A 50 años del golpe en Chile, el asesor de Allende Ariel Dorfman recuerda lo sucedido ese “otro” 11-S y analiza sus consecuencias en el presente

Original en Español13 de septiembre de 2023
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Recordamos el 50 aniversario de lo que a veces se nombra como el “otro” 11 de septiembre: el golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en Chile, en el que el general Augusto Pinochet derrocó al presidente Salvador Allende e instauró un brutal Gobierno militar que duraría casi dos décadas. Ese 11 de septiembre de 1973, la muerte de Allende en el palacio presidencial marcó el final del primer Gobierno socialista de Chile. Durante la dictadura militar de Pinochet, más de 3.000 personas fueron desaparecidas o asesinadas y otras 40.000 fueron torturadas como presas políticas. A partir de entonces, Chile se mantuvo como un país aliado a Estados Unidos durante toda la Guerra Fría. “Los jóvenes de Chile son los hijos de Pinochet y yo siempre pienso que deberían ser los nietos de Allende”, dice el reconocido escritor chileno Ariel Dorfman, quien se desempeñó como asesor cultural de Allende de 1970 a 1973 y se exilió después del golpe. Su última novela, “Allende y el museo del suicido”, explora el misterio en torno a la muerte de Allende buscando responder si se trató de un suicidio o un asesinato.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman, con Juan González. Este 11 de septiembre se cumplieron 22 años desde que unas 3.000 personas murieron en los ataques contra las Torres Gemelas, el Pentágono y en un avión derribado en Shanksville, Pensilvania.

Pasamos ahora a lo que a veces se conoce como el otro 11 de septiembre. Hace 50 años, el 11 de septiembre de 1973, un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos y liderado por el general Augusto Pinochet derrocó al presidente de Chile Salvador Allende, un socialista democrático que había sido elegido solo 3 años antes. Allende murió ese día en el Palacio de La Moneda. Más de 3.000 personas fueron desaparecidas o asesinadas bajo la dictadura de Pinochet, que duró hasta 1990. Unas 40.000 personas más fueron torturadas como presas políticas.

El 10 de septiembre, el actual presidente de Chile, Gabriel Boric, conmemoró el golpe de 1973 con una ceremonia en Santiago junto con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a quien agradeció la solidaridad histórica de su país con el pueblo chileno. Ambos líderes llamaron a fortalecer la democracia en América Latina. Boric también se unió a una marcha anual cerca del palacio presidencial de La Moneda en Santiago con familiares de víctimas de la dictadura de Pinochet. La marcha se vio interrumpida por ataques de contramanifestantes que también, según Boric, “violentaron tumbas en el Cementerio General”. Esta es Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos.

ALICIA LIRA: Estos 50 años, más que la ausencia de nuestros familiares, es un acto homenaje en los 50 años del golpe civil-militar, y marcamos 'civil-militar' porque los civiles han gozado de impunidad 50 años.

AMY GOODMAN: También el 10 de septiembre se realizó una vigilia silenciosa que marcó el 50 aniversario del golpe militar y se centró en el papel de las mujeres chilenas como parte de la resistencia. Mujeres vestidas de negro portaron carteles con fotos de víctimas de la dictadura. Esta es Alejandra Pérez.

ALEJANDRA PÉREZ: Nosotros tenemos compañeras detenidas desaparecidas, mujeres que todavía no aparecen, familias llorando, insisto. Y tenemos que hacernos parte de poder algún día encontrar la verdad, creo que lo merecemos como pueblo. Es una convocatoria de mujeres en silencio.

AMY GOODMAN: El mes pasado, el Gobierno chileno lanzó el “Plan Nacional de Búsqueda” para identificar a personas desaparecidas durante la dictadura de Pinochet. Gobiernos anteriores habían descubierto fosas comunes en Chile cerca de antiguos centros de interrogatorio, pero no identificaron adecuadamente los restos.

Para hablar más del tema nos acompaña Ariel Dorfman, ex asesor cultural del Gobierno de Salvador Allende de 1970 a 1973, quien tuvo que exiliarse tras el golpe de Estado. Hoy es reconocido como uno de los escritores más sobresalientes de América Latina. Su trabajo literario ha sido traducido a más de 40 idiomas. Su nuevo artículo en la revista The Nation se titula “A 50 años del otro 11 de septiembre: recordando el golpe de Estado en Chile”. The New York Times ha publicado su ensayo de opinión titulado “Vi morir una democracia. No quiero verlo otra vez” y Dorfman acaba de publicar su novela “Allende y el museo del suicidio”.

