“América Latina quiere la paz”: El presidente de Colombia denuncia la hipocresía de Occidente en Ucrania y Palestina y cómo “la expansión de la guerra en el mundo” impide abordar la crisis climática

Original en Español22 de septiembre de 2023
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En el marco de la Asamblea General de la ONU en la ciudad de Nueva York, el martes 19 de septiembre, el presidente colombiano Gustavo Petro pronunció un inspirador discurso, en el que llamó a poner fin a las guerras y a hacer más para combatir la crisis del cambio climático, a la que llamó “la madre de todas las crisis”. El presidente colombiano pidió que la ONU celebre dos cumbres de paz para resolver los conflictos en Ucrania y Palestina. Democracy Now! entrevistó a Gustavo Petro justo después de su discurso. En la primera parte de la entrevista, Petro explica su postura con respecto a la guerra en Ucrania, la ocupación de Palestina y se refiere a la necesidad de tener más coherencia en las normas internacionales. “Nos mantenemos neutrales como en cualquier guerra, no porque no creamos que haya una ocupación [en Ucrania], sino porque, básicamente, no creemos en quienes que nos invitan a participar de la guerra”, dice Petro, “porque muchos países de América Latina […] han sido invadidos por los mismos países que hoy nos extienden la invitación a rechazar la invasión de Ucrania”. En la segunda parte de la entrevista el presidente colombiano habla del cambio climático como un “asunto vital” que el mundo debe abordar colectivamente, además, denuncia el bloqueo a Venezuela y Cuba y repudia las intervenciones de Estados Unidos en el continente americano, desde el golpe de Estado en Chile hasta la “guerra contra las drogas”.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org. El informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman.

En el marco de la Asamblea General de la ONU en la ciudad de Nueva York, el martes 19 de septiembre, el presidente colombiano Gustavo Petro pronunció un inspirador discurso, en el que llamó a poner fin a las guerras y a hacer más para combatir la crisis del cambio climático, a la que llamó “la madre de todas las crisis”. El presidente colombiano pidió que la ONU celebre dos cumbres de paz para resolver los conflictos en Ucrania y Palestina.

Gustavo Petro es el primer izquierdista que ha llegado a la presidencia de Colombia, el segundo país más poblado de Sudamérica después de Brasil. Petro fue elegido en 2022 tras hacer campaña para luchar contra la desigualdad y la pobreza, aumentar los impuestos a los ricos, ampliar los programas sociales, restaurar la paz y poner fin a la dependencia de Colombia de los combustibles fósiles.

Petro se postuló para el cargo con Francia Márquez Mina, quien se convirtió en la primera mujer negra y la primera persona afrodescendiente en ser elegida vicepresidenta del país.

Gustavo Petro es un exguerrillero del M-19 que fue alcalde de Bogotá y senador de la República. El mismo martes 19 de septiembre tuve la oportunidad de hacerle una entrevista exclusiva al presidente Petro.

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org. El informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman desde la Misión Permanente de Colombia ante las Naciones Unidas, justo después de que el presidente Gustavo Petro diera su discurso ante la Asamblea General de la ONU. Fue la tercera persona en hablar. Primero lo hizo el presidente brasileño Lula, luego el presidente Biden, seguido del presidente de Colombia, Gustavo Petro. Bienvenido de nuevo a Democracy Now!

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: Gracias muy amable.

AMY GOODMAN: Usted habló justo después del presidente Biden. En su discurso, Biden habló sobre cómo el mundo debe brindarle más apoyo a Ucrania. En su intervención, presidente Petro, usted pidió dos cumbres de paz, una para Ucrania y otra para Palestina.

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO ANTE LA ONU:¿Cuál diferencia entre Ucrania y Palestina, pregunto? ¿No es hora de acabar ambas guerras, y otras, y aprovechar el corto tiempo para construir los caminos para salvar la vida en el planeta?

AMY GOODMAN: Hable sobre lo que está pidiendo.

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: Sí, mira, América Latina, casi en general, no ha tenido la misma posición de la OTAN, ni de los Estados Unidos, ni de la Unión Europea. Se nos ha invitado a entregar armas, maquinarias de guerra, a enviar soldados a la guerra en Ucrania. Nosotros no hemos aceptado esa invitación. Básicamente somos neutrales en la guerra, no porque no creamos que haya una ocupación, sino porque básicamente no creemos en quienes nos invitan a la guerra, porque muchos de los países de América Latina: Guatemala, República Dominicana, Panamá, Granada, la Argentina, etc, han sufrido invasiones de los mismos países que hoy invitan a rechazar la invasión a Ucrania. La mayoría de los países de América Latina rechazó las invasiones a Libia, a Irak, a Siria, que se hicieron con motivos que hoy por hoy son ilegales. Y en esa medida, cuando yo comparo la situación de Palestina con la situación de Ucrania, quiero mostrar un paralelismo en las situaciones reales: hay ocupación militar en ambos países, pero hay una actitud diferente en el poder mundial. A la Unión Europea le interesa correr con la OTAN a la Rusia, tiene unos tratos económicos con Ucrania, Ucrania hace las veces de México para Estados Unidos, pero no le interesa Palestina, no le interesa el conflicto con Israel, no le interesa a los Estados Unidos el conflicto con Israel, hacer valer los acuerdos de Oslo que ya cumplen 30 años y que hablaban de dos Estados y que hablaban de una soberanía palestina y que hablaban de que no hubiera una ocupación ni civil ni militar del territorio palestino. Eso no ocurre.

