Extraordinariamente peligroso: Chomsky afirma que las amenazas de Trump a Corea del Norte podrían resultar contraproducentes

Reportaje04 de abril de 2017

El jueves, el presidente Trump se reunirá con el presidente chino, Xi Jinping, en el resort de Florida Mar-a-Lago, propiedad del presidente estadounidense. Antes de la reunión, Trump dijo en una entrevista para el periódico Financial Times que estaría dispuesto a tomar acciones unilaterales contra Corea del Norte por el programa de armas nucleares. Trump dijo, “Si China no va a resolver el asunto de Corea del Norte, lo haremos nosotros”. Las advertencias se producen después de que militares de EE.UU. y Corea del Sur realizaran prácticas militares de entrenamiento de semanas de duración durante el mes de marzo, mientras Corea del Norte lanzara un cohete y probara misiles. Para saber más de este tema, hablamos con Noam Chomsky, disidente político, lingüista y escritor reconocido mundialmente.

Transcripción
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JUAN GONZÁLEZ: En relación con su preocupación por la creciente amenaza en cuanto a las armas nucleares, también se están llevando a cabo maniobras frente a la costa de Corea, y hemos escuchado al presidente Trump decir en los últimos días que si China no se ocupa de Corea del Norte, lo hará Estados Unidos. ¿Podría comentar las medidas que Trump ha sugerido hasta el momento respecto a Corea y China?

NOAM CHOMSKY: Es interesante fijarse en los antecedentes. El postulado ha sido el siguiente: “Bueno, lo hemos intentado todo y nada funciona. Por lo tanto, tenemos que hacer uso de la fuerza”. ¿Es cierto que nada ha funcionado? Después de todo, hay un currículum histórico, y si nos fijamos en él, resulta interesante. En 1994, Clinton instauró lo que se llamó el Tratado Marco con Corea del Norte, de acuerdo al cual Corea del Norte pondría fin a sus esfuerzos de producir armas nucleares y Estados Unidos reduciría los actos hostiles. Más o menos funcionó, y a pesar de que ninguno de los dos cumplió lo acordado totalmente, en el año 2000 Corea del Norte aun no había procedido con su programa de armas nucleares. Cuando llegó George W. Bush puso inmediatamente en marcha un asalto a Corea del Norte, ya sabe, el “eje del mal”, con sanciones y cosas por el estilo. Corea del Norte reanudó la producción de armas nucleares. En 2005 hubo un acuerdo entre Corea del Norte y Estados Unidos, un acuerdo bastante razonable. Corea del Norte acordó dar por terminada su programa de desarrollo de armas nucleares. A cambio, pidió un pacto de no agresión. Es decir, que se dejaran de hacer amenazas hostiles, se aliviaran las sanciones duras, y se proveyera un sistema para proporcionar a Corea del Norte uranio de bajo enriquecimiento para uso médico y otros fines. Esa era la propuesta. George Bush la deshizo en pedazos instantáneamente. En cuestión de días, Estados Unidos trató de desestabilizar las transacciones financieras de Corea del Norte con otros países a través de Macau y más lugares. Corea del Norte dio marcha atrás, y comenzó a producir armas nucleares una vez más. Es decir, tal vez se pueda afirmar que el de Corea del Norte sea el peor de régimen en la historia, o lo que se quiera, pero este país ha estado aplicando medidas bastante lógicas de “ojo por ojo”. ¿Por qué está desarrollando armas nucleares? La economía no se encuentra en buen estado; ciertamente les vendría bien aprovechar los recursos que destinan a eso. Todo el mundo entiende que se trata de un elemento de disuasión. De hecho, tienen una propuesta sobre la mesa. China y Corea del Norte proponen que este último ponga fin a su producción ulterior de armas nucleares. A cambio, Estados Unidos debe dejar de poner en práctica maniobras militares amenazantes con Corea del Sur en su frontera. Una propuesta nada descabellada; que ha sido simplemente rechazada. De hecho, descartada también por Obama. Hay medidas posibles que podrían adoptarse para aliviar lo que podría ser una crisis extremadamente grave. Es decir, si EE.UU. decidiera hacer uso de la fuerza contra Corea del Norte, una reacción inmediata, según las fuentes militares de las que disponemos, sería que la ciudad de Seúl se vería sencillamente arrasada por la artillería de Corea del Norte. ¿Y quién sabe a dónde iríamos a partir de ahí? Pero la oportunidad de avanzar hacia una solución diplomática negociada no parece descabellada. Me refiero a que esta propuesta de China y Corea del Norte merece sin duda la pena ser considerada seriamente, diría yo. También merece la pena tener presente que Corea del Norte cuenta con ciertos recuerdos. Fueron prácticamente devastados por algunos de los bombardeos más intensos en la historia. Merece la pena informarse sobre dichos bombardeos. Tal vez deberían ustedes leer la historia oficial de la Fuerza Aérea respecto al bombardeo de Corea del Norte. Es devastadora, arrasaron con el país. No quedó ningún objetivo que no fuera bombardeado. Así que decidieron atacar las presas de agua del país, lo que sin duda constituye un crimen de guerra. La descripción del ataque a los embalses es… no quiero utilizar las palabras exactas, odio parafrasearla. Realmente deberían leerlo: en las historias oficiales, la Fuerza Aérea y otros exaltan lo magnífico que sería ver un inmenso torrente de agua corriendo por Corea del Norte, acabando con los cultivos. Para los asiáticos, los cultivos de arroz suponen la vida. “Esto los destruirá. Sería magnífico”. Los norcoreanos pasaron por eso. Y tener aviones B-52 con capacidad nuclear volando en su frontera no es ninguna broma. Pero, sobre todo, hay un currículum de éxitos parciales en cuanto a iniciativas diplomáticas, un fracaso total con sanciones y medidas severas, y opciones que están sobre la mesa que se podrían poner en práctica. Ahora bien, en lugar preocuparse acerca de si alguien se comunicó con los rusos, esto es lo que debería tratar de lograr seriamente. Ese es el motivo por el cual los demócratas o cualquier persona con esperanzas de paz y justicia debería estar trabajando.