Profesor Dorfman, bienvenido de nuevo a Democracy Now! Es un placer tenerle con nosotros, aunque este es un día muy solemne, la conmemoración de los 50 años del golpe respaldado por Estados Unidos, por Nixon, por Kissinger y por la multinacional ITT. ¿Puede hablar de lo que pasó ese día? Usted estaba en Chile. De hecho, ¿cuándo fue la última vez que estuvo en La Moneda y cuándo vio por última vez a Salvador Allende antes de que muriera ese día de 1973?

ARIEL DORFMAN: Ante todo, Amy, quiero agradecer mi presencia aquí porque este es un día de duelo, pero también es un día de memoria y de resistencia. Así que es muy bueno estar en Democracy Now! en un día tan importante.

Yo, en efecto, estaba trabajando en La Moneda durante los últimos meses del Gobierno de Salvador Allende. Y debería yo haber dormido en La Moneda el día 10 de septiembre a la noche, porque nos tocaban turnos a aquellos que éramos asesores, y por lo tanto debía haber despertado o haber estado despierto el día 11 en la mañana. Y si eso hubiera ocurrido, yo no estaría aquí hablando con ustedes, sino que estaría muerto y desaparecido. En vez de eso, yo cambié de turno con un gran amigo mío. Yo quería mostrarle La Moneda a mi hijo el día domingo 9 a la noche, y por lo tanto yo cambié ese turno. Y entonces resultó que yo no estaba en La Moneda, ni llegué a La Moneda ese día por esa casualidad extraordinaria, porque a mi amigo Claudio Jimeno lo mataron, lo capturaron ese día en La Moneda, el día 11, lo llevaron, lo torturaron y lo ejecutaron y después lo desaparecieron, mientras que yo, por cierto, que estoy vivo aquí estoy hablando.

Pero hay otra razón por la cual sobreviví, porque resulta que deberían haberme llamado a mí, era una cosa que yo estaba en la lista. Y la persona con quien yo trabajaba, el ministro secretario general de Gobierno, Fernando Flores, me dijo varios años más tarde que la razón por la cual él me había borrado de la lista era: “Alguien tiene que contar esta historia”. Y de hecho, yo creo que la he estado contando desde entonces. De hecho, la estoy contando en este momento, ¿no? Y la he contado muchas veces, incluyendo en Democracy Now! Y me pasaba la vida como pagando esa deuda que tengo con la historia y con el hecho de que yo soy un sobreviviente, y si sobreviví, porque así lo entiendo para dar algún sentido al caos de esta existencia en que estamos, bueno, fue para poder seguir contando esa historia y para que no haya olvido.

JUAN GONZÁLEZ: Ariel Dorfman, ¿qué significa para usted el hecho de que se espera que el nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric, participe en la conmemoración del golpe de Estado hoy día?

ARIEL DORFMAN: Gracias, Juan, por esa pregunta. Resulta que Boric, cuando es inaugurado como presidente, él va hacia La Moneda, La Moneda donde murió Allende y La Moneda que fue bombardeada y asaltada por las tropas de Pinochet, y rompe el protocolo, él se desvía en la Plaza de la Constitución y va a rendirle homenaje durante un minuto silencioso, a Allende, una estatua. Y entonces, es como si él estuviera en contacto con Allende. Y él entra a La Moneda y en su discurso él habla de que nunca más va a ocurrir ese tipo de siniestro, digamos, ultraje a la democracia. Y dice: “Ahora sí que se van a abrir las grandes alamedas”, que se refiere a lo que dijo Allende en su último discurso.

Pero es fundamental ese “nunca más” que dice él, porque él trató en estos días de que todos los presidentes de todos los partidos políticos, desde la ultraderecha hasta la ultraizquierda, todos, todo el espectro de los partidos políticos firmara la Declaración de Santiago que dijera no solamente que deploran los abusos del régimen militar, sino también que ellos están en contra de cualquier golpe de Estado y que no hay justificación alguna de un golpe de Estado. Y los cuatro partidos de derecha rechazaron esta posibilidad de firmar esa declaración, porque de hecho muchos de sus adherentes siguen justificando el golpe. De hecho, el 36% de la población chilena en una última encuesta dice que, en efecto, justifican el golpe, creen que fue necesario para salvarlos del comunismo. Aunque claro, no había comunismo. Nosotros no hicimos ninguna cosa que se pudiera entender como comunismo.

Pero aún si así fuera, resulta que ellos no tenían derecho a hacer un golpe de Estado. Así que hoy en Chile hay una gran división y yo no estoy seguro que esta polarización termine pronto.

