A poco de recibir atención mundial tras haberse sumado a la lista de lecturas de Obama, el escritor uruguayo Eduardo Galeano regresa con “Espejos: una historia casi universal”

Reportaje28 de mayo de 2009

Nos acompaña durante todo el programa de hoy uno de los más reconocidos escritores latinoamericanos, Eduardo Galeano. El novelista y periodista uruguayo fue noticia en todo el mundo recientemente, cuando el Presidente venezolano Hugo Chavéz le regaló al Presidente Obama un ejemplar de Las venas abiertas de América Latina, uno de los principales libros de Galeano. Su más reciente trabajo se llama “Espejos: una historia casi universal”. Hablamos con Galeano sobre su reacción al intercambio de libros entre Chávez y Obama, y también sobre medios de comunicación y política en América Latina, su valoración de Obama y otros temas.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

JUAN GONZALEZ: Hoy, durante todo el programa, nos acompañará Eduardo Galeano, uno de los escritores más aclamados de América Latina. El novelista y periodista uruguayo fue noticia el mes pasado cuando el presidente venezolano, Hugo Chávez, le dio al presidente Barack Obama una copia de uno de los libros de Galeano durante un breve encuentro en la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago. “Las venas abiertas de América Latina: Cinco siglos de saqueo de un continente” pronto se disparó a los primeros puestos de la listas de éxitos de ventas. Hugo Chávez dijo más tarde a los periodistas: “Este libro es un monumento en nuestra historia de América Latina. Nos permite aprender sobre historia y nosotros tenemos que construir sobre esta historia”. Desde su publicación en 1971, “Las venas abiertas de América Latina” ha vendido más de un millón de copias en todo el mundo a pesar de haber estado prohibido en la década de 1970 por los gobiernos militares de Chile, Argentina y Uruguay.

AMY GOODMAN: En 1973, una junta militar tomó el poder en Uruguay. Eduardo Galeano permaneció allí un tiempo corto, luego se fue al exilio. Vivió en Argentina y luego España hasta 1984, cuando regresó a Uruguay. Durante el exilio, comenzó a escribir su clásica trilogía: “Memoria de fuego”, que reescribe cinco siglos de la historia de América del Norte y del Sur. El escritor John Berger dijo sobre Galeano: “Publicar a Eduardo Galeano es publicar al enemigo: el enemigo de la mentira, de la indiferencia, y sobre todo del olvido. Gracias a él, se recordarán nuestros crímenes. Su ternura es devastadora, su veracidad es furiosa”. El último libro de Eduardo Galeano se llama: “Espejos: una historia casi universal”. Hoy nos acompaña en nuestro estudio en la estación de bomberos.

EDUARDO GALEANO: Hola, Amy.

AMY GOODMAN: Es un placer tenerte con nosotros, Eduardo.

EDUARDO GALEANO: Es un placer para mí.

AMY GOODMAN: “Una historia casi universal” es el subtítulo.

EDUARDO GALEANO: Sí, sí.

AMY GOODMAN: “Casi universal”, ¿qué quieres decir?

EDUARDO GALEANO: Bueno, sonaba, no sé, tan solemne y serio decir: “una historia universal”, o algo así. Yo no soy historiador. Fue un proyecto muy loco. Fue realmente una aventura loca, en el que traté de ir más allá de todas las fronteras, de todos los límites, límites de mapas y tiempo. Son 600 cuentos cortos que tratan de reconstruir, de redescubrir la historia de la humanidad desde el punto de vista de los invisibles, tratando de redescubrir el arcoíris terrestre mutilado por el racismo, el machismo, el militarismo, el elitismo, y muchos otros ismos. Esa era la intención, hablar de los don nadie de las voces de los don nadie.

JUAN GONZÁLEZ: ¿Y por qué te has enfocado en los cuentos cortos en las últimas décadas? ¿Por qué esa forma de expresar estas grandes historias?

EDUARDO GALEANO: Estoy luchando contra la inflación, no contra la inflación monetaria, sino la inflación de las palabras. Tantas palabras para decir nada. Estoy tratando de decir más con menos. Es un reto. Y así, cada una de las historias que cuento han sido escritas y reescritas diez veces, quince veces, no sé cuántas veces, hasta que consigo las palabras que realmente merecen existir, que son las palabras que creo que son mejores que el silencio.

