“Un gánster en la Casa Blanca”: Noam Chomsky discurre sobre la COVID-19, la OMS, China, Gaza y el capitalismo global

Reportaje17 de abril de 2020

Continuamos nuestra conversación con Noam Chomsky, que analiza los recortes que dispuso el presidente Trump en el financiamiento a la Organización Mundial de la Salud y el nuevo récord de muertes en Estados Unidos por la COVID-19. Además, habla sobre las condiciones de vida en Gaza, el aumento del autoritarismo en todo el mundo y las respuestas del progresismo. “Es un comportamiento típico de los autócratas y los dictadores. Cuando cometen errores garrafales que provocan miles de muertes, encuentran alguien más a quien echarle la culpa”, sostiene Chomsky. “Desafortunadamente, así sucede en Estados Unidos, donde desde hace más de un siglo, un siglo y medio, siempre ha sido fácil culpar al 'peligro amarillo'”.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, El informativo de la cuarentena. Soy Amy Goodman. La tasa de mortalidad por la pandemia de coronavirus sigue acelerándose, con más de 145.000 muertes confirmadas en este momento alrededor del mundo. En Estados Unidos, los decesos alcanzaron un nuevo récord el jueves pasado, casi duplicando el récord establecido solo un día antes, con 4.591 residentes estadounidenses que murieron en 24 horas.

Hoy continuamos la conversación con Noam Chomsky, disidente político de renombre mundial, lingüista y autor de más de cien libros. Chomsky es un profesor galardonado del Departamento de Lingüística de la Universidad de Arizona, en Tucson, y profesor emérito del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en donde impartió clases durante más de medio siglo. El profesor Chomsky conversó con nosotros la semana pasada desde su casa en Tucson, Arizona, en donde está en cuarentena junto a su esposa Valeria. Hablamos justo después de que el presidente Donald Trump anunciara que reduciría el apoyo de EE.UU. a la Organización Mundial de la Salud, algo que finalmente hizo esta semana. Aquí está Trump dirigiéndose a los periodistas, la semana pasada.

REPORTERA 1: ¿Es una buena idea congelar los fondos para la OMS durante una pandemia de tal magnitud como la COVID-19?

PRESIDENTE DONALD TRUMP: No, tal vez no. No estoy diciendo que lo haré, pero lo consideraré.

REPORTERO 2: Usted dijo que lo hará.

PRESIDENTE DONALD TRUMP: Claro que no, no lo dije. Dije que lo consideraré. Vamos a investigar esa posibilidad. Lo analizaremos.

AMY GOODMAN: ¿Puede hablar acerca de lo que el Gobierno de Trump amenaza con hacer ahora? Primero rechazaron las pruebas de diagnóstico de la OMS, que habrían sido cruciales, y ahora dicen que dejarán de apoyar a la Organización Mundial de la Salud.

NOAM CHOMSKY: Bueno, ese es un comportamiento típico de autócratas y dictadores. Cuando cometes errores descomunales que están matando a miles de personas, buscas a otro a quien culpar. Esto ha sucedido en EE.UU., desafortunadamente, durante más de un siglo, siglo y medio. Siempre es fácil culpar al “peligro amarillo”. Los amarillos, “Nos persiguen”. Hemos visto esto siempre, ha sido así por mucho tiempo. Entonces, culpan a la OMS, culpan a China, afirman que la OMS tiene relaciones insidiosas con China, y que prácticamente trabaja para ellos. Y eso convence a una población que ha sido profundamente adoctrinada por mucho tiempo, desde la época de las leyes de exclusión en China en el siglo 19, para decir: “Sí, esos bárbaros amarillos vendrán a destruirnos”. Es casi instintivo.

Y está respaldado por la cámara de eco, por quienes repiten el discurso, como, por ejemplo, el presentador [de tinte conservador] Rush Limbaugh, quien dice que la ciencia es uno de “los cuatro pilares del engaño”, junto con los medios de comunicación, la academia y el último no lo recuerdo, pero son los cuatro pilares de un supuesto engaño a la población. Viven del engaño. Y así van plantando estas ideas en la mente de las personas. Dicen: “¿Por qué deberíamos creer en esto? ¿Por qué deberíamos creer las noticias? Son simplemente noticias falsas. Están intentando destruir a nuestro salvador, a nuestro presidente, el mejor presidente de todos los tiempos”.