JUAN GONZÁLEZ: Y, 50 años atrás, los Estados Unidos, el capital norteamericano quería mantener su dominio sobre Chile, principalmente por la producción de cobre que compañías norteamericanas controlaban. Pero hoy en día Chile está en una situación donde se da la producción de litio. Chile produce el 26% de todo el litio en el mundo y también el 10% de los metales de tierras raras. ¿Cuál piensa usted que va a ser la respuesta del capital mundial en términos de la democracia en Chile, especialmente con esa producción tan grande de esta industria minera?

ARIEL DORFMAN: Bueno, el presidente Boric ha dicho, con toda razón, que nosotros somos, los chilenos, soberanos de nuestros recursos naturales y de la tierra. Somos dueños de la tierra, tal como los ciudadanos de Estados Unidos son dueños de su propia tierra. Nosotros no venimos a decirles a ellos lo que pueden o no pueden hacer. Y él ha dicho que el litio va a ser un recurso utilizado por el Estado chileno para desarrollar el país y el bienestar de su ciudadanía.

Yo tengo la esperanza de que no estamos nosotros en una época de golpes de Estado ni de momentos en que Estados Unidos interviene en nuestros asuntos internos y otros tampoco intervengan. Creo que estamos en un momento en el cual vamos a poder hacer todo lo posible o necesario para extraer el litio con ayuda de los capitales que quieran venir, con las condiciones que pone un país soberano y que así va a ser. Ahora, vamos a ver qué pasa si la derecha chilena, la ultraderecha chilena gana las próximas elecciones, que es una posibilidad, ¿no? Veremos si ellos entregan al capital extranjero todos los recursos naturales, lo que hicieron durante centenares de años, ¿no es cierto? Pero creo que estamos en un momento diferente donde el litio será de Chile, tal como el cobre es de Chile; el cobre, gracias al presidente Allende; el litio, gracias al presidente Boric, pero también gracias a la lucha de millones y millones de chilenos por la soberanía y la independencia.

AMY GOODMAN: Profesor Dorfman, quería preguntarle sobre el papel de Estados Unidos tanto hace 50 años como hoy. Para quienes no están familiarizados con ello, acabamos de ver a Henry Kissinger cumplir 100 años, por lo que fue agasajado por muchos. ¿Puede hablar sobre el papel de Kissinger y Nixon, así como de la multinacional ITT, en el golpe de Estado? Kissinger dijo la famosa frase: “No veo por qué tenemos que quedarnos impasibles y ver cómo un país se vuelve comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo. Las cuestiones [en juego] son demasiado importantes para dejar que los votantes chilenos decidan por sí mismos”. Pero no sólo se dijeron palabras hace 50 años. Hable del papel de Estados Unidos en el derrocamiento del líder democráticamente elegido Salvador Allende.

ARIEL DORFMAN: Los Estados Unidos fueron interventores desde antes de que Allende asumiera el poder hasta el momento del golpe y después estuvieron a favor. Kissinger fue a ver a Pinochet y le dijo privadamente: “No se preocupe de lo que yo digo públicamente, estamos agradecidos con usted y estamos con usted. Estamos con su lucha contra el comunismo”, decía. Por lo tanto, Estados Unidos es muy responsable de todo esto. Yo he contado anécdotas donde yo veía a los camioneros que me mostraban billetes con dólares diciendo “nosotros estamos de lo más bien”, porque estaban siendo financiados por la CIA. Por lo tanto, no cabe ninguna duda sobre esto.

Pero quiero decir, y quiero afirmar muy claramente que era normal y natural que Estados Unidos tratara de intervenir, porque no quería que el ejemplo de Allende siguiera. Lo que Kissinger tenía miedo era de que otros países en América Latina y otros países en el mundo utilizaran una vía no violenta para acceder al poder y llevar a cabo la justicia social y económica. Pero es natural que Estados Unidos esté en contra porque sus intereses estaban siendo menoscabados por Chile. Y es natural que la oligarquía chilena y los terratenientes y los dueños de los monopolios estuvieran en contra de Allende.

Pero eso no significa que nosotros no tengamos que entender que nosotros también cometimos muchos errores como Unidad Popular y durante el Gobierno de Allende. Es decir, teníamos que suponer que era necesaria una conexión mucho más vasta a favor de las reformas y teníamos que ser menos sectarios, menos arrogantes y más democráticos, realmente, yo diría en general, en el sentido de que creer más que la democracia podía resolver los problemas.