Luego, ante una misma circunstancia, tenemos una doble faz. A eso yo le llamo una hipocresía de la política internacional. Y en América Latina eso no es de buen recibo. Por eso le propuse a Naciones Unidas ser coherente. Si queremos una conferencia de paz en Ucrania y en Palestina es porque queremos una posición común en contra de las invasiones en cualquier parte del mundo y por cualquier país, no dependiendo de qué país lo hace.

En las discusiones del Estatuto de Roma, que dieron base a la Corte Penal Internacional, allí se agregó un crimen internacional, se llama la “agresión internacional”. Nunca ha sido usada. Y no ha sido usada esa fórmula que hay en el Estatuto de Roma, porque casi todos los países que hoy condenan la invasión a Ucrania desde el poder militar también invadieron otros países. Sólo que esas invasiones no quieren que sean condenadas.

AMY GOODMAN: ¿Ha hablado de esto con el presidente Biden?

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: Sí, claramente, y con la Unión Europea, porque tuvimos hace poco una conferencia en Bruselas entre todos los países de América Latina y la Unión Europea. Y fíjese que el primer intento, en lugar de centrar la discusión, el objetivo de la conferencia, que era construir un mayor relacionamiento entre América Latina y Europa, lo que querían los dirigentes europeos era llevar a Zelensky y presentar un show en medio de la reunión con América Latina. La inmensa mayoría de los países latinoamericanos nos opusimos porque nosotros no estamos para ser utilizados. Y buena parte de la discusión al final no giró en cómo se podía establecer una nueva era de relaciones, sino en el tema de la guerra de Ucrania, guerra que perjudica a América Latina porque hizo ascender el hambre entre sus poblaciones. Nosotros lo que queremos es la paz.

Eso mismo se lo dijimos al Gobierno de los Estados Unidos. Incluso en mi caso personal, después, dado que Gobiernos anteriores de Colombia compraron armamento ruso que está allí en Colombia, hubo una petición tanto de Rusia para que el armamento ruso volviera a Rusia, como de Estados Unidos para que el armamento ruso se fuera a Ucrania. Yo no acepté ni lo uno ni lo otro. Lo que quiere América Latina es la paz. Hoy es indispensable la paz, no solo por las consecuencias que esa guerra puede traer –y creo que ya lo estamos viendo– de expansión de la idea de la guerra en el mundo, sino porque necesitamos este tiempo, y ese fue el objetivo de mi discurso en Naciones Unidas, para actuar en función de lo más importante que hoy tenemos frente a nosotros, que es defender la vida en el planeta, que es tomar las decisiones eficaces que permitan detener la crisis climática.

Y esto, digamos, qué sacamos si gana Ucrania o gana Rusia en una guerra, si la OTAN se expande o no, si la vida humana ha quedado limitada definitivamente en el planeta Tierra.

AMY GOODMAN: Presidente Petro, usted dijo que la humanidad se ha dedicado a hacer la guerra y que, en cambio, debe dedicar sus recursos a abordar la crisis del cambio climático, a la que usted llama “la madre de todas las crisis”. ¿Cuál es su propuesta aquí, en las Naciones Unidas, mientras se reúne con líderes mundiales, para abordar este tema?

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: Yo no soy optimista con estas reuniones, son como una “mise en scène”, dicen los franceses, una puesta en escena donde no se habla entre sí, sino que se habla es para la casa. Se utiliza el escenario de las Naciones Unidas, pero para hablarle a la casa o para verse a sí mismo. Pero no produce una interlocución suficiente. La interlocución se da un poco más en las COP, pero las COP no tienen fuerza vinculante, simplemente generan un recetario que puede o no ser tenido en cuenta.

Es muy diferente el estatus de la conversación alrededor de la crisis climática que, por ejemplo, el estatus de la conversación alrededor del comercio mundial. El comercio mundial tiene una institución vinculante, el que incumpla una norma de esos estatutos es castigado financieramente y de manera grave. La Organización Mundial del Comercio, por ejemplo, es la institución del libre mercado mundial.

Pero siendo más importante el tema de resolver la crisis climática, dado que se trata de un tema vital, no se encuentra la misma capacidad vinculante, nadie hace obedecer una norma, un objetivo, no hay tribunales para ello, no hay justicia. Todo el mundo puede pasarse por la faja, decimos nosotros, las decisiones que se tomaron. Por eso, en relación a la COP de París 2015, en donde los países más poderosos de la tierra se comprometieron a entregar 100.000 millones de dólares, que hoy es una pequeñísima cantidad respecto a lo que se necesita para mitigar y adaptar la crisis climática, de eso no han llegado ni 10.000 millones. En cambio, esa misma cifra, casi que en una semana, si uno junta los aportes militares de Alemania, del Reino Unido, de Estados Unidos, se ha logrado concitar para una guerra: la guerra de Ucrania.

AMY GOODMAN: Usted ha pedido la descarbonización de la economía y el fin de la extracción de combustibles fósiles en Colombia. Sin embargo, el petróleo es el mayor producto de exportación del país. Tiene una de las minas de carbón a cielo abierto más grandes del mundo. ¿Cómo lograr ese objetivo?

