La película de Jeremy Scahill y Rick Rowley que revela verdades ocultas de la guerra secreta de EE.UU.

Reportaje22 de enero de 2013
Esta semana se estrena en el Festival de Cine de Sundance en Utah, el nuevo documental “Dirty Wars: The World is a Battlefield” (Guerras: el mundo es un campo de batalla), en la que se ve al periodista de investigación Jeremy Scahill en Afganistán, Somalia y Yemen tratando de averiguar las verdades ocultas que hay detrás de las crecientes guerras secretas de Estados Unidos. Nos acompañan Scahill y el director de la película, Rick Rowley, periodista independiente que trabaja para la productora Big Noise Films. “En este preciso momento la realidad es que básicamente el presidente Obama profundizó las mismas políticas a las que muchos de sus seguidores alguna vez se opusieron durante la presidencia de Bush”, afirma Scahill, autor del exitoso libro “Blackwater: The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army” (Blackwater: el ascenso del ejército mercenario más poderoso del mundo) y del libro de próxima publicación que lleva el nombre de la película. “Una de las cosas que nos humilla [cuando] llegamos a una aldea en Afganistán y llamamos a la puerta de alguien es ser los primeros estadounidenses después de que otros estadounidenses abrieron esa puerta de una patada y mataron a la mitad de su familia”, dice Rowley. “Les prometimos que haríamos todo lo posible para que sus historias se conocieran en EE.UU. Finalmente, pudimos cumplir nuestras promesas”.
Transcripción
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Esta semana se estrena en el Festival de Cine de Sundance en Utah, el nuevo documental “Dirty Wars: The World is a Battlefield” (Guerras: el mundo es un campo de batalla), en la que se ve al periodista de investigación Jeremy Scahill en Afganistán, Somalia y Yemen tratando de averiguar las verdades ocultas que hay detrás de las crecientes guerras secretas de Estados Unidos. Nos acompañan Scahill y el director de la película, Rick Rowley, periodista independiente que trabaja para la productora Big Noise Films. “En este preciso momento la realidad es que básicamente el presidente Obama profundizó las mismas políticas a las que muchos de sus seguidores alguna vez se opusieron durante la presidencia de Bush”, afirma Scahill, autor del exitoso libro “Blackwater: The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army” (Blackwater: el ascenso del ejército mercenario más poderoso del mundo) y del libro de próxima publicación que lleva el nombre de la película. “Una de las cosas que nos humilla [cuando] llegamos a una aldea en Afganistán y llamamos a la puerta de alguien es ser los primeros estadounidenses después de que otros estadounidenses abrieron esa puerta de una patada y mataron a la mitad de su familia”, dice Rowley. “Les prometimos que haríamos todo lo posible para que sus historias se conocieran en EE.UU. Finalmente, pudimos cumplir nuestras promesas”.

AMY GOODMAN: De la asunción presidencial en Washington DC, volamos a Park City, Utah, para cubrir el Festival de Cine de Sundance. Vamos a empezar con las reacciones que generó el discurso inaugural del presidente Obama. El lunes, Obama declaró que una década de guerra está llegando a su fin y que una paz duradera no requiere una guerra perpetua. Pero no hizo ninguna referencia explícita a las guerras en Irak y Afganistán.

Tampoco hizo mención a la guerra que EE.UU. lleva secretamente adelante con aviones no tripulados, que se extendió enormemente durante la presidencia de Obama. El mismo día de su discurso inaugural, un ataque estadounidense con aviones no tripulados mató a tres personas al este de la capital de Yemen, Sana’a. También el lunes, el presidente Obama propuso oficialmente a John Brennan como director de la CIA para reemplazar al general retirado David Petraeus, que había renunciado. Apodado por algunos como el “zar del asesinato”, Brennan fue el primer funcionario del gobierno de Obama qué confirmó públicamente que se estaban realizando ataques con aviones no tripulados en el extranjero y defendió su legalidad. Hace cuatro años, con la primera presidencia de Obama, se rumoreaba que John Brennan podía ser elegido para este puesto en la CIA, pero su candidatura tuvo que ser retirada ante las protestas por su actuación en la CIA durante el gobierno de Bush. Obama también propuso oficialmente a Chuck Hagel como Secretario de Defensa y a John Kerry, que se convertirá en Secretario de Estado el próximo lunes.

