El libro “The Fort Bragg Cartel” revela la participación de las fuerzas especiales estadounidenses en el narcotráfico

Reportaje14 de agosto de 2025

En momentos que el presidente Trump amenaza con usar las fuerzas especiales de Estados Unidos contra cárteles de droga en el extranjero, analizamos el libro “The Fort Bragg Cartel: Drug Trafficking and Murder in the Special Forces” (El cártel de Fort Bragg. Narcotráfico y asesinatos en las fuerzas especiales). Se trata de un trabajo de reciente publicación que revela el fuerte involucramiento de unidades secretas y de élite de las fuerzas especiales del Ejército estadounidense en el narcotráfico. “Estoy siguiendo al menos 14 casos de soldados entrenados en Fort Bragg que, en los últimos cinco años más o menos, han sido arrestados, detenidos o han muerto en situaciones vinculadas al tráfico de drogas”, plantea Seth Harp, el autor del libro, que también analiza “cómo las intervenciones militares de Estados Unidos a menudo han estimulado la producción de drogas”. Un ejemplo de esto es el caso de Afganistán que, según Harp, durante los 20 años que estuvo bajo ocupación estadounidense, se convirtió en el mayor narco-Estado del mundo. “La mayor parte del narcotráfico y la producción de drogas era llevada a cabo por caudillos militares, jefes de policía y comandantes de milicias pagados por Estados Unidos en una estructura corrupta”, señala Harp.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman.

A medida que la Guardia Nacional amplía su presencia en Washington D.C., el presidente Trump ha afirmado que buscará extender a largo plazo el control federal de la fuerza policial de la ciudad.

PRESIDENTE DONALD TRUMP: Vamos a necesitar una legislación contra la delincuencia, la cual vamos a presentar, y se va a aplicar inicialmente en Washington D.C. Vamos a usarla como un ejemplo muy positivo. Y vamos a pedir prórrogas para ello, prórrogas a largo plazo, porque no se puede tener 30 días. Es decir, para cuando lo hayamos hecho, tendremos esto bajo control.

AMY GOODMAN: A principios de esta semana, Trump declaró una emergencia de seguridad pública en D.C., aunque los delitos violentos en la ciudad registran su nivel más bajo en 30 años. La alcaldesa de Washington D.C., Muriel Bowser, ha denunciado la intervención de la fuerza policial por parte de Trump como un “impulso autoritario”. Al menos 800 efectivos de la Guardia Nacional están siendo desplegados en Washington D.C., junto con 500 agentes federales.

El martes, The Washington Post reveló que el Gobierno de Trump está planeando crear lo que él llama una fuerza de reacción rápida contra disturbios civiles compuesta por cientos de miembros de la Guardia Nacional que se desplegarían rápidamente en otras ciudades de EE.UU. que han sido blanco del presidente Trump, incluidos los bastiones demócratas de Baltimore, Nueva York, Chicago y Oakland. La fuerza estaría compuesta por dos grupos de 300 soldados asignados de forma permanente, que se establecerían en bases militares de Alabama y Arizona.

Esto se produce después de que Trump enviara, a principios de junio, efectivos de la Guardia Nacional e infantes marina de EE.UU. a Los Ángeles durante las protestas contra las redadas migratorias y los arrestos realizados por agentes enmascarados y no identificados, que también actuaron contra ciudadanos estadounidenses durante dichos arrestos.

Según reporta la revista Rolling Stone, “una de las cosas que más lamenta Trump de su primer mandato presidencial, según altos asesores y exasesores de Trump, es que no usó las fuerzas militares y otros efectivos federales para actuar con más fuerza que la que finalmente se usó en el verano de 2020” contra las protestas por la justicia racial. El secretario de Defensa de Trump en ese entonces no estuvo de acuerdo con la idea del presidente de disparar contra manifestantes de Black Lives Matter cerca de la Casa Blanca.

Mientras tanto, a principios de esta semana, Trump firmó en secreto una directiva que permite al Pentágono usar fuerzas militares en suelo extranjero para atacar a los cárteles de la droga, especialmente en países como México.

Todo esto se produce en vísperas de la reunión del viernes entre Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, en Alaska, en la que discutirán un alto el fuego en Ucrania, adonde Estados Unidos también ha enviado tropas.