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: Sí, este es un motivo de debate en Colombia, sobre todo. Yo le he querido mostrar al mundo que a pesar de que nosotros vivimos del petróleo y del carbón, el presidente de la República puede pedirle al mundo la descarbonización de la economía. Tiene un sentido hacia el mundo, porque en muchos países, los países árabes, muchos países latinoamericanos, la misma Rusia, que son potencias respecto a sus reservas petroleras, gasíferas, hay una actitud de detener las posibilidades de una transformación del mundo en pos de dejar de usar el carbón, el petróleo y el gas, lo cual nos condena vitalmente.

La ciencia no ha fallado en eso. El progresismo, como movimiento político en el mundo, se basó siempre en la idea de hacer una política con la ciencia, alumbrada por la ciencia, no irracional, como las extremas derechas lo hicieron en el mundo. Hoy vemos un conflicto allí porque la ciencia nos dice que si usamos lo que hay enterrado en Colombia en términos de carbón, o lo que hay enterrado en Venezuela en términos de petróleo, pues prácticamente habría un punto de no retorno, la humanidad no tendría posibilidades y la vida en el planeta.

Venezuela vive del petróleo, o vivía, y Colombia del carbón y del petróleo. Sin embargo, nosotros, Colombia estamos pidiendo que cambie la economía. Al interior de Colombia eso produce un gran debate, que “el presidente está loco”, dicen, “está enfermo, no le escuchan en el mundo, nos está llevando a un abismo”. Yo creo, porque confío en que la humanidad no va a dejar extinguirse, que en un plazo relativamente corto, 10 a 15 años, efectivamente la demanda por petróleo y carbón se va a desplomar en el mundo y lo que llamamos la economía fósil, que es un capitalismo, la mayor parte del capitalismo en el planeta, tiene que girar obligatoriamente hacia una nuevas tecnologías sin carbón y sin petróleo.

Si ese mundo es así, lo que llamamos hoy la economía descarbonizada, va a imponer unas nuevas realidades en la economía mundial; allí habrá relaciones sociales de producción diferentes. Y si nosotros no vamos en ese ritmo, volveremos a tener una enorme desigualdad y un enorme atraso de tipo económico y de conocimientos respecto al mundo. Por eso ir a la par, ojalá por delante, en los procesos de descarbonización de la economía, me parece fundamental para una región como Sudamérica, cuyo mayor potencial, su mayor riqueza, precisamente está en su biodiversidad natural, en la cantidad de sus aguas, en la cantidad del sol que cae sobre la región, en los vientos que por ahí pasan, es decir, en las fuentes de energías limpias.

En mi opinión, el carbón y el petróleo para América del Sur es un espejismo en el que puede quedar anclado incluso por culpa de sus propias izquierdas, pero que dejaría atrás a América Latina en una transformación que el mundo va a sufrir. Esa transformación no es negativa, no hay que verla como un retroceso hacia la pobreza. En Colombia, por ejemplo, hay cinco generadores de energía eléctrica. Es un oligopolio que tiene unas tasas para el nivel de vida de los colombianos, unas tarifas de energía eléctrica muy elevadas, unas paradojas irracionales, como que en la costa Caribe, donde cae el sol con mayor radiación al año que, digamos, en la mayor parte del país, incluso que de América del Sur, la energía que se consume es de gas y es carísima, cuando la energía basada en el sol podría ser muchísimo más barata. Esa irracionalidad tiene que ver hoy con una frontera. El oligopolio no quiere el tránsito a energías limpias, porque las energías limpias nos podrían permitir que un millón de hogares en toda Colombia, dos millones de hogares generaran ellos mismos su energía eléctrica a partir de la energía solar, por ejemplo, y con mucha eficiencia, en el caso del Caribe; pasamos de cinco generadores a millones. Eso se llama una democratización.

Esa democratización que produce la economía descarbonizada, que está en tensión, que está allí, pues no le gusta a este gran capital fósil que se ha convertido prácticamente en grandes monopolios de la Tierra y que resiste. Por eso el traslado de una economía fósil a una economía descarbonizada, bajo una óptica que yo llamo de izquierdas, debería ser plausible, porque nos lleva a una democratización del mundo y no a una concentración de la propiedad y de la riqueza como hasta ahora ha sido.

AMY GOODMAN: Presidente Petro, quiero hablar sobre migración, que está directamente relacionada con el clima. Usted ha hablado de eso, de la violencia climática, de los conflictos. Lo ha llamado “el éxodo de la humanidad”. Decenas de miles de solicitantes de asilo atraviesan el mortífero Tapón del Darién, la selva del Darién en la frontera entre Colombia y Panamá. ¿Cómo se puede garantizar la seguridad de los solicitantes de asilo, especialmente cuando llegan a Estados Unidos? ¿Qué opina de que Estados Unidos intente persuadir a otros países, como el suyo, Colombia, como México, Guatemala, para que apliquen las políticas fronterizas estadounidenses e impidan que los solicitantes de asilo se dirijan hacia el norte?

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: Hace tres años no pasaba nadie por el Tapón del Darién. Este año podemos llegar a una cifra de medio millón de personas y por el flujo que ya alcanzó los 3.000 individuos cada día, el año entrante puede ser un millón de personas. Cero, 500.000, un millón. Después de pasar el Tapón del Darién, se duplica la cifra por Centroamérica y México y llegan a Estados Unidos cerca de dos millones de personas al año buscando entrar.