Bueno, aquí con nosotros en Park City, Utah, está Jeremy Scahill, corresponsal sobre seguridad nacional para la revista The Nation. Participó y co-escribió el nuevo documental Dirty Wars: The World is a Battlefield (literalmente: Guerras Sucias: El mundo es un campo de batalla). El último libro de Jeremy saldrá a la venta, con este mismo título, en abril.

También nos acompaña el director de Dirty Wars, Richard Rowley, periodista independiente e integrante del colectivo audiovisual Big Noise Films. La película fue estrenada aquí en el Festival de Cine Sundance y compite en la sección de documentales estadounidense. Ayer por la noche, apenas llegamos a Salt Lake City, nos fuimos a la Biblioteca Pública de Salt Lake City, donde una multitud llenaba la sala para ver la proyección de Dirty Wars. Queremos felicitarlos, Jeremy y Rick, por esta película absolutamente extraordinaria.

RICK ROWLEY: Gracias.

AMY GOODMAN: Creo que es muy apropiado comenzar nuestros cuatro días de transmisión desde Park City, justo el día después de la toma de posesión del presidente Obama, charlando acerca de esta película.

Jeremy, ¿puedes hablarnos sobre los cuatro primeros años del presidente Obama y hacia dónde crees que vamos ahora? ¿Y qué te pareció el discurso inaugural del presidente?

JEREMY SCAHILL: Bueno, mirando hacia atrás, en el primer período de Obama en el gobierno, lo que veíamos era un presidente Demócrata muy popular, que había hecho campaña —pensando en su retórica general durante la campaña presidencial contra John McCain— en base a la idea de que él iba a transformar la manera en que Estados Unidos llevaba a cabo su política exterior. Y bueno, luego procedió a llevar al doble a algunos de los mayores excesos del gobierno de Bush. Si nos fijamos en el uso del secreto de Estado, si nos fijamos en la forma en que se extendió el uso de aviones no tripulados en las guerras durante el gobierno de Obama, y en el poder que se ha dado a las fuerzas de operaciones especiales, incluyendo el Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC, por sus siglas en inglés), para operar en países con los que Estados Unidos no está en guerra. Y si nos fijamos en la forma en que el gobierno de Obama ha mantenido al Congreso alejado de cualquier función de supervisión efectiva sobre los aspectos encubiertos de la política exterior de Estados Unidos, lo que realmente tenemos es un presidente que ha vuelto normales para muchas personas progresistas de Estados Unidos, las políticas a las que se oponían durante el gobierno de Bush. Y bueno, éste ha sido realmente un gobierno de guerras.

Y ayer, mientras el presidente Obama decía que no necesitamos un estado de guerra perpetua, se Estados Unidos realizaba una serie de ataques con aviones no tripulados en Yemen, un país con el que no estamos en guerra, y en el que Estados Unidos ha causado la muerte de una gran cantidad de civiles. Rick y yo hemos pasado mucho tiempo en territorio yemení. Y para mí, lo más inquietante de esto es la figura de John Brennan, que realmente fue el creador de este programa de uso de aviones no tripulados, y de su expansión. Y estos tipos se reúnen los martes en la Casa Blanca, hacen reuniones de los “Martes del Terror” en las que discuten quien va a vivir y quien va a morir en el mundo.

AMY GOODMAN: ¿A qué te refieres con reuniones de los “Martes del Terror”?

JEREMY SCAHILL: Bueno, así se las llama. O sea, cuando esto salió a la luz por primera vez, altos funcionarios de la Casa Blanca dijeron que internamente se llamaba a esas reuniones los “Martes de Terror”, donde se juntan y repasan la lista de objetivos militares potenciales. Y los tienen marcados, digamos, con cartas de béisbol, en algunos casos. Están identificando a personas que quieren exterminar y que integran la lista negra estadounidense. Y tenemos una lista negra cada vez más larga. O sea, después del 11 de septiembre, había siete personas en la lista negra de Estados Unidos, y luego se agregó todo el grupo de Irak, Saddam y sus altos mandos. Y bueno, ahora hay miles. No se sabe exactamente cuántas personas están en esa lista negra. Y ciudadanos estadounidenses, tres ciudadanos estadounidenses, murieron en operaciones militares realizadas por orden del presidente a finales de 2011, incluyendo, como se informó en Democracy Now!, a Abdulrahman al-Awlaki, de 16 años de edad.