AMY GOODMAN: Una de las cosas que queremos que hagas en esta hora, es que leas algunos de estos cuentos. Y no puedes añadir ni una palabra más. Pero antes de hacerlo, cuando el presidente Chávez de Venezuela entregó al presidente Obama de Estados Unidos “Las venas abiertas de América Latina”, su obra clásica, ¿cuáles fueron sus pensamientos? ¿Y cómo te enteraste de aquello? No estabas en la Cumbre de las Américas, ¿verdad?

EDUARDO GALEANO: No lo sabía. Pero fui a dar mi paseo habitual con mi perro, Morgan, que ha muerto recientemente, después de eso, ese uno de nuestros últimos paseos juntos. Y me sorprendió, porque mi vecino me dijo: “Felicidades, Eduardo. Usted está vendiendo mucho. Es un éxito de ventas, Eduardo”. Y yo estaba horrorizado. ¿Éxito de ventas? Yo no quiero vender libros. ¿Qué es esto? Algo terrible debe haber pasado. ¿Qué es este: “felicidades, eres tan exitoso”? Yo no quiero ser exitoso. “¿Qué es esto? ¿Exitoso en el mercado?” “Sí, usted es el hombre más vendido del mundo ahora. El mundo está muy orgulloso de usted”. Y fue una noticia terrible para mí. Yo no quiero ser el primero en el mercado. Sólo quiero estar en contacto con la gente, con la escritura.

JUAN GONZÁLEZ: Bueno, Chávez se ha convertido en la nueva Oprah. Ya sabes, lo hizo con Noam Chomsky e hizo de Noam Chomsky un éxito de ventas. Ahora lo ha hecho con usted.

EDUARDO GALEANO: No, fue una acción generosa. Y de hecho, el libro tiende a ser, de entre tantos— hay casi cuarenta— una especie de símbolo. Mi estilo ha cambiado mucho. Ahora escribo de una manera muy diferente, pero no estoy arrepentido de ello, no estoy arrepentido, en absoluto, ni una sola coma, ni un solo punto. Y creo que sí puede ser un libro útil para entender cómo están conectadas íntimamente la riqueza y la pobreza, así como también lo están la libertad y la esclavitud. Por tanto, no hay riqueza realmente inocente de cualquier pobreza, y no hay libertad que no tenga nada que ver con la esclavitud. Esta fue la intención del libro, tratar de entrelazar historias que han sido contadas antes por separado y en este lenguaje codificado de los historiadores, o economistas, o sociólogos. Entonces, traté de escribirlo de manera tal que pudiera ser leído y disfrutado por cualquier persona. Y es por eso que perdió el premio “La Casa de las Américas”, porque un jurado consideró que no era serio. En ese momento, los intelectuales de izquierda estaban seguros de que, para ser serio, usted debía ser aburrido. Y no era aburrido, por lo que no era lo suficientemente serio. Después, afortunadamente para mí, las dictaduras militares lo consideraron bastante serio y lo quemaron. Y esa fue mi mejor publicidad y mi mejor comercialización—

JUAN GONZALEZ: Herramienta de marketing.

EDUARDO GALEANO: Sí.

AMY GOODMAN: Bueno, iremos a una pausa con un poco de música de Víctor Jara, que ha vuelto a ser noticia ahora.

EDUARDO GALEANO: De acuerdo.

AMY GOODMAN: Cuando volvamos, quiero preguntarle: Si el presidente Obama pudiera leer una de las historias de “Las venas abiertas de América Latina: cinco siglos de saqueo de un continente”, ¿cuál le gustaría que él leyera? Nuestro invitado para el programa de hoy es Eduardo Galeano, el escritor y periodista uruguayo. Ha publicado un nuevo libro, se llama: “Espejos: una historia casi universal”. Quédese con nosotros.

