Conozca a Álvaro Enciso, el artista que coloca cruces en el desierto de Sonora para conmemorar a los migrantes muertos

Original en Español12 de septiembre de 2019
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Más de 3.000 restos humanos, en su mayoría de inmigrantes, han sido hallados desde 2001 en el peligroso desierto de Sonora, en Arizona. Los recientes cambios realizados por el Gobierno de Trump en el proceso de solicitud de asilo han obligado a los migrantes a desviarse hacia tomar rutas más letales en la frontera entre EE. UU. y México. El pasado domingo acompañamos al artista de la ciudad Tucson Álvaro Enciso al lugar en el que instaló cuatro cruces en honor a cuatro migrantes que murieron en el desierto de Sonora tras huir de la Patrulla Fronteriza. Álvaro Enciso ha fabricado e instalado más de 900 cruces. Más que símbolos religiosos, estas cruces son para Enciso demarcaciones que visibilizan las muertes ignoradas a diario.

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AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now! democracynow.org, el informativo de guerra y paz, soy Amy Goodman. Más de 3.000 restos humanos, en su mayoría de inmigrantes, han sido hallados desde 2001 en el peligroso desierto de Sonora, en Arizona. Los recientes cambios realizados por el Gobierno de Trump en el proceso de solicitud de asilo han obligado a los migrantes a desviarse hacia rutas más letales en la frontera entre EE. UU. y México. El pasado domingo acompañamos al artista de la ciudad Tucson Álvaro Enciso al lugar en el que instaló cuatro cruces en honor a cuatro migrantes que murieron en el desierto de Sonora tras huir de la Patrulla Fronteriza. Álvaro Enciso ha fabricado e instalado más de 900 cruces. Más que símbolos religiosos, estas cruces son para Enciso demarcaciones que visibilizan las muertes ignoradas a diario. Este es Álvaro Enciso hablando de su trabajo.

ÁLVARO ENCISO: Estas cruces son parte de un proyecto que yo llamo “Donde mueren los sueños”. Es un proyecto en el que llevo trabajando seis años y cuyo objetivo principal es honrar la presencia de alguien que tomó la decisión de cruzar este desierto tan letal, tan peligroso, un viaje tan arduo, tan difícil, para venir a buscarse una mejor vida en este país, pero que el calor, la falta de agua, los elementos acabaron con él, con esa persona y murió aquí. Aquí murieron cuatro personas que buscaban ese sueño, esa idea de que al venir aquí, encontraban la solución para sus problemas.

AMY GOODMAN: Esto no es para nada abstracto. Estas cuatro cruces representan cuatro seres humanos reales. Una es naranja, otra es roja, otra blanca y otra azul. ¿Quiénes eran estos migrantes?

ÁLVARO ENCISO: Estas son cuatro personas, jóvenes, uno de 17 y otro de 19 años, de México y de Guatemala, que por alguna razón, yo no sé todo lo que sucedió, venían huyendo de la Patrulla Fronteriza en una furgoneta y entonces la furgoneta se volcó, dio varios vuelcos y murieron a causa de graves heridas en la cabeza, en el pecho y que acabaron con sus vidas. Entonces yo me enteré de este caso y vine aquí a poner estas cuatro cruces para darles presencia, porque esta gente, estos cuatro que murieron aquí tenían un nombre, tenían familiares, tenían gente que los quería, tenían planes, tenían sueños, tenían ilusiones.

AMY GOODMAN: Una cruz es diferente de las demás, es un poco más pequeña, es la cruz roja. ¿Cómo creció este grupo de cruces?

ÁLVARO ENCISO: Bueno, la cruz que se ve más vieja, la que está más bajita y descolorida porque el sol le ha quitado un poco el color, fue la primera, una de las primeras cruces que yo puse por aquí, pero cuando vine a poner esa cruz yo no sabía que habían otros tres muertos aquí en este mismo lugar que habían fallecido ese mismo día o esa noche. Y por eso es que las cruces no son iguales todas. La primera cruz tienen unos defectos, no es tan esbelta como las otras. Las otras son más nuevas, es cuando ya aprendí qué proporciones debía llevar una cruz.

AMY GOODMAN: Usted dice que cada cruz humaniza un punto rojo en el mapa, ¿qué significan estos puntos rojos?