Entonces, el nombramiento de Brennan en la CIA, para mí, es el mayor símbolo de cuán profundamente dedicados estamos a la guerra encubierta y a la expansión de las guerras en el mundo; y a esta idea promovida por los neoconservadores de que “el mundo es un campo de batalla”, que expresa la idea de que Estados Unidos puede atacar a cualquier país en el mundo, en cualquier lugar donde se considere que puedan estar los terroristas o presuntos militantes. Lo más inquietante de esta política, para mí -y creo que también para la gente que trabaja en esto en los servicios de inteligencia— es que hay regiones de Yemen o Pakistán, en las que el presidente Obama ha dado autorización para que se realicen ataques incluso sin conocer la identidad de las personas atacadas, la política conocida como “signature strikes”, ataques contra grupos sospechosos. La idea es que ser un hombre en edad militar, de cierta región de un determinado país del mundo, es suficiente para ser considerado un blanco legítimo, sólo basándose en su género, su edad y su presencia geográfica.

AMY GOODMAN: Explícanos eso.

JEREMY SCAHILL: Bueno, fue algo que comenzó durante el gobierno de Bush, y cuando Obama asumió como presidente la primera vez, fue informado al respecto por el entonces director de la CIA, Michael Hayden. Él le dio los detalles de esta política que estaban implementando, llamada “signature strikes”, que consistía en ir tras ciertos patrones de vida. Es decir, que si una persona había tenido contacto con determinada gente, si había ido a ciertos lugares en ciertos momentos, si se había reunido con un determinado número de gente; si se sospechaba que podían estar tramando algo y eran considerados presuntos militantes o terroristas, entonces Estados Unidos podía tomar medidas preventivas contra esas personas –donde “medidas preventivas” quiere decir matarlos con un misil— y existía una autorización gubernamental para actuar así. En algunos casos, incluso, el presidente había dado el visto bueno para que la CIA autorice estos ataques sin notificarlo específicamente.

Pero el presidente Obama, lo que se según mis fuentes en el ámbito militar y de inteligencia, ha implementado un control realmente detallado de este proceso. Y Brennan ha sido, Brennan es básicamente el sicario de este gobierno, sólo que nunca tiene que ir y ensuciarse las manos en Somalia, en Yemen, en Pakistán. O sea que ahora estamos viendo que en realidad el presidente Obama ha profundizado las mismas políticas que muchos de sus partidarios rechazaron durante la presidencia de Bush. Y creo que esto habla de las fallas propias de la política partidaria en este país, que nuestra opinión sobre las políticas que definen la vida y la muerte en el mundo dependa de quien está en el poder; para mí, es algo que llama seriamente a la reflexión.

AMY GOODMAN: Quisiera pasar un fragmento de su película, Jeremy y Rick. La historia del clérigo musulmán Anwar al-Awlaki ocupa un lugar destacado en Dirty Wars. Su hijo de 16 años se convirtió en el tercer ciudadano estadounidense fallecido por un ataque con aviones no tripulados, en Yemen en octubre de 2011. El presidente Obama ha definido el asesinato de Anwar al-Awlaki como “un hito”.

JEREMY SCAHILL: La antigua ciudad portuaria de Adén, en Yemen era muy diferente a Kabul. En Afganistán, la vida estaba atravezada por la guerra. Todo giraba alrededor de ella. Pero en Yemen no había guerra, al menos no oficialmente. Los ataques parecían haber salido de la nada y la mayoría de los yemeníes seguía con sus vidas normalmente. Era difícil saber por dónde empezar. El gobierno de Yemen se había atribuido la responsabilidad por los ataques, diciendo que habían matado a docenas de agentes de al-Qaeda. Pero no quedaba realmente claro cuáles habían sido los blancos, ni quién era responsable de los ataques.

AMY GOODMAN: Ese era Jeremy Scahill, en Yemen, en esta película recién estrenada en el Festival de Cine de Sundance, llamada Dirty Wars: The World is a Battlefield ¿Jeremy?

