
Una nueva investigación revela los abusos físicos y mentales que sufrieron en una prisión salvadoreña durante meses los hombres venezolanos deportados por el Gobierno de Trump. Los hombres denuncian haber padecido palizas, negligencia médica y condiciones antihigiénicas en el centro de detención conocido como CECOT, y cuentan que un director de la prisión les dijo: “Bienvenidos al infierno, donde entras vivo y sales muerto”. De los 238 hombres venezolanos que fueron trasladados como presos a El Salvador, al menos 197 no tenían antecedentes penales. “El propio Gobierno sabía, incluso cuando los presentaba como criminales violentos que merecían ser enviados a la cárcel en un país que no era el suyo, potencialmente indefinidamente, que en realidad la gran mayoría de ellos no tenía condenas previas en Estados Unidos”, señala Perla Trevizo, reportera de la unidad de investigación de los medios ProPublica y Texas Tribune que colaboró en la realización de este informe con un equipo de periodistas venezolanos.
Transcripción
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now! Democracy Now.org. Soy Amy Goodman.
“Ahora que están libres”. Ese es el título de una nueva investigación conjunta que revela cómo los cientos de hombres venezolanos deportados por el Gobierno de Trump a El Salvador, y luego enviados a Venezuela, dicen que sufrieron meses de abuso físico y mental dentro de la megaprisión salvadoreña CECOT.
Aunque están felices de estar en casa en Venezuela, los hombres dicen que el hecho de que fueron liberados es una prueba del sinsentido de su detención. El informe es el trabajo de reporteros de ProPublica, The Texas Tribune, y de periodistas venezolanos de Alianza Rebelde Investiga y Cazadores de Fake News.
En un minuto nos acompañará una de las reporteras de ProPublica que participó en la investigación. Pero antes veamos un video de tres venezolanos que estuvieron detenidos en El Salvador y han regresado a su país.
ANDRY OMAR BLANCO BONILLA: Mi nombre es Andry Omar Blanco Bonilla.
WILMER JOSÉ VEGA SANDÍA: Mi nombre es Wilmer José Vega Sandía.
JUAN JOSÉ RAMOS RAMOS: Mi nombre es Juan José Ramos Ramos.
TEXTO EN PANTALLA: En sus propias palabras: La pesadilla en el CECOT.
JUAN JOSÉ RAMOS RAMOS: Al momento de aterrizar en El Salvador, yo estoy del lado de una ventana y yo logro ver miles y miles de oficiales alrededor de los aviones.
WILMER JOSÉ VEGA SANDÍA: Miedo, miedo, miedo, miedo, miedo, terror.
JUAN JOSÉ RAMOS RAMOS: Se subió un oficial de allá de El Salvador y nos dice: “O se bajan por las buenas o se bajan por las malas, ¿cómo se van a bajar?”. “No nos vamos a bajar”. “Ah, bueno, por las malas”. Y nos empezaron a golpear con los rolos
WILMER JOSÉ VEGA SANDÍA: El director de la cárcel nos dijo: “Bienvenidos al infierno, donde entras vivo y sales muerto”.
ANDRY OMAR BLANCO BONILLA: Nos hacían hincar en contra de nuestra voluntad y a golpes. Hubieron muchas personas que gritaban, pedían ayuda, auxilio. Las esposas estaban a un punto tan apretadas que nos hicieron lesiones en los tobillos. Muchos botaban incluso sangre porque nos cortábamos con las mismas esposas. Vulgarmente nos decían: “Camina, mierda”. Yo recuerdo que le dije al oficial: “No puedo caminar, si me aflojas las esposas, yo puedo colaborarte, pero no puedo caminar”. Yo soy una persona que tengo una patología médica, soy hipertenso. Fui golpeado al punto que me desmayé. Me llevaron arrastrado hasta que llegamos al módulo. Me tiraron, pegue mi cabeza contra el piso. Me despierto y le decía a Dios: “¿Por qué estoy aquí?”.
JUAN JOSÉ RAMOS RAMOS: Sentí que el mundo se me vino abajo. Y empezaron a meter 10, de 10 a 15 personas por celda.
ANDRY OMAR BLANCO BONILLA: Yo considero que la cárcel del Cecot no es una cárcel para hacer detención de presos. Allí fuimos tratados como animales.
WILMER JOSÉ VEGA SANDÍA: La comida sabía a jabón, era impresionante. Los baños asquerosos. Tomábamos agua de la misma que nos duchábamos.