Hoy echamos un vistazo poco común a las fuerzas especiales de Estados Unidos desplegadas en todo el mundo, ya sea en países como México, Ucrania, Irak, Afganistán o aquí mismo en EE.UU. Dichas fuerzas están estacionadas en la base militar más poblada del país, que fue rebautizada como Fort Liberty en 2023, hasta que Pete Hegseth, el secretario de Defensa de Trump, ordenó al Ejército cambiar el nombre de nuevo a Fort Bragg y afirmó: “Bragg ha regresado”. Fort Bragg es la sede de la Fuerza Delta, la unidad militar de operaciones encubiertas más secreta del Ejército de EE.UU., que lleva a cabo asesinatos de carácter clasificado y otras misiones clandestinas, además de estar muy involucrada en el narcotráfico, como revela en su nuevo libro nuestro próximo invitado.

Seth Harp, periodista de investigación de la revista Rolling Stone, es un reportero de temas internacionales que ha cubierto Irak, México, Siria y Ucrania. También es veterano de la guerra de Irak. Su nuevo libro, que saldrá esta semana, se titula “El cártel de Fort Bragg: narcotráfico y asesinatos en las Fuerzas Especiales” . No creo que la gente normalmente espere ver, cuando se habla de un cártel de drogas, el nombre de la base militar más grande de EE.UU., Fort Bragg.

¿Puede hablar sobre el narcotráfico y los asesinatos en las Fuerzas Especiales de EE.UU.? Primero, explique qué es Fort Bragg, quiénes son las Fuerzas Especiales, especialmente las Fuerzas Delta, y de quiénes son estos cadáveres que están apareciendo por todo Fort Bragg y las zonas aledañas.

SETH HARP: Bueno, Trump dice que quiere desplegar fuerzas militares en países como México para acabar con los cárteles de la droga allí, pero creo que debería mirar hacia su propio país, porque hay al menos 14 casos que he estado siguiendo sobre soldados entrenados en Fort Bragg que han sido arrestados, detenidos o han muerto en contextos de tráfico de drogas en los últimos cinco años más o menos, a menudo junto con miembros de esos mismos cárteles mexicanos.

Esto es especialmente preocupante porque Fort Bragg no solo es la base militar más grande de Estados Unidos, sino que también es fundamental para las operaciones militares y las operaciones especiales de EE.UU. Es la base de la 82.ª División Aerotransportada, que es la principal fuerza de contingencia de EE.UU. También es el cuartel general de los Boinas Verdes, las Fuerzas Especiales, y del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, que incluye a la Fuerza Delta, que es la más…

AMY GOODMAN: ¿Ese es el JSOC?

SETH HARP: Ese es el JSOC. Es el componente más secreto y de mayor élite del Ejército estadounidense. Como usted dijo, ha habido algunos miembros de la Fuerza Delta que han estado involucrados recientemente en tráfico de drogas.

AMY GOODMAN: En este libro, usted comienza describiendo el hallazgo de dos cuerpos. Cuéntenos cuándo fueron hallados y quiénes eran esos hombres.

SETH HARP: En diciembre de 2020, dos cadáveres fueron hallados en un remoto campo de entrenamiento de Fort Bragg. Uno de ellos era miembro de la Fuerza Delta. Ambos habían sido baleados hasta la muerte. Y la información limitada de la policía en ese momento era que parecía ser un doble homicidio tras un negocio de drogas que salió mal. Una de las personas que murió ese día era Timothy Dumas, un oficial de apoyo, un oficial de logística del JSOC. El otro, el operador de la Fuerza Delta, se llamaba Billy Lavigne. Y mi libro es mayormente, o esencialmente, una investigación sobre quién cometió estos asesinatos.

AMY GOODMAN: Entonces tenemos a Billy Lavigne, la Fuerza Delta… Hable sobre las operaciones de la Fuerza Delta. Y usted acaba de mencionar que están matando a gente en Fort Bragg, y que parte de la responsabilidad en esas muertes está en los cárteles de la droga mexicanos, pero ¿usted dice que esos cárteles han sido entrenados en Fort Bragg?