JEREMY SCAHILL: Lo que veíamos es una escena en la que estábamos comenzando a ver cómo eran las cosas en el territorio yemení, y nos enteramos de esta serie de ataques con misiles de crucero, que habían sucedido en diciembre de 2009 y eran el primer bombardeo de Estados Unidos a Yemen en siete años. Y en el proceso de analizar quiénes eran los blancos del ataque, entendimos que había habido un intento de asesinar a Anwar al-Awlaki, y de hecho, se había anunciado que Anwar al-Awlaki estaba muerto. Así descubrimos que Anwar Awlaki integraba la lista negra. Y claro, Anwar Awlaki es ciudadano estadounidense.

El primer bombardeo directamente autorizado por el presidente Obama fue el 17 de diciembre de 2009, en el pueblo de al-Majalah al sur de Yemen, y en ese ataque, resultaron muertas 46 personas, incluyendo dos docenas de mujeres y niños. Entonces, lo que Rick y yo hicimos fue ir al centro de la zona que estaba siendo blanco de estos ataques, y ahí en el territorio conocimos a la gente, entrevistamos a los sobrevivientes de estos ataques con misiles. Reunimos pruebas, y filmamos partes restantes de los misiles crucero. Y Estados Unidos no se hizo responsable de estos ataques, de hecho, el gobierno de Yemen se atribuyó la responsabilidad de los mismos. Pero a partir de los cables publicados por Wikileaks, sabemos que el general David Petraeus había conspirado con funcionarios yemeníes, incluyendo al ex presidente de Yemen, Ali Abdullah Saleh, para encubrir el papel de Estados Unidos en lo que sería una extensa campaña de bombardeos dentro de Yemen. Y bueno, este gobierno ha seguido golpeando a Yemen.

Hoy, creo que fue hoy, anunciaron —y ya van más o menos doce veces que anuncian esto— que fue asesinado Said al-Shihri, uno de los líderes de al-Qaeda, en la Península Arábiga. Y bueno, tal vez esta vez sí fue asesinado, o tal vez no. Pero lo que vimos en el territorio, es que los gobiernos de Estados Unidos y Yemen vienen anunciando la muerte de los líderes de al-Qaeda, —y son muchos los asesinados en Yemen— pero al parecer, la mayor parte de ataques con aviones no tripulados están cayendo en zonas donde solo matan civiles. Y lo que están logrando es que mucha gente en Yemen que no tenía ninguna predisposición, nada en contra de Estados Unidos, ahora se conviertan en enemigos potenciales, con un resentimiento legítimo contra Estados Unidos. Y vimos que eso pasa constantemente.

AMY GOODMAN: Rick Rowley, tu forma de hacer cine es verdaderamente extraordinaria, ya lo has demostrado en tus películas anteriores, como La Cuarta Guerra Mundial. Pero en Dirty Wars, has salido con una sola cámara, a viajar con Jeremy por el mundo, como lo han hecho por años cubriendo las guerras en Irak y Afganistán, y han llegado a lugares donde los batallones de la prensa estadounidense —digo, con guardias armados y todo— fueron muy pocas veces, si es que fueron alguna vez, a seguir los rastros de cosas que eran secretas hasta ahora. Háblanos sobre este viaje por Yemen.

RICK ROWLEY: Sí. La guerra mundial contra el terrorismo es la historia más importante de nuestra generación, y es una historia que los medios no cubren. Permanece invisible y oculta para la mayoría de los estadounidenses. O sea, es la guerra más larga en la historia de Estados Unidos. Es una guerra en la que han muerto cientos de miles de personas. Pero ocurre en las sombras. Así que en esta película, Jeremy y yo tratamos de hacer que esta guerra invisible que se está peleando en nuestro nombre, pero sin que lo sepamos, se vuelva visible para el pueblo estadounidense. Y para poder hacer eso tuvimos que dejar la Zona Verde, la zona de seguridad y salir a donde la guerra realmente ocurre, recorrer el territorio y hablar con los civiles, en lugares como Afganistán, Somalia y Yemen, sobre cómo esta guerra afecta sus vidas.