ANDRY OMAR BLANCO BONILLA: Las cloacas, cañerías de aguas negras dentro de la celda. Hubieron personas que tuvieron enfermedades respiratorias a raíz de eso Las paredes llenas de moho.
WILMER JOSÉ VEGA SANDÍA: Dormir en la lata, porque las camas son de hierro. Yo decía: “Qué tiempo vamos a soportar esto”. “¿Cuánto tiempo vamos a aguantar?”.
ANDRY OMAR BLANCO BONILLA: Quince minutos para que nos bañáramos 10 personas. Se quedaba en personas sin bañarse porque no alcanzábamos. El precio de tener una buena higiene dependía de una paliza.
JUAN JOSÉ RAMOS RAMOS: Yo me quise bañar escondido y me vieron, pues. Me sacaron al pozo, a la isla, y me empezaron a golpear. Y un oficial me pegaba a los oídos como para que yo me escandalizara y luego en la sien, ¿sabes?, aquí. Me empezaron a dar muchos golpes, como por dos horas. Entraban todos los oficiales que estaban de guardia a pegarte, incluso muchas veces el mismo director del penal, a pegarte. Yo no veo mucho por un ojo de tanto que me pegaban en la cabeza.
WILMER JOSÉ VEGA SANDÍA: Nos llevaban a una celda de castigo. El hueco se llamaba eso. Recibo un golpe en mis partes íntimas, como diría, de una patada que me dieron, Y aún estoy padeciendo de eso. El 5 de abril hubo una golpiza muy grande donde golpean a uno de los compañeros, que es un niño. Deciden echarle gas pimienta entre la boca y él empieza a convulsionar en el piso. Él botaba espuma por la boca. Nos dijeron que el muchacho había muerto y ahí, gracias a dios, está con vida. Regresó con nosotros. Cuando viene la Cruz Roja la primera vez nosotros hablamos, pero el hablar nos costó una gran paliza.
ANDRY OMAR BLANCO BONILLA: Hicieron uso de las armas, donde usaron perdigones de goma y de plástico, donde resultaron muchos heridos. Heridos en la cabeza, en la frente, en las piernas, en la espalda, en el pecho.
JUAN JOSÉ RAMOS RAMOS: Hubieron muchísimos que intentamos quitarnos la vida ahí dentro. Decíamos: ” Yo prefiero morirme o suicidarme yo que seguir viviendo esta experiencia”. Que todos los días te levantarán a las 4 de la mañana para decirte groserías, para golpearte. Por seguir escuchando las rejas. A tus hermanos, como los golpeaban, que muchas veces pedían auxilio, mediante “ya no me pegues más, prefiero que me mates”.
ANDRY OMAR BLANCO BONILLA: No te voy a negar que apoyaba la política del presidente Nayib Bukele para atacar la delincuencia. Nunca me imaginé que en algún momento iba a vivir esa experiencia injustamente. Ha sido una política sucia. Estados Unidos nos mandó a El Salvador para que El Salvador hiciera el trabajo sucio que Estados Unidos no podía hacer. Y solo la justicia llegará mediante la verdad y el testimonio de cada uno de nosotros.
AMY GOODMAN: El video es parte de una nueva investigación titulada “Ahora que están libres”. Para más información nos acompaña desde Filadelfia una de las reporteras principales, Perla Trevizo, de la unidad de investigación de ProPublica-Texas Tribune.
Perla, bienvenida de vuelta a Democracy Now! Hemos escuchado a estos tres hombres narrar sus horripilantes experiencias. Usted también escribe sobre otro venezolano, Leonardo José Colmenares Solórzano, de 31 años, quien le dijo que, ahora que está libre, quiere que el mundo sepa que fue torturado durante cuatro meses en una prisión salvadoreña. Colmenares dijo que los guardias “le pisotearon las manos, le echaron agua sucia en los oídos y lo amenazaron con golpearlo si no se arrodillaba junto a otros reclusos y les lamía la espalda”.
Estas historias son aterradoras. Estados Unidos los puso en esta prisión. Luego, tan inexplicablemente como los enviaron allí, los mandaron de regreso a Venezuela. ¿Cómo encontró a estos hombres? Cuéntenos más sobre las conclusiones de su investigación y lo que le dijeron.
