El historiador Alfred McCoy anticipa el colapso del imperio estadounidense mientras el poder de China crece

Reportaje16 de noviembre de 2021

El 15 de noviembre se realizó la cumbre virtual entre el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente chino Xi Jinping. Pocos días antes, ambos países habían anunciado que trabajarían de manera conjunta para enfrentar la emergencia climática, acuerdo que tuvo lugar tras la inasistencia de Xi a la Cumbre de la ONU sobre Cambio Climático que se realizó en Glasgow. Esto se da en un contexto de tensión creciente entre ambas superpotencias, en particular por la situación de Taiwán y Hong Kong. Hay quienes especulan que se está gestando una nueva Guerra Fría. “Estados Unidos, en el futuro inmediato, se enfrenta a la posibilidad de ir a la guerra por Taiwán […] y de perderla”, afirma Alfred McCoy, profesor de historia en la Universidad de Wisconsin-Madison, en una extensa entrevista sobre las relaciones entre EE.UU. y China. “China también está trabajando para romper el control geopolítico de Estados Unidos sobre la masa continental euroasiática”. McCoy es un escritor prolífico y su libro más reciente se publicó hoy, titulado: “To Govern the Globe: World Orders and Catastrophic Change” (Gobernar el mundo: Orden mundial y cambios catastróficos).

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman, con Juan González.

El presidente Biden y el presidente de China, Xi Jinping, hablaron durante tres horas y media en una cumbre virtual celebrada el 15 de noviembre. La reunión se llevó a cabo solo unos días después de que EE.UU. y China anunciaran que trabajarían de manera conjunta para enfrentar la emergencia climática. La creciente tensión entre los dos países ha generado especulaciones sobre una nueva Guerra Fría en gestación. Durante la cumbre, Xi le advirtió a Biden que apoyar la independencia de Taiwán sería “jugar con fuego”. También criticó a EE.UU. por formar nuevas alianzas en la región del Pacífico para contrarrestar el auge de China. Xi dijo que dividir el planeta en bloques “inevitablemente traerá desastres al mundo”. Biden expresó su preocupación sobre los derechos humanos en China y sobre lo que EE.UU. ha descrito como “políticas económicas y comerciales injustas”. Ambos líderes hablaron públicamente al inicio de la cumbre. Este es Xi Jinping.

PRESIDENTE XI JINPING: Al ser las mayores potencias económicas del mundo y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, China y Estados Unidos necesitan ampliar su capacidad de comunicación y cooperación. Cada Gobierno debe ocuparse adecuadamente de sus asuntos internos y al mismo tiempo asumir las responsabilidades internacionales que nos corresponden y así trabajar juntos por las nobles causas de la paz y el desarrollo global. Esta es la aspiración mutua de nuestra gente en China y de Estados Unidos, así como de los pueblos de todos los países del mundo. Y también es la misión compartida de los líderes de China y Estados Unidos. Es imperativa una relación sólida entre China y EE.UU. para fomentar el desarrollo respectivo de nuestros dos países y para mantener una coyuntura internacional en la que prevalezcan la paz y la estabilidad, y que incluya establecer respuestas efectivas a desafíos globales como el cambio climático y la pandemia de la COVID-19.

AMY GOODMAN: Y este es el presidente Biden hablando desde la Sala Roosevelt en la Casa Blanca al inicio de la cumbre virtual con el presidente chino.

PRESIDENTE JOE BIDEN: Me alegra que tengamos la oportunidad de reunirnos y espero que tengamos una discusión franca y abierta, como todos los intercambios que hemos tenido hasta ahora. Creo que nuestra responsabilidad como los líderes de China y Estados Unidos es asegurar que la competencia entre nuestros países no derive en un conflicto, ya sea intencional o no. También creo que debemos establecer salvaguardas de sentido común para ser claros y honestos en los temas en que diferimos y para trabajar en conjunto cuando nuestros intereses coinciden, en especial en temas tan cruciales como el cambio climático. En mi opinión, la manera en que esta relación bilateral evolucione tendrá un impacto profundo no solo en nuestros países si no también, francamente, en el resto del mundo.

AMY GOODMAN: Ambos líderes tenían a su alrededor las banderas de China y de Estados Unidos.