Así que en Yemen, como resultado de todos estos ataques con aviones no tripulados, como la reacción contra estos ataques en el sur fue enorme, y cuando nosotros llegamos, una provincia entera del sur había sido tomada por una organización afiliada a al-Qaeda, a causa de la inmensa ira popular contra los ataques aéreos y la complicidad del gobierno en ellos, lo cual ha transformado el sur de Yemen en un lugar aterrador. O sea, estos ataques con misiles, estas redadas nocturnas, desestabilizan a los países y los convierten en lugares donde se hace muy peligroso moverse y trabajar. De modo que en Yemen, pero también en Afganistán, Jeremy y yo tuvimos que viajar solos, sólo nos era posible trabajar como un equipo de dos, para poder mantener un perfil bajo y tratar de movernos sin llamar la atención. Hacer un rodaje con gente de seguridad alrededor solo nos hubiera puesto más en peligro.

JEREMY SCAHILL: De hecho, Rick tuvo que enseñarle a uno de nuestros colegas afganos cómo filmar con una segunda cámara, para que alguien pudiera filmarme a mí mientras Rick filmaba a las personas entrevistadas, porque no hubiera sido seguro viajar con un equipo más grande. Así que Rick fue entrenando gente sobre la marcha, en varios países, para cubrir ciertas tareas del rodaje, dadas las limitaciones que significaba, por cuestiones de seguridad, tener que viajar muy livianos.

RICK ROWLEY: Así es. Y una de las cosas que nos enseñaron a ser muy respetuosos y humildes es que cuando llegábamos a un pueblo en Afganistán y tocábamos la puerta de una casa, sabíamos que los últimos estadounidenses que habían estado allí habían tirado la puerta abajo y matado a media familia. Y aun así, una y otra vez, esas familias nos invitaban a entrar, nos recibían en sus casas y nos contaban sus historias, confiando en nuestra promesa de hacer todo lo posible para que sus historias se conozcan en Estados Unidos. Y por eso es realmente fantástico estar aquí en el festival de Sundance, porque finalmente estamos cumpliendo esas promesas.

AMY GOODMAN: Afganistán, Gardez; Jeremy, háblanos de este eje central de la película.

JEREMY SCAHILL: Pues, cuando empezamos a trabajar en esta película, se trataba de una película muy diferente. Y bueno, Amy, tanto Rick como yo hemos estado muy cerca de Democracy Now! O sea, yo siento que crecí con este programa. En mi página de Facebook, nombro a Democracy Now! como mi universidad, y realmente creo que lo es. Y tú sabes, porque lo hablamos en su momento, que cuando iniciamos este viaje, era un viaje muy diferente. Habíamos leído sobre esta redada que había tenido lugar en Gardez, provincia de Paktia, gracias a un periodista muy, muy valiente llamado Jerome Starkey, que es corresponsal del diario The Times de Londres, y que ahora está en África cubriendo la reciente expansión de la no tan secreta guerra en Mali…

AMY GOODMAN: …Algo de lo que hablaremos luego.

JEREMY SCAHILL: Sí, hablaremos de eso. Así que habíamos leído sobre esta redada nocturna, que resultó en una masacre horrible. Y supimos que lo que sucedió en Gardez, fue que las fuerzas de operaciones especiales de Estados Unidos tenían información de inteligencia de que había una célula talibán reuniéndose para preparar un ataque suicida. Así que van y atacan una casa en el medio de la noche y terminan matando a cinco personas, entre ellas tres mujeres, dos de ellas embarazadas, y otra de las personas que mataron, Mohammed Daoud, resultó ser un alto comandante de la policía afgana, que había sido entrenado por fuerzas de Estados Unidos, incluyendo los mercenarios, bueno, la empresa de seguridad privada MPRI (en inglés, Military Professional Resources Incorporated). Esas personas ni siquiera eran Pastún, la etnia dominante, casi exclusiva de los talibanes. Ellos hablaban Dari. Y esa noche no estaban preparando un ataque suicida, sino que estaban celebrando un nacimiento. Estaban bailando, escuchando música, y las mujeres tenían la cabeza descubierta.

De modo que los soldados atacaron la casa y mataron a estas personas. Y en vez de reconocer que habían cometido un terrible error y que la información de inteligencia que llevó a estas personas a la muerte estaba equivocada, lo que hicieron fue encubrir los asesinatos. Y nosotros entrevistamos a los sobrevivientes de este ataque, entre ellos un hombre que vio, estando esposado vio como los soldados, soldados estadounidenses, sacaban las balas del cuerpo sin vida de su esposa.

