Se informó que al menos 21 civiles murieron en el último ataque violento en Siria. Activistas locales afirman que las fuerzas sirias le dispararon a las víctimas en una procesión fúnebre en la provincia de Idlib. Un convoy de monitores de la ONU también fue atacado. Un portavoz de las Naciones Unidas exhortó al gobierno sirio a que aceptara los esfuerzos internacionales de llevar ayuda a los sirios que la necesitan.
Martin Nesirky declaró: “El enviado especial conjunto (Annan) continúa estando profundamente preocupado por la terrible situación que atraviesan un millón de sirios que necesitan ayuda humanitaria y exhorta en forma urgente al gobierno a que acepte las condiciones de un aumento de la ayuda humanitaria sin demoras. El enviado especial conjunto también subraya la necesidad de lograr un acuerdo rápido, que sea consistente con el compromiso del gobierno de permitir libre acceso y suministro de asistencia a los sirios que lo necesitan”.
En otra noticia de Siria, el Washington Post informa que rebeldes sirios recibieron un aumento de ayuda armamentista de países extranjeros, entre ellos de Estados Unidos, en las últimas semanas. Grandes cargamentos con armas habrían llego a manos de civiles y aparentemente les habrían ayudado a ganar algunos enfrentamientos con las fuerzas sirias tras meses de acontecimientos adversos. Las armas fueron pagadas por los países del Golfo Pérsico y el esfuerzo fue en parte coordinado por Estados Unidos. Funcionarios estadounidenses afirman que también ampliaron sus contactos con las fuerzas rebeldes para compartir información.