Para hablar más sobre las relaciones entre EE.UU. y China tenemos como invitado a Alfred McCoy, profesor de historia en la Universidad de Wisconsin-Madison. Su último libro se titula: “Gobernar el mundo”, en el que habla sobre el orden mundial y los cambios catastróficos. En el libro, McCoy escribe: “Mientras Washington derramaba su sangre y su dinero en las arenas del desierto, Beijing había estado invirtiendo gran parte de su superávit comercial acumulado en la integración de la 'isla del mundo' de África, Asia y Europa en una potencia económica”.

Alfred McCoy, bienvenido de nuevo a Democracy Now! ¿Puede hablar sobre esta cumbre? No es fácil entender del todo el tipo de tensión que existe entre Estados Unidos y China ahora mismo, las dos mayores potencias económicas del mundo. Pero, háblenos sobre el significado de esta cumbre y sobre qué tan cerca estamos de una guerra fría o caliente con China.

ALFRED MCCOY: El asunto clave que determinaría un conflicto inmediato entre Washington y Beijing es Taiwán. Como usted dijo antes, Amy, el presidente de China, Xi Jinping, dijo que EE.UU. estaba jugando con fuego en relación a Taiwán. A manera de contexto, el presidente Xi se ha comprometido ante su país a trabajar por la reunificación de Taiwán con China. Xi quiere que esa sea una parte fundamental de su legado. Y por otro lado, el presidente Biden declaró el mes pasado en un foro abierto que Estados Unidos estaba comprometido con la defensa de Taiwán. Así que tenemos dos líderes tomando posturas sobre Taiwán, que, de ser aplicadas con plenitud, darán lugar a un conflicto.

Y este es otro problema para Estados Unidos. The New York Times ha informado que el Pentágono realizó ejercicios militares sobre una posible guerra por Taiwán entre Estados Unidos y China, y en los últimos 18 ejercicios militares de este tipo EE.UU. ha perdido 18 veces. China tiene los misiles antibalísticos más sofisticados del mundo, el sistema de defensa antimisiles más sofisticado. Taiwán está extremadamente cerca de China. Y si Estados Unidos moviliza portaviones en el Estrecho de Taiwán, como lo hicimos en el último conflicto en la década de 1990, China podría destruir esos portaviones. Podría hundir esos buques de guerra. Por lo tanto, en el futuro inmediato, Estados Unidos se enfrenta a la posibilidad de librar una guerra por Taiwán. Y si se iniciara ese conflicto, Estados Unidos tendría que, o bien retirarse derrotado y ver a China tomar Taiwán, o verse obligado a pelear una guerra que probablemente perdería.

Y ese es un problema, pero en este momento también hay una lucha geopolítica más profunda. Durante los últimos cinco siglos, cada poder hegemónico ha hecho una cosa de la misma manera. Cada potencia mundial, tanto Portugal como Holanda, el Reino Unido, Estados Unidos, y ahora China, ha dominado la masa continental euroasiática, que hoy alberga al 70% de la población y productividad mundial. Con los cuatro billones de dólares que generó en 2014 como resultado de su libre comercio con Estados Unidos, China ha invertido 1,2 billones de dólares en grandes proyectos de infraestructura, estableciendo una poderosa red de ferrocarriles, carreteras y gasoductos, integrando la vasta masa continental euroasiática en un mercado único en el que el comercio y el poder, como si fuera ley natural, van a fluir hacia Pekín.

China también está tratando de romper el control geopolítico de EE.UU. sobre la masa continental euroasiática. Durante la Guerra Fría EE.UU. controlaba lo que se conoce como los puntos axiales de Eurasia a través de la alianza de la OTAN en Europa Occidental y de cuatro tratados bilaterales, tratados de cooperación en defensa, con Japón, Corea del Sur, Filipinas y Australia. Y, desde estos dos puntos axiales, establecimos un cerco de acero alrededor de Eurasia, con portaviones, aviones a reacción, cazabombarderos, para dominar dicha región. Y ahora China se está abriendo paso a través de esos círculos de acero, rompiendo el control geopolítico de EE.UU. sobre Eurasia y, a través de la “Iniciativa de la Franja y la Ruta”, consolidando su control.

Además, China ha construido 40 puertos alrededor de la masa continental euroasiática y de las costas de África. Por ende, la combinación de este círculo geopolítico alrededor de las costas de Eurasia, combinado con esta enorme red de infraestructura en todo el continente, le está dando a China el control con el cual dominará la masa continental euroasiática. Esa es la clave para lograr el poder geopolítico. Así lo ha sido durante los últimos cinco siglos y probablemente también lo será por el resto de este siglo.