Ahora, Allende iba a llamar a un plebiscito el día 11 de septiembre, y el 11 de septiembre, claro, se dio el golpe. Y si ese plebiscito él lo perdía, él iba a renunciar simplemente. Por si acaso, de aviso, ustedes pusieron la canción de Víctor Jara en su inicio de este programa. Y resulta que Víctor Jara fue a la Universidad Técnica del Estado, donde Allende iba a hablar precisamente porque Allende iba a hablar del plebiscito. Es decir, Víctor Jara fue asesinado, entre otras cosas, porque él fue a estar al lado de Allende en ese acto en que Allende trataba de resolver los problemas a través de medios democráticos.

JUAN GONZÁLEZ: Ariel, ¿nos puede hablar en términos del ejemplo de Pinochet para el resto de América Latina, no solamente en el golpe de Estado y la represión 50 años atrás, sino en la política neoliberal que su Administración adoptó?

ARIEL DORFMAN: Claro. La represión que utilizó Pinochet se expandió por toda América Latina y fue una fuente constante de dolor para muchos otros pueblos latinoamericanos, el boliviano, el argentino, el guatemalteco, muchos otros. Pero en el caso concreto, utilizó… Chile terminó siendo una especie de laboratorio para el fundamentalismo del libre mercado, el neoliberalismo de Milton Friedman y sus Chicago Boys. Y eso fue un ejemplo que se esparció por todo el mundo. Margaret Thatcher era una neoliberal y Reagan también. Por lo tanto, la derrota de Salvador Allende abrió la puerta también al sufrimiento de tanta gente debido a esta política nefasta sobre los ciudadanos del mundo.

AMY GOODMAN: Quería preguntarle sobre su nueva novela, que en inglés se titula “El museo del suicidio”. Y con esto no estamos cambiando de tema, porque está muy relacionado con lo que sucedió hace 50 años. ¿Por qué le puso ese título a su libro?

ARIEL DORFMAN: Bueno, en castellano, el libro se llama “Allende y el museo del suicidio”, porque de hecho tiene dos vertientes. Una vertiente es que alguien que se llama Ariel Dorfman, que se parece a mí muchísimo, aunque tiene algunas diferencias, yo lo mando de vuelta a Chile a investigar si Allende se suicidó o si lo asesinaron. Pero junto con esto, hay segunda parte, un segundo interés, un tema que es que el tema del suicidio posible o no de Allende trae el problema del suicidio posible o no de la humanidad. La humanidad misma, según la novela y según uno de los personajes, un billonario que manda a Ariel en esta misión de detective, de thriller, este señor está preocupado muchísimo por el hecho de que él cree que nosotros estamos yendo hacia el apocalipsis climático, la extinción de la humanidad, y él quiere crear un museo del suicidio. Por eso se llama “Allende y el museo del suicidio”. ¿Cabe Allende en ese museo? Si lo suicidaron… Si se suicidó, no cabe en un museo o cabe como un ejemplo de los que no se suicidaron. Pero, si se suicidó, entonces este señor puede crear, este billonario, puede crear un gran museo que despierte a la humanidad sobre los peligros de la extinción que se está dando por razones climáticas.

Por lo tanto, se unen dos obsesiones mías. Una es el enigma de Chile, el enigma de Allende, lo que comienza el día 11 de septiembre y sigue como un enigma, es decir, ¿por qué se dio esta situación? ¿Cómo fue que Salvador Allende no vivió? Y la segunda es, bueno, es posible que Allende tenga algo que decirnos sobre la relevancia suya, sobre este momento tan diferente 50 años más tarde, donde lo que está en juego es la humanidad misma, y no solamente un pequeño país como Chile.

JUAN GONZÁLEZ: ¿Cómo ha respondido la sociedad chilena a los crímenes cometidos durante la dictadura de Pinochet? Una comisión de la verdad publicó un informe de 900 páginas. Pero, ¿qué se ha hecho?

ARIEL DORFMAN: Bueno, digamos, hasta hace muy poco lentamente se iba estableciendo la verdad, y hoy en Chile la verdad es que, salvo algunos ejemplos de superultraderechistas, casi nazis, se podría decir, no hay nadie que diga que no existieron esos atropellos terribles y esos abusos, esas atrocidades. Pero frente a eso hay un 36% de la población chilena que todavía dice que se justifica el golpe, que el golpe los salvó a ellos. Y Kast, José Antonio Kast, un exdiputado que tiene mucha posibilidad de ser el próximo presidente de Chile y cuyo partido ganó una inmensa mayoría en la última elección para los Consejos Constituyentes, él es una persona que justifica el golpe.