SETH HARP: Ajá. Bueno, no está claro quién cometió los asesinatos de Billy Lavigne y Timothy Dumas, eso debo aclararlo. Ciertamente, podríamos sospechar que pudieron haber sido algunos de sus asociados en la industria del narcotráfico. Lo que descubrí durante mi investigación para el libro y en mis reportajes fue que Lavigne y Dumas estaban comprando cocaína a través del cártel de Los Zetas en México, cuyos miembros, de hecho, fueron entrenados en Estados Unidos. Comenzó como un proyecto conjunto entre las Fuerzas Especiales de EE.UU. y el Gobierno mexicano para crear una unidad de paracaidistas de élite del Ejército mexicano, que más tarde se salió de control y se convirtió en uno de los cárteles más temidos en México, Los Zetas.

AMY GOODMAN: Está hablando de una especie de Fuerza Delta mexicana.

SETH HARP: Se podría decir eso, o unos “Boinas Verdes mexicanos”.

AMY GOODMAN: ¿Cuál es el número de soldados de Fort Bragg que usted ha dicho que han muerto en solo un par de años? ¿Más de 100?

SETH HARP: Ciento nueve de 2020 a 2021. Y solo cuatro de esas muertes tuvieron lugar en zonas de combate extranjeras, en Afganistán y Siria. Todas las demás tuvieron lugar en Estados Unidos, ya sea en Fort Bragg o en Fayetteville, que es la ciudad justo al lado de Fort Bragg.

AMY GOODMAN: ¿Puede hablar, con relación a este número de muertes, sobre cómo se compara, por ejemplo, con la base de Fort Hood? Hable sobre lo que sucede cuando se produce este elevado número de muertes. ¿Quién es responsable? ¿Y cómo están muriendo estas personas?

SETH HARP: Bueno, hasta ahora no se ha responsabilizado a nadie. Fort Bragg es la base militar más grande de EE.UU.; sin embargo, el número de muertos allí, tanto per cápita como en términos absolutos supera al de cualquier otra con la que se pueda comparar. Por ejemplo, sabemos muy bien que en Fort Hood, en 2020, murieron 38 soldados. Eso dio lugar a una amplia cobertura en los medios y también a dos investigaciones por parte del Congreso, lo cual condujo a que toda la cadena de mando en Fort Hood fuera despedida. A pesar de que la situación en Fort Bragg es objetivamente peor, y lo ha sido durante años, hasta ahora, que yo sepa, no se ha hecho nada al respecto.

AMY GOODMAN: Usted escribe: “Fort Bragg tiene muchos secretos. Muchos secretos ocultos relacionados con las drogas. Es su propio pequeño cártel”. Esa era una cita de Freddie Huff, quien es un exagente de la DEA, hablando sobre Fort Bragg. ¿Qué significa eso exactamente?

SETH HARP: Freddie Huff era un policía estatal corrupto de Carolina del Norte y un agente de una unidad especial de la DEA que se convirtió en un narcotraficante de alto nivel en Carolina del Norte. Él fue la conexión entre Los Zetas en México y este grupo de soldados de las Fuerzas Especiales en Fort Bragg que estaban traficando y distribuyendo drogas en el área. Y esa cita era del Sr. Huff. Y él estaba afirmando que vendió cientos de kilogramos de cocaína a este grupo.

AMY GOODMAN: ¿Cuántas personas han muerto por suicidio dentro del Ejército en Fort Bragg y qué se hace al respecto?

SETH HARP: Es una cifra impactante y deprimente. El Ejército es muy consciente de que tiene un problema de suicidio. Ha sucedido durante mucho tiempo. Pero los números en Fort Bragg son realmente extremos y es, por un amplio margen, la principal causa de muerte en Fort Bragg. Y muchas de esas muertes también están relacionadas con las drogas, lamentablemente.

AMY GOODMAN: Entonces, ¿por qué no hay investigaciones al respecto? Mientras tanto, el presidente Trump impone aranceles a México y aumenta los aranceles a Canadá, y afirma que se debe al tráfico de fentanilo. Hable sobre lo que está sucediendo en Fort Bragg.

SETH HARP: Bueno, en contraste, no ha habido [investigaciones]. No solo no ha habido ningún tipo de reformas ni medidas severas al respecto, sino que Trump y Hegseth hacen todo un show al expresar su apoyo a Fort Bragg, cambiando el nombre de nuevo a Fort Bragg en lugar de Fort Liberty, dando discursos allí, exaltando a las Fuerzas Especiales y a las Fuerzas Aerotransportadas sin tomar realmente en serio algunos de estos problemas subyacentes y sistémicos, que son bastante preocupantes.

