En Estados Unidos, Jennifer DeStefano, una madre residente del estado de Arizona, testificó esta semana ante una audiencia en el Senado sobre su desgarradora experiencia tras ser víctima de una estafa en la que le hicieron creer que su hija había sido secuestrada. DeStefano afirmó que los falsos secuestradores le exigieron un rescate de 50.000 dólares antes de que ella se pusiera en contacto con su hija, que en realidad estaba sana y salva.
Jennifer DeStefano: “Era la voz de mi hija. Eran sus gritos. Eran sus sollozos. Era su forma de hablar. Nunca podré quitarme de la cabeza esa voz y sus gritos desesperados pidiendo ayuda. No hay peor pesadilla para los padres que escuchar a un hijo suplicar con miedo y dolor, creer que le están haciendo daño y sentirse impotentes por no poder hacer nada al respecto. Cuanto más tiempo permanezca impune esta forma de terrorismo, esta se tornará cada vez más cruel. No existen límites para el mal que la inteligencia artificial puede permitir”.