
El jueves 22 de mayo, el estudiante de posgrado de la Universidad de Columbia Mahmoud Khalil tuvo una audiencia ante una jueza de inmigración en Jena, Louisiana, en la que declaró que ser deportado de Estados Unidos lo pondría en riesgo de ser víctima de “asesinato, secuestro y tortura”. Horas antes de la audiencia, a Khalil se le permitió conocer y sostener en brazos por primera vez a su hijo Deen, nacido hace un mes. Ese emotivo momento fue posible después de que un juez federal rechazara las iniciativas del Gobierno de Trump para mantener a Khalil detrás de una barrera de plexiglás durante la visita de su esposa y su hijo pequeño.
El equipo jurídico de Khalil ha expresado su preocupación con respecto a la capacidad de los jueces de inmigración que entienden en el caso de ser imparciales. “Están sujetos a la voluntad del presidente, y este es un presidente que no ha titubeado a la hora de despedir a jueces de inmigración”, dice Ramzi Kassem, uno de los abogados que representan a Mahmoud Khalil.
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