AMY GOODMAN: Una de las formas en las que usted relaciona estos asesinatos con la presencia militar de Estados Unidos en todo el mundo es cuando habla sobre Timothy Dumas —usted dice que era encargado de suministros en las Fuerzas Especiales— y cómo usó su posición, creo que en Afganistán, para traer drogas a Estados Unidos. Ahora bien, este es el hombre que fue asesinado.

SETH HARP: Sí, esa es la afirmación. Él no solo estaba involucrado en eso, sino que, de hecho, Timothy Dumas escribió una carta de chantaje antes de morir. La carta tenía la intención de chantajear a las Fuerzas Especiales porque él había sido expulsado del Ejército debido a su mala conducta y a los delitos que cometió y porque había sido privado de su pensión como resultado de eso. Como parte de un plan para ejercer presión sobre las Fuerzas Especiales y recuperar su pensión, él redactó este documento, en el que pretendía nombrar a los miembros de lo que el Sr. Huff llamó “el cártel de Fort Bragg”. Pero antes de poder publicar esa carta, él mismo fue asesinado.

AMY GOODMAN: Hablemos sobre Afganistán por un momento. Hable sobre la presencia de EE.UU. allí, la guerra eterna, y hable sobre la heroína, las drogas, y cómo eso se volvió tan crucial para la economía afgana. Y también, ¿los talibanes tienen algo que ver con eso?

SETH HARP: Es realmente impactante el grado en que la guerra en Afganistán tuvo que ver con las drogas y con la producción de drogas. Es un aspecto de la guerra que nunca tuvo la cobertura que debería haber tenido. Bajo la ocupación estadounidense, Afganistán se convirtió, de lejos, en el mayor narco-Estado del mundo, el cual produjo más heroína que la que todo el planeta podría absorber. La mayor parte del narcotráfico y la producción de drogas eran controlados por caudillos militares, jefes de policía, comandantes de grupos armados, quienes estaban en la nómina de EE.UU. como parte de una estructura corrupta, que plausiblemente se podría describir como un cártel y que involucraba a figuras tan altas como el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, y su hermano, al igual que Ashraf Ghani. Durante todo el tiempo que duró la ocupación estadounidense del país, esa estructura produjo cantidades asombrosas de heroína de muy alta potencia, que inundaron todo el planeta y causaron una terrible crisis de heroína en todo el mundo, incluyendo en Estados Unidos.

AMY GOODMAN: En su libro, usted escribe: “Ninguna persona en ninguna posición influyente se atrevió a sugerir que el flagelo de la adicción a los opiáceos que entonces afectaba a la población pobre y a la clase trabajadora en todo Estados Unidos podría haber resultado de la bonanza de los narcóticos en tiempos de guerra”.

SETH HARP: Sí. Y parte de eso tiene que ver con la aserción de la DEA de que solo el 1% de la heroína en Estados Unidos viene de Afganistán. Esto es algo que nos dijo la DEA durante el curso de la guerra y fue repetido, como se esperaba, por muchos medios de comunicación. Pero en mi libro yo entro en detalles sobre por qué creo que ese número era ficticio. Y de hecho, al igual que en Canadá, en Australia, en Rusia, o en cualquier lugar del mundo, con mucha diferencia, la mayoría de la heroína en EE.UU. creo que viene de Afganistán.

AMY GOODMAN: Quisiera preguntarle sobre Ucrania. El presidente Trump va a reunirse con Vladimir Putin mañana en Alaska. Usted ha pasado una buena cantidad de tiempo en Ucrania. Hable sobre dónde y cuándo estuvo ahí, y sobre lo que estaban haciendo allí las Fuerzas Especiales de EE.UU.

SETH HARP: Estuve en Ucrania al comienzo de la guerra. Estuve en la capital durante la Batalla de Kiev. Y en ese momento nos habían dicho que no había militares estadounidenses en Ucrania, que todos habían sido retirados por orden del presidente Biden antes de la invasión rusa. Sin embargo, yo fui el primero en reportar que, en realidad, había miembros del Comando Conjunto de Operaciones Especiales que estaban en activo en Ucrania desde el primer día, incluidos miembros de la Delta Force, así como del Sexto Equipo SEAL. Y ese reporte se confirmó posteriormente por otros medios de comunicación. Es posible que no hayan especificado de qué unidades venían, pero ciertamente la presencia de Fuerzas Especiales de EE.UU. en Ucrania ha sido confirmada.