JUAN GONZÁLEZ: Profesor McCoy, me gustaría preguntarle un par de cosas con respecto a eso. En primer lugar, hablamos de China y EE.UU. como si fueran dos esferas económicas separadas. A menudo se considera que están compitiendo. Pero, ¿no ha dependido durante décadas el capitalismo estadounidense de la clase trabajadora china para producir sus bienes a bajos costos laborales? Con esta brecha creciente entre China y EE.UU., ¿qué economía entrará probablemente en el caos más profundo?

ALFRED MCCOY: Esa es la diferencia clave. Cuando la gente habla de una nueva Guerra Fría, la diferencia entre la vieja Guerra Fría y la nueva Guerra Fría, como usted lo señaló de manera absolutamente correcta, es la interdependencia económica entre estas dos superpotencias globales. Desde 2001, China ha integrado su economía a la cadena de suministro de EE.UU. Las dos economías están totalmente entrelazadas y probablemente representan en conjunto hasta un 40% del comercio mundial. Y no veo que se vayan a separar de ninguna manera. China depende económicamente de sus exportaciones a Estados Unidos. Esa es la fuente de esta vasta cantidad de dinero, cuatro billones de dólares provenientes en su mayoría del comercio con EE.UU. Simultáneamente, la economía de consumo en EE.UU. está integrada con las fábricas chinas. Así que son interdependientes económicamente. Esa es la diferencia clave.

Por otra parte, la competencia también es bastante real. China espera superar económicamente a Estados Unidos. A finales de esta década la economía china será, según la firma internacional de contabilidad PricewaterhouseCoopers, al menos un 50% mayor que la economía estadounidense. Y eso le va a dar a China una enorme ventaja económica. Además, hacia el final de la década, creo que China podrá sobrevivir a una ruptura económica con Estados Unidos, obviamente debido a que están extendiendo su control económico en el mundo. De manera que nos están superando. En términos de valor real, de lo que se puede comprar por un yuan o un dólar, ahora mismo la economía de China es probablemente más grande que la economía estadounidense, pero a finales de la década será claramente más grande, al menos un 50% mayor.

Y por medio de dicho control económico China podrá expandir su Ejército en varios frentes militares, como los misiles antibalísticos con los cuales ya nos llevan ventaja. Están construyendo su Armada. Ellos van a hacer todo lo posible para empujarnos más allá de lo que China llama “la primera cadena de islas”, a la cual Estados Unidos se refiere como el litoral del Pacífico, esa cadena de islas frente a la costa de Asia desde Japón, pasando por Okinawa y Taiwán hasta llegar a Australia. China quiere sacarnos de ahí. Quieren hacernos retroceder hasta la mitad del Pacífico y dividir el océano Pacífico en dos. Y la Armada china está llegando al punto en que podría ser capaz de lograrlo.

JUAN GONZÁLEZ: Quiero preguntarle sobre el tema de la transición a una hegemonía, por así decirlo, de la nación china y su economía: ¿no hay una gran diferencia en cuanto al uso de la fuerza militar? Según recuerdo, la última vez que China se involucró en un conflicto armado fue hace más de 40 años en Vietnam, o con Vietnam. Pero en ese período de 40 años, Estados Unidos se ha involucrado, a pesar de ser una potencia económica en declive, en intervenciones militares en Panamá, Granada, Libia, Afganistán, dos guerras en Irak, los Balcanes, sin mencionar todos los ataques militares y ataques con drones en Yemen, Somalia, Pakistán. Todo esto en un período en el que China no ha participado en ninguna intervención militar. China tiene todos estos puertos, pero no tiene una presencia militar a nivel global que la convierta en lo que se denominaría una nación agresora, ¿no le parece?

ALFRED MCCOY: Primero que todo, su recuento de nuestra historia reciente es, por supuesto, absolutamente correcto. Sobre eso hay dos cosas: en primer lugar, durante los últimos 20 años, la mayoría de nuestros operativos militares, todos lo sabemos, se han enfocado en el Medio Oriente. La lógica estratégica de eso era, en efecto, asegurar el petróleo del Medio Oriente, lo que nos daría una especie de presencia permanente que nos garantizaría acceso absoluto a ese petróleo. Y estábamos haciendo eso en un momento en que ese petróleo se añadiría, junto con la leña y el carbón, a la lista de fuentes de combustible a ser reemplazadas. Invertimos ocho o diez billones de dólares en asegurar un producto que estaba en vías de pasar a la historia. Así que ese fue un gran error de planificación estratégica. Cuando se escriba la historia del imperio estadounidense en 2030, o a partir de 2030, cuando colapse, ese será descrito probablemente como uno de los mayores errores estratégicos en la historia de EE.UU.