ÁLVARO ENCISO: Hay un mapa aquí en Arizona que lo muestran con mucha frecuencia últimamente, porque ese mapa está lleno, repleto, de puntitos rojos, uno encima de otro, miles y miles y miles. Entonces cuando yo vi ese mapa yo dije: “estos puntitos rojos representan un lugar en el desierto donde murió una persona”; y mi intención siempre ha sido de traer ese puntito rojo del mapa y dejarlo aquí donde sucedió la tragedia. Y eso es parte del proyecto, la caminata hasta aquí, llegar al lugar aquí y reflejar en lo que sucedió aquí y en lo que sucedía aquí y en lo que está pasando aquí y que no hemos podido evitar estas muertes y que van a seguir pasando porque no hemos podido terminar con ellas.

AMY GOODMAN: Usted hizo una cruz para un niño que nació a la orilla de la carretera y murió. ¿Qué le pasó a la madre y al niño?

ÁLVARO ENCISO: Yo me enteré de un niño que había nacido y había muerto a una orilla de la carretera. Un niño que nació en la carretera y murió en la carretera. Un niño que por haber nacido aquí era un ciudadano americano, pero que no tuvo la oportunidad de crecer y que murió ahí. De la madre solamente sé que fue arrestada y deportada. Entonces para mí era una cruz muy especial porque hasta ese momento yo no sabía que habían niños cruzando la frontera. Y entonces para mí eso fue un momento crucial, donde descubrí que no solamente eran hombres sino mujeres embarazadas, niños que estaban muriendo aquí. Y esa cruz dio una nueva vida, de darle a la gente una migaja de conocimiento de que aquí la gente se moría por todas partes.

AMY GOODMAN: La cruz se convirtió en un altar.

ÁLVARO ENCISO: Sí y muy grande. Con los años la gente comenzó a traerle juguetes al niño, le traían agua, le traían dulces, golosinas, le traían libros de niños de aprender a leer, cosas así y poco a poco se fue formando un altar. Pero un día la cruz desapareció y entonces toda la gente empezó a llamarme: “Nos quitaron el símbolo, nos quitaron la Iglesia, nos quitaron el altar”. Entonces yo, que no acostumbro a reemplazar cruces, tuve que ir allá y complacerlos a todos poniendo una cruz nueva y otra vez los juguetes comenzaron a llegar, los dulces, las poesías, todo. O sea que es un altar nuevo. Y sigue ahí hasta que un día desaparezca, quién sabe. Espero que no, pero…

AMY GOODMAN: Sin duda esta cruz podría simbolizar las políticas de Estados Unidos frente a la inmigración. ¿Por qué cree que los inmigrantes viajan hacia el norte y qué representa esta área? A pesar de que el trayecto es cada vez más peligroso, ¿Qué los obliga a tomar este camino?

ÁLVARO ENCISO: En un principio la gente venía aquí con la idea de que aquí se conseguía lo que dicen el “American Dream”. Pero ahora ya no. Ahora la gente viene huyendo de la violencia, de la pobreza, de la desigualdad, de los cambios atmosféricos, que no les permite vivir, no les permite una forma de vivir. Y entonces no les queda otra alternativa. “No les queda otra”, como dicen, sino hacer este viaje aquí tan lleno de peligro, tan difícil y tan lleno de incertidumbre, porque no saben lo que van a encontrar aquí y lo que van a encontrar aquí no es lo que se esperaba encontrar. Aquí ahora lo que se encuentra es racismo, se encuentra odio y se encuentra una doctrina que no acepta los migrantes que vienen del sur.

AMY GOODMAN: El presidente Trump se refiere a los migrantes como violadores, criminales, invasores que vienen del sur. Acabamos de regresar de Nogales, Arizona, y México. En México nos enteramos de que el número de personas autorizadas para solicitar asilo es seis a ocho por día, y las miles de personas que están esperando allí, mes tras mes, deberán pasar por los pasos fronterizos legales, según el presidente Trump. ¿Qué provoca esto? ¿Qué termina haciendo la gente y por qué cruzan el desierto de Sonora?