AMY GOODMAN: Hablemos más sobre la importancia de esto, ¿de qué parte de EE.UU. provenían esas fuerzas especiales, y qué hacían?

SETH HARP: Bueno, todos vienen de Fort Bragg. Y las tropas regulares que había en Polonia para respaldar al ejército ucraniano también vinieron de Fort Bragg, de la 82ª División Aerotransportada. Eso es una muestra de la relevancia de Fort Bragg en todas las operaciones militares de EE.UU. Entonces, ¿en qué parte de Ucrania están en este momento? Eso no lo sé. No lo sé. No sé si alguien lo sabe. Pero, ciertamente, es preocupante que tengamos personal militar estadounidense allí en un conflicto contra otra potencia con armas nucleares.

AMY GOODMAN: Quisiera preguntarle sobre la relación del presidente Trump con los militares. The New York Times ha publicado un artículo de opinión hoy hablando de cómo se pensó que, en última instancia, curiosamente, serían los militares quienes le impedirían a Trump que los desplegara en suelo estadounidense. El artículo se titula: “Solíamos pensar que los militares se enfrentarían a Trump. Estábamos equivocados”.

Y quería volver a… Ya hemos hablado de la serie de entrevistas confidenciales que reveló el New York Times con militares de los equipos SEAL de la Armada que acusaron al jefe [de operaciones especiales] Edward Gallagher de crímenes de guerra. Gallagher se reunió con Trump en el resort privado del presidente en Mar-a-Lago semanas después de que Trump desautorizara a sus propios líderes militares y les impidiera disciplinar a Gallagher, a pesar de que fue condenado por posar junto al cadáver de un adolescente en un juicio por crímenes de guerra que tuvo gran resonancia. También fue acusado de apuñalar fatalmente en el cuello al prisionero adolescente y de disparar a dos civiles iraquíes, pero fue absuelto de asesinato premeditado. En los videos nunca antes publicados, los soldados describen ante los investigadores de la Marina a Gallagher como “tóxico” y “extremadamente malvado”. Entonces, él era un SEAL de la Marina. Usted sirvió en Irak. También reporta sobre Irak. Hable sobre la importancia de este perdón que, en última instancia, Trump le otorgó a Gallagher, y explique quién era exactamente, y dónde fue declarado culpable de cometer estos crímenes en Irak.

SETH HARP: El trato cálido que Trump está dando a los criminales de guerra como Eddie Gallagher es una de las características más deplorables de su Gobierno y es una muestra del efecto increíblemente perjudicial que tiene la influencia del mando maligno de Trump en toda la comunidad de las fuerzas de operaciones especiales, porque Eddie Gallagher es alguien que fue delatado por sus propios compañeros de equipo, que estaban lejos de ser liberales compasivos. Hablamos de miembros en activo de los SEAL de la Marina luchando en Mosul, en Irak, que vieron a su jefe asesinar a personas por todos lados, hombres, mujeres, niños, personas desarmadas. Se le puede ver en un video a punto de apuñalar en el cuello a ese combatiente adolescente del ISIS. Sus compañeros de equipo lo querían fuera. El comando de los SEAL de la Marina lo quería fuera.

Pero Trump vio una oportunidad de hacer que tipos como Eddie Gallagher fueran parte de su marca política personal. También perdonó a gente como Mathew Golsteyn, quien era el oficial de los Boinas Verdes que admitió en directo en la televisión haber cometido un asesinato. Y hay otras personas que Trump ha hecho parte de su séquito, algunas de las personas más desquiciadas en la comunidad de las fuerzas de operaciones especiales.

Y un efecto que todo esto ha tenido es que… Hay personas en esa comunidad que tienen un sentido de la ética y que no tienen inclinaciones tan criminales pero, entre más tiempo esté Trump en el cargo y haga cosas como estas, habrá menos personas así y más personas con estas inclinaciones a actuar por fuera de la ley, como Eddie Gallagher, que permanecerán y ascenderán de rango. Y eso se ve en la respuesta a estos crímenes dentro de EE.UU. que describo en mi libro.