[Pausa]

AMY GOODMAN: Nuestro invitado de hoy es Eduardo Galeano, el gran escritor y periodista. Ha venido desde Uruguay. Su nuevo libro se llama: “Espejos: una historia casi universal”. Soy Amy Goodman, con Juan González. Con respecto al hecho de que el presidente Hugo Chávez le entregara a Barack Obama “Las venas abiertas de América Latina”, su obra clásica, ¿qué le gustaría que el presidente Obama aprendiera de este libro?

EDUARDO GALEANO: No, yo no quiero enseñar nada a nadie. Nunca. Ayer incluso insistí, cuando yo estaba hablando en ese teatro—

AMY GOODMAN: En la Ethical Culture Society.

EDUARDO GALEANO: Sí —sobre el hecho de que me gustaría que Obama y todos los gobernadores progresistas de Estados Unidos, o la gente aquí comenzaran a cambiar la palabra “liderazgo” por la palabra “amistad”, porque “liderazgo” implica resistencia a alguien que está por encima del resto. Y las relaciones humanas reales, las verdaderas, son horizontales, horizontales, no verticales; solidaridad en vez de caridad, sin fronteras ni clases para recibir de nadie, porque el mundo del Norte actúa como si Dios le hubiera nombrado maestro del Sur, y toma examen constantemente. Venezuela, por ejemplo, ¿es realmente un país democrático? Lo decidiremos, porque somos los maestros de la democracia. Y, paradójicamente, los profesores de la democracia son las fábricas de las dictaduras militares. Quiero decir, Estados Unidos, y no sólo Estados Unidos, también algunos países europeos, han esparcido las dictaduras militares alrededor del mundo. Y se creen capaces de enseñar sobre democracia. Así que no quiero enseñar nada a nadie. Sólo quiero contar historias que merecen ser contadas. Eso es todo.

AMY GOODMAN: Bueno, cuéntanos alguna historia sobre “Las venas abiertas” antes de llegar a las lecturas de “Espejos”.

EDUARDO GALEANO: Es una historia divertida. Tengo —sí, podría contar— antes decía que la mejor promoción para “Las venas abiertas” fueron las dictaduras militares que lo prohibieron y quemaron, pero en Uruguay sucedió algo realmente extraño. En los primeros meses de la dictadura militar, “Las venas abiertas” entraba libremente en las cárceles militares, porque los censores que analizaban el título: “Las venas abiertas de América Latina”, pensaban que era un libro de texto sobre anatomía, un libro de anatomía. Y los libros de medicina no estaban prohibidos, con lo cual entraron durante cinco o seis meses. Y después—

JUAN GONZALEZ: Hasta que alguien lo leyó.

EDUARDO GALEANO: —Se dieron cuenta de que no era exactamente eso.

JUAN GONZÁLEZ: Y cuando habla sobre esta cuestión del liderazgo, América Latina, evidentemente, ha cambiado dramáticamente y el pueblo estadounidense, en su elección, ha seguido, de alguna manera, una tendencia que ya estaba sucediendo en América Latina. Su propio país ha cambiado drásticamente. ¿Nos puede hablar de eso? De lo que ha sucedido ahora que hay—

EDUARDO GALEANO: Hay una nueva energía, que no es nueva en absoluto. Creo que la historia no se termina nunca. Algunas historias dentro de la historia no tienen finales felices, tienen finales infelices. Pero la historia no termina. Es una mujer obstinada que sigue caminando, a veces llorando, a veces riendo. Pero no termina nunca. Cuando las historias dicen adiós, lo que la historia realmente está diciendo es “nos vemos. Nos vemos. Hasta pronto”. Es como un río subterráneo, que continuó fluyendo y que hoy en día está reapareciendo con una energía muy importante que viene de la gente, desde el [inaudible] río— ¿cómo es? Desde—

JUAN GONZALEZ: De abajo a arriba.

EDUARDO GALEANO:–de abajo a arriba, sí, y no en el otro sentido, por otro camino.

AMY GOODMAN: Poco a poco.

EDUARDO GALEANO: Un amigo ingeniero, dijo: “Lo único que se hace desde arriba son los pozos” “Lo único que se hace desde arriba son los pozos”. Y es verdad. Todas las otras cosas que se construyen son creadas desde abajo. Y esa es la forma en que se hará y ya se está haciendo en varios países de América Latina, lo que es una buena noticia, de hecho, para el mundo.