Es un éxodo, es un éxodo que Colombia no conocía, que pasa por la selva más inhóspita del mundo. Ni siquiera las guerrillas de vieja data en Colombia habían usado esa región como parte de su geografía, por lo inhóspito de la zona. Acuérdate de las dificultades que tuvo la ingeniería para hacer el Canal de Panamá, por ejemplo, cuántos trabajadores murieron en esa época. Pues aquí es peor, estamos en medio de una selva muy biodiversa, pero al mismo tiempo inhóspita para el ser humano. Por allí entonces, que no pasaba nadie, ahora vamos hacia un millón de personas, la mayoría niños y niñas, viejos, mujeres. Y como lo dijo bien el Papa Francisco en una conferencia a la que me invitó cuando yo era alcalde de Bogotá, hace unos años, que, digamos, me enseñó porque yo no había ligado ese concepto, ligar el concepto del éxodo con el concepto de las nuevas esclavitudes, pues efectivamente, yo lo estoy viendo frente a mis ojos. Ese éxodo humano que comenzó de Venezuela hacia Colombia se expandió por América del Sur y ahora mucho más con otras naciones, va por el Tapón del Darién, ese éxodo es víctima de una serie de esclavitudes nuevas, de mafias, de organizaciones armadas que están llevando a las mujeres hacia la prostitución en Estados Unidos, están usando el trabajo de los niños para transportar drogas, están violando mujeres en el camino. Los niños y las niñas mueren de deshidratación.

Es decir, hay una catástrofe humana, ¿que se produce por qué? Y he aquí entonces la discusión con Estados Unidos. El 62%, según las cuentas panameñas, nosotros llegamos a un 75%, del total de la población que hasta ahora va cruzando por el Tapón del Darién, es venezolana. Es la población que, después del bloqueo y antes del COVID, en masa pasó por las fronteras, pasó a Colombia y se dispersó en América del Sur. Esa población ahora quiere ir a Estados Unidos. Es decir, el bloqueo que se produjo sobre Venezuela actuó como un bumerán que ahora golpea a los mismos Estados Unidos, quienes decidieron el bloqueo. Está a las puertas de la casa golpeando, la población que empobrecieron. Porque Venezuela era un país rico, tiene petróleo en cantidades, gas en cantidades y su población fue relativamente estable bajo cualquier régimen, llámese el chavismo, llámese lo que ellos llaman allá el “Punto Fijo”. Pero con el bloqueo se desplomó el nivel de vida de esas personas, prácticamente quebraron el equilibrio con que vivía la mayoría de los venezolanos y muchos de ellos salieron y ahora quieren entrar es a Estados Unidos.

¿Cómo se reduce parcialmente el éxodo? Desbloqueen a Venezuela. Es relativamente fácil, digo yo en las palabras. No quiere, aquí…

AMY GOODMAN: ¿Se refiere al embargo estadounidense contra Venezuela?

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: Sí, es bloqueo, yo le digo bloqueo, es lo mismo. El embargo de cuentas, la imposibilidad de vender petróleo, que es la riqueza fundamental de los venezolanos, la incapacidad financiera, entonces, no porque no tengan los recursos, sino porque no les llegan para hacer tránsitos a economías productivas. Incluso hay un tema que tiene que ver con la crisis climática y es que Venezuela quema metano y cada vez tiene menos capacidad de quemar el metano. Este es un tema químico, el metano es 23 veces más poderoso que el dióxido de carbono para calentar el planeta. Si se quema, se vuelve CO2, es decir, disminuye esa capacidad, pero si se deja fluir a la atmósfera, es como si una chimenea de CO2 se multiplicase por 26. Eso le está pasando hoy a Venezuela por falta de recursos.

Entonces tenemos una afectación humana de corto plazo. La gente que sale por dos millones, por tres millones de personas, que ahora quiere ir a Venezuela, que arrastra poblaciones de los países de acogida consigo porque siguen el ejemplo, como está pasando con Ecuador. Y al mismo tiempo está afectando de una manera importante la química de la atmósfera, por su propia incapacidad financiera para frenar uno de los efectos más dramáticos en relación a la crisis climática.

Eso se llama un bumerán. No le están haciendo daño a Maduro, a su familia, a su proyecto político, relativamente, tampoco porque están allí gobernando. Pero, es como si se produjese un suicidio. Nos estamos afectando todos por el cambio químico en la atmósfera y los mismos Estados Unidos que empiezan a construir políticas antiinmigración muy fuertes, que están presionados por parte de su sociedad, que no les gusta tener personas de piel menos clara que la que tienen, con idiomas diferentes, pues ellos mismos han provocado que por millones estas personas quieran entrar a Estados Unidos simplemente por ejercer una política imperial que es absolutamente ineficaz, y que termina es matando niños y niñas, que termina es matando la población más débil o empobreciéndola, como es el caso del embargo o bloqueo a Venezuela.

AMY GOODMAN: ¿Ha hablado con el presidente Biden sobre el embargo contra Venezuela? Además, usted acaba de participar en la cumbre del G77 en Cuba, ¿habló también con Biden sobre el embargo contra ese país y los efectos que tienen estas medidas?