PERLA TREVIZO: Claro que sí. Desde hace cuatro meses, cuando los hombres fueron enviados a El Salvador el 15 de marzo, nosotros empezamos a investigar quiénes eran estos hombres que el gobierno de Estados Unidos estaba clasificando como lo peor de lo peor, criminales terroristas que merecían estar en una prisión posiblemente el resto de sus vidas. No se había definido cuánto tiempo iban a durar ahí. Entonces empezamos a recopilar la mayor información que podíamos para tratar de localizar a sus familiares, abogados, si los tenían. Tratar de encontrar más de quienes eran. En el transcurso de esta investigación logramos contactar a familiares de más de 100 de ellos, incluyendo los tres que acabamos de ver, y hubiéramos podido contar las historias de decenas de ellos. Estos eran simplemente tres de los ejemplos. Tres de los casos que creíamos que servían de ejemplo de lo más grande que se había visto, de las conclusiones más grandes que habíamos sacado en la investigación.
AMY GOODMAN: ¿Puede explicar cómo justificó el Gobierno de Trump el envío de estos más de 230 hombres venezolanos a esta notoria prisión salvadoreña, muchos de los cuales estaban en medio de procesos migratorios en Estados Unidos?
PERLA TREVIZO: Si la administración de Trump de la manera que justificó haber mandado a estos hombres al CECOT, a la prisión en El Salvador, es, uno ,declarando la organización Tren de Aragua, una pandilla venezolana, como una organización terrorista que estaba invadiendo el país. Esto, según la administración, justifica removerlos del país de la manera necesaria. Como dices, casi la mitad de ellos estaban aún en medio de sus procesos de inmigración. Esto normalmente los hubiese protegido de una deportación. Otros estaban ya con sus órdenes de deportación, inclusive, por ejemplo, Andry Blanco, uno de los hombres que vimos ahí, estaba esperando que lo mandaran a casa. Otros estaban dentro de centros de detención esperando a que Estados Unidos los deportara. Es decir, no estaban escondiéndose de las autoridades de inmigración. Todos eran parte del sistema de una manera u otra.
AMY GOODMAN: Perla, ¿cuál es, en general, el grupo demográfico de los hombres que fueron enviados al CECOT?, ¿cuántos años tenían?, ¿cuánto tiempo habían estado en Estados Unidos?, ¿cuántos fueron detenidos después de acudir a audiencias de inmigración?
PERLA TREVIZO: Lo que encontramos… parte de nuestra investigación fue que obtuvimos las fechas de nacimiento de cada uno de los hombres. La edad promedio es de 24 o 25 [años]. El más joven tenía 18 años. El más grande tenía 46. Aquellos que lograron entrar a los Estados Unidos y estaban viviendo en los Estados Unidos mientras procesaban su caso en inmigración encontramos que vivían en más de dos docenas de estados desde Utah, Texas, Florida, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Illinois, California. Es decir, de todas las partes del país. Y los que llegaban a trabajar, trabajaban como jardineros, construcción, pintura, distribuidor de comida, conductor de Uber, de DoorDash. Muchos de los trabajos que vemos que tienen las personas que migran recientemente.
AMY GOODMAN: Perla, al final del video que acompaña su reporte vemos la respuesta del Departamento de Seguridad Nacional a los perfiles que usted presenta de estos tres hombres, diciendo que todos ellos eran miembros de la despiadada pandilla Tren de Aragua y que el Tren de Aragua es uno de los grupos terroristas más violentos y despiadados del planeta. ¿Es verdad que estos hombres eran parte del Tren de Aragua?
PERLA TREVIZO: No basado en la información que encontramos. Claro que siempre cabe la posibilidad que no hayamos encontrado algún dato. O sea, no hay una base universal que enumere todos los crímenes que las personas hayan cometido en Estados Unidos, ni mucho menos en el extranjero. Pero basado en toda la información que recopilamos, no encontramos evidencia de eso. Por ejemplo, de Andry, obtuvimos su historial migratorio donde el agente específicamente señala sus tatuajes, que incluían una rosa azul, —[Andry] me dice que a él le gustaba darle a sus novias rosas azules— un reloj con la hora en la que había nacido su madre. Y estos tatuajes, a pesar de que no tenía historial criminal, el agente de inmigración menciona que pertenecía a esta pandilla debido a los tatuajes. Más allá de eso, el gobierno no ha proveído pruebas. Cuando preguntamos, dicen que sería completamente loco proveer la documentación que utilizaron ellos para designar a estos hombres como pandilleros. Pero nosotros no encontramos evidencia, para la mayoría, hay algunos donde otros países, como Chile, los han señalado como miembros de esta pandilla, pero no tenemos toda la documentación que justifique la designación.