Soy lo suficientemente viejo para recordar que de niño escuchaba los discursos de Hitler por la radio, durante los congresos de Nuremberg. No entendía sus palabras, pero con su tono de voz y la reacción de la multitud, que lo adoraba, lo que estaba ocurriendo era muy claro y muy aterrador. Sabemos a lo que condujeron. Recuerdo estos discursos inmediatamente al escuchar los delirios de Trump y la multitud. No digo que Trump sea como Hitler. Hitler tenía una ideología, una ideología horrible, que no solo implicaba la masacre de los judíos, de 30 millones de eslavos, de los romaníes y la conquista de gran parte del mundo, sino que también tenía una ideología sobre la política a nivel nacional. El Estado, controlado por el Partido Nazi, debía controlar todos los aspectos de la vida de las personas, incluso debía controlar a la comunidad empresarial. Ese no es el mundo en el que vivimos ahora. De hecho, es casi lo opuesto: las empresas controlan al Gobierno. Y en lo que respecta a Trump, la única ideología perceptible es su narcisismo puro. Esa es su ideología. Mientras seas lo suficientemente inteligente como para seguir sirviendo a los verdaderos amos, vertiendo dinero en los bolsillos de los ricos y del sector corporativo, todos te dejarán seguir con tus payasadas.

Es muy sorprendente ver lo que sucedió en la conferencia de Davos [en Suiza] en enero. Esa es la reunión de los llamados “amos del universo”, los CEOs de las grandes corporaciones, las grandes personalidades de los medios y así. Se juntan en Davos una vez al año, a felicitarse por lo maravillosos que son, a adoptar una pose de expertos humanistas, totalmente devotos al bienestar de los pueblos del mundo. “Estás a salvo dejando tu destino en nuestras manos porque somos muy buenos”.

Trump apareció y dio el discurso de apertura. Trump no es de su agrado. Su vulgaridad es incompatible con la imagen de humanismo culto que intentan proyectar. Pero lo aplaudieron tremendamente, aplaudieron con vigor cada palabra, porque saben que él reconoce qué bolsillos hay que llenar con dólares y cómo hacerlo. Mientras Trump haga eso, mientras satisfaga a su electorado, pasarán por alto sus payasadas y de hecho las aplaudirán, porque él moviliza a una multitud que respaldará ciertas políticas como las que estableció en las leyes que logró pasar en el Congreso. La principal fue una estafa en los impuestos que vierte dinero en las arcas corporativas y perjudica a todos los demás. La desregulación es excelente para las empresas. Les encanta. Pueden destruir el medio ambiente y hacer daño a las personas tanto como quieran. Esto es muy perjudicial para la población.

Reduces las restricciones a la contaminación, las regulaciones sobre emisiones de carbono de automóviles, ¿y qué pasa? La gente muere por contaminación, por envenenamiento por mercurio. Las aguas están contaminadas. Y el mundo se enfrenta a una catástrofe. Estás acelerando la llegada de una catástrofe. Incluso en el presupuesto [federal] del pasado 10 de febrero, mientras recortaban fondos para programas de protección ante enfermedades en medio de una furiosa pandemia, aumentaban la financiación para la producción de combustibles fósiles, algo que nos va a destruir a todos. Por supuesto, hubo mucho más dinero para el Pentágono y para su famoso muro. Ese es el mundo en el que vivimos aquí, pero no en todas partes. Los países asiáticos han estado actuando con sensatez. Nueva Zelanda parece haber hecho un muy buen trabajo también. A Taiwán le va muy bien. En Europa, Alemania tiene quizás la tasa de muertes por COVID-19 más baja del mundo, y Noruega, también. Hay formas de reaccionar.