AMY GOODMAN: Estamos hablando con Seth Harp, autor del libro “El cártel de Fort Bragg” que saldrá a la venta esta semana. El subtítulo es: “Narcotráfico y asesinatos en las Fuerzas Especiales”. ¿Qué descubrió, Seth, sobre el papel de la Fuerza Delta en el trabajo de inteligencia y sus acciones encubiertas en países en los que EE.UU. no está participando en una guerra?

SETH HARP: Es realmente increíble lo poco que sabemos sobre la Fuerza Delta. Creo que mi libro es el único trabajo de investigación serio sobre esa unidad, a pesar de que es la unidad de más élite en el Ejército estadounidense y ha estado al frente de todas las guerras de EE.UU. desde al menos 2001. Entonces, la Fuerza Delta… Con gusto puedo hablar sobre cualquier cosa de esa unidad. ¿Cuál fue su pregunta? ¿Qué debería decir?

AM GOODMAN: Usted dirá. Usted escribió el libro.

SETH HARP: Usted preguntó sobre la recolección de inteligencia.

AMY GOODMAN: Sí.

SETH HARP: Es interesante, porque mucha gente no es consciente del alcance que tienen este tipo de unidades, la Fuerza Delta y el JSOC —la Fuerza Delta es parte del JSOC—. Además de sus capacidades paramilitares, además de sus operaciones en las que llevan a cabo asesinatos y capturas en zonas de guerra, también tienen una fuerte capacidad de recopilación de inteligencia y tienen tropas que están en el extranjero, que son miembros en activo del Ejército estadounidense, que no están uniformados, que no llevan identificaciones y que operan bajo identidades secretas, a veces fingiendo ser hombres de negocios estadounidenses, otras veces fingiendo ser empleados del Departamento de Estado, pero que, de hecho, están llevando a cabo operaciones militares en países con los que Estados Unidos no está en guerra, incluyendo cosas como misiones de espionaje y otras cosas de las que no tenemos conocimiento.

Y creo que lo que es más crucial para enfatizar en este contexto es que, a diferencia de la CIA, a diferencia de otras agencias civiles de inteligencia que están sujetas a la supervisión del Congreso y deben reportar sus acciones encubiertas al Congreso, los militares está en gran parte exentos de ese tipo de supervisión. Creo que esa es una de las razones por las que hemos visto que el liderazgo de las acciones encubiertas ha pasado de agencias civiles al JSOC en los últimos 20 años.

AMY GOODMAN: Antes de terminar, quiero hablar sobre estas últimas acciones de Trump, en especial esa directiva secreta, de la cual se desprende esta conversación sobre lo que sucede en el país en relación con los cárteles de la droga. Usted ha reportado desde México, ¿qué hay de lo que Trump está diciendo, que el Pentágono puede desplegar el ejército en países como México? La presidenta mexicana reaccionó de manera contundente en contra de un despliegue en México para atacar a los cárteles. Usted empezó diciendo que Fort Bragg es un lugar donde algunos de los más peligrosos cárteles de este tipo fueron de hecho entrenados.

SETH HARP: Ajá, eso es correcto. Los Zetas fueron entrenados en Fort Bragg, en Fort Benning, y también recibieron entrenamiento por parte de instructores israelíes antes de que se rebelaran, otra indicación u otro ejemplo claro de cómo el intervencionismo militar estadounidense a menudo estimula la producción de drogas. ¿Cuál fue la segunda parte de su pregunta? ¿O cuál fue el…?

AM GOODMAN: Le preguntaba sobre México, sobre el despliegue de tropas estadounidenses allí.

SETH HARP: Bueno, es completamente… En el contexto actual, con el genocidio en Gaza y tantas otras cosas que están sucediendo, casi que hemos olvidado y parece que a nadie le importa el derecho internacional. Pero solo quiero señalar algo que de alguna forma es lo obvio, que el uso de la fuerza militar contra los narcotraficantes, por muy malos que uno piense que son los narcotraficantes, es una violación total de las leyes de la guerra. Ellos no son combatientes de guerra, son delincuentes. Eso es un aspecto.

Otro aspecto de esto es el espectáculo típico de Trump. No me queda claro, después de haber trabajado en México como reportero durante años, que el tipo de cárteles sobre los que la DEA crea organigramas para ilustrar y promocionar y pretender… no sé si esos cárteles realmente son organizaciones tan coherentes como ellos se imaginan, y me pregunto si tienen la información de inteligencia sobre estas supuestas organizaciones que les podría permitir ejecutar ataques militares en su contra. No sé si en realidad tienen la información de inteligencia que identifica los objetivos para concretar los ataques. Pero en cualquier caso, deberían mirar más de cerca a los crímenes relacionados con drogas que están teniendo lugar en Estados Unidos e incluso en nuestras propias bases militares.

