El lunes, las primeras dosis de la vacuna contra la COVID-19 desarrollada por el fabricante de medicamentos Moderna, que acaba de recibir su aprobación, llegaron a centros médicos de todo Estados Unidos. Una de las primeras personas en recibir la vacuna de Moderna fue Arlene Ramírez, de 44 años de edad, una enfermera del distrito de Queens, en la ciudad de Nueva York, que se contagió con COVID-19 en marzo y perdió a su padre a causa de la enfermedad.
Arlene Ramírez: “Como trabajadora sanitaria, después de haber visto lo que vimos, gente que se aferraba a su vida, una muerte detrás de otra, y después de haber tenido que lidiar al mismo tiempo con la enfermedad de mi suegro, después de haber estado yo misma enferma de gravedad y de que mi padre pasara 36 días internado en la unidad de cuidados intensivos local, puedo decir que la vacuna es esperanza. Esperanza de que acabaremos con esta pandemia. Esperanza de que viviremos una vida mejor”.
El lunes, el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, recibió la inyección de la vacuna contra la COVID-19 desarrollada por la farmacéutica estadounidense Pfizer en un evento trasmitido por televisión e instó a los estadounidenses a que reciban la vacuna cuando esté disponible para ellos.
Asimismo, el Vaticano anunció a la población católica de todo el mundo que recibir vacunas contra el coronavirus que se desarrollaron utilizando líneas celulares de fetos abortados es aceptable desde la perspectiva moral.