Y hay formas también de tratar de destruirlo todo, como lo que hace el presidente Trump, con el apoyo de la cámara de eco de Rupert Murdoch, el dueño de Fox News, y otros. Sorprendentemente, este acto de ilusionismo está funcionando. Lo que hacen es levantar una de sus manos al cielo y decir: “Soy el elegido. Soy tu salvador. Voy a reconstruir a Estados Unidos, a hacerlo grandioso de nuevo para ti, porque yo soy el servidor. Soy el servidor leal de la clase obrera”, y cosas por el estilo. Mientras tanto, con la otra mano, los apuñalan a todos por la espalda. Llevar esto a cabo es un acto de genialidad política. Tienes que reconocer que hay talento serio involucrado, ya sea por planificación intuitiva o consciente. Pero es devastador. Lo hemos visto antes. Lo vemos ahora en dictadores, autócratas, en sociópatas que están ocupando puestos de liderazgo. Y ahora está sucediendo en el país más rico y más importante en la historia del mundo.

AMY GOODMAN: Entonces, esto pasa en Estados Unidos donde la economía se ha paralizado debido a la catástrofe total de la pandemia, por la que las personas deben aislarse, aunque el aislamiento en realidad es un lujo. Todos los trabajadores esenciales tienen que salir en esta pandemia y poner en riesgo sus vidas. ¿Puede hablar sobre si ve esta pandemia como una amenaza al capitalismo global en general o cree que lo fortalecerá? También, ¿cree que los billones de dólares de los paquetes de estímulo económico simplemente van a intensificar la desigualdad o realmente van a ayudar a los sectores más pobres?

NOAM CHOMSKY: Esa es una elección, no algo inevitable. El sector corporativo está trabajando fuertemente para planificar un futuro como el que usted describe. La pregunta es si las organizaciones populares serán capaces de ejercer suficiente presión para asegurar que esto no suceda.

Y hay maneras de lograrlo. El sector empresarial, [busca] lo que acaba de describir. Las corporaciones esconden sus libros de [la escritora de derecha] Ayn Rand y corren a buscar al “Estado niñera” a pedirle ayuda, que proviene del dinero público, para subsanar las consecuencias de su comportamiento criminal. ¿Qué han estado haciendo durante los últimos años? Sus ganancias están por las nubes. Han estado disfrutando de una orgía de recompras de acciones, que son en realidad mecanismos para aumentar la riqueza de los accionistas ricos y los directivos mientras socavan la capacidad productiva de la empresa a gran escala, estableciendo sus oficinas en algún lugar, en alguna habitación en Irlanda, para no tener que pagar impuestos, utilizando paraísos fiscales. No se trata de unas cuantas monedas. Son decenas de billones de dólares, que se le roban al contribuyente. ¿Tiene que ser así?

Tomemos por ejemplo el recorte de impuestos actual a las corporaciones. Debería ir acompañado de una serie de condiciones, algo que hemos aprendido gracias al FMI. Deberían estar obligadas a garantizar que no habrá más uso de paraísos fiscales y que no habrá más recompras de acciones. Punto. Si no lo hacen, con una garantía firme, no habrá dinero de los contribuyentes para ellos.

¿Es utópico? Para nada. Esa era la ley que se hizo cumplir hasta el mandato de Ronald Reagan, quien abrió la válvula para que pudiesen robar tanto como quisieran, con el economista Milton Friedman y otras figuras destacadas diciéndole, desde un segundo plano: “Eso es libertad”. “Libertad” significa para ellos robar del dinero público, masivamente, por medio de cosas como paraísos fiscales y recompra de acciones. Así que no hay nada utópico en estas condiciones [que estamos proponiendo]. Lo que decimos es: “Volvamos al período en que el capitalismo estaba prácticamente reglamentado”. Es el capitalismo que se desarrolló desde [el Gobierno de] Franklin Roosevelt, y se mantuvo hasta los años 70, cuando comenzó a erosionarse y, luego, con Reagan simplemente se terminó.

Se deberían poner más condiciones, quienes trabajan deberían ser parte de las juntas directivas y así representar a los trabajadores. ¿Es imposible? No. Se hace en otros países, como en Alemania, por ejemplo. Debería haber un requisito que garantice un salario digno, no solo mínimo, sino un salario digno. Esa es una condición que se puede imponer.