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: El caso cubano es un poco, incluso, más estridente, digamos, porque Cuba está sumida en dos listados: uno, el del bloqueo desde hace muchas décadas, o embargo; y otro, el que además se le adicionó a una lista que llaman “de países que ayudan al terrorismo”. Este segundo produce unas medidas todavía más radicales, como por ejemplo, que no se pueden comprar medicinas en el exterior, que son necesarias para la salud interna. Es un verdadero crimen, mata gente enferma. Ese listado que construyó los Estados Unidos o ante ese listado, un presidente colombiano enemigo de la paz de Colombia, lo usó para que, insistiendo en el Gobierno de Trump que se metiera a Cuba en el listado, lo logró. Y la excusa fue porque Cuba había sido el escenario de unas negociaciones de paz entre la guerrilla del ELN y el Gobierno colombiano. Fue el Gobierno colombiano de Santos el que le pidió a Cuba prestar su territorio y Cuba lo hizo de buena gana.

Después, cuando llega Duque y no quiere ese proceso de paz y lo cierra, le pide a Cuba que le entregue como prisioneros a los negociantes de paz del Ejército de Liberación Nacional. Es una verdadera traición. Ya se había escrito entre los dos Estados que eso no podía suceder porque era la garantía de una negociación de paz. Y ante la renuencia cubana de entregar estas personas que hoy están negociando conmigo el proceso, que hoy están a punto de llegar a una situación final de la guerra, aprovechándose, de hecho, le pidió al Gobierno de Trump meter a Cuba en la lista de países que ayudan al terrorismo.

Lo que me ha sorprendido es que Biden continúa con eso. Yo he hablado con él de ese tema. He hablado tanto del tema venezolano buscando que haya un desbloqueo progresivo al mismo tiempo que unas garantías creíbles de elecciones libres en Venezuela. El proceso va muy largo, muy lento. Lo que hay es pobreza en Venezuela en aumento. Y he hablado con Cuba y con Estados Unidos sobre la necesidad, por lo menos, de sacar a Cuba de la lista de países que ayudan el terrorismo, porque Cuba lo que está ayudándonos es a hacer la paz, todo lo contrario de lo que esa lista supone.

Sin embargo, también hemos visto en el Gobierno de los Estados Unidos una lentitud muy grande que termina haciendo parecer el Gobierno de Biden como el Gobierno de Trump y que deja unas cicatrices con América Latina, que yo creo que es necesario que superemos, porque es que al final tanto los anglosajones en el norte, como los latinos en América, como los pueblos afros en todas las Américas, como los pueblos indígenas en todas las Américas, tenemos que entendernos porque tenemos problemas comunes. Uno de esos que le propuse a Biden es que, teniendo aquí en Estados Unidos la mayor chimenea de CO2, nosotros tenemos la mayor esponja de CO2 en el sur, la selva amazónica, y hay que hacer un acuerdo. Teniendo en América del Sur una potencialidad para generar energías limpias muy grande, que nosotros no podemos captar por falta de dineros, de fondos, y teniendo Estados Unidos una necesidad muy grande, que es también una necesidad de la humanidad, de transitar hacia una matriz energética limpia, ¿cómo no nos juntamos? Solo se necesitan cables eléctricos e inversión en América del Sur. Los dineros están aquí, 600.000 millones de dólares para ese objetivo, pero en Estados Unidos será muchísimo más caro, porque no existe la misma potencialidad que la que tenemos en América del Sur donde está el sol, donde está el viento, donde están las aguas que caen desde los Andes.

Esa complementariedad, que serviría a Estados Unidos, que serviría a América del Sur porque esas inversiones generarían una prosperidad económica allá, y que le servirían a la humanidad, no se produce, y solo se necesita dialogar y actuar. Las cicatrices de la historia, las viejas invasiones, el viejo imperialismo, la vieja dominación, siguen gravitando ya en contra de la humanidad. Por eso un Gobierno como el de Biden debería dar el paso, cerrar las cicatrices, no se irá a olvidar, pero cerrarlas, quitar bloqueos y abrir un diálogo plural que yo creo que nos beneficiaría a todos, tanto en América del Norte como en América del Sur.

AMY GOODMAN: Usted también acaba de regresar de Chile, donde el Presidente Boric y miles de chilenos conmemoraron el 50 aniversario del golpe de Estado que condujo a la muerte del presidente elegido democráticamente Salvador Allende, en el Palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973, el otro 11 de septiembre. ¿Puede hablar de esa historia de imperialismo? Varios congresistas progresistas de EE.UU. están pidiendo al Gobierno de Biden que haga públicos todos los documentos sobre el apoyo de EE.UU., de Kissinger, de Nixon, a ese golpe que causó la muerte de miles de chilenos y otras personas.

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: Yo tenía 13 años cuando el golpe contra Allende. Era un niño, pero en el imaginario de ese entonces, en un país muy conservador, Salvador Allende nos parecía como una especie de justiciero que había llegado pacíficamente. Lo que había en el mundo eran guerras, recuerda que estaba la guerra de Vietnam, y lo que se decía en el mundo es que las revoluciones tenían que ser armadas, que era lo que estaba ocurriendo en África. Y este señor llega pacíficamente y empieza una transformación que veíamos por televisión en blanco y negro. Y de pronto el golpe, la brutalidad, el bombardeo, el presidente muriendo entre las cenizas del Palacio. Y nos conmocionó. Yo salí a la calle vecina en mi pueblito pequeño, nosotros sin tener ni idea de la política, y bloqueamos una calle. Y eso me produjo, digamos, la causa que me fue moviendo hacía entrar a la política y ser lo que soy desde una perspectiva que era la de Allende, no la de los golpistas.