AMY GOODMAN: ¿Y eso por qué lo hacían?

JEREMY SCAHILL: Bueno, para terminar el trabajo. Matan a la gente, sacan las balas de los cadáveres, y luego detienen a todos los hombres de la casa, incluyendo a un hombre que acaba de ver morir a su hermana, su esposa y su sobrina, y los llevan a otra provincia y los interrogan, tratando de sacarles alguna información que indique que los talibanes podrían estar vinculados con esa familia. O sea, esto muestra el horrible funcionamiento del servicio de inteligencia. Estas personas ni siquiera eran Pastún. Había un comandante de alto rango de la policía. Estaban bailando, escuchando música fuerte, y las mujeres de la casa estaban con la cabeza descubierta. Y luego, la OTAN emite un comunicado de prensa y saca declaraciones anónimas en los medios, diciendo que las fuerzas estadounidenses se habían topado con las secuelas de un crimen de honor talibán, dando a entender que esas mujeres habían sido asesinadas por sus propios familiares.

Así que a lo largo de la película, investigamos esa redada nocturna y nos enteramos de que las personas que hicieron ese ataque eran miembros del Comando Conjunto de Operaciones Especiales. Y nos enteramos de eso porque el entonces jefe del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, el vice-almirante William McRaven, apareció en este pueblo con decenas de soldados afganos y de las fuerzas estadounidenses. Y lo que hicieron, y esto aparece en la película, fue traer una oveja y ofrendarla en sacrificio, como forma de pedir perdón. Es una tradición cultural afgana, y fue pensado como un gesto de reconciliación. Entoces trajeron la oveja y la ofrecieron en sacrificio en el mismo lugar donde había sucedido el ataque nocturno. Y el almirante McRaven entró en la casa y dijo que sus hombres eran responsables del asesinato de las mujeres y del comandante de la policía, y pidió perdón al jefe de familia, Haji Sharabuddin. Si no fuera porque un fotógrafo muy valiente, llamado Jeremy Kelly, estaba en el lugar y tomó las imágenes que se ven en nuestra película, del Almirante McRaven en Gardez, tal vez nunca hubiéramos llegado a saber quiénes eran los verdaderos asesinos.

Y tanto Jerome Starkey como yo tratamos de obtener información del ejército estadounidense, amparándonos en la Ley de Libertad de Información. Mis papeles dieron vueltas por todo el ejército. La última información que tengo de ellos es de hace meses, y dice que mi petición está una agencia sin nombre esperando para ser evaluada. No sabemos si alguien fue disciplinado por esa acción. No sabemos si alguien tuvo que rendir cuentas por esa acción. Lo único que sabemos es que el Almirante McRaven y un grupo de soldados fueron con una oveja y dijeron: “Fuimos nosotros, lo sentimos.”

AMY GOODMAN: Y trataron de destruir la reputación de Jerome Starkey, en una conferencia de prensa en Kabul.

JEREMY SCAHILL: Sí, bueno, en nuestra película hay un par de periodistas que realmente son como los héroes de la historia que estamos contando. Otro de ellos, está en la cárcel de Yemen en este momento, y tal vez podamos hablar sobre él. Su nombre es Abdulelah Haider Shaye, ya hemos hablado sobre él alguna vez en este programa; él expuso la responsabilidad de Estados Unidos en ciertos ataques con misiles, y está en la cárcel porque el presidente Obama intervino, cuando estaba a punto de ser indultado, para mantenerlo en la cárcel.

AMY GOODMAN: ¿Qué quieres decir con que intervino, puedes explicar un poco más?

JEREMY SCAHILL: Bueno, el primer periodista en dar a conocer el ataque con misiles que mencionamos antes, en al-Majalah, Yemen, fue Abdulelah Haider Shaye, que tomó fotografías de los restos de misiles estadounidenses. Así es como supimos que en realidad se trataba de un ataque con misiles de crucero estadounidenses. Yemen no tiene misiles de crucero. Entonces, después de ese y otros informes periodísticos sobre la expansión de la guerra aérea de Estados Unidos en Yemen, fue arrancado de su casa por las fuerzas antiterroristas yemeníes, que reciben apoyo de Estados Unidos, y llevado a juicio como presunto facilitador o propagandista de al-Qaeda y fue sentenciado a cinco años de prisión. Hubo grandes protestas en su apoyo, y su juicio fue denunciado como fraudulento a nivel internacional por organizaciones de derechos humanos y medios de comunicación. Y esto generó una enorme presión en el país, que hizo que el presidente yemení, Ali Abdullah Saleh, estuviera a punto de indultarlo. Y ahí fue cuando el presidente Obama lo llamó y expresó su preocupación por la liberación de Abdulelah Haider Shaye.