AMY GOODMAN: Más de 230 venezolanos fueron enviados al CECOT desde EE.UU. De hecho es muy difícil averiguar quién fue enviado allí, sus nombres y cuántos fueron, pero, ¿fue cada venezolano que estaba en el CECOT enviado de regreso a Venezuela?
PERLA TREVIZO: Al parecer sí, como dices, Amy, aún el gobierno hasta esta fecha no ha publicado una lista oficial de las más de 230 personas. La lista que se había estado manejando al inicio era la que publicó CBS News, casi al inicio. Nosotros obtuvimos por nuestra cuenta otra lista con los nombres de las personas que se habían mandado a El Salvador. De lo que tenemos entendido, este intercambio de prisioneros, este acuerdo que se llegó entre El Salvador, Estados Unidos y Venezuela, involucró a todos aquellos que estaban en El Salvador. De lo que tenía entendido con las familias, no todos habían regresado a sus casas. Venezuela todavía estaba haciendo averiguaciones. No sé si Venezuela se vaya a quedar o vaya a mantener detenida a ciertas personas o a todas las vayan a regresar a sus hogares.
AMY GOODMAN: No sé si sabe esto, pero, ¿hay otros hombres que fueron enviados de Estados Unidos al CECOT que no fueron liberados, por ejemplo, hombres salvadoreños?
PERLA TREVIZO: Sí, de lo que te hemos entendido, también hubo un grupo de salvadoreños que fueron enviados al CECOT. No estoy segura de qué ha pasado con sus casos. El más conocido, que muchos hemos escuchado, es el de Kilmar Abrego, que regresó a los Estados Unidos. Él fue el primero que salió del CECOT y regresó a los Estados Unidos, donde le fincaron cargos criminales nuevos, adicionales. Pero de ahí en más no sabemos mucho de este grupo de salvadoreños. Nosotros nos nos enfocamos primordialmente en los venezolanos porque era el primer grupo que se había dado a conocer y, además de eso, El Salvador no era su país de origen, no habían cometido crímenes El Salvador, no son de nacionalidad salvadoreña, y esto involucra las deportaciones a terceros países que hemos estado viendo más allá de El Salvador, a Sudán, a México, Panamá, Costa Rica y otros acuerdos a los que está llegando la administración.
AMY GOODMAN: Su investigación reveló que, de estos 238 venezolanos que finalmente fueron liberados del CECOT y enviados a su país, al menos 197 no habían sido condenados por delitos en Estados Unidos y que el Gobierno de Trump estaba al tanto de esto. ¿Cuál fue la justificación para enviarlos a El Salvador?
PERLA TREVIZO: Bueno, ese número que acabas de mencionar es específicamente sobre como los clasificaba el gobierno de Estados Unidos. Además de esas clasificaciones, nosotros encontramos algunos cargos, para más o menos una docena, que no se veían reflejados en los datos del gobierno, pero, como dices tú, esto indicaba que el mismo gobierno, en la manera que los clasificaba, sabía que la mayoría no tenían estos cargos violentos, como [el Gobierno] decía, como en la retórica lo expresaban. De lo que nosotros encontramos, basado en la misma información del gobierno, aproximadamente seis de ellos tenían cargos o convicciones [sic] por crímenes que se podrían considerar violentos. Aunado a eso, nosotros encontramos más o menos… tal vez una docena de casos adicionales donde la persona había cometido algún crimen fuera de los Estados Unidos que no estaba reflejado en los datos del gobierno. Pero la justificación, [en respuesta] a tu otra pregunta… La justificación del gobierno era simplemente que eran miembros de esta pandilla tren de Aragua que estaba invadiendo a los Estados Unidos, que creaba un un riesgo para la seguridad nacional del país y por lo tanto era su deber y estaba justificado mandarlos fuera del país, en este caso a El Salvador.
AMY GOODMAN: ¿Puede hablar más sobre los tres hombres en los que se centra el video, que narran sus propias experiencias? ¿Qué le impactó más de sus historias, Perla?