Allí era claro que los Estados Unidos habían ayudado a los golpistas, a los nazis, porque eran nazis, y eso nos marcó, digamos, es una de las cicatrices de las que hablo. Y está bien que se evidencien los hechos, que salga la verdad toda. Cincuenta años después volví a La Moneda, yo no había querido ir a Chile hasta hace muy poco, cuando triunfó Boric, lloré ahí en el palacio, porque ese ciclo de 50 años, realmente 30, una vez hay el golpe contra Allende, lanza casi todos los movimientos progresistas latinoamericanos a las armas, nos volvemos insurgentes. Yo fui un insurgente armado y pasé por la tortura, la cárcel, y resistí hasta el año 90 y muchísimos latinoamericanos jóvenes en ese entonces lo hicimos, y también dictaduras. Entonces, América Latina se volvió un campo de batalla entre dictaduras sanguinarias, nazis, y revoluciones armadas. Centroamérica fue un efecto de ello. Y fueron 30 años.

Después, precursoramente quizás, el M-19 en Colombia, en 1989, decide un acuerdo de paz, deja las armas, se vota a los pocos meses –no sin que hubieran asesinado a su comandante– la Constituyente, y ganamos las elecciones. Muy precursor, muy inmaduros aún nosotros, Colombia. Pero es un proceso de paz, una idea de que, volviendo a la tesis de Allende, podía accederse al poder pacíficamente y a una victoria electoral de nuevo.

Fue precursor, porque realmente es unos años después que empieza el triunfo en cadena de presidentes progresistas. El primer progresismo aparece, desaparecen las dictaduras, desaparecen las armas, que aún solo quedan es en Colombia, en algunos rincones. Es decir, entramos a lo que llamamos la primavera, con errores, con equivocaciones, “un balbuceo” le llamo yo, caminos diferentes. No se puede comparar Venezuela con Bolivia, ni Bolivia con Brasil, ni Brasil con Colombia, etc., pero lo logramos.

Y entonces hoy, que hemos cerrado ese ciclo de armas y de violencia en mi opinión, es que hay que repensar la democracia. Asoman peligros, personas que lo que están insinuando es golpes de Estado, en Washington, en la toma del Capitolio que se repite en Brasil, los gestos en Perú asesinando personas desde el Estado, desde el Gobierno, lo que nos ha pasado a nosotros en Colombia, lo que sucedió en Bolivia, etc., digamos, muestran que aún no es seguro el tránsito hacia una democracia más profunda.

Pero lo de Chile marcó primero una era de violencia. Yo creo que el Gobierno de los Estados Unidos desde entonces no supo y lanzó una política violenta contra América Latina, que se convirtió también en un bumerán, porque al final no nos derrotó. Murió mucha gente, pero no nos derrotó. Y hoy lo que está planteándose, progresismo en Estados Unidos y el progresismo en América Latina, es hablar en lugar de quemar banderas allá y organizar golpes de Estado acá; en lugar de prepararnos para el combate en las montañas de los Andes, lo que nos preparamos es para dialogar, para entendernos.

Ahora, ¿ese es un entendimiento en donde alguien está de pie y otro arrodillado? No. Es un entendimiento en donde podemos hablar de tú a tú sobre problemas comunes, y creo que ese es el camino que ahora, 50 años después del golpe, e incluso hablado allá en el Palacio de La Moneda, en Santiago, se puede abrir.

AMY GOODMAN: ¿Alguna vez pensó que pasaría de guerrillero del M-19 a presidente de Colombia?

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: No, nunca. Yo quería hacer una revolución y todavía la quiero hacer. El concepto es diferente. Ayudé, una vez dejamos la insurgencia, insurgencia armada, ayudé a varios candidatos presidenciales que fueron creciendo en sus votos desde el progresismo colombiano, que es un progresismo muy golpeado, digamos. En Colombia asesinaron un partido completo, como en Indonesia, 5000 militantes muertos, asesinados en sus casas frente a sus hijos, sin armas en las manos, que nos ayudó aún más a pensar en que era el camino armado el que tocaba. Hemos vivido una violencia… Yo me asustaba cuando tenía los 14, 15 años, cuando veía a Pinochet, lo que sucedía con Videla, viéndolo por televisión desde Colombia. Pero ahora que tenemos los números de desaparecidos, de gente asesinada, pues Colombia de lejos sufrió, digamos, un genocidio, porque además se vinculó al narcotráfico allí.

Hay un episodio al cual le falta investigación y es otra cicatriz. Cuando los sandinistas derrocan a Somoza, Estados Unidos empieza a construir una Contra, y en algún escándalo que promovió la prensa norteamericana…

AMY GOODMAN: En Nicaragua.