AMY GOODMAN: Lo que nos conduce a China. El presidente Trump dijo: “Si China no resuelve el asunto de Corea del Norte, lo haremos nosotros”. ¿Le preocupa que a Trump, un presidente con los niveles más bajos de popularidad de todos los tiempos, al sufrir una derrota tras otra, le dé por pasar a la ofensiva y trate de enfocarse en enemigos extranjeros? No obstante, simultáneamente, China tiene previsto venir a Estados Unidos: Trump se va a reunir con el líder chino, Xi Jinping, en su complejo Mar-a-Lago. Esto también es curioso, teniendo en cuenta que la reunión se producirá en un campo de golf, ¿verdad? El presidente chino odia el golf y prohibió a los miembros del Partido Comunista practicar este deporte. ¿Tiene esto más relación con que Trump piense que tiene más capacidad de eliminar la cobertura de prensa o cualquier información acerca de quién se reune con él, cuando las reuniones tienen lugar en su complejo privado? Pero lo más importante, ¿qué planes encierra dicha reunión y cuál es la relación de Estados Unidos con China?

NOAM CHOMSKY: Bueno, como usted recordará, uno de los acontecimientos interesantes que ocurrieron en ese complejo vacacional fue una discusión pública acerca de un asunto de alta seguridad con gente alrededor tomando café y refrigerios. Tal vez mantengan a la prensa al margen, pero no parece que mantengan a sus invitados ajenos a lo que sucede.

AMY GOODMAN: Bueno, no si pagan 200.000 dólares al año y son miembros de Mar-a-Lago.

NOAM CHOMSKY: Correcto. Entonces, pasan los controles.

AMY GOODMAN: Y se toman fotos y selfis con el hombre que porta los códigos nucleares.

NOAM CHOMSKY: La “pelota [nuclear]”.

AMY GOODMAN: Sí, la “pelota [nuclear]”.