ÁLVARO ENCISO: Todo el proceso de asilo lo hacen mucho más difícil. Les quitan toda la dignidad, todo, para que no intenten hacerlo. Pero como no pueden esperar en Nogales, al otro lado, tienen que hacer el viaje por el desierto. Hace dos semanas encontré a 50 mujeres y niños que habían caminado 12 millas y que se entregaron a la Patrulla Fronteriza porque así podían lenar la solicitud para asilo inmediatamente en lugar de esperar en fila en Nogales por meses, tal vez por años. O sea que ahora están tomando decisiones muy difíciles, muy peligrosas.

AMY GOODMAN: ¿Corre usted el riesgo de ser arrestado por poner estas cruces?

ÁLVARO ENCISO: Bueno, sí, yo creo que sí. Hasta el momento he corrido con suerte. Nadie me ha preguntado o me ha molestado. Yo lo hago generalmente con sigilo y sin mucho ruido. No le digo a nadie hasta últimamente que la gente empieza a venir aquí a saber lo que yo hago. Pero por mucho tiempo lo viví en la oscuridad y las tinieblas porque las cruces están en lugares muy remotos donde nadie las va a ver. Pero ahora ya tengo un perfil más alto, o sea que ya corro más peligro.

AMY GOODMAN: Usted ha erigido más de 900 cruces. ¿Cuántas personas han muerto en el desierto de Sonora?

ÁLVARO ENCISO: La cifra oficial es de 3.000 desde el año 2001, pero antes de 2001 se habían muerto mucho más.

AMY GOODMAN: Usted habla de unas 3.000 en los últimos 20 años, casi 150 al año, con pocos días de diferencia entre cada una, pero cree que el número es mucho mayor.

ÁLVARO ENCISO: Mucho más. Son cuerpos que se han encontrado. No sabemos los cuerpos que no han sido encontrados todavía, que son muchos. Hay gente en Latinoamérica, en México, que no saben qué pasó con sus parientes, con sus seres queridos. O sea que la cifra es mucho, mucho más alta. Estos solamente son los que hemos encontrado aquí y solamente estamos hablando de Arizona, del sur de Arizona. No incluimos a Nuevo México, ni a Texas, ni a California.

AMY GOODMAN: ¿Puede hablar sobre la práctica de honrar a los muertos, en particular aquí como latinoamericano, honrando las vidas no solo de latinoamericanos, aunque sí en su mayoría?

ÁLVARO ENCISO: Es para mí una forma de participar en esta migración, de que yo soy parte de esa migración, de que yo fui uno de los que anduve con suerte y logré lo que me proponía. Encontré las cosas que buscaba y entonces ahora tengo la oportunidad de mostrar la injusticia que ocurre aquí y no me podía quedar con los brazos cruzados, sino que tenía que hacer algo. Era parte de quien soy yo, de que no podía ver lo que sucedía y quedarme quieto, es mi manera de no pasar.

Ahora que estoy en la vejez quiero mantenerme visible también. Quiero decir: “aquí estoy poniendo cruces, pero al mismo tiempo estoy honrando esa gente que viene a buscar una mejor vida y perecen aquí, fallecen, muertes muy trágicas, muy horribles”.

AMY GOODMAN: ¿Qué significa para las familias, aquellas con las que ha estado en contacto, que han estado buscando a sus seres queridos? Muchas familias lo han contactado luego de que los médicos forenses del condado de Pima lograran identificar los cuerpos de sus familiares.

ÁLVARO ENCISO: Esos son momentos divinos para mí. Son esos momentos especiales, cuando yo puedo conectar los puntitos del proyecto. Y para esas familias no hay mejor regalo en el mundo que recibir una foto de una cruz que yo puse en un lugar en el desierto donde encontraron a su padre o a su hermano o a su esposo. Es como un tesoro. Entonces son esos momentos los que me dan el ímpetu para seguir haciendo lo que yo hago.

AMY GOODMAN: Álvaro Enciso, muchas gracias por llevarnos a recorrer el desierto. Ahora estamos sentados frente a cuatro de las más de 900 cruces que usted ha erigido en honor a las personas que han muerto aquí.

Esto es Democracy Now! desde el desierto de Sonora, en la frontera entre Arizona y México. Soy Amy Goodman, gracias por acompañarnos.
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Participaron en la producción de este segmento Igor Moreno Unanua, Ileán Pérez, Ivan Hincapié, Clara Ibarra y Democracy Now! en español.

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