PERLA TREVIZO: Creo que las historias individuales, como pudimos ver en los videos, son muy conmovedoras. Por ejemplo, Andry fue simplemente que estaba acompañando a una prima a las oficinas de inmigración y decidió cambiar su dirección porque se había mudado de ciudad y, bajo la ley, un requisito es notificar a las autoridades cuando cambian la dirección. El oficial le dijo que entrara, que podía cambiar la dirección ahí. Luego vieron sus tatuajes y es así como lo detuvieron al inicio. Juan José Ramos Ramos, igual, ¿no?, había entrado con su cita de CBP One, que bajo la administración del presidente era la manera que les decía que se presentaran en la frontera para crear un poco más de orden y, eventualmente, pedir asilo, si es lo que querían, o algún otro tipo de de protección. Y a él simplemente lo detuvieron porque el primo iba conduciendo, piensan ellos que fue una calcomanía de Venezuela que tenían en el auto lo que llamó la atención, le vieron los tatuajes y ya no volvió a salir. Pero para mí lo que más me impresionó o me ha impactado de este trabajo es leer las historias de cada uno de ellos, una tras otra, tras otra, tras otra. Es muy difícil… Es más difícil pintarlos a todos con la misma brocha, ¿no?, o generalizar. Pero una vez que empiezas a hablar con cada uno de sus familiares, que empiezas a ver el récord criminal o no récord criminal, de la manera en que entraron a Estados Unidos, a qué se dedicaban, los hijos que dejaron atrás, los papás, algunos, como Wilmer, que había emigrado para para costear el tratamiento de cáncer de su mamá. Entonces, para mí lo que más me ha impactado es cuando ves las historias de todos ellos y las lees una por una. Creo que es más difícil ignorar lo que pasó.
AMY GOODMAN: Perla, esta es una colaboración increíble entre ProPublica, The Texas Tribune, un equipo de periodistas venezolanos de Alianza Rebelde Investiga y Cazadores de Fake News. Ustedes trabajaron juntos en un momento en el que los medios de comunicación están siendo atacados. ¿Cómo se dio esta investigación?
PERLA TREVIZO: Sí, bueno, yo soy parte del equipo de Texas que trabajamos en colaboración con el Texas Tribune. Y una vez que empezamos a crear esta base de datos, escuchamos que este grupo de periodistas venezolanos estaban haciendo un trabajo similar. Entonces decidimos unir nuestros esfuerzos. Es una labor de muchas personas cuyos nombres a veces no todos aparecen ahí, pero no sería posible sin cada una de esas personas. O sea, todos los medios dedicamos muchos recursos durante todos estos meses porque creíamos que era importante decir quiénes son. Y las historias de estos hombres, aunque han regresado a sus hogares, para la mayoría sus historias no han acabado, todavía falta ver qué impacto a largo plazo va a tener esto. El gobierno de Estados Unidos sigue llegando a acuerdos con más países. Entonces creíamos que era necesario unir todos nuestros esfuerzos para realmente investigar a cada uno de ellos. No es solo una investigación, básicamente son 238 investigaciones que se hicieron sobre cada uno de estos individuos y se le tomó… se le hizo con el detalle y el cuidado que hacemos cualquier investigación en ProPublica.
AMY GOODMAN: ¿Cree que la gente en Estados Unidos se habría dado cuenta de lo que estaba sucediendo con estos cientos de hombres deportados a El Salvador si no hubiera sido porque la familia de Kilmar Abrego García denunció su caso y exigió su regreso? ¿Cree que eso dio pie a que se conociera todo esto?
PERLA TREVIZO: Es una muy buena pregunta. Creo que lo que hemos visto, particularmente con esta administración, desde el inicio, es que hay muchas noticias. A la misma vez que estaban mandando a hombres a Guantánamo, estábamos hablando del Estatus de Protección Temporal, estamos hablando de cosas dentro y fuera del ámbito de la inmigración. Creo que la historia del señor Abrego realmente sí abrió o elevó esta noticia. Los otros hombres no han recibido la misma atención que el caso Abrego ha recibido hasta ahora. Creo que sí ayudó a divulgar lo que estaba pasando. Definitivamente.
AMY GOODMAN: Perla Trevizo, muchas gracias por acompañarnos. Perla pertenece a la unidad investigativa de ProPublica-Texas Tribune. Nos ha acompañado desde Filadelfia. Vamos a enlazar a su increíble artículo de investigación, titulado “Ahora que están libres”. Para ver esta entrevista en inglés, pueden ir a democracynow.org. Soy Amy Goodman. Gracias por acompañarnos.
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