AMY GOODMAN: ¿Y puede hablar sobre la larga historia de EE.UU. en relación a operaciones militares y clandestinas y narcotráfico en el sudeste asiático, para las personas que no sepan lo que sucedió, así como en Latinoamérica, por ejemplo, la financiación y el apoyo ilegales a los Contras en Nicaragua, y los miles de nicaragüenses a quienes mataron?

SETH HARP: Claro. Hay un largo pedigrí de este tipo de cosas, alianzas encubiertas entre las Fuerzas Especiales de EE.UU. y paramilitares y agencias de inteligencia y fuerzas extranjeras que están implicados en el comercio internacional de drogas. Como usted indica, uno de los primeros ejemplos de eso fue en Laos, Camboya y Vietnam durante esa época, así como en Centroamérica, el caso de los Contras nicaragüenses.

Sin embargo, debo decir, que todo palidece en comparación con la complicidad de prácticamente todo el Gobierno estadounidense con los cárteles de la heroína en Afganistán durante la guerra allí. La cantidad de droga que se produjo, lo al descubierto que estaba la alianza entre Estados Unidos y conocidos narcotraficantes de ese país superan todo lo que habíamos visto anteriormente en la historia de Estados Unidos.

AMY GOODMAN: ¿Qué fue lo que más le sorprendió de su investigación para este libro? Usted, habiendo sido miembro del ejército, pero también, habiéndose convertido en abogado cuando se retiró. Usted fue fiscal general asistente en Texas, pero también periodista de investigación durante mucho tiempo por todo el mundo.

SETH HARP: Las cosas sobre Afganistán, creo, fueron las más impactantes para mí porque era un país donde no había trabajado, y realmente no era conocedor del grado en el que el Estado cliente de EE.UU. fue la entidad responsable de producir la mayoría de las drogas en Afganistán. Yo estuve de algún modo cegado, como todos los demás, por esta narrativa que eran los talibanes quienes lo estaban haciendo. Pero en el curso de escribir el libro, Estados Unidos se retiró de Afganistán, y en 2023 los talibanes habían erradicado por completo toda la producción de drogas de Afganistán. Entonces, ver a los talibanes llegar al poder y eliminar totalmente esa masiva industria productora de drogas que Estados Unidos no solo había tolerado, sino que había apoyado durante 20 años, realmente mostró… supongo que eso realmente contradijo la afirmación, extendida hasta entonces, de que eran los talibanes o ambos bandos, cuando, de hecho, realmente fueron nuestros muchachos quienes fueron los responsables todo el tiempo.

AMY GOODMAN: ¿Cree que con esta directiva especial, la directiva secreta que Trump ha firmado, las operaciones de las fuerzas especiales en América Latina aumentarán con el pretexto de luchar contra los cárteles?

SETH HARP: Es posible. Me parece que plantea una situación muy complicada. Muchos de los narcotraficantes en América Latina son fuerzas militares o policiales que son aliadas de Estados Unidos. Las cosas están cambiando en México y en Colombia, pero, históricamente, los mayores narcotraficantes en las Américas han sido, digamos, el ejército colombiano y los paramilitares de derecha afiliados a las fuerzas armadas colombianas, y se puede ver el mismo tipo de fenómeno en Honduras y El Salvador y también en México. Entonces, cuando hablan de atacar a estas personas, ¿De quién está hablando?

AMY GOODMAN: Bueno, acaba de introducirnos a nuestro próximo segmento. Quiero agradecerle mucho, Seth, por acompañarnos. Seth Harp, periodista de investigación de la revista Rolling Stone, su nuevo libro acaba de ser publicado. Se llama “El cártel de Fort Bragg”: narcotráfico y asesinatos en las Fuerzas Especiales de EE.UU.”.

A continuación, vamos a Colombia para hablar con el senador Iván Cepeda sobre la sentencia del expresidente colombiano Álvaro Uribe a 12 años. Quédense con nosotros.

[Pausa]

AMY GOODMAN: “Yemayá”, del grupo basado en Nueva York MAKU Soundsystem, tocando en el estudio de Democracy Now!

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