Es decir, básicamente están diciendo que si nosotros volvemos a tratar de crear condiciones de liberación nacional, como la que hicimos en el pasado por el libre voto de nuestros ciudadanos, ellos tienen derecho a hacer un derecho o un golpe de Estado. Y no han querido ellos firmar una declaración diciendo que están en contra de esto. Por lo tanto, es peligroso eso. Es decir, hay una gran amnesia, y la amnesia, claro, está creada también por la desinformación y también por el hecho de que se rompieron todos los puentes entre generaciones. Hay muchos jóvenes que están preocupados por el desempleo, por la crisis económica, por la delincuencia que es muy grande en Chile, por muchos distintos problemas que se están dando en nuestra sociedad y que no les importa básicamente lo que pasó hace 50 años atrás, pero no se dan cuenta de que lo que pasó 50 años atrás puede pasar de nuevo y además de alguna manera tiene efectos en ellos. Ellos son los hijos de Pinochet y yo siempre pienso que deberían ser los nietos de Allende.

AMY GOODMAN: Usted no solo ha investigado lo que pasó hace 50 años y cómo afecta eso al presente, sino que es una de las últimas personas que vio a Salvador Allende con vida. ¿Puede hablar sobre su propia travesía vital tras lo ocurrido en 1973? ¿Puede hablarnos del miedo en las calles después del golpe respaldado por Estados Unidos y de la llegada al poder de las fuerzas de Pinochet, así como de la decisión que tomó de exiliarse y de lo que eso significó para usted, su esposa y su hijo?

ARIEL DORFMAN: Nosotros… La verdad es que lo primero que uno sentía era un gran dolor y un gran miedo, porque claro, si habían destruido el Palacio de la Moneda, es como si a ustedes les hubieran bombardeado la Casa Blanca, no sé, lo destruyeron totalmente. Si son capaces de hacer eso, ¿qué no son capaces de hacer con uno mismo? Y yo vi unos días después del golpe, vi cómo quemaban uno de mis libros, “Para leer al Pato Donald”. Y si estaban quemando mis libros, ¿qué no me harían a mí? ¿No es cierto? Y lo que le estaban haciendo a todas las demás personas, a Víctor Jara, a Claudio Jimeno, a todas las personas que nos preocupaban a nosotros. Los allendistas eran perseguidos y los asesinaban y los torturaban y los encarcelaban.

Y entonces yo, a pesar de eso, quise quedarme en Chile y pedí a la resistencia que me dejara permanecer en mi país y me dijeron: “No, Ariel, tú lo que pasa es que quieres escribir la gran novela sobre Chile y ándate al extranjero donde eres valioso”. Y ahí me fui. Ahora, yo creo que 50 años más tarde escribí la gran novela sobre Chile, que es “Allende y el museo del suicidio”. Pero claro, me tardé muchos años, pero desde entonces estaba contando esa historia. Ahora, irme al exilio fue uno de los dolores más grandes del mundo, porque yo sentía que ese era mi pueblo, era mi lugar, y sentí que si me iba capaz de que lo iba a perder para siempre. Y sin embargo, creo que también de esos dolores y de esas tragedias, yo crecí un poco como escritor, me expandí y fui capaz de convertir en un puente entre América Latina y Estados Unidos, entre el castellano que hablo ahora y el inglés con que muchas veces escribo, y entre el futuro y el pasado. Y siento entonces que tal vez mi vida no fue en vano.

AMY GOODMAN: Ariel Dorfman, quiero agradecerle por estar en nuestro programa. Dorfman fue asesor cultural del Jefe de Gabinete de Salvador Allende de 1970 a 1973, y uno de los últimos en ver a Salvador Allende vivo en el palacio de la Moneda. Tras el golpe, Ariel Dorfman se exilió. Hoy es reconocido como uno de los más grandes escritores de América Latina. Su trabajo literario ha sido traducido a más de 40 idiomas. Su nuevo artículo en la revista The Nation se titula “A 50 años del otro 11 de septiembre: recordando el golpe de Estado en Chile”. Su ensayo de opinión en el New York Times se titula “Vi morir una democracia. No quiero verlo otra vez”. Su nueva novela acaba de ser publicada. Se llama “Allende y el museo del suicidio”. Léanlo. Muchas gracias por acompañarnos. Soy Amy Goodman con Juan González. Para ver nuestra entrevista con Ariel Dorfman en inglés, haga clic aquí.


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