A medida que el levantamiento masivo no muestra signos de disminuir, se están llevando a cabo más cambios en las políticas relacionadas con la vigilancia policial en todo Estados Unidos. La ciudad de San Francisco, en el estado de California, anunció la semana pasada que, en lugar de la policía, serán profesionales entrenados y desarmados quienes responderán a las llamadas de emergencia que no involucren actos delictivos o violentos. El sábado, los legisladores del estado de Colorado aprobaron un proyecto de ley para introducir cambios radicales en la Policía, que incluyen la prohibición de utilizar llaves de estrangulamiento. La ley también ordena que los agentes intervengan si ven que se usa una fuerza excesiva. Se espera que el gobernador Jared Polis firme la ley.
Mientras tanto, condados y ciudades de todo el país, entre ellos Cleveland, Denver e Indianápolis, han declarado al racismo como una crisis de salud pública. El viernes, el alcalde de Boston, Marty Walsh, dijo que reasignará tres millones de dólares del presupuesto del Departamento de Policía para iniciativas de salud pública.
El Concejo Municipal de Minneapolis aprobó el viernes en forma unánime una resolución para sustituir a la Policía con un sistema de seguridad pública liderado por la comunidad, 18 días después de la muerte de George Floyd a manos de Derek Chauvin. La concejala de Minneapolis, Alondra Cano, dijo: “Reconocemos que el sistema actual no se puede reformar… nos gustaría terminar con el sistema policial actual tal como lo conocemos”.