AMY GOODMAN: El periodista.

JEREMY SCAHILL: Sí, el periodista. Después de ese llamado el indulto fue negado. Y los abogados dicen claramente que él aún está en la cárcel debido a la intervención de Obama, que sino ya lo hubieran liberado. Y si acaso alguien cree que ésta es una especie de teoría conspirativa, pueden ir a la página web de la Casa Blanca y ver la transcripción de la llamada telefónica de ese día. La Casa Blanca lo dice abiertamente. Cuando llamé al Departamento de Estado para preguntarles sobre el caso, me dijeron: “sostenemos la postura asumida por el presidente Obama en este asunto, su opinión desde el primer momento”, con respecto al periodista. Ni siquiera se refieren a él como periodista, “con respecto a ese individuo”, dijeron. Abdulelah había trabajado con ABC News, The Washington Post, medios pequeños y poco conocidos. Y alguien de un importante medio informativo de Estados Unidos me dijo que los habían llamado desde el gobierno, cuando estaban trabajando con Abdulelah Haider Shaye, y les habían dicho que “deberían dejar de trabajar con él, porque así como recibe su sueldo se lo entrega a al-Qaeda “. Es decir, trataron de difamar a este periodista públicamente y también detrás de cámaras.

Pero tú preguntabas por Jerome Starkey. Cuando Jerome Starkey reveló el encubrimiento de la masacre de Gardez, la OTAN lo atacó públicamente, acusándolo de mentiroso. Y luego, cuando se comenzó a difundir más información sobre lo que había pasado, cambiaron su versión. Pero nunca se disculparon con Jerome Starkey.

AMY GOODMAN: Rick Rowley, has conseguido unas imágenes impresionantes. Además de haber estado los dos en Gardez y entrevistado a los sobrevivientes, háblanos de las filmaciones que rescataste ahí, y de las manos de soldados estadounidenses que muestran.

RICK ROWLEY: Sí, una de las cosas increíbles que pasó en Gardez, fue que la familia nos dio vídeos tomados con sus teléfonos celulares la noche de la redada. Y hubo uno en particular. Era temprano en la mañana. La imagen se ve muy movida, y pensábamos que era otro de los vídeos temblorosos de los cuerpos. Pero entonces se escuchan unas voces, y son voces con acento estadounidense, hablando de cómo iban a armar su versión de la historia sobre los asesinatos de esa noche, poniéndose de acuerdo en cómo contar la historia. O sea, se los escucha tratando de inventar una historia sobre lo sucedido para ocultar que había sido una masacre.

AMY GOODMAN: Y se puede ver sus manos.

RICK ROWLEY: Y se ven sus manos moviendo los cadáveres y tomando fotografías de los agujeros de bala. Pero nunca se llegan a ver sus caras. Todo lo que tenemos son sus voces. Pasamos mucho tiempo tratando de analizar el audio para descifrar un nombre que mencionan en un momento, pero el sonido del celular es demasiado débil y distorsionado. O sea, tenemos que reconstruir la historia de estas guerras a partir de estos retazos y piezas sueltas, porque todo se nos oculta sistemáticamente. O sea, nuestras únicas pistas fueron esas fotografías que Jeremy Kelly tomó, el vídeo del celular, y…

AMY GOODMAN: Jeremy Kelly es el fotógrafo y camarógrafo de Jerome Starkey.

RICK ROWLEY: Sí, de Jerome, que ahora es el principal corresponsal de la oficina en Kabul…

JEREMY SCAHILL: … corresponsal desde Afganistán.