Podemos ir más allá y reconocer que… Nótese que todo esto es previo a Trump. Trump está tomando un sistema defectuoso y mortífero y lo está convirtiendo en una monstruosidad, pero las raíces ya estaban antes de Trump. Solo piense en la razón por la cual la pandemia ocurrió en primer lugar. Las compañías farmacéuticas siguen la lógica capitalista. No quieren hacer nada. La máquina neoliberal dice que el Gobierno no puede hacer nada de lo que hizo en el pasado. Estamos amordazados. Luego aparece Trump y lo empeora de un modo insuperable. Pero la raíz de la crisis viene desde antes de Trump.

Lo mismo con el sistema de salud. Sabemos, todos saben, o todos deberían saber, estos datos básicos. Es un escándalo internacional: la atención médica en EE.UU. cuesta el doble que en otros países similares, pero tiene uno de las peores rendimientos. Los costos fueron estimados recientemente por un estudio de The Lancet, una revista de medicina líder en el mundo. Estimaron que el costo anual [del sistema de salud] para los estadounidenses es de casi medio billón de dólares con 68.000 vidas perdidas. Estas cifras no son bajas.

AMY GOODMAN: Hablamos con el disidente político, lingüista de renombre mundial y escritor Noam Chomsky. Al regreso de la pausa, hablará sobre las condiciones en Gaza durante la pandemia, el auge del autoritarismo en todo el mundo y la respuesta del progresismo. Quédese con nosotros.

[Pausa]

AMY GOODMAN: Escuchábamos al rapero puertorriqueño Residente, presentando la “Edición cuarentena” de su nueva canción “René”. Esta versión incluye a su madre y a otros 30 músicos que grabaron la canción junto con él desde sus hogares.

Esto es Democracy Now!, democracynow.org, El informativo de la cuarentena. Soy Amy Goodman, esta es la segunda parte de nuestra conversación con Noam Chomsky, lingüista de renombre mundial, disidente político y escritor. Le pregunté sobre Gaza, uno de los lugares más densamente poblados de la Tierra, donde al menos 13 casos de COVID-19 han sido reportados hasta ahora. La Organización Mundial de la Salud informa que hay solo 87 ventiladores para los 2 millones de habitantes de Gaza. En total, se han confirmado casi 300 casos y dos muertes en Cisjordania. Esto dijo el profesor Chomsky.

AMY GOODMAN: ¿Puede hablarnos, desde un contexto global, sobre lo que está pasando en relación al Territorio Ocupado, Gaza y Cisjordania, un tema muy presente en su trabajo durante décadas, y de lo que podría implicar la pandemia para un lugar como Gaza, que ha sido calificado por la ONU y por personas de todo el mundo como una especie de “prisión al aire libre” de casi 2 millones de personas?

NOAM CHOMSKY: Es casi imposible de imaginar. En Gaza hay 2 millones de personas viviendo en una prisión, una prisión al aire libre, bajo ataque constante. Israel, que es la potencia que está ocupando el territorio, lo cual reconoce todo el mundo menos el propio Israel, ha estado imponiendo estrictas sanciones desde que los palestinos cometieron el error de realizar lo que fueron las primeras elecciones libres en el mundo árabe y elegir a las personas equivocadas. Estados Unidos e Israel los sancionaron muy severamente.

Refiriéndose a la política de Israel, Dov Weissglas, quien estaba al mando de la retirada de las tropas israelíes y de la imposición del nuevo régimen, supo explicarla muy honestamente: “Estamos poniendo a dieta al pueblo de Gaza, dándoles sólo lo justo y necesario para mantenerlos vivos”. Esto quiere decir que no sería bien visto que murieran todos, pero no les demos de más. Entonces, no estamos hablando de darles un chocolate o un juguete para un niño. Eso no. Solo lo suficiente para que puedan mantenerse con vida. Y si alguien tiene un problema de salud grave, puede ir al hospital de Jerusalén del Este, si obtiene un permiso. Tal vez le permitan ir después de un par de semanas. Tal vez a un niño le permitan ir, pero a su madre no se lo permitirán.