AMY GOODMAN: Eduardo Galeano, ¿puedes leer algo de “Espejos: una historia casi universal”? Tu eliges.

EDUARDO GALEANO: Empiezo con la historia de esta tapa. Es decir, ¿qué es esto? Esta imagen, tan bella imagen, ¿de dónde viene? Y ¿qué significa? La historia se encuentra en el interior del libro, en la página 267, creo. Sí, 267. “Los escultores de África Occidental siempre cantaban mientras trabajaban. Y no dejaban de cantar hasta que terminaban sus esculturas. De manera que la música se mete dentro de las tallas y sigue cantando”. En 2001, Leo Frobenius encontró esculturas antiguas en la Costa de los Esclavos que hicieron quedarse atónito. “Su belleza era tal que el explorador alemán creyó que eran esculturas griegas traídas de Atenas, o tal vez de la perdida Atlántida. Y sus colegas estuvieron de acuerdo: “África, la hija del desprecio, la madre de los esclavos, no podía haber producido maravillas como ésta”. Sin embargo, lo hizo. Y esas efigies llenas de música habían sido esculpidas algunos siglos atrás, en el ombligo del mundo, en Ife, el lugar sagrado donde los dioses yorubas dieron a luz a las mujeres y los hombres. “África resultó ser una fuente inagotable de arte que vale la pena celebrar. Y digno de robar”. Parece que Paul Gaugin, un tipo bastante distraído, puso su nombre en un par de esculturas del Congo. Y el error fue contagioso. A partir de entonces Picasso, Modigliani, Klee, Giacometti, Ernst, Moore, y muchos otros artistas europeos, cometieron el mismo error y lo hicieron con una frecuencia alarmante. “Saqueada por sus amos coloniales, África nunca sabría cuán responsable era de los más asombrosos logros del arte europeo del siglo XX”.

JUAN GONZALEZ: Una de las cosas asombrosas, para mí, en su escritura, es su capacidad de tomar un pequeño hecho histórico que ha sido ignorado por los demás y a partir de él tejer una historia que arroja luz sobre un aspecto del conflicto humano al que otros no han prestado atención. Uno que me llamó la atención especialmente fue el del origen de los campos de concentración que usted escribió, que se relaciona mucho a la última que escribió, sobre África. Me pregunto si podría leer esa historia.

EDUARDO GALEANO: Los campos de concentración, sí. Déjame ver dónde está. 243, sí. Esta es también una historia desconocida, porque este libro proviene de 600 historias desconocidas o, al menos, de historias no tan conocidas como merecen ser, porque son historias acerca de los invisibles, de las mujeres, de los negros, de los indios, del Sur del mundo, de China, de India. ¿Quién sabe? ¿Quién sabe? Somos mucho más de lo que se nos dice que somos y de lo que nos dijeron que éramos, el arcoíris terrestre humano con tantos colores, mutilado, mutilado por el racismo. Y esta es otra historia sobre el racismo. Cuando Obama fue elegido, escribí un artículo, meses atrás, recordando que la Casa Blanca fue construida por manos negras y pidiéndole, por favor, que no lo olvidara nunca, nunca. Así que este es el origen de los campos de concentración. “Cuando Namibia obtuvo su independencia en 1990, la principal avenida de la capital todavía llevaba el nombre 'Goring'. No por Hermann, Hermann Goering, el nazi, sino en honor a su padre, Heinrich Göring, uno de los autores del primer genocidio en el siglo XX. Ese Goring, quien representó al Imperio Alemán en la esquina suroeste de África, amablemente aprobó, en 1904, una orden de aniquilación dada por el general Lothar von Trotta”. [Inaudible] El General Lothar von Trotta fue el abuelo o el padre de esta gran directora de cine alemana, Margarethe von Trotta, quien es una fuente de optimismo, porque debe demostrar que la humanidad no está condenada a la decadencia, es decir, para que podamos mejorar la calidad de nuestros productos. Entonces, “una orden aniquilación dada por el general Lothar von Trotta”. “El pueblo herero, los pastores negros”, ¿Pastores?

JUAN GONZALEZ: Pastores.