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: …que fue el “Irán-Contra”, se llamó, que más o menos mostraba era una financiación con cocaína para comprar armas para la Contra, ¿de dónde salía esa cocaína? Esa cocaína salía de Colombia. Ese pedazo no está descubierto. De alguna manera, los narcotraficantes colombianos creyeron, o les hicieron saber, que si mataban comunistas podían exportar cocaína a Estados Unidos. Y eso en Colombia mató todo un partido político y generó un genocidio. El narcotráfico se vistió de extrema derecha, no le era muy difícil. Y digamos, una especie de discurso nazi, ligado a un negocio que los nazis no conocían, exportar cocaína a Estados Unidos, se juntó y conquistó secciones del poder político en Colombia. Entonces hay una articulación con el Estado. A mí me tocó denunciar eso en diez años de investigaciones y desde allí… Porque cuando el criminal tiene poder político, el crimen se potencia, eso es Hitler. El criminal puede asesinar uno, dos, cien de pronto, pero si le das el poder del Estado te mata millones. Y eso en forma similar pasó en Colombia.

Entonces tuvimos una violencia mayor que la que yo había visto de niño en Chile y en Argentina que me aterrorizaba. Sin embargo, Colombia propuso la paz por primera vez, el M-19, el Movimiento 19 de Abril, en una América Latina en llamas, y logró un triunfo electoral pacífico e hizo la Constitución actual de Colombia. Hemos vivido en una especie de dos caminos al mismo tiempo: la posibilidad de la paz y el genocidio, al mismo tiempo. Y entre más el genocidio se profundiza, más la paz se vuelve necesaria. Hoy, por ejemplo, los Gobiernos en los Estados Unidos nos han ayudado a construir esa paz. Hay un cambio de visión que ha sido muy interesante hasta ahora en diálogos sobre la política de drogas, sobre lo que pasa con el fentanilo aquí, sobre si era entonces necesario prohibir la marihuana hace 50 años, que dejó muchos muertos en Colombia y ahora vas a la esquina y la compras en una tienda en Nueva York. ¿Y nuestros muertos? ¿Quién pide perdón?

Nos metieron en una guerra, no fuimos nosotros. La guerra que traíamos de nuestra violencia política se amplificó con el narcotráfico y ha dejado 200.000 muertos, 60.000 desaparecidos, partidos políticos destruidos y aniquilados por ser de izquierda y unas heridas, un dolor, una destrucción democrática de la sociedad muy profunda, que solo porque la sociedad colombiana tiene resistencias, una cultura muy fuerte, culturas en plural, es que ha permitido que la sociedad se mantenga y siga buscando, yo soy una búsqueda de esas, una esperanza que millones de jovencitos votaron porque querían otra posibilidad para su propio país. Pues a mí me parece que el Gobierno de Estados Unidos que he encontrado hoy no es el que tomó la decisión de derrocar a Allende. Está dividido, no es lo mismo, digamos, es plural. Pero en Estados Unidos crece una parte de la sociedad que ve el mundo de manera diferente. Otra parte de la sociedad no ve el mundo, se ve a sí mismo. Hay regiones en Colombia que son parecidas, no ve el mundo y se ve a sí mismo y entonces cree que hay que utilizar los mismos métodos que antes.

Yo creo y soy optimista, que hacia adelante vamos a poder encontrarnos y conjuntamente tomar soluciones. Mira que hoy en la geopolítica, por ejemplo, y algunos gobernantes en Estados Unidos me lo dicen, “bueno, el mundo es multipolar, está China, está Rusia, Irán, los BRICS, metámonos ahí”, como una especie de reacción al poder norteamericano en la historia. Y yo me pongo a pensar, ¿pero, Irán me muestra un modelo de sociedad mejor que la que podríamos construir nosotros en Colombia?, respetando su cultura, etc. ¿Rusia acaso trae los mismos ecos revolucionarios del s. XVII? ¿O es un país tan capitalista como Estados Unidos, sumido aún más en la economía fósil porque depende del petróleo y no me enseña el futuro? ¿Por qué tengo que ligarme allá o acá? El mundo ha cambiado. No es lo mismo que la Guerra Fría. No nos enfrentamos dos modelos sociales, nos enfrentamos a una competencia entre empresas económicas, y entonces un camino indudablemente es América. No está explorado, no ha sido construido realmente. Pero un camino es América. Las Américas, todas.

AMY GOODMAN: ¿Le preocupa que ocurra un golpe de Estado en Guatemala antes de que Bernardo Arévalo, el presidente democráticamente electo y con quien usted tal vez comparte valores e ideales, asuma el cargo, debido a que el “Pacto de Corruptos”, la élite empresarial y gubernamental, no quiere que él tome el poder?

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: El narcotráfico. Es que el narcotráfico es toda una discusión. Tendríamos que usar un programa. El narcotráfico se empodera por la prohibición, no por el consumo, es por la prohibición. Bueno, y tenemos un narcotráfico que ha variado, no son unas mafias urbanas colombianas que sacan en la televisión, en Netflix cada rato, son multinacionales, son muy poderosas. Acabamos de capturar en Bogotá a unos señores de Albania, unos señores de Francia, un español, todos tratando de construir los nuevos mercados de la droga, unos capos mundiales. Acaba de suceder que el fiscal paraguayo, que asesinan en Cartagena, Colombia, en su luna de miel, lo manda a matar un uruguayo usando sicarios colombianos. Es decir, estamos ante una dimensión multinacional de la droga que se ha empoderado, tiene ejércitos privados, armas de la misma calidad de los ejércitos oficiales, se ha empoderado por la prohibición, la rentabilidad que genera la diferencia entre costo y precio de venta en Nueva York.