La pandemia ahora también está en Gaza. Si se extiende, será un desastre total. Los organismos internacionales habían señalado que para 2020 —eso es ahora— Gaza sería casi inhabitable. Alrededor del 95% del agua está totalmente contaminada. El lugar es un desastre. Y Trump se ha asegurado de que esto empeore. Retiró la financiación de UNRWA, la agencia de Naciones Unidas para los palestinos en Gaza y Cisjordania, y acabó con la financiación para los hospitales palestinos. Y tenía una motivo para hacerlo. No lo alababan lo suficiente. Si no respetan al dios, entonces los vamos estrangular, incluso cuando apenas pueden sobrevivir bajo un régimen severo y brutal.

Por cierto, esto también se aplica a los palestinos en Israel. Activistas de derechos humanos en Israel señalaron recientemente —hay artículos publicados sobre esto en el periódico israelí Haaretz— que Israel finalmente comenzó a instalar sitios de pruebas de diagnóstico solo en áreas judías y no en las zonas con población palestina. Y para asegurarse de que sus intenciones se cumplieran, lo anunciaron solo en hebreo y no en árabe, para que los palestinos ni siquiera lo supieran. Eso es dentro de Israel. En los Territorios Ocupados es mucho peor.

Y luego Trump atacó diciendo: “No vamos a darles un centavo, porque no son lo suficientemente respetuosos conmigo”. No sé cómo describir lo que implican este tipo de cosas. No encuentro palabras para esto.

AMY GOODMAN: Noam Chomsky, ¿qué cree que se requiera en una respuesta internacional para detener el auge del autoritarismo en respuesta a esta pandemia? Por ejemplo, en Filipinas, el líder autoritario, aliado de Trump, Rodrigo Duterte, habla de matar gente; y hay una represión masiva en la India, sin el apoyo del pueblo, de 1.300 millones de personas, con el primer ministro Narendra Modi. El presidente Trump estaba en la India cuando la pandemia empezó y nunca dijo una palabra al respecto, estando en un estadio con 100.000 personas. También tenemos a Viktor Orbán en Hungría, quien está ahora gobernando por decreto. ¿Qué se necesitaría para transformar esto en una respuesta a la pandemia de tipo progresista?

NOAM CHOMSKY: En realidad, lo qué está pasando, si es que se puede encontrar alguna política coherente en la locura en la Casa Blanca… Algo que se puede ver con bastante claridad es lo que podemos llamar un esfuerzo por construir [una respuesta] internacional de los estados más reaccionarios y opresivos, liderados por el gángster de la Casa Blanca. Esto recién está tomando forma.

Podría hablar sobre esto, pero hablando de India, Modi, que es un extremista nacionalista hindú, se está moviendo sistemáticamente para destruir la democracia secular india y aplastar a la población musulmana. Lo que sucede en la región de Cachemira es horrible. La situación ya era bastante mala antes, pero ahora está empeorando. Lo mismo con la población musulmana, una población de gran tamaño en India. El bloqueo actual se puede describir como algo casi genocida. Modi, creo, anunció el confinamiento total con sólo cuatro horas de anticipación. afectando a más de mil millones de personas. Algunos de ellos no tienen a dónde ir. Las personas que trabajan de manera informal, que son muchas, simplemente son expulsadas: “Regrésate caminando a tu pueblo”, que puede estar a más de mil kilómetros de distancia. “Muérete en la carretera”. Esta es una gran catástrofe en ciernes aparte, además, de los grandes esfuerzos en imponer las doctrinas Hindutva de ultraderecha, [o nacionalismo hindú], que están en el centro del pensamiento y los antecedentes de Modi.

Gran parte de India, de hecho, del sur de Asia en general, se volverá algo imposible de sobrellevar si continúan las políticas climáticas actuales. El verano pasado, la temperatura en Rajasthan [en el norte de India] llegó a 50 grados centígrados. Y está aumentando. Hay cientos de millones de personas en India que no tienen acceso al agua potable. La situación va incluso a empeorar y podría llevar a una guerra nuclear entre Pakistán e India, que básicamente dependen de los mismos recursos hídricos, los cuales están disminuyendo debido al calentamiento global. La historia de terror que se está desarrollando es, de nuevo, indescriptible. No encuentro palabras para eso. Y algunas personas alientan esto, como Donald Trump y su amigo Jair Bolsonaro en Brasil, además de otros sociópatas.