NOAM CHOMSKY: Trump es una persona muy impredecible. Pero esto de las relaciones con China es un problema extremadamente grave. China no se va a retractar en sus exigencias fundamentales relativas, por ejemplo, a Taiwán. Y mucho de lo que China exige no es razonable. No debería serlo ni es admisible a nivel internacional. Pero hacer uso de la fuerza como represalia es sumamente peligroso. Es decir, en los asuntos internacionales no se puede andar con juegos Nos encontramos demasiado cerca de nuestra propia destrucción. Si nos fijamos en los hechos del pasado, a través de la era nuclear, en los actos a veces accidentales, a veces irracionales, que han ocurrido, es casi un milagro que hayamos sobrevivido. Para obtener un buen cálculo de todo esto, del peligro que supone, echemos un vistazo al mejor supervisor de la situación de seguridad global con que contamos como medida única: el Reloj del Juicio Final del Boletín de Científicos Atómicos. Este se programa cada año desde el comienzo de la era nuclear, en 1947, por un grupo de especialistas serios, científicos, analistas políticos y otros, que tratan de dar una medida del peligro al que se enfrenta la especie humana. La medianoche representa que estamos acabados. En 1947, el reloj se fijó en siete minutos antes de medianoche. En 1953, justo después de que Estados Unidos y Rusia probaran bombas de hidrógeno y armas termonucleares, el reloj se adelantó hasta dos minutos antes de medianoche. Eso es lo más cerca que hemos estado del desastre total. En este momento, tan pronto como llegó Trump, se adelantó hasta los dos minutos y medio antes de medianoche, tanto por la amenaza nuclear, reconocida como grave, como por la amenaza de una catástrofe medioambiental, que no se tomó en consideración en los años anteriores, y ahora sí. Pues bien esos son, mayoritariamente, los problemas más cruciales a los que nos enfrentamos. Todo lo demás se desvanece en la insignificancia en comparación con ellos. Se trata, literalmente, de cuestiones de supervivencia. Y dos minutos y medio antes de medianoche se traduce en un peligro inminente. Estos deberían ser los principales focos de atención; y resulta sorprendente ver cómo son ignorados. A lo largo de toda la campaña electoral, prácticamente no se hizo ninguna mención al respecto. Todos y cada uno de los candidatos republicanos, en relación al cambio climático, bien negaban lo que está sucediendo, o bien decían, moderados como Jeb Bush y Kasich: “Bueno, tal vez esté sucediendo, pero no importa. No hay que hacer nada al respecto”.

AMY GOODMAN: EE.UU. acaba de liderar el boicot en la ONU sobre el debate acerca de la prohibición de las armas nucleares.

NOAM CHOMSKY: Sí, se unió a las otras potencias nucleares, por desgracia. Está también la cuestión del Tratado de Prohibición de los Ensayos. En este momento hay tres potencias nucleares que se han negado a ratificarlo: China, Estados Unidos e Israel. Y si las pruebas nucleares comienzan de nuevo, supondría un peligro muy serio. Como ya he mencionado, fue cuando se llevaron a cabo las primeras pruebas nucleares que el Reloj del Juicio Final se adelantó hasta dos minutos antes de medianoche. También está el problema del nuevo tratado START, un tratado que ha promovido una reducción, insuficiente, pero significativa, de las armas nucleares desde el final de la Guerra Fría. Se supone que el nuevo tratado START va a continuar poniendo en práctica dicha reducción. Rusia y Estados Unidos poseen la inmensa mayoría de las armas nucleares. Y esto reduciría tanto el número como las armas nucleares más amenazantes. Trump ha indicado —sin que yo o nadie sepa lo que quiere decir—, que es lo que él llama un mal negocio para Estados Unidos, sugiriendo que tal vez deberíamos abandonar el tratado, lo que sería un desastre. Es decir, estamos hablando de problemas importantísimos. Y el hecho de que apenas se hable de ellos es una crónica devastadora en el nivel de la civilización contemporánea.

AMY GOODMAN: Conversamos con Noam Chomsky, disidente político de renombre mundial, lingüista y escritor, profesor emérito del Instituto Tecnológico de Massachusetts, donde ha impartido clase durante más de 50 años. Su nuevo libro ya está disponible: “Requiem for the American Dream: The 10 Principles of Concentration of Wealth & Power” (Réquiem para el sueño americano: los diez principios de concentración de la riqueza y el poder). Estaremos de vuelta con él en unos minutos.


Traducido por Carolina Flórez. Editado por Igor Moreno y Democracy Now! en Español.

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