EDUARDO GALEANO: Pastores— “habían organizado una rebelión. y las autoridades coloniales los expulsaron a todos ​​y les advirtieron que cualquier herero que se encontrara en Namibia, hombre, mujer, o niño, armado o no, sería asesinado”. De cada cuatro hereros, tres fueron asesinados por fuego de cañón o por el sol del desierto. “Los sobrevivientes de la matanza acabaron en campos de concentración creados por Goring. Y el canciller Bernhard von Bulow pronunció por primera vez la palabra “campo de concentración” en lengua alemana [Konzentrationslager]”. Los campos, inspirados en un predecesor británico en África del Sur, combinaron confinamiento con trabajo forzoso y la experimentación científica. Los prisioneros, demacrados ante una vida en las minas de oro y diamantes, sirvieron como conejillos de indias humanos para la investigación de las razas inferiores. Y, en esos laboratorios, trabajaban Theodor Mollison y Eugen Fischer, que más tarde se convirtieron en los maestros de Josef Mengele. “Mengele llevó adelante su trabajo a partir de 1933, el año en que Goring, Goring hijo, montó los primeros campos de concentración en Alemania, siguiendo el modelo que su padre había probado en África”. Esta es una de las muchas historias desconocidas que creo que debemos recordar, por razones obvias, porque si usted no conoce su pasado, está condenado a repetirlo. Es un viejo refrán, pero es cierto.

AMY GOODMAN: Quería preguntarle un poco más sobre el presidente Obama. Hace poco nos acompañó el académico panafricanista Ali Mazrui, académico de origen keniano, rector de una escuela en Kenia y también de la Universidad de Binghamton en Nueva York. Él dijo que Barack Obama se había convertido en “el individuo negro más poderoso de la historia de la civilización”. ¿Cuál es la importancia de que Barack Obama sea presidente?

EDUARDO GALEANO: Bueno, es una victoria muy importante en la larga, difícil, y dolorosa lucha contra el racismo, especialmente en este país, en Estados Unidos. Aquí, en el libro, cuento algunas historias, desconocidas o casi desconocidas, que ocurrieron hace quince minutos en términos históricos. Por ejemplo, en 1942, el Pentágono, cuando Estados Unidos se involucró en la Segunda Guerra Mundial, el Pentágono prohibió las transfusiones de sangre negra. Y, en ese momento, el director del banco de plasma de la Cruz Roja, un científico llamado Charles Drew, se negó a aceptar la orden. Se negó a obedecerla diciendo que era estúpida. La sangre negra no existe. La sangre es de color rojo; no es negra. La sangre es roja. Y él sabía de qué estaba hablando. Él fue algo así como el inventor de la plasma, o, al menos, el científico que lo había hecho posible. Salvó millones de vidas en la Segunda Guerra Mundial. Pero, además de ser un científico de gran reputación, era negro. Él era negro. Entonces, sabía perfectamente sobre lo que estaba hablando y es por eso que renunció o fue invitado a renunciar. Y esto sucedió hace no mucho tiempo, fue ayer. Así que es muy importante, el hecho de que Obama sea ahora presidente de Estados Unidos, siendo, como es, negro o medio negro, ¿no? El problema es que nadie es mejor o peor por ser negro o blanco. este libro, “Espejos”, también contiene una gran cantidad de historias sobre las mujeres, esta mitad de la humanidad. No sé por qué es llamada minoría. Yo no soy fuerte en matemáticas, pero… ¿cómo es que la mitad de la humanidad puede ser una minoría? Y cuento un montón de historias que no son bien conocidas o son desconocidas. Entonces, mis amigos, tengo algunos amigos terriblemente perversos, que dicen: “Bueno, ahora el sistema te dio como regalo esa maravillosa mujer llamada Condoleezza Rice”. Y yo digo: “Bueno, sí, es verdad, porque una mujer no es mejor que un hombre o un hombre mejor que una mujer. Todos estamos hechos mitad de basura y mitad de mármol, mitad belleza y mitad [censurado]”. Pero deberíamos tener las mismas oportunidades. Y eso es un problema. La discriminación ha condenado a muchas personas a ser invisibles. Y este libro intenta recuperar sus recuerdos y su presencia. El hecho de que Obama sea negro, es muy importante en la lucha contra el racismo, pero también es un reto. Quiero decir, él debe probar que los negros pueden hacerlo mejor que los blancos, como las mujeres en el poder, lo que, por desgracia, no es cierto en el caso de Margaret Thatcher, por ejemplo. Pero al menos Margaret Thatcher tuvo la oportunidad de demostrarlo. A veces pienso que Obama lo está haciendo bien, a veces no. Pero debe ser muy difícil para él. Ayer dije que tal vez se haya perdido en el monte, lo que implica la existencia de toda esta maquinaria de guerra, por ejemplo. Aumentó el presupuesto de guerra. Lo aumentó. En la campaña prometía una actitud muy diferente. Pero terminó aumentando el presupuesto de guerra, que, misteriosamente, en Estados Unidos, se llama: “presupuesto de defensa”. Defensa, no sé contra quién, porque la última vez que este país fue invadido fue en 1812. Bueno, después hubo una breve invasión de Pancho Villa, pero eso casi no fue una invasión. Y creo que deberíamos proponer un nuevo modelo para el mundo, no consagrado a esta pasión humana de matarse unos a otros. Somos el único animal especializado en la mutua exterminación. Por cierto, publicito, soy miembro de un vasto movimiento que trabaja para una enorme marcha por la paz y en contra de la violencia, el 2 de octubre, en todos los países, en todos los países. Y espero que podamos tener millones y millones de pies caminando por todo el planeta, en todas las ciudades, en todas partes del mundo, en contra de la guerra, en contra de este mundo loco que vive en contra de sí mismo, esta gran fábrica de muerte que es el mundo actual. Cada minuto, cada minuto, las últimas cifras oficiales dicen que cada minuto, el mundo destina, cada minuto, 3 millones para gastos militares, 3 millones de dólares por minuto para gastos militares, para la industria de la muerte. Y, cada minuto, quince niños mueren de hambre o de enfermedades curables. Entonces, vamos a marchar en contra de la guerra, porque creemos que otro mundo es posible.