Y luego, militarmente, la finalidad de una expansión naval es que no haya tantos conflictos. La mayoría de la gente no entiende eso. La mayoría ve la historia naval solo en términos de guerras. Pero, ¿qué hacen las marinas? Los océanos son un bien común mundial, y la forma en que un poder hegemónico en ascenso asegura los océanos es a través de una línea invisible tejida mediante un patrullaje constante y el dominio sobre esos espacios abiertos para así reclamarlos estratégicamente, además de reclamar los recursos naturales, minerales y de pesca en el mar. Eso es lo que está haciendo China. China está tejiendo esas líneas de patrullaje constante por aire y mar hasta llegar a la primera cadena de islas, haciéndonos retroceder, construyendo siete bases militares en las islas Spratly en el Mar de China Meridional, expandiendo el Mar de China Oriental. Es parte de un juego imperialista que ha tenido lugar durante 500 años. Y China lo está haciendo con bastante éxito.

AMY GOODMAN: Profesor McCoy, uno de sus artículos recientes para el medio TomDispatch se titula: “El ganador en Afganistán: China”. ¿Por qué cree que China ha emergido con más fuerza luego de la retirada de EE.UU. de Afganistán? Hable sobre lo que Afganistán representa en el contexto geopolítico y la diferencia entre la forma en que EE.UU. se involucró en esta guerra eterna en Afganistán y la relación de China con la misma.

ALFRED MCCOY: Claro. En términos de la estrategia del presidente Xi, que anunció en 2013 bajo la Iniciativa de la Franja y la Ruta, lo que planeaba hacer y lo que ha estado haciendo es convertir la vasta masa continental euroasiática en un mercado único conectado por infraestructura. El agujero en la rosquilla, por así decirlo —y perdón por la metáfora tan burda—, ese agujero era Afganistán. Si miramos esa red de grandes gasoductos de gas natural atravesando el corazón de Asia Central, la única conexión que no se podía construir era desde Asia Central hasta las zonas con déficit energético de Pakistán e India. Y eso tenía que pasar a través de Afganistán.

Así que, al circundar a Afganistán con gasoductos al norte, el Corredor Económico China-Pakistán al este, y luego, apenas este año, un enorme acuerdo económico entre China e Irán para construir vías férreas y gasoductos, China rodeó en efecto a Afganistán con estas líneas de acero y solo estaba esperando que Afganistán cayera en sus manos sin hacer un solo disparo. En julio, un mes antes de tomar el poder en Afganistán, los talibanes enviaron una delegación de alto perfil a China, la cual se reunió con el ministro de Exteriores chino. Dicha reunión produjo un acuerdo para que los talibanes promovieran y permitieran la inversión china.

Y hay otro gran premio en Afganistán: los geólogos estiman que hay alrededor de mil millones de dólares en minerales de tierras raras que son cruciales para la producción de baterías de litio, las cuales van a impulsar nuestros medios de transporte y gran parte de nuestras reservas de energía a medida que hacemos la transición de combustibles fósiles a energía solar. Mil millones de dólares en minerales de tierras raras que son muy valiosos para China y, de hecho, para toda la economía internacional. Y China comenzará a trabajar en su producción junto con los talibanes. Así que China no tuvo que hacer nada más que rodear a Afganistán con su red geopolítica y esperar a que cayera en sus manos. Y lo hicieron sin pagar un solo dólar. Nosotros gastamos ocho billones de dólares en Afganistán y no obtuvimos nada.

JUAN GONZÁLEZ: Profesor McCoy, permítame preguntarle… En este conflicto entre China y Estados Unidos, obviamente estos dos países no están solos. La Iniciativa de la Franja y la Ruta está destinada a generar lazos de amistad y apoyo hacia China desde otras partes del mundo. ¿Podría hablar sobre países como Rusia e Irán, que mencionó antes, en cuanto a cuál sería su postura en un conflicto emergente con Estados Unidos? Hable también sobre Latinoamérica: China ha sido probablemente la única gran potencia que ha hecho avances significativos en un continente o un área del mundo que solía ser considerada el patio trasero de Estados Unidos.