¿Pero cómo contrarrestar un movimiento internacional reaccionario? Desarrollando un movimiento Internacional Progresista. Y hay una serie de pasos para lograr eso. No hay mucha publicidad sobre esto, pero creo que es el próximo diciembre, que habrá un anuncio formal de algo que se ha estado gestando por algún tiempo. Yanis Varoufakis es el fundador y figura principal en DiEM25, un movimiento progresista en Europa. Varoufakis y Bernie Sanders hicieron una declaración conjunta pidiendo por un Movimiento Internacional Progresista para combatir y, esperamos, superar la actitud reaccionaria internacional que tiene como base la Casa Blanca.

Ahora, si nos fijamos en el nivel de los Estados, esto parece una competencia extremadamente desigual. Pero los Estados no son lo único que existe. Si lo vemos desde el punto de vista de las personas, no es imposible. Es posible construir un Movimiento Internacional Progresista basado en las personas, lo cual incluye desde los grupos políticos organizados que han estado proliferando, y que han recibido un nuevo impulso con la campaña de Sanders, hasta los grupos de apoyo, las organizaciones de ayuda mutua, que están aumentando en las comunidades de todo el mundo, como en las zonas más empobrecidas de Brasil, por ejemplo. E incluso está este hecho asombroso que mencioné, en el que las pandillas criminales se están encargando de llevar alguna forma digna de protección contra la pandemia a las favelas, los barrios más marginales, en Río. Todo esto está sucediendo a nivel popular, en las comunidades. Si se expande y se desarrolla, si las personas no se rinden desesperadas y trabajan para cambiar el mundo, como lo han hecho en el pasado en condiciones mucho peores, si lo hacen, existe la posibilidad de formar un Movimiento Internacional Progresista.

Hay que tener en cuenta que también hay casos llamativos de internacionalismo progresista a nivel de los Estados. Vea por ejemplo la Unión Europea. Los países ricos de Europa, como Alemania, nos han dado recientemente una lección sobre lo que significa esta unión [de países]. ¿Verdad? Alemania está manejando la situación bastante bien. Probablemente tienen la tasa de mortalidad [por COVID-19] más baja del mundo, en una sociedad organizada. Justo al lado, el norte de Italia está sufriendo miserablemente. ¿Les está dando Alemania alguna ayuda? No. Alemania incluso bloqueó una iniciativa de crear bonos en euros, bonos generales en Europa que podrían usarse para aliviar el sufrimiento en los países en las peores condiciones. Pero afortunadamente, Italia, puede mirar al otro lado del Atlántico para pedir ayuda a la superpotencia en el hemisferio occidental, Cuba. Cuba está, una vez más, como ha ocurrido ya antes, exhibiendo un internacionalismo extraordinario, con esta acción de enviar médicos a Italia. Alemania no lo hará, pero Cuba sí. China está proporcionando ayuda, enviando suministros. Entonces, estos son pasos hacia un internacionalismo progresista a nivel de los Estados.

AMY GOODMAN: Noam Chomsky es disidente político, lingüista de renombre mundial y escritor. Chomsky es además un galardonado profesor del Departamento de Lingüística de la Universidad de Arizona, en Tucson, y profesor emérito del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde impartió clases durante más de medio siglo. Noam Chomsky conversó con nosotros la semana pasada desde su casa en Tucson, Arizona, donde está en cuarentena junto a su esposa, Valeria. Visite democracynow.org para ver la primera parte de nuestra conversación.

Al regresar, hablaremos de una nueva política en los hospitales públicos de Nueva York que requiere a los trabajadores médicos que se ausentan por enfermedad que presenten una nota médica. Quédese con nosotros.

[Pausa]

AMY GOODMAN: “Lean on Me”, de Bill Withers. El legendario cantante y compositor Bill Withers murió en marzo a la edad de 81 años por complicaciones cardíacas. Estábamos mostrando, durante la pausa musical, a enfermeros bailando alrededor del mundo para darse fuerza mutuamente, a ellos mismos y a sus pacientes.


Traducido por Gabriela Barzallo. Editado por Pamela Subizar e Iván Hincapié.

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