AMY GOODMAN: Estamos hablando con Eduardo Galeano y vamos a estar de vuelta con él en un minuto.

[Pausa]

AMY GOODMAN: Nuestro invitado de hoy es el gran escritor Eduardo Galeano. Su libro más famoso, desde hace décadas, es: “Las venas abiertas de América Latina”. El presidente Chávez, de Venezuela, se lo obsequió a Barack Obama. Él acaba de sacar un nuevo libro, se llama “Espejos: una historia casi universal”. Él no viene mucho a este país, así que estamos muy contentos de tenerlo en nuestro estudio durante todo el programa. ¿Juan?

JUAN GONZALEZ: Eduardo, me gustaría preguntarle— nuestro programa de ayer se trató sobre la nominación de Sonia Sotomayor para la Corte Suprema de Estados Unidos por parte del presidente Obama. Sotomayor nació aquí en Estados Unidos y es hija de padres puertorriqueños. Y sé que usted, a lo largo de los años, ha hablado sobre la situación de Puerto Rico. Creo que en 2007, junto a García Márquez y a otros escritores latinoamericanos, hizo un llamando a la soberanía de Puerto Rico. ¿Podría explicarles a nuestros oyentes y televidentes cómo es vista esta relación entre Puerto Rico y Estados Unidos?

EDUARDO GALEANO: Es vista como un remanente colonial, como una situación vergonzosa, porque Puerto Rico debe ser independiente, obviamente, como Guantánamo debe ser parte de Cuba, en lugar de ser un enclave colonial consagrado a la tortura de personas. Obvio que sí. Estos son los restos de los tiempos pasados. Y, lo peor de esto, es que hay muchas personas a las que se les ha educado para aceptar estas situaciones como normales, y no son, en absoluto, normales. Por tanto, soy un amigo de este obstinado y maravilloso pueblo de Puerto Rico, mujeres, hombres, que luchan por su derecho a la libertad y a la independencia. Son la minoría de las minorías, lo sé. Pero esto es algo— el hablar a favor de ellos, y no en contra, porque es muy fácil estar del lado de las mayorías. El problema es cuando usted está diciendo la verdad y está casi solo. Esa es la situación de muchas personas, de muchas personas ingenuas y de movimientos en el mundo. Y nosotros somos prisioneros de una cultura dominante que castiga el fracaso, en lugar de premiar el éxito, y que obliga a cada uno a tener éxito. Estamos entrenados para considerar al otro como a un competidor, como a una amenaza, como a un enemigo, no como a una promesa. El mundo está muy bien diseñado para cambiar.

