En el estado de Nevada, decenas de miles de personas que asistieron al festival anual Burning Man se quedaron el fin de semana varados, después de que lluvias torrenciales cubrieran de barro los campamentos, que generalmente están secos, y dejaran las carreteras intransitables durante días. A los asistentes se les había dicho desde el viernes que se refugiaran en el lugar. Las condiciones climáticas extremas pusieron fin a un festival Burning Man que se celebró a pesar de las objeciones de los activistas contra el cambio climático, que el 27 de agosto bloquearon pacíficamente una carretera de dos carriles que conducía al campamento para exigir que Burning Man prohibiera los aviones privados, los elementos plásticos desechables y el uso ilimitado de generadores de energía y tanques de propano. La protesta fue disuelta por un policía tribal de Nevada, quien embistió con su vehículo a los manifestantes que se encontraban bloqueando la carretera, e hirió a uno de ellos, antes de sacar una pistola, tumbar a una manifestante al suelo y amenazar con disparar a los activistas.
Manifestante: “¡No somos violentos!”.
Oficial de policía: “¡Tírense al suelo ahora! ¡Al suelo! ¡Al suelo! ¡Todos ustedes, tírense al suelo ahora!”. ¡Al suelo!”.
Manifestante: “¡No somos violentos!”.
Oficial de policía: “¡Al suelo!”.
Manifestante: “¡No somos violentos!”.
Oficial de policía: “¡No se muevan!”.
En un comunicado, la coalición de activistas Seven Circles Alliance, que organizó la protesta, dijo: “La respuesta desmedida [de la policía de Nevada] es una muestra clara de la violencia institucional y la brutalidad policial que sufre cualquiera que trabaje activamente para lograr un cambio sistémico en Estados Unidos, incluido el movimiento contra la crisis del cambio climático”.
Los organizadores de Burning Man calculan que la huella de carbono del festival asciende a unas 100.000 toneladas de dióxido de carbono al año, lo que equivale a las emisiones de gases de efecto invernadero anuales de 22.000 automóviles a gasolina.