El tema está en la prohibición, pero ese papel del narcotráfico está desestabilizando la democracia. Destruyó Haití. Es el narcotráfico que viene desde Colombia en las rutas, yendo a Estados Unidos, el que pasa por Haití y entonces empodera bandas que terminan en un Estado fallido, todas las ciudades más violentas del mundo, casi las 50 ciudades más violentas del mundo, son la ruta del narcotráfico…

AMY GOODMAN: ¿En qué se relaciona esto con Guatemala?

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: Que por ahí pasan. No es cerrado, no es el único país en el que se han llevado a presidentes presos, ¿cierto?, que usaban el Banco Central para guardar el lavado de dólares, que prácticamente se narcotiza un Estado. Un colombiano dirige la Comisión de Investigaciones Independientes; mi actual ministro de Defensa, Iván Velásquez, va allá, sobrevivió de milagro, lo querían poner preso ahora, el actual presidente o el fiscal actual, la misma Fiscalía actual quería poner preso a mi ministro de Defensa porque había dirigido la Comisión de Independencia que descubre los nexos entre narcotráfico y política, lo mismo que había pasado en Colombia. Y esto no es solo Colombia o Guatemala, esto ha pasado en buena parte de nuestros países porque se empoderó el narcotráfico. Eso es lo que se ha hecho en los últimos 50 años.

Guatemala reacciona, su sociedad elige un presidente progresista. Yo hablé con él por teléfono, no lo conozco personalmente. Pero aquí se va a probar todo el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, si vamos a permitir que un presidente elegido prácticamente sea burlado, que el voto popular sea burlado. Y aquí es donde nos podemos encontrar progresistas sudamericanos y Gobierno norteamericano en un objetivo común: permitimos el voto popular o volvemos a repetir Allende.

AMY GOODMAN: El presidente brasileño, Lula da Silva, también expresó su preocupación por un posible golpe de Estado contra el presidente electo de Guatemala. Y finalmente, el presidente Lula también habló en la Asamblea General de la ONU sobre Julian Assange y dijo: “Preservar la libertad de prensa es esencial. Un periodista como Julian Assange no puede ser castigado por informar a la sociedad de manera transparente y legítima”. Presidente Petro, ¿cree que Estados Unidos debería retirar los cargos contra Julian Assange para que pueda ser puesto en libertad?

PRESIDENTE GUSTAVO PETRO: Julian Assange es un periodista, punto. Lo que hizo fue una labor periodística, punto. Y está preso desde hace mucho tiempo por su labor periodística. Es la mayor burla a la libertad de prensa. La está ejerciendo el país que construyó el concepto, porque fue en la Revolución norteamericana, los que aquí llaman los Padres Fundadores, los que dijeron que debía haber una prensa independiente del poder, que en ese entonces era el poder político. Hoy yo le pondría el poder económico al lado y la prensa realmente ha sucumbido al poder económico. Pero si cojo ese concepto fundacional de los Estados Unidos, lo que están haciendo con Assange es contradecir y negar su propio principio fundacional. El mismo Gobierno de los Estados Unidos lo está promoviendo. Es una contradicción en los términos, decíamos nosotros, es una contradicción en sí misma como sociedad.

Assange debe estar libre y esa es una petición que hemos hecho. Yo mismo la hice. Lula lo ha convertido en una bandera, Ecuador progresista lo tuvo resguardado, sus abogados nos visitan, a veces desesperados. Pero si Biden quisiera… Biden tiene varios mensajes que lanzar, en mi opinión; yo no puedo reemplazarlo porque no conozco la sociedad de los Estados Unidos a fondo y sé que se enfrenta con fuerzas muy oscuras, muy retardatarias que vienen desde hace mucho tiempo en esta sociedad. Pero Biden debería dar el salto de la reforma del sistema financiero internacional, del FMI, para disminuir la deuda pública de todos los países y liberar espacios presupuestales para el Plan Marshall por la vida. Él puede, tiene esa capacidad, con Europa. Biden podría así convertirse en el líder ambiental del mundo, ser el líder. Mire usted todas las jovencitas y jovencitos que hoy quisieran tener la oportunidad de vivir en las próximas décadas.

Y Biden podría lanzar el mensaje de la democracia levantando, no sé el procedimiento, puede indultarlo, el camino para decirle al mundo que un periodista, ejerciendo su labor periodística no tiene por qué ser tomado preso, así afecte el interés del poder de los Estados Unidos. Porque el hecho creacional de ese poder, lo que digo, es que la prensa debe ser independiente del poder. Y esos serían mensajes al mundo, no sé qué tanto a su propia sociedad, pero yo creo que la sociedad misma tiene defensas democráticas que le permitirían reconocer a un gran líder democrático.

AMY GOODMAN: El presidente colombiano, Gustavo Petro, en entrevista exclusiva con Democracy Now! el 19 de septiembre en la Misión Permanente de Colombia ante las Naciones Unidas aquí en Nueva York, justo después de su discurso ante la Asamblea General de la ONU. Vamos a publicar la entrevista completa en nuestro sitio web en inglés. Gracias a Charly Roberts, María Taracena, Clara Ibarra, Charina Nadura, Sam Alcoff, Robby Karran. Soy Amy Goodman, gracias por acompañarnos.


Producido por Democracy Now! en Español.

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