AMY GOODMAN: ¿Puede hablar sobre el estado de la América Latina hoy en día y, en particular, sobre los medios de comunicación en América Latina? Quiero decir, usted era el editor de la revista Crisis.

EDUARDO GALEANO: Sí.

AMY GOODMAN: Que fue censurada. Usted decidió que la revista no debía publicarse—

EDUARDO GALEANO: Sí, sí, sí.

AMY GOODMAN: —en los tiempos de la censura.

EDUARDO GALEANO: Sí, yo estaba trabajando para varias revistas y periódicos, y la de Crisis fue una experiencia muy agradable. Era una revista cultural, consagrada a temas culturales.

AMY GOODMAN: ¿En Argentina?

EDUARDO GALEANO: En Argentina, cuando estaba en el exilio. Una vez al mes, una revista muy, muy hermosa que vendió alrededor de 35 o 40 mil copias, lo que es un record en español, porque pudimos difundir una nueva concepción de la cultura. En vez de repetir la vieja historia de que la cultura es el trabajo especializado de los artistas y tal vez de los científicos, tratamos de recuperar a la cultura como expresión colectiva de la identidad. Hablábamos con la gente, pero también escuchábamos lo que la gente tenía para decir en las paredes, con los graffitis, en las fábricas. Íbamos con grabadores tratando de preguntarles lo que ellos pensaban, por ejemplo, lo que el trabajador pensaba sobre el sol, porque estábamos hablando con trabajadores que nunca veían el sol, excepto los domingos. Trabajaban todo el día. O para los conductores, los conductores de autobuses, que en Argentina en aquellos años a veces trabajaban quince, veinte horas por día. Fue increíble. Así que, con nuestros registros, “registers”, ¿no? ¿”Grabadoras”?

AMY GOODMAN: Grabadores.

EDUARDO GALEANO: Grabadores. Íbamos allí y les preguntábamos: “Cuando puede dormir, ¿qué es lo que sueña? ¿Cuáles son sus sueños? ¿Tiene sueños? ¿pesadillas?”. Esto también era cultura para nosotros. Así que fue una experiencia muy original, muy extraña. Y fue muy, muy exitosa, hasta que, primero la economía y más tarde la dictadura, terminaron con ella. Y, cuando las palabras no pueden ser mejores que el silencio, es mejor callarse.

JUAN GONZALEZ: Pero ahora hay, en muchos países de América Latina, por un lado, los grandes gigantes de los medios, Globovisión, Venevisión y estos otros.

EDUARDO GALEANO: Sí.

JUAN GONZALEZ: Pero también están todos estos medios comunitarios. Creo que en Uruguay, en 2007, aprobaron la Ley de Radiodifusión Comunitaria—

EDUARDO GALEANO: Sí.

JUAN GONZALEZ: —para los medios comunitarios. ¿Cuál es el impacto, en el pueblo, del funcionamiento de estos medios comunitarios?

