latinos, sin embargo, hace caso omiso a la pregunta fundamental de esta elección, que muy pocos observadores políticos se han atrevido a abordar:¿Por qué diablos votaron el 58% de los estadounidenses blancos a favor de Donald Trump, entre ellos el 55% de las mujeres blancas? Al consolidarse Estados Unidos como la nación imperialista más poderosa del mundo, y al ampliarse la brecha económica en el país, los movimientos de derecha siguen creciendo, y la derrota de Trump no va a parar su crecimiento. Lo crucial para construir una mayoría progresista es seguir movilizando a cada vez más jóvenes latinos para que voten, así hundiendo los pequeños aumentos porcentuales en el apoyo a los candidatos de derecha bajo una avalancha de votos de personas de color, de los trabajadores organizados, y de sus aliados. Y esto es lo que yo me llevo de esta elección.
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