RICK ROWLEY: Entonces, lo único que teníamos eran estos diminutos fragmentos de pistas, que ni siquiera deberían haber existido, y fotografías de una persona que en ese momento era descocida. Me refiero al Almirante William McRaven, que nadie sabía quién era. Esa fue, digamos, una primera sorpresa; mirarlo, leer su rango, leer su nombre. No era parte del equipo de la OTAN, del Mando Regional del Este, al cual pertenece ese área de batalla. Ni siquiera era, o sea, ¿por qué estaba esta fuerza elite operando en la zona, derribando las puertas de los campesinos? Ese fue el misterio que dio comienzo a la investigación.

AMY GOODMAN: Y con ese misterio, Jeremy, volviste a Estados Unidos y le mostraste una fotografía a McRaven.

JEREMY SCAHILL: Así es. Después de enteramos de que este personaje, William McRaven, era quien había dirigido ese ataque, de alguna manera, toda nuestra película, todo nuestro viaje se volvió algo así como un esfuerzo por descubrir un elefante detrás de una pared secreta. Y comenzamos a tirar de su cola, y se forman grietas que dejan ver al monstruo que estaba oculto. Y nos dimos cuenta de que era sólo una parte de una historia mucho más grande. Y así iniciamos un viaje que nos llevó a Yemen, Somalia y otros lugares.

Y bueno, nosotros tuvimos un momento increíble y de alguna manera revelador, cuando Osama bin Laden fue asesinado. De repente, todo el mundo estaba hablando del Comando Conjunto de Operaciones Especiales JSOC (por sus siglas en inglés). Por todas partes. O sea, habíamos pasado tanto tiempo inmersos en esta historia, con tan poco material escrito sobre el tema más allá de un círculo pequeño de periodistas. Y de repente, esta gente, cuyo recorrido habíamos estado siguiendo, se convierten en héroes nacionales. Disney trató de convertir el nombre del grupo de operaciones especiales “SEAL Team 6” en una marca registrada, y los productores de Hollywood se encamaron con la CIA para hacer su versión de los eventos, una especie de historia oficial.

AMY GOODMAN: ¿Estás diciendo que esa película....?

JEREMY SCAHILL: Ah, la película La Noche más Oscura, luego podemos hablar sobre ella. Lo que quiero decir es que pienso que la relación entre la CIA y Hollywood en este tema debería ser discutida muy, muy a fondo. Y me alegro de que se esté dando esa discusión. Y una gran cosa que ha ocurrido a partir de la película La Noche más Oscura es que la gente está realmente hablando de la tortura y de las cosas que han pasado. Pero bueno, para nosotros, ver a McRaven sentado en el Congreso y a la gente hablando del JSOC públicamente, fue realmente una experiencia increíble, porque ya habíamos visto la otra cara de la historia. Nuestra película muestra todas las cosas que hicieron estos mismos comandos y de las que casi nunca se habla. Lo que los estadounidenses saben del JSOC se limita de una manera increíble a lo ocurrido en el ataque que mató a Osama bin Laden. Y bueno, Rick suele señalar la irónica desproporción de la cobertura mediática que recibió ese ataque en relación con lo poco que se muestra del desempeño de estas fuerzas en todo el mundo.

RICK ROWLEY: Sí, o sea, tenemos una inmensa cantidad de detalles acerca de la redada del día 2 de mayo de 2011. Sabemos todo sobre ella. Sabemos cuántos agentes SEAL había en los helicópteros. Sabemos qué tipo de helicópteros eran. Sabemos qué tipo de rifles llevaban. Sabemos que tenían un perro y que era un pastor belga llamado Cairo. Sabemos todo acerca de este ataque. Pero en ese mismo año, hubo otros 30.000 ataques nocturnos en Afganistán. De modo que sabemos todo acerca de uno, pero se nos oculta todo sobre el resto.

AMY GOODMAN: Nos vamos a un corte y luego volvemos con estos extraordinarios periodistas de investigación, cuyo trabajo está ahora plasmado en la película Dirty Wars: The World is a Battlefield (literalmente: Guerras Sucias: El mundo es un campo de batalla), que acaba de ser estrenada aquí en el Festival de Cine Sundance, en su 10ma edición. Esto es Democracy Now! Volvemos en un minuto.


Traducido por Alejandra Burgos. Edición: Verónica Gelman y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org. Participaron en el subtitulaje Noa Radosh, Monica Vera y Rubén Gómez García.

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