ALFRED MCCOY: Claro. En primer lugar, en América Latina, China tiene una estrategia explícita de explotación de recursos naturales en la región, y su intercambio comercial con nuestros propios vecinos del sur ya es más grande que el nuestro. La estrategia de China se basa en lo que el padre de la geopolítica moderna, un geógrafo británico llamado sir Halford Mackinder, llamó la “isla mundial”. Mackinder analizó el mapa del mundo en un artículo de 1904, hace más de cien años, y dijo: “Miremos el mapa de una manera crítica. Lo que vemos es que hay tres continentes que están muy cerca uno del otro, y que conforman la isla mundial: Europa, Asia y África”. Y añadió: “Quien domina el área central, el corazón en Asia Central, de esta isla mundial domina el mundo”. Y desde su perspectiva, estos tres continentes eran el núcleo del poder geopolítico. Aparte había algunas pequeñas islas periféricas como Groenlandia, América del Norte y América del Sur.

Parte de la estrategia de China, que de hecho se remonta hasta la década de 1970, ha sido la de fomentar seriamente el progreso de África e integrarla a la economía global a través de vínculos comerciales, de ayuda y de desarrollo. Y al mismo tiempo, durante la Guerra Fría, cuando nos involucramos por 20 años en Angola para derrocar a su gobierno marxista, lo cual no funcionó al final, y en donde estuvimos aliados con la Sudáfrica del apartheid, China estaba construyendo el ferrocarril de Tanzam, que atravesaría África a lo ancho, desde Tanzania, y que sería su primer gran proyecto internacional de desarrollo. De ese modo y partiendo de esa base, desde la década de 1970, China estableció relaciones con los gobiernos de liberación, que obviamente son ahora los principales Gobiernos del sur de África.

China ha introducido, en gran medida, a África en la economía internacional. China es, de lejos, el principal inversor en África. En general vemos a África como una especie de curita. Y nuestras motivaciones son benignas, por supuesto, pero vemos a África como una especie de objeto de nuestra caridad. China, por el contrario, ve a África como un factor clave para su emergente poderío global. África es el hogar de casi un tercio de la humanidad, con vastos recursos naturales y mercados potenciales. Así que China está construyendo una estrecha relación con África como parte de esa estrategia tricontinental de isla mundial para dominar el corazón de la humanidad, el corazón de la economía moderna.

AMY GOODMAN: Para finalizar, profesor McCoy, quiero tocar un tema diferente, aunque puede haber alguna conexión, y es la insurrección del 6 de enero. En uno de sus artículos usted describió cómo esto le recordó un golpe de Estado que presenció hace décadas en Filipinas.

ALFRED MCCOY: Sí. Yo estaba en Filipinas en 1986 cuando una de mis fuentes en el Ejército filipino me avisó que el Gobierno de Marcos, o más bien Marcos, había huido al exilio en Hawaii. Y el gran levantamiento popular de un millón de filipinos en las calles de Manila había establecido una nueva democracia…

AMY GOODMAN: Nos quedan 30 segundos.

ALFRED MCCOY: Los partidarios de Marcos se reunieron y se apoderaron del Hotel Manila, y sacudieron la democracia filipina al punto que hubo una sucesión de grandes golpes de Estado, golpes armados, que de verdad perturbaron la democracia del país. Lo que aprendí de esto es que la democracia es muy frágil. Y ese levantamiento del 6 de enero en Washington D.C. fue un golpe de Estado, y ha sacudido nuestra democracia hasta la médula. Tenemos que tomarnos muy en serio la reconstrucción de nuestra democracia después de ese episodio.

AMY GOODMAN: Con esto terminamos, aunque hay tantos otros asuntos para discutir. Alfred McCoy, profesor de historia en la Universidad de Wisconsin-Madison. Su último libro se titula: “Gobernar el mundo”, en el que habla sobre el orden mundial y los cambios catastróficos.

Un saludo de feliz cumpleaños a Kieran Krug-Meadows e Ishmael Daro. Soy Amy Goodman, con Juan González.


Traducido por Iván Hincapié.
Editado por Igor Moreno Unanua.

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