EDUARDO GALEANO: Sí. Ahora ha mejorado mucho, porque las radios comunitarias, e incluso la televisión, habían sido acosadas y perseguidas, y prohibidas durante años y años, y años. Pero ahora se están extendiendo por toda la región y son muy exitosas. Y pueden contar el otro lado de— como Democracy Now!— el otro lado de los eventos, tu sabes, hay una propiedad privada de las noticias como hay una propiedad privada de la memoria, una propiedad privada del derecho a hablar, del derecho a decir las cosas, del derecho a ser escuchado. Y, contra este monopolio, que es un enemigo de la democracia, tenemos algunas respuestas democráticas, que vienen desde la parte baja de la sociedad, del pueblo mismo, hablándose a sí mismos. Y esto es muy importante. Es un cambio. Normalmente, incluso algunos intelectuales de izquierda, solían creer que la gente, la gente normal, la gente común, los trabajadores, sólo eran capaces de repetir las voces de los maestros, sólo eran capaces de reproducir ecos, no voces. Pero sí tienen voces. Incluso mis amigos, mis amigos cercanos, los sacerdotes de la teología de la liberación, cuando dicen: “Somos la voz de los que no tienen voz”, cometen un gran error. Todo el mundo tiene una voz. El problema es que no pueden ser escuchados. Pero todo el mundo tiene algo que decir que merece ser escuchado, tal vez celebrado, tal vez, al menos, perdonado.

AMY GOODMAN: En las últimas semanas, usted fue portador del féretro del gran escritor Mario Benedetti—

EDUARDO GALEANO: Sí.

AMY GOODMAN:–que murió a la edad de ochenta y ocho años, un compañero uruguayo.

EDUARDO GALEANO: Sí.

AMY GOODMAN: ¿Qué significaba Mario Benedetti para usted? ¿Cuál era su relación con él?

EDUARDO GALEANO: Bueno, él era muy generoso conmigo, fue una persona muy generosa desde que empecé a escribir. Tuve suerte con los escritores mayores, veinte, treinta años mayores que yo— cuando comencé a escribir recibí ayuda de Benedetti, también de Onetti. Eran pacientes y generosos conmigo. Y Mario fue especialmente generoso, como Julio Cortázar, por ejemplo, extraños “rara avis”, extraños especímenes—

AMY GOODMAN: Especímen.

JUAN GONZALEZ: Especímen.

EDUARDO GALEANO: —dentro de la comunidad de escritores, porque si el mundo fuera un parque zoológico, deberíamos estar en la jaula reservada para “pavos reales”, pavos reales, ¿verdad? ¿Pavos reales?

JUAN GONZALEZ: Pavos reales.

EDUARDO GALEANO: Los “pavos reales” son el pavo.

JUAN GONZALEZ: El pavo.

EDUARDO GALEANO: Sí, pero el pavo con este hermoso colorido—

AMY GOODMAN: Plumaje.

JUAN GONZALEZ: Pavo real.

EDUARDO GALEANO: —plumaje.

JUAN GONZALEZ: Pavo real.

EDUARDO GALEANO: ¿Los pavos reales? Entonces, pavos reales. Estaremos en la jaula de los pavos reales. Y cada victoria no se celebra. Cuando te encuentras con un colega en la calle y le preguntas: “¿Como van las cosas?” Entonces, si él dice: “Bien. Genial. Genial. No puedes imaginarte”, en ese momento sufres un ataque de hígado y puedes verlo. La cara se te vuelve verde. Necesitas inmediatamente un médico, la atención urgente de un médico. Y Mario Benedetti o Julio Cortázar fueron capaces de celebrar el éxito del otro. Ellos fueron muy generosos, los dos.

AMY GOODMAN: Sólo tenemos un minuto, y usted se ha recuperado de un cáncer y ha perdido la mitad de su pulmón.

EDUARDO GALEANO: Sí, sí.

AMY GOODMAN: En este último minuto, ¿qué le dio esperanza y fuerza para luchar contra su propio cáncer?

EDUARDO GALEANO: Lo que me dio fuerzas fue escribir. Escribí “Espejos”. Fue una respuesta a este desafío. Puede que siempre estemos siendo desafiados por la muerte, por la certeza de que algún día vamos a morir. Es cierto. Es nuestro destino. Pero también por la posibilidad de hacer algunas cosas, quiero decir, de seguir creyendo que hay una manera posible de permanecer vivos en tus “queridos querientes”, en la gente a la que has amado y te ha amado.

AMY GOODMAN: Bueno, gracias por compartir con nosotros este libro y su recuperación a través de “Espejos: una historia casi universal”. Gracias, Eduardo Galeano, por estar en el estudio con nosotros.

EDUARDO GALEANO: Gracias, Amy.

Traducido por Constanza Sánchez Chiappe. Editado por Igor Moreno